Disfrute del baño del Sol por unos instantes y después me tendí en la suave nieve. Miré las nubes pasar y escuché a Karin estornudar. Por Arceus, estornudó como un gatito. Que descansara, se lo merecía después de vencer a un pokémon legendario. Por mi parte, me pondría de pie en un momento. Tras 5 minutos lo intenté. No pude. Estaba exhausto. Estúpida trinidad de las nubes, montaron un aquelarre climático que perjudicó a todos, y ahora aquí estaba con piel reseca, ropa húmeda y ganas de dormir. De hecho, eso hice. Cerré mis ojos por un instante y caí preso en las garras de Creselia. Al despertar estaba en una casa o eso parecía. Me senté en la cama tratando de inspeccionar a mi alrededor y viendo por la ventana note que el Sol ya llevaba bastante recorrido en el cielo. Un poco alarmado busqué a alguna persona y ahí estaba mi papá jugando ajedrez con su Kadabra. Sin pensarlo le soltó una sarta de preguntas:
–Papá, ¿dónde estamos?, ¿cómo esta Karin?, ¿cómo esta la situación?, ¿dónde están los legendarios?
Papá extendió una mano para tranquilizarme, y me dijo:
–No tan rápido, todo esta bien, en un momento te explico, sólo termino la partida.
Me acerqué y moví una pieza haciendo Jaque Mate.
–Oye, le quitas lo divertido al juego.
Me reclamó, pero yo únicamente lo miré, a lo que el se puso serio y respondió:
–Karin está en la cama de al lado.
Volteé la cabeza y allí estaba, apaciblemente dormida, ¿por qué no la vi antes? Supongo que por qué sólo miré al frente. Respiré tranquilo al saber a mi amiga a salvo, pero me preocupé un poco ya que se veía un poco perturbada y que respiraba con dificultad.
–Tranquilo, ella esta bien. Sólo esta cansado y puede que halla pescado un resfriado.
Me aseguró papá. Acto seguido me jaló hacia él y comenzó a ponerme pomada en rasguños que tenía por todo el cuerpo. En su momento no me dolió, pero esa arena si que me había golpeado. No obstante, papá era muy brusco para sanar heridas.
–Hey, espera, me duele. Mamá lo hace con más delicadeza.
–Pues aguantate, ella no está aquí.
Me respondió. Me resigne y mejor le pregunté:
–¿Qué sucedió con el trio de las nubes?
–Están contenidos, al menos Tornadus y Landorus.Thundurus esta en un cuarto cerrado con cadenas. -Me respondió y yo me quede con un "¿Qué?" ahogado en la garganta, ¿cómo que con cadenas? Él siguió explicando.- Cuando fueron sacados a la batalla fui tras Antony ya que pensé que si me apoderaba de las pokebolas podría meterlos de nuevo. Por desgracia, era muy escurridizo. Al final logré encontrarlo y vencerlo. Sin embargo, tardé demasiado y esos dos junto a Thundurus ya habían hecho demasiado daño. Te pido una disculpa por eso, hijo.
Y terminó de curarme. Yo empuñe la mano para saber como estaban mis fuerzas y le respondí:
–No hay problema, hiciste lo mejor que pudiste.
Se levantó y empezó a tomar sus cosas a la vez que concluía:
–Le entregue las pokebolas a Lorelei quien los capturó después de que tu amiga los venciera. Como no teníamos la de Thundurus tuvimos que aprehenderlo usando la fuerza, no mucha claro porque ya estaba caído. Ahora están en contención bajo una base.
Asentí. Ni siquiera me moleste en preguntar si había alguna forma de usarlos a nuestro favor. Su lealtad hacia Teselia había quedado manifiesta, cualquier intento solo terminaría en desastre. Papá se dirigió a la puerta y se giró para decirme:
–Debo irme, tengo cosas que hacer. Tú descansa otro poco, mandaré algún soldado para que te guíe al edificio donde curarán a tus pokémon. Nos vemos hijo.
Y me sonrió. Yo le devolví el gesto y me despedí:
–Adiós, papá.
Y se fue. Yo me recoste en la cama. La situación se había complicado más de lo previsto. Maldita sea. Tomé el cinturón de mis pokebolas y les agradecí a mis pokémon por su magnífico esfuerzo. Lorelei tenía razón, los pokémon dan fuerza a su entrenador. Y si queríamos salir de esta los necesitaría. Pasé un rato más acostado mirando el techo nada más recordando el episodio de hoy. Legendarios como enemigos, eso si que era otro nivel, pero aún así salimos victoriosos. Tras esto, ya no habrá forma de que Teselia nos detenga. A menos que tenga más legendarios. Miré a Karin, quería preguntarle si sabía algo al respecto, no obstante seguía dormida. Para ella todo esto debió ser un auténtico calvario, así que la dejé en paz. Aunque, yo debía hacer algo. Me levanté y comencé a alistarme. Recuperar a mis pokémon, saber más de la situación y trazar la estrategia para destrozar a Teselia. Ese era mi plan. Antes de salir de la habitación me acerqué a mi amiga y le acomode el cabello, para luego susurrarle:
–Eres tan fuerte que puedes seguir siempre adelante.
Y me fui. Al estar bajando las escaleras escuche ruidos abajo. Me apresure y encontré a un joven como de mi edad en la cocina comiendo un pan con mermelada. Sobre la mesa estaba el frasco vacío con un cuchillo al lado. El líquido chorreaba por sus manos como sangre, pero eso no fue lo que más me impresionó, si no que... como decirlo... parecía un ángel. Era el muchacho más guapo que hubiera visto, tenía cierto toque femenino con facciones delicadas pero se notaba que era un hombre. Cabello rubio un poco largo, ojos azules y una piel sorprendentemente blanca. Vestía una chaqueta parecida a la mía, sólo que la suya era blanca y tenía capucha. El se dio cuenta de mi presencia y antes de que pudiera acercarme a ese chico, él tomó el cuchillo y me lo lanzó justo a la cara. Por puro reflejo logré esquivarlo y tan veloz como pude desenfunde mi espada y con ella le apunté mientras con la otra mano tomaba una pokebola.
–¿Quién diablos eres?
Le exigí saber. De reojo miré el cuchillo y este se había clavado en la pared. Él, por su parte le dio otro mordisco su pan con mermelada y sonriendo me saludó:
–Hola Saske.
Me quede extrañado de que supiera mi nombre, pero al notar mi desconcierto cerró los ojos y exclamó:
–Vaya, no recuerdas. No te culpo.
Me desesperaba que fuera tan misterioso, así que exclamé:
–Ya basta de tonterías, ¿quién diablos eres?
Y le acerqué más el filo de la espada. El rubio al fin se puso serio y recitó:
–Yo soy aquel que está por debajo de este mundo, el exiliado señor de lo inverso, ¡Giratina!
Un extraño terror sobrenatural se apoderó de mí, pero él comenzó a reír muy alegre.
–Miento, mi nombre es Nate. Tu padre mi mandó por ti, así que vamos.
Se dio media vuelta y partió hacia la puerta. Cuando iba en camino lanzó lo que le quedaba del pan mientras decía:
–Ten, Ratatosk.
Un Raticate apareció y lo atrapó para después devorarlo. Cuando estaba frente a la entrada, me apresuró:
–Vamos.
Estaba totalmente confundido. Actuaba como si nunca hubiera intentado matarme, e igual qué rayos fue eso de Giratina. Este tipo me tenía intrigado y asustado, he de admitirlo. Decidí que lo mejor sería enfrentarlo de frente.
–Detente.
Le espete antes de que pudiera abrir la puerta. Él así lo hizo y me preguntó:
–¿Qué pasa Saske? ¿Olvidaste algo? ¿O estás esperando a alguien?
En ese momento su rostro se iluminó y exclamó mientras se acercaba a mí:
–¡¿Está allá arriba Karin, la heroína celeste!? Soy fan suyo a partir de hoy, ¿puedo conocerla?
Su mirada se llenó de ilusión, como un niño pidiendo algo. Pero no podía dejar que eso me distrajera:
–¿Por qué intentaste matarme?
Le cuestioné, a lo que el movió la mano restándole importancia:
–Oh, eso. Sabía que lo esquivarias. -Entonces su mirada se puso seria y extendiendo los brazos me propuso.- Pero si no me crees, puedes golpearme hasta que estés satisfecho, de cualquier forma estoy acostumbrado a las golpizas.
Mi mano tembló. Este sujeto era en extremo raro. Pero baje la espada, y corriendo hacia él le metí un puñetazo en el estómago. El ni siquiera intentó defenderse. Me separé de él y lo miré. El sonreía a pesar de que se notaba su dolor, y me preguntó:
–¿Puedo conocer a Karin ahora?
Turbado, le respondí:
–No, eres demasiado extraño.
Le dije sin más. Él jugó un poco con su cabello y respondió con una voz alegre:
–Esta bien, también estoy acostumbrado al desprecio. Supongo que ahora debemos irnos.
Este chico aceptaba todo con una sonrisa. Por alguna razón ya no me generaba desconfianza, y quizás ese era su plan para intentar matarme nuevamente, sin embargo quizás ese cuchillo era su forma de probarme, y el pobre daba tanta lastima. Finalmente abrió la puerta y yo me apresure a seguirlo:
–Espera, tu nombre es Nate ¿cierto?
–Así es.
Respondió, para luego agregar.
–¿Quieres que te lleve a curar a tus pokémon?
–Sí por favor.
–¡Pues vamos!
Grito eufórico y comenzó a caminar.
Lo seguí un poco detrás. Aunque mi instinto me dictaba confianza, el cerebro decía que debía ser precavido. Pensé que sería un viaje tenso y silencioso, pero Nate se apresuró en comentar:
–Oye, he escuchado muchas cosas de ti, pero como toda leyenda eres menos de lo que parece.
Al instante me ofendí, pero el me regaló su sonrisa y dijo:
–Se ve que te esfuerzas mucho y que confías mucho en tus pokémon. Eso hace a un gran entrenador, no sólo los grandes poderes que todos dicen que tienes. -Lo mire extrañado, ya que se puso serio.- Sin embargo, no serías nada sin talento nato.
Sentí un escalofrío ante esas palabras, pero desapareció cuando se puso alegre de nuevo y comenzó a cantar:
–Quiero ser siempre el mejor, mejor que nadie más♪
Este chico era una mezcla de ternura y terror terrible. Podría ser útil en la batalla. Quizás por ello ya podría obviar el hecho de que trató de matarme.
–Oye Nate, ¿dónde van a curar a mis pokémon?
Me di cuenta de que su Raticate ya no lo acompañaba, debió regresarlo a su pokebola. El me volteó a ver y dijo:
–En la escuela. Ahí guardaron los medicamentos los teselianos. Tuvimos que torturar a algunos de ellos para que por suerte nos lo revelaran.
Escuela. En Kanto teníamos un sistema educativo basado en tres niveles: preescolar, primaria y secundaria, en los cuales te enseñaban sobre el mundo, algunas cosas como el idioma y las matemáticas, ciencias, historia y demás materias, mezcladas cosas sobre entrenamiento y combate pokémon. En si el preescolar es para que te vayas desarrollando socialmente, la primaria es mucha teoría que no tiene tanto que ver con los pokémon, ya que de ahí puedes estudiar un oficio, pero si vas a la secundaria es donde te enseñan el plato fuerte sobre pokémon. Muchos optan por no ir a la secundaria ya que es difícil pasarla, de hecho de mi generación nada más nos graduamos tres: Jaden, Karin y yo. Por eso mismo es que el profesor Oak nos regaló un pokémon. Eso lo recuerdo, pero...
–Llegamos.
Se trataba de la escuela primaria de Ciudad Celeste. Y estaba muy destruida.
–¿Qué pasó aquí?
Le pregunté y el sonriendo me respondió:
–No los ves, muerte y desesperación. Una guerra, eso pasó. Que bonito.
Entramos y varias partes del techo habían sido derrumbadas, de hecho Nate llamó mi atención y me señaló animado:
–Mira Saske, a ese tipo le cayó el techo encima.
Miré y me quedé helado por un segundo. A un soldado le había caído encima una parte del techo, pero con tal fuerza que lo había aplastado tanto que lo reventó en un reguero de sangre. Empuje al rubio y le reclame:
–¿Qué rayos te pasa? Eso es horrible y tu lo dices como si fuera un chiste.
Él puso cara de confusión y me cuestionó:
–¿Prefieres que sea hipócrita y diga que me afecta?
Este sujeto está enfermo. La guerra debió dejarlo trastornado. Iremos por esas pociones y me separaría de él. No se que le vi de confiable.
–Vamos.
Le espete. El comenzó a caminar a mi lado y comenzó a narrar:
–Querías saber que pasó aquí, ¿cierto? Pues bueno, los teselianos defendieron a uñas y dientes este lugar ya que aquí guardaban sus provisiones. Los soldados de Kanto trataron de tomar el lugar a como diera lugar, ya que era un punto estratégico. Poco les importó que lloviera, arreciara la arena o nevara, ellos lo intentaron hasta que lo consiguieron. Cuando hubieron vencido a Tornadus y Thundurus los trajeron aquí para contenerlos. Idiotas. Un teseliano se robó dos revivir y logró darselos a los legendarios, quienes despertaron hechos unos monstruos y destrozaron aún más el lugar. Después fueron allá donde la bella heroína celeste, sola y sin más apoyo que el de sus pokémon se enfrentaba a la bestia todopoderosa, Landorus.
–Basta, eso no pasó.
Le paré, pero el respondió:
–Suena mucho mejor, Saske. Las leyendas se basan en cosas épicas, no en niños que huyen a mitad de las batallas para conservar su pellejo.
Finalmente llegamos a donde repartían los benditos medicamentos, si que la escuela era grande. De hecho, era de tamaño normal, ya que solo había una primaria por ciudad, mientras que la urbes de mayor renombre eran las que contaban con secundaria. Mi primaria fue en Pueblo Paleta, mientras que la secundaria fue en Ciudad Verde. No obstante, me costaba recordar sobre la secundaria, lo olvide, igual que olvidé haber conocido antes a Samina. Moví mi cabeza, eso no importaba. Entramos y una chica un poco mayor que nosotros con cabello rosa las estaba repartiendo. Al ver a Nate se sonrojó. Si a mí me pareció guapo no puedo imaginarme a una mujer. El rubio llegó y le dijo:
–Disculpa, mi amigo viene a recoger su ración de pociones, podrías entregarsela.
Ella asintió y nos dio una bolsa ya lista con las pociones que yo tomé mientras le agredecia listo para retirarme, sin embargo Nate no estaba listo para irse:
–Y cuentame, que se siente ser tan débil y inútil que tienes que quedarte aquí entregando bolsitas.
El rubor despareció del rostro de la chica para dar lugar a la ira y le propinó una bofetada. Nate se mantuvo sonriente como si le divirtiera ser golpeado, y le habló nuevamente.
–Vaya, al parecer si tienes algo de fuerza, lo cual es peor ya que significa que estas aquí por ser una cobarde o una holgazana.
La chica, harta de este sujeto, le lanzó una bolsa a la cara y le exigió:
–¡Largate!
Sonriendo Nate tomó la bolsa y se retiró, y yo lo seguí.
–¿En verdad era eso necesario?
Le pregunte, él me miró y me lanzó la bolsa con las pociones.
–Conseguí una doble ración, además le di el impulso para probar algo nuevo. De cualquier forma aprovecha el regalo.
Me senté para empezar a curar a mis pokémon. Nate se mantuvo en silencio a mi lado mientras yo pensaba en que no tenía muchos recuerdos de partes de mi niñez, supongo que es normal olvidar las cosas, pero me parecía mucho. En eso estaba cuando Nate me cuestionó:
–Veo que tu Charmeleon no ha evolucionado a Charizard, a este pasó jamás será un dragón. Bueno, de hecho nunca la será, evolucione o no.
Lizardon lo miró soltando un poco de fuego de sus fauces, yo lo tranquilice y le respondí al rubio:
–No había pensado en ello, pero hace tiempo que se volvió Charmeleon, pronto debería ser un Charizard.
El ojiazul suspiró y concluyó:
–Con un Charizard serías imparable, borrarías todo a tu paso, esa es la razón por la que odio a los Charizard.
Casi le reclamo, pero no tenía sentido, ya me iba de cualquier forma.
–Bueno, ya me voy Nate, espero volver a verte.
Me pare y comencé a caminar con mis pokémon a mi lado. Entonces el habló:
–Vamos, Saske, no tienes porque mentir. No quieres volver a verme en tu vida. Sin embargo tengo dos cosas que pedirte.
Exhale y me giré para preguntarle:
–¿Qué?
–Primero que nada, un combate.
Con una sonrisa me lo propuso, y yo le contraataque:
–¿Si te venzo me dejarás en paz?
–Si estas dispuesto a hacer el sacrificio para vencerme, entonces acepto.
Y se acomodó el cabello.
–Bueno, acabemos con esto. Vamos Lizardon.
–Espera. -Me dijo levantando el brazo. -No es justo que uses a tu pokémon más fuerte, yo no usaré el mío. ¿Te sentirías bien con esa victoria tan parcial?
Rodé los ojos y lo miré con fastidio, mientras el ponía cara de berrinche. Como un niño, de hecho una niña de unos 7 años pasaba caminando detrás de él.
–Esta bien, entonces irá Pikachu.
Guarde al resto en sus pokebolas y di un paso al frente. Él hizo lo mismo mientras decía:
–Anda, Ratatosk.
Detrás de él apareció su Raticate. ¿Qué acaso siempre estuvo siguiendonos desde las sombras? Ya daba igual.
–Empecemos entonces.
Le reté. Él estiró el brazo y dijo:
–Haz tú el primer movimiento, no quisiera que creyeras que tomé alguna ventaja.
En ese caso...
–Pikachu, Rayo.
Mi ratoncito cargó energía en sus mejillas y la disparó contra la rata, esta trató de esquivarlo pero falló y le dio la descarga. Nate señaló al frente y dijo con calma.
–Tranquilo amigo, ya estamos acostumbrados al dolor, Ratatosk, Hipercolmillo -entonces su tono se volvió sombrío- contra su cuello.
"¿Qué?" Me pregunté. Pero no tenía tiempo.
–Pikachu, gira sobre ti mismo y usa Cola de acero.
Mi pokémon se dio la vuelta y en cuanto Ratatosk dirigió sus dientes contra la yugular de Pikachu, este le golpeó justo en el rostro con su cola directo en la cara mandándolo a volar. Respiré tranquilo por un segundo, pero note que Pikachu tenía un rasguño en el cuello. Debía acabar con esto:
–Una vez más, Pikachu, Rayo.
La electricidad se dirigió a donde iba a estar Raticate, no obstante la rata ya no se levantó. En cambio, la electricidad siguió de largo, y justo venía de regreso la niña que vi pasar hace un rato. Me asuste, sude frío, la niña iba a recibir el ataque.
–¡Cuidado!
Grité. Pero entonces, Nate corrió y se puso entre el rayo y la niña recibiendo la descarga por ella. Lo vi retorcerse un poco y caer al suelo. La niña comenzó a llorar y yo fui corriendo a ayudarlo. Esperaba estuviera bien. Llegué junto a él y lo sacudi.
–Hey Nate, ¿estas bien?
Lo moví un poco más y escuché su risita.
–¿Qué sucede, Saske? ¿Te arrepentiste de querer acabar conmigo?
Lo solté mientras la niña empezaba a dejar de derramar lágrimas y ahora solo sorbía mocos. Nate se sentó y con una sonrisa le tranquilizó:
–Ya no llores niña, estoy bien, mira.
Y se puso de pie. Sacó una paleta de su bolsillo y se la lanzó. La niña la atrapó mientras él sacaba otra y se le daba una lamida.
–Anda, come.
La pequeña asintió y agradeciendo se fue de ese lugar más tranquila. Nate me miró y estiró hacia mi un dulce diciendo:
–¿Tú quieres una paleta?
La tome, pero me deje caer al piso y me tomé la cara con las manos. ¿Qué estuve a punto de hacer? Casi hiero a una niña. Ni siquiera era una batalla contra Teselia diablos. Pero no quise hacerlo, fue un accidente y al final no le pasó nada. Para empezar...
–Oye -le hable a Nate quien saboreaba su paleta- ¿qué le sucedió a tu Raticate?
Él sacó el dulce de su boca y usándolo apuntó a su pokémon diciendo:
–Velo tú mismo.
Observe a la rata que seguía derribada, había sido...
–¿Derrotada? -exclamé incrédulo- Pero sí solo le di dos golpes.
–Y eso fue más que sufriente.
Confirmó el ojiazul regresando el pokémon a su pokebola. En ese Pikachu vino corriendo y se sentó en mi regazo.
–¿No fue muy poco?
Le pregunté, pero el sonrió:
–La diferencia entre nuestros pokémon dio este resultado, no te sientas mal, Saske. Simplemente yo soy débil y tú eres fuerte. -Su semblante se volvió serio y pronunció.- Sin embargo, tu prodigiosa fuerza hizo que arrollaras a todo lo que era débil. La niña, Ratatosk, yo, todo eso.
Se sentó a mi lado y concluyo alegremente:
–Pero no te preocupes, solo se más. precavido la próxima vez.
Lo miré y recordé como se interpuso entre la niña, y como insultó a la chica que nos dio las pociones. Quizás fuera agradable en el fondo, y me salvó de herir a alguien. Lo escucharía, al menos eso haría. Le quité la envoltura a la paleta a la vez que preguntaba:
–¿Qué es la otra cosa que querías pedirme?
Buscó entre sus ropas y me pasó una hoja doblada. La estire y se trataba de un cartel de "se busca", en el cual se encontraba un chico de cabello morado claro que terminaba en una pequeña cola de cabello, ojos verdes y piel tostada que parecía ser un par de años más grande que yo, y al lado una chica con cabello de la misma tonalidad de violeta, sujeto con listones, ojos verdes también, piel más clara que la del chico y me atrevería a decir que era menor que yo.
–¿Quiénes son?
Le pregunté a Nate, a lo que el respondió:
–¿Has escuchado de la Policía Internacional?
–Si, lo he hecho.
La Policia Internacional es un organismo externo a las regiones del mundo que se dedica a cazar criminales sin restricción alguna de territorio o jurisdicción. Escuché que ellos no intervenían en la guerra ya que esto es un conflicto armada más allá de sus capacidades. Entrar a favor de uno u otro bando podría acarrear grandes problemas diplomáticos, nada más para empezar. Solo tienen permiso de actuar en casos muy especiales.
–Pues bien, estos dos están en la mira de la Policia Internacional por ser mercenarios, asesinos a sueldo. La chica linda es Alice, mientras que el grandote es Will, los hermanos Eternity.
Asesinos. Si era cierto esto era serio
–¿Crees qué están aquí?
–No lo creo, estoy seguro, están aquí, en Ciudad Azafrán.
Mire la foto de nuevo, y varias dudas me afloraron de esto.
–¿Cómo sabes esto?
–Digamos que tuve la suerte de trabajar con personas que tenían información sobre la policía. Se enteraron de que alguien del ejercito de Teselia los había contratado.
–¿Cómo estás tan seguro de que están en Ciudad Azafrán? Yo estuve ahí y no recuerdo a nadie similar.
–Estuviste ahí cuando estaba la princesa si mal no me equivocó. De hecho, si me permites decirlo las autoridades son realmente estúpidas si creen que a estas alturas la mitas de su armada no sabe ya que existe algo llamado la Orden de la flor, que se hagan tontos es otra cosa. -Respiro y dijo mucho más animado.- Pero bueno, son geniales no perfectos. En fin, por lo que se ahora un tal Lirio esta ahí. Ellos vienen con él.
–Ultima cosa, ¿por qué estas interesado en ellos?
Nate mordió su paleta y contestó:
–Son verdaderos prodigios. Que a su edad seas un objetivo de la Policía Internacional es admirable. -Y maliciosamente agregó. -Es por eso que personalmente quiero acabar con ellos.
–Por ello es que me necesitas. -Le asegure y me miró inocentemente.- Por ti solo no podrías y esperas que yo te ayude.
–Que intuitivo eres, Saske amigo.
Lo pensé por un momento. Un par de asesinos al servicio de Teselia y de alta peligrosidad. No eran como cualquier soldado, sí los dejaba libres acabarían con alguien. Podría decirle esto a mi padre o a Lorelei, no obstante yo jure destruir a Teselia. Esto era personal, estaba harto de asesinos como Richard. Me puse de pie, mire a los ojos a Nate y le dije:
–Esta bien. Somos aliados.
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Pokémon: La guerra de Kanto
FanficHola, mi nombre es Saske. Mi hogar es un pequeño pueblo de la región de Kanto llamado Pueblo Paleta. Hace diez años inició una terrible guerra entre Kanto y Teselia, en la cual yo tuve que pelear por mi patria. He aquí mi historia. Esta es una histo...