El pequeño regreso a Johto

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–¿Y a dónde quieres ir?
Indagó Oak.
–A Ciudad Iris.
Faltaba poco, pero aun así no perdí la oportunidad de preguntarle:
–Usted no irá a Alola, ¿cierto?
–No, no. Soy viejo para eso, y además tengo cosas que atender por aquí.
Con eso me bastaba. Ojalá tampoco fuera la vieja bruja de Agatha.
Sin más novedades, me dejó en el centro de Ciudad Iris, y me dio tres horas para mis asuntos. Eso era muy poco. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Tenía la corazonada de que las chicas kimono y Morti estaban muy relacionados a este lugar. Pero no sabía ni que...
Y vi pasar a un transeúnte vestido de negro:
–Disculpa amigo... ¿sabes de casualidad dónde están las chicas kimono?
El me miró con molestia y me respondió de mala gana:
–En el teatro de Ciudad Iris, ¿dónde más? Ahora deben estar dando su presentación.
–Gracias.
Dije por la información, más no por el modo. Él dio tres pasos y viéndome por el rabillo del ojo me preguntó:
–Oye, ¿sabrás acaso si la Torre Quemada tiene un pequeño estanque a un lado?
–Lo tiene.
Como olvidarlo. Allí fue donde Heold y yo vimos a Suicune. El sujeto se alejó sin más, pero no le di importancia, tenía una presentación que ir a ver.
El teatro fue fácil de encontrar, y por suerte no cobraban la entrada. Al cruzar las puertas, presencié como las todas las chicas del kimono, cinco en total, las que conocía y las que no, bailaban una danza tradicional. No quería interrumpirlas, así que me senté en una mesa de un rincón a esperar que terminaran. Ojalá supieran algo. No obstante, no fue necesario. Al poco tiempo alguien se acercó a mí y me saludó.
–Cuanto tiempo, Saske. ¿Qué haces por estos rumbos?
Le presté atención a quien me hablaba, y me di cuenta de que era justo quien vine a buscar.
–Vine a buscarte, Morti.
El rubio vestía de morado como lo recordaba, y su aire siniestro era más marcado. Se sentó y preguntó:
–¿A mí? Bueno, tuve la corazonada de que debía estar aquí, y ahora veo que es por ti. Pero dime, ¿qué necesitas?
Tomé aire.
–Necesito tu ayuda.
El me miró con incredulidad.
–¿Para qué me necesitas?
Mi momento había llegado.
–Vengo a hablarte de la iniciativa "Avengers", que consiste en reunir un grupo de personas extraordinarias para luchar las batallas que otros no pueden ganar.
Él me miró con cierta apatía. No parecía muy convencido.
–Ve directo al grano, no es necesaria tanta palabrería.
No había razón de hacerle al tonto con él.
–Sabes que sacamos a los teselianos de Kanto.
–Si, pero no es algo que me interese mucho. - Rodeó los ojos. - Tengo mis propios problemas.
–Si, lo recuerdo. -Respondí. - En un principio estabas aliado al gobierno central y Samina, pero después te volteaste y me ayudaste a vencer a Máscara de hielo.
–Así es, héroe arco iris. Trato de lavar los errores de mis padres, básicamente.
No entendía mucho, pero seguí diciendo.
–Estoy formando una unidad especial para ir a Alola a perseguir a los teselianos, en especial tras la Orden de la flor.
El rió.
–¿Acaso el mito ese de la orden secreta que protege a la familia real es verdadero?
–Tan verdadero que Samina es la princesa.
Se hundió en su asiento y miró al techo.
–Ya sabía yo que esa delicadita era muy sospechosa.
–Como sea, necesito que te sumes a mi equipo y que vayas conmigo a Alola.
–No.
Fue una respuesta contundente, que coincidió con el final de la danza de las kimono.
–Por favor. -Pedí.
–No, tengo cosas que hacer. Mi investigación va de por si lento. Se supone que debo cubrir al héroe arco iris desde las sombras, y no es algo que me agrade mucho para ser sincero.
Noté cierto resentimiento en sus palabras.
–Noto cierto resentimiento en tus palabras.
–Pues claro, la pluma te cayó a ti.
Se lo tenía que decir ahora.
