Máscara de hielo

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No... Maldición... Los mató... A Pavel, y a todos ellos... En un maldito instante. Llamé a la pelea a todos mis pokémon. Ese sujeto, con su capa negra y su perturbadora mascara blanca lo va a pagar caro.
—¡Maldito!
Tome una de las pokebolas de Pavel y lancé para que su Pidgeot entrara en escena. Yo y Pikachu lo montamos, los demás eran demasiado grandes. El ave al parecer sentía la misma rabia que yo porque voló a toda velocidad en dirección del enmascarado con intenciones de liquidarlo. Cuando estuvimos lo bastante cerca él  nos miro con su inexpresiva máscara y con un ademán de su mano le ordenó a su Delibird atacarnos, este no perdió tiempo y con una velocidad que me dejo pasmado lanzó múltiples rayos de hielo que Pidgeot esquivó con su agilidad y viendo una ventana la aproveché y ordene:
—¡Ahora! ¡Pikachu fulminalo!
La ira provocó que gritara tan fuerte que mi garganta ardió. La rata saltó dio un Rayo tan potente que la estática se sentía en el ambiente, pero el Delibird aprovechó todos los rayos hielo que había usado y los convirtió en un escudo. La electricidad que Pikachu despidió impactó de lleno con él escudo pero no logro atravesarlo, solo resquebrajarlo. Atrapé a Pikachu de vuelta, algo débil. Le grité:
—¡Eres un maldito cobarde! ¡Un maldito asesino!
Apreté con fuerza mis puños.
—¿Un cobarde? ¿Un asesino? No sabes nada. Crees saber mucho y pelear por lo correcto, pero no sabes nada. A veces uno debe ser frío para hacer lo que se tiene que hacer por este mundo.
No quería escuchar ni una más de las tonterías que decía, así que grité de nuevo, pero ahora a mis pokémon:
—¡Ahora!
Y de las copas de los árboles salió una roca convertida en proyectil, lanzada por Rockruff, impulsada a chorro por Croconaw y con Lizardon a la cabeza. Delibird empujó su escudó contra mis pokémon a la vez que desataba una potente Tormenta de nieve, mientras que Lizardon liberó sus llamas internas en un Lanzallamas que se estrellaron con el escudo haciendo saltar por todos lados brasas y pedazos de hielo hasta que el disco gélido se estrelló con el proyectil de tierra y ambos se despedazaron, entonces de nueva cuenta vi una oportunidad, al igual que Pidgeot, que velozmente voló hacia Mascara de hielo y estando a un par de metros por encima de él salté con la espada en mano con intención de partirlo por la mitad y entonces... sentí frío, en mi cuello, la espada resbaló de mis manos y se precipitó sobre el lago congelado. Una mano de hielo salió de detrás de él, me atrapó en le aire y me ahorcaba con tal firmeza que mis intentos por librarme eran vanos. De nuevo me miró con los inexpresivos ojos de su mascara.
—Eres todo lo que se dice de ti, incluso más. Ya veo porque eres tan valioso para Gray y para Ferro. Así, que si te mató ahora, ya no causarás más problemas.
Sentí como la presión en mí cuello aumentaba, sentí como perdía la consciencia, y entonces algo pasó velozmente, con forma de caparazón, y chocó contra la mano gélida se rompió liberandome y haciéndome caer. Cerré los ojos. Cuando los abrí estaba a salvó en el piso, dentro del castillo de hielo. Me levanté y escuche las voces Jaden, Karin y Lance.
—...esa es la situación, no se ve por donde.
—Pero debe haber alguna forma.
—Volveré a la batalla.
—Bien, cuidate Lance.
Se dejaron de oír voces. Caminé a donde provenían, doblando una esquina. Vi a Jaden y Karin. Ambos en silencio.
—¿Qué pasa?
—Saske, despertaste. -Se alegró Karin.
—¿Qué pasa?- Repetí mi pregunta.
—Después de que te salvaramos aparecieron unas extrañas figuras de hielo con formas de distintos pokémon, que al destruirlas se vuelven a formar. Además, regresaron los tipos de las capuchas negras. Calculamos que de nuestro ejército queda la mitad, pero a este paso nos vencerán, y Lorelei no aparece.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
—Lo que ha durado la pelea. -contestó Lance.
—Eso no responde mi pregunta.
—Bueno, da igual -cortó Karin- Tenemos que hallar la forma de destruir para siempre los muñecos de hielo.
—Quiero verlos.
Vi una ventana y me acerque a ella. A través de ese hielo transparente observe a los dichosos pokémon de hielo, tenían diversas formas, pero todos hacían ataques de hielo. Instintivamente busqué mis pokebolas, y allí estaban al igual que mi espada. Mis amigos debieron regresarlas a mi cinturón. Echando otro vistazo localice a los tipos de las ropas negras, que batallaban con miembros de los seguidores de la luz y del Team R. Volví con mis amigos.
—¿Tienen alguna teoría?
—Muchas, y cada una tan improbable como la anterior. -Contestó secamente mi amigo.
—Quiere decir que no tenemos nada. -Explicó mi amiga.- Salvo lo de que un tipo psíquico los pudiera controlar a todos.
—Pero, es que no existe un pokémon con tal poder.
Lo reflexione por unos instantes, y de repente cosas sueltas se entrelazaron formando una idea.
—¡No uno, muchos!
—No entiendo. -Dijeron ambos al unísono.
—¿Recuerdan que en la Torre Quemada, Morti invocó unos extraños símbolos, que nos llevaron a un lugar súper raro? ¡Son los mismos que quieren imitar los seguidores de mascara de hielo con sus ropas negras¡ ¡Esos pokémon deben ser!
—Tienes razón Saske.
—Bien pensado frend, casi como si se me hubiera ocurrido a mí...
Entonces escuchamos pasos. Saque a Rockruff para que identificará de donde venían, captó un olor y lo siguió, nosotros tratamos de seguirle el paso, y de pronto los pasos cambiaron a correteos para finalmente cesar. Llegamos donde estaba Rockruff, que tenía entre sus fauces el pie de Morti.
—Le dije a Samina que no te diera ese maldito perro...
Entré él y yo las palabras ya sobraban, así que fui directo al grano.
—¿Qué sabes sobre los símbolos que invocaste en la Torre Quemada?
Puso en un principio cara de confusión, para luego pasar a de entendimiento.
—¿Los Unown? -Asentimos dando por hecho que hablábamos de lo mismo- No mucho, solo que son una excelente fuente de poder.
—¿Y están usando esa fuente ahora verdad? -Morti guardo silencio- Habla o te las veras con mi Onix.
—Esta bien, estan aquí, en lo más recóndito del castillo.
—Y tú seras tan amable de llevarnos hasta ahí -Dijo Karin con una sonrisa, pero no era una pregunta, era una orden. Mi amiga daba miedo cuando se proponía ser mala.
—Ok, pero quitenme a este perro de encima.
Caminamos detrás del rubio. Mientras mas nos internabamos, mas amortiguados se oían los ruidos de la batalla y en cambio más fuerte se escuchaba el eco de nuestros pasos. Vagando por ese castillo, entramos a una sala en la que estaban 3 fotos. Le dijimos a Morti que esperará y nos pusimos a examinarlas. La primera tenía a Gray, con una inscripción "Líder de los seguidores de la luz. Identidad desconocida. No.  1 en los más buscados." Eso me dejo confundido. La de al lado tenía a Faron Ferro, con la inscripción "Líder del Team R. Desertor de Kanto. No. 2 en los más buscados" La siguiente tenía a...
—Giovanni "Miembro destacado del Team R y posible sucesor del actual líder. Miembro honorífico del ejercito de Kanto, con 8 medallas de honor. Científico destacado. No. 3 en los más buscados." Y asesino.
Morti dijo eso, ni siquiera leyó la inscripción, la sabía de memoria. Lo que me sorprendió fue saber tantas cosas sobre Giovanni, y al fin conocer su rostro, tenía toda la pinta de mafioso, incluso diría que lo es de no ser por tener 8 medallas de honor.  Pero lo del Team R... Decidí dejar la cosa por la paz y avanzar, hay cosas importantes por hacer. Entonces, bajando una escalinata, vimos una gigantesca puerta, y frente a ella dos de los tipos de ropas negras. Que en cuanto nos vieron lanzaron a la pelea a un Sudowodo y a un Girafarig.
—Los miembros H y C no los dejaremos pasar por esta puerta.
Dijeron ellos, y yo contesté "Si claro" y mande a Lizardon a la lucha, y seguido apareció Ivysaur. A Jaden le tocaría cuidar a Morti. Lizardon corrió y con su Garra metal golpeó el piso levantando pedazos de hielo que Ivysaur tomó con su Latigo Cepa y los arrojó contra los contrincantes, quienes contestaron con la misma táctica siendo el árbol de roca quien golpeó el suelo y la jirafa quien los lanzaba usando su poder psíquico. Entonces Lizardon saltó y con sus Garras metal atacó a ambos enemigos en el rostro estrellándolos contra los muros, estos trataron de contraatacar pero se vieron debilitados por las Drenadoras de Ivysaur. Aprovechando, Lizardon les lanzó un Furia dragón y los dejo dentro de un Rueda fuego, del que salieron débiles pero no dispuestos a perder. De pronto, alguien más bajo a acompañarnos, recitando una frase ya conocida por mí con dos voces femenina.
—Para proteger el mundo de la devastación.
—Para unir a los pueblos dentro de nuestra nación.
—Para denunciar los males de la verdad y el amor.
—Y extender nuestro reino hasta las estrellas.
Me giré y ahí estaban las dos chicas que antes me habían salvado, con su Ariados y su Espeon, una rubia y la otro con el cabello morado. Pero no estaban solas, junto a ellas estaba J.
—J, ¿qué haces aquí?
—Ayudarte, como lo intente hacer la vez anterior llevándome a tu novia. Por lo visto, a pesar de que fallé todo salió bien. Bueno, luego hablamos. Tú y tus amigos hagan lo que vinieron a hacer, las chicas se encargaran de este par de payasos.
Acto seguido Espeon paralizó a los pokémon rivales, y Ariados los atrapó con una telaraña.
—Gracias.
Agradecí y con Jaden y Karin corrimos en dirección de la puerta, dejando a Morti con J, y tan pronto la tocamos, el soldado H dijo algo, seguido de C.
—J, eres un traidor, pensar que alguna vez fuimos camaradas, pero esto solo prueba el punto de nuestra orden.
—Si, y ahora mismo viene en camino el señor Mascara de hielo, a acabar contigo y con estos.
Mascara de hielo en camino, debemos hacer esto rápido. Pero, J sonrió.
—Saske, Jaden, Karin, apresurense. Chicas, se los encargo. Yo iré a conseguir tiempo, -sacó de su pokebola a un Thyplosion- Recuerdenme como un héroe.
Y volvió por la escalinata. Yo abrí la gigantesca puerta de hielo. No podía dejar que nadie más muriera hoy. Entré, y vi un extraño campo de fuerza, y dentro de él, varios, muchos de los Unown, moviéndose como si flotaran en el vacío, susurrando "unown, unown". No podía dejarme impresionar, tenía que romper su contacto. Le ordene a Lizardon.
—Lanzallamas.
Disparó su fuego, pero no los perturbó para nada. Lo intente de nuevo, ahora con Ivysaur y Wartortle, pero nada, y otra vez con todos nuestros pokémon a la vez, no obstante no lograbamos nada. Quizá eran muy fuertes, quizá por que nuestros pokémon ya estaban débiles, pero nada.
—¡Maldición!
Golpeé una pared, y cuando volví la vista, ante mi estaban tres imponentes pokémon. Uno ardía fuertemente. Otro parecía un rayo. El último imperturbable como el agua. Eran Entei, Raikou y Suicune.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora