Pokémon: La guerra de Kanto

El rescate

-Pavel, ¿qué haces aquí?
Le dije a Pavel cuando se paró frente a mí. No quería enfrentarme a él, y pude notar en su mirada que él tampoco lo quería.
–Saske, yo... debo que atraparte.
O no. Por favor él no.
–Pavel, tú me viste huyendo de el ejército de Johto, y me conoces, somos amigos.
El Pidgeot se impacientó. Los pasos que me asechaban se escuchaban cada vez más cercanos.
–¿Tú traicionarias por un amigo?
Su pregunta la sentí en lo más profundo de mi ser.
–Claro que lo haría, es por la razón correcta.
Pavel hizo una seña y en ella iba una orden al Pidgeot. Creí que me atacaría, pero en vez de eso sólo alzo el vuelo.
–Esta bien, creo en ti, Saske. ¡Ahora vete! –Yo comencé a correr y él le habló a su ave.– ¡Ataque Arena!
La tierra se levantó tras de mí reforzando mi ya debilitada cortina de vapor. Tras una zancada llegue al bote con Diana y posteriormente lo abordaron Lizardon, Totodile y Rockruff. Con mi espada corte la cuerda que mantenía unida la barca a la tierra y ordene a mi cocodrilo que lanzara un Pistola de agua a manera de propulsión. Me estaba alejando y creyendo que lo había logrado cuando la guerrilla de Johto llegó a la orilla de la playa. Agradecí por un momento que solamente estuviera el bote en el que subí, pero deje de hacerlo cuando empezaron a montarse en varios Seel y Dewong que salían de sus pokeballs. Obviamente ellos serían más rápidos, así que me preparaba para lo peor, cuando escuché un gritó en el cielo.
–Echale humo Gastly.
Esa voz, era la de Morti, el tipo que estaba con Samina. Puse mis ojos arriba y vi caer a Morti (literal, estaba en caída libre), entonces me di cuenta de que saltó de un globo aerostático mientras que su Gastly envolvía a mis perseguidores en humo azabache. Yo avancé lo que pude, y para cuando el humo se disipó el agua en donde estaban nadando las focas estaba congelada. De nuevo busqué gente con la mirada, pero no veía a nadie hasta que Diana me señaló que en el lugar donde se zambullía Morti llegaban Samina y la chica del kimono en una lancha de plástico usando un Vaporeon como propulsor igual que yo. Supe en el instante que el Vulpix de Samina congeló el agua.
–Tranquila Diana, lo logramos.
Le dije a mi novia mientras que mientras que esperaba que Samina y su grupo llegaran junto a mí, debido a que los vi acercarse. Mire de nuevo al cielo y note que el globo aerostático en el cual y llego Morti y de seguro todos se empezó a precipitar sobre Ciudad Orquídea. Rayos. Si esa cosa caía ahí casi de seguro provocaría una explosión, así que le ordene a Lizardon que lo hiciera estallar en el aire con un Lanzallamas, cosa que logró con solo el daño de una luz cegadora por un momento. Tras esto lo regrese a la pokeball al igual que los otros, pero me preguntaba porque Morti dejo ese globo sin protección si pudo haber provocado algo grave. Finalmente llegaron junto a mí Samina y su grupo y abordaron mi bote.
–Hola Saske. –Samina subió primero y me saludo, luego miro a Diana.– Tú debes de ser Diana, supimos de ti cuando vigilabamos a Saske.
Las chicas estrecharon sus manos, pero cuando sus miradas se cruzaron soltaron fuego por una extraña razón. Aparte ¿me vigilaron?
—Nos debes una y grande. -Dijo Morti ya arriba, al igual que la chica del kimono y el Vaporeon que siguió siendo propulsor al lado de Totodile. -Tuviste suerte de que pudiéramos volar ese globo que le robamos al Team R hasta aquí sin fuego ni nada.
Yo solamente agradecí. Les platiqué de mi acusación y mi huida, y cuando nos dimos cuenta ya estábamos pisando de nuevo las arenas de Ciudad Olivo.