–Esa es una de las razones por las que necesito un equipo para ir por la orden de la flor. Samina me quitó la pluma.
Los ojos de Morti se abrieron como platos.
–¿Que qué?
Yo estaba algo apenado de admitirlo.
–Lo siento, la cuidé cuanto pude, pero Samina me tomó prisionero y me la arrebató.
Se tomó la cabeza molesto.
–Esto es malo, muy malo. -Me miró de forma salvaje. -¿Cómo pudiste perderlo? Era algo de suma importancia. Es un sacrilegio lo que hiciste.
–Y por eso mismo es que vengo a pedirte ayuda para recuperarla.
Se revolvió el cabello.
–Como sea, si ese es el caso es mi obligación ir. - Suspiró. - Pero no creas que estoy contento por eso.
Yo también suspire.
–Te lo agradezco.
–Cállate.
Me pidió. Observó el escenario donde las chicas kimono agradecían al público.
–Como sea, héroe arco iris. La situación es un asco desde hace tiempo de cualquier forma. Y si te vas lejos debo asegurarme de que vuelvas con vida y con la pluma.
–Gracias.
Supuse. Él tenía una ligera aversión hacia mí. Se levantó y me dijo:
–Ven conmigo. Te mostraré algo.
Salimos del teatro y seguí sus pasos, mientras la explicaba a grandes rasgos cosas del equipo. Él sólo asentía. Podía ver que continuaba siendo un rubio darks, algo más enojón de lo que era antes, y hasta algo más melancólico. Al final llegamos a la Torre Quemada.
–¿Recuerdas éste lugar?
Me preguntó. Claro que sí.
–Lo hago. Aquí fue donde me traicionaste.
–Pff. -Bufó. - Traicionarte equivaldría a que me importaste de verdad.
–Eso duele, ¿sabes?
Se rió un poco.
–Como sea. Máscara de hielo me inculcó su meta, la cual trataba de cambiar el mundo. Yo crecí con ello, y me aferre a eso, porque confiaba en que ese es el camino que mis padres querían para mí. Pero cuando me venciste y descubrí la verdad de Máscara de hielo, me di cuenta que su meta era inviable. Así que quise ayudar el mundo de forma distinta.
Eso se escuchaba muy bonito, pero luego me miró con algo de coraje.
–Pero el que tiene la Pluma del Ave Arco Iris eres tú, así que el mayor poder lo tienes tú. Y ahora debo ayudarte a recuperarlo.
–Entiendo eso...
–No, no lo entiendes. Estoy seguro que no.
Me sentí ligeramente ofendido, así que desvíe un poco la atención.
–¿Y por qué me trajiste aquí?
–Por la historia que tiene esta torre. Simboliza la violencia de la humanidad, pero también como todo puede mejorar con ayuda de los pokémon. Tú puedes hacer que las cosas mejoren.
Ahora me sentía ligeramente avergonzado. Ligeramente.
–Como sea...
Iba a decir, pero un sonido de chapoteo nos interrumpió. El tiempo pareció alentarse por un momento, las calles se hallaron vacías sin razón aparente, y una sensación familiar me invadió. Morti me miró, y yo lo miré, y juntos miramos al estanque, donde apareció una figura majestuosa: Suicune.
–Suicune.
Exclamó Morti, incluso los ojos le brillaban de ilusión. Pero con esta, era la tercera vez que yo lo veía. Y se veía tan impresionante como la primera vez. No obstante, algo perturbaba el ambiente. Suicune rugió un poco, y diversos simbolos flotantes aparecieron.
–Cuidado Saske, son los Unown.
Gritó Morti, y de forma veloz sacó a su Haunter.
–Bola sombra.
Ordenó, y el ataque golpeó a los Unown haciendo que se alejaran de Suicune. Yo también saqué a mi pokémon, a Pikachu.
–Sepáralos. -Me gritó Morti. - Por separado son débiles, pero si se reúnen son muy peligrosos.
Un par de rayos bastaron para mantenerlos alejados unos de otros. Suicune dio un rugido y se dirigió a interior de la Torre Quemada. Cuando estaba junto a la puerta, nos miró y un soplo de aire fresco nos envolvió, tras eso, entró a la torre.
–Ten cuidado, vienen más, lo presiento.
Nos giramos al escuchar a los Unown entonar un canto místico. Y más extraño fue ver que un tipo se acercaba con ellos.
–Esas ropas... - exclamé - ¡son negras, como las de los tipos que apoyaban a Máscara de hielo!
Morti retrocedió un poco, pero luego regreso hacia adelante.
–Debo confesar que esos tipos siempre me asustaron un poco. Pero ahora es momento de desquitar algo de eso.
Tenía sentido. Verlos rondar por ahí debía ser cuanto menos inquietante. El sujeto nos miró a ambos y exclamó.
–Sé que Suicune está dentro de la torre. Así que apártense de mi camino, gusanos.
Esperen, lo reconocía.
–Oye, eres el sujeto que vi hace un rato. El antipático que me preguntó por la Torre Quemada.
Él me miró.
–Sí, eso. Como sea, quítate.
Me planté firmemente junto a Pikachu.
–No. No puedo que te lleves a Suicune a los de tu secta.
Se molestó.
–¡Los Unovers no son ninguna secta!
Me gritó.
–¿Los qué?
Exclamó Morti. Ni siquiera él sabía el nombre. Así que este grupo se llamaba así.
–Interesante, dime más.
–Eso no es importante. -Me recriminó Morti. - Lo importante es Suicune.
Yo opinaba que se podían hacer las dos cosas. Sin embargo, el tipo se molestó aún más.
–Cállense, y admiren el poder los Unown, y de Ñ.
Eso sonaría amenazante, de no ser por un detalle.
–¿Ñ?
Pregunté.
–¿Qué es una Ñ?
Morti tampoco sabía.
–Par de ignorantes. -Nos reclamó el "Ñ". - Es una letra del abecedario.
Estaba seguro que el abecedario solo tenía 26 letras, a menos que...
-Ya recuerdo... -exclamé- Karin me dijo que en otra región usan la "Ñ". Jaden incluso dijo que con eso le jugaron una broma al líder de Teselia.
–Bueno como sea, si es "Ñ" o "Rr" no lo dejaré atrapar a Suicune.
Concluyó Morti. Ñ nos amenazó.
–A ver si es que son capaces. ¡Resuenen, Unown!
Los símbolos entonaron su cantico y lanzaron una onda psíquica que hizo retroceder a Pikachu, pero no a Haunter. El fantasma resistió y lanzó un contraataque que dejó tambaleando a los Unown. No obstante, los Unown se reagruparon y lanzaron un nuevo rayo que derribó al Haunter. Luego lo envolvieron en una burbuja psíquica.
–Haunter.
Exclamó el rubio.
–Tranquilo, en un momento lo libero.
Le dije. El cómo aun lo resolvía.
–Pikachu, Rayo.
Mi ratón tiró sus relampagos, pero los Unown se protegían de ellos. Juntos eran poderosos, por eso es que debía separarlos.
–Pikachu, Cola acero contra el piso.
El impacto elevó las rocas y Ñ se fue con la finta, así que ordenó detener las rocas. Bien.
–Salta.
La rata se elevó sobre las rocas y luego:
–Bola voltio.
La esfera eléctrica remató en los Unown dispersándolos haciendo que su conexión se perdiera y encima paralizándolos.
–Hazlo ahora Morti.
–No tienes por qué decírmelo.
Su Haunter se liberó de su prisión y lanzó una seguidilla de Bolas sombra que acabaron con los oponentes, y a los que se salvaron se acercó a rematarlos con Puño sombra. Sin darse cuenta, Ñ había perdido. El tipo nos miró a ambos, y luego a los Unown reposando en el suelo; lucía frustrado.
–Malditos sean.
–Cállate, -le dije- no tengo tiempo para tus quejas. ¿Quién eres tú y quienes son los Unovers?
El tipo no parecía querer hablar, así que el rubio mandó a su Haunter tomarlo de los hombros para intimidarlo. Ante eso, Ñ habló.
–Yo no soy un miembro oficial de los Unovers. Quería unirme a ellos, pero me rechazaron. Por eso, por eso es quería atrapar a Suicune, para que me aceptaran.
–¿Y por qué creías eso? ¿Qué tiene Suicune de especial para ellos?
Le cuestionó Morti.
–No lo sé. -Respondió, y se veía sincero. - Únicamente sé que lo necesitan. Y mi oportunidad de llevárselos se esfuma.
–Te dije que no quería quejas. -Le advertí. - Dime qué es lo que quieren los Unovers.
Debía saberlo ahora.
–Los Unovers son los elegidos que usarán a los Unown para apoderarse del mundo.
Nos declamó con reto.
–Suena absurdo. Para mí no son más que otra envolutura para tanta basura que ya he visto. Haunter, llévatelo.
El fantasma arrastró a Ñ a quien sabe dónde mientras nos gritaba y maldecía.
Por mi parte, he de decir que me preocupaba. Además de las regiones, estaban el Team R, los Enviados de la Luz, el Príncipe y ahora los Unovers. Demasiadas fuerzas en colisión.
–Luces preocupado.
Observó Morti.
–Lo estoy. -Le respondí. - Tú me dijiste que los Unown son una excelente fuente de poder. Este sujeto era un cualquiera, pero una organización que manipule ese poder, es terrorífico.
Recordaba las marionetas de hielo que se movían gracias al poder de los Unown, aquella vez que peleamos contra Máscara de hielo.
–Eso ya lo sé. - Contestó un poco irritado. - Es por eso que debemos recuperar la Pluma de Ho-oh, héroe arco iris.
Morti comenzó a caminar, pero yo me quede observando a la Torre Quemada. Ahí estaba Suicune, uno de los perros legendarios. Tenerlo me ayudaría a destruir Teselia.
–Ni lo pienses.
Me advirtió el rubio poniendo su mano sobre mi espalda.
–Podría servirnos.
Le dije.
–Los pokémon legendarios tienen una función específica, y se enfocan en proteger a su región. No te equivoques, y no te vuelvas su enemigo por tu egoísmo.
-Déjalo ya.
Le dije. Estuvimos tonteando otro rato hasta que Oak regresó por mí.
–¿Vienes? -Le dije. - Es mejor si ya estás allá.
–No. -Respondió. - Es en tres días, ¿no? Allí estaré, a las puertas de tu casa.
–Como quieras.
Me despedí de él así. Oak me dejó más tarde en mi casa. Al día siguiente fui a visitar a Karin, quería asegurarme de que no tuvo algún tipo de percance.
Decidí volar con Lizardon, igual no haría mucho hoy. Cuando pasaba sobre el Bosque Verde vislumbre a alguien en la entrada, y era nada menos que mi amiga Karin.
Bajé y la encontré sentada sobre una roca jugueteando con sus pies.
–Sabía que vendrías, así que decidí esperarte aquí.
Me dijo.
–¿Ah, sí? ¿Acaso hiciste algo interesante ayer?
Ella rió.
–Uff, que no hice.
Señaló al frente donde había una cabaña. Caminamos hacia ella, y al abrirla me topé con que tenía atado a un sujeto en una silla con los hilos de Butterfree. Me pregunté por qué, hasta que reconocí sus rasgos y su mirada. Era un teseliano.
–Así que ayer, yendo a casa, te topaste con este tipo y lo sometiste.
–Sip. -Admitió ella. - Después lo interrogué, así me enteré de algo un poco... grave.
–¿Qué cosa?
–Aun hay teselianos en Kanto. Un escuadrón especial que atacará en tanto nuestro ejército parta a Alola.
Malditos tramposos. Aun tenían varios trucos en su manga.
–Pues vamos por ellos.
Le dije.
–No tan rápido. Según lo que me dijo, bajaron sus defensas pasado mañana, el día en que los soldados se reúnan.
–Es por el movimiento masivo. Si tuvieran sus defensas altas se vería sospechoso. -Admití. - ¿Dónde están?
–En las Islas Sete. La ubicación exacta no me acuerdo.
Suspire. Analicé al sujeto, y a parte de dormido, no tenía más heridas.
–Se ve bastante bien, ¿cómo le sacaste la información?
–Siendo amable.
–Tiene sentido.
Lo dije, pero la verdad no tenía sentido.
–Pues hay que ir. No podemos reportar esto, sino podrían cancelar la partida.
–Eso imaginé. Es por eso que te esperé.
Así que íbamos hacer un ataque por nuestra cuenta.
–Sabes Karin, esto suena ideal para que sea la primera misión de los vengadores.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora