Finalmente, la guerra de Kanto continúa
Las nubes eran súper suaves. Y súper húmedas. Aún así, las atravesamos de lleno hasta que nos cubrió el brillante Sol.
–Desciende un poco, Lizardon.
Le pedí a mi pokémon. Justo ahora sobrevolábamos Azulona. Desde que se convirtió en un Charizard tendía a volar mucho con él de vez en cuando. Aunque, en realidad no he tenido tanto tiempo para practicar mucho ésta actividad. Apenas han pasado un par de semanas apenas de esa batalla con Surge.
Aterrizamos en Ciudad Azulona, frente al Dojo de los karatecas, y metí a Lizardon a la pokebola. Alguien del Alto Mando se había establecido aquí para comandar la reconstrucción. Tal vez le gustó desde la vez pasada que estuvo aquí. Y yo tenía algo que hablar con él.
Abrí las puertas de par en par.
–Hola, Lance.
Le saludé, y él retiró su vista de los papeles y para saludar.
–Oh, que gusto verte Saske, he estado algo ocupado con el papeleo, así que tenía tiempo que no te veía.
–Lo mismo digo.
Tomé asiento frente a él y lo miré serio.
–¿Qué hacías por aquí?
Me cuestionó.
–Investigaba. En la batalla de Carmín el edificio y la Ruta de pesca se incendiaron, y a pesar de que estaba lloviendo no se apagaban.
–Pensaste qué usaron algún truco.
–Así es. -Respondí.- Puedo imaginarme a Surge diciendo "la lluvia no es un contratiempo", así que moví las cenizas para hallar una respuesta.
–¿Y qué encontraste?
–Esto. -Le mostré un frasco con líquido gris.- Es un tipo de aceite. Debió avivar las llamas a pesar de la lluvia.
–¿Y de qué está hecho? - Indagó.
–No lo sé, no soy científico. Si quiero usarlo a mi favor tendré que robarlo de la fuente original.
Se hizo un silencio. Se volvía notorio a donde se dirigía este asunto.
–Saske, sabes que aunque ahora estemos en paz, esto no ha acabado.
–Ni de cerca.
Me levante y di la vuelta. Recordaba ese día.
Al día siguiente de la batalla con Surge, todos los soldados tuvieron permiso para volver a casa. Fue una verdadera caravana de soldados volviendo a sus hogares. Reencontrándose con sus familias. Felices de que la guerra terminara. Tantas personas viajando de regreso a través de toda Kanto. Pero yo no me uní. Con la fuga de Anaís, Yakón, Camus, Camila, Steve y la Orden de la flor, sabía que la guerra no había finalizado. Que ellos volverían.
En lugar de acompañarlos, volé sobre Lizardon, dejé a Karin en Ciudad Plateada. Lloró al volver a su antigua casa con su familia. Yo me fui a mi casa con mi mamá, y estuve una semana encerrado por la depresión y el cansancio.
Gire a ver a Lance.
–Claro que esto no ha acabado. Debemos destruirlos para que no estén en condiciones de atacarnos de nuevo, vencerlos definitivamente, y así de paso vengar lo que nos hicieron.
Él se hundió un poco en su silla y me informó:
–Hablamos con Surge antes de que se lo llevaran, para saber cuándo es que tenían planeado volver. Él nos respondió que esperáramos. Que podíamos aquí disfrutar la "paz" cuanto durara. Pero, como decía un proverbio: "Lo peor que te puede pasar, es que los males se hagan esperar".
–Entonces volverán cuando estén listos. -Concluí. - La mejor opción es atacar. Y... es claro que el Alto Mando está planeando eso.
–Correcto. -Confirmó Lance. - Lo más probable es que se estén reagrupando en Alola, de forma que...
–Iremos a Alola. ¿Cuál es el plan?
Le sonreí al preguntar. Claro que iríamos a Alola. Esa región quedaba a mitad de camino entre Kanto y Teselia, y esos teselianos se aprovecharon de ello para usarlo como escala en su viaje hasta aquí. Si regresaron a alguna parte, ahí debieron ir.
–Reuniremos una buena parte de nuestra armada e iremos en barco hasta Alola. Será una semana de camino. De manera que para no retrasarnos más, partiremos en cinco días a partir de hoy. Mañana y pasado serán libres, el cuarto se reunirán todos los soldados y en el quinto partiremos.
Así que era eso.
–¿Y quiénes irán? Me refiero a los dirigentes
Él se enderezó y me dijo:
–No preguntarías eso si no fuera porque ya tienes algo en mente. -Me acomode el cabello modo de respuesta. - Anda, dime. ¿Qué quieres?
–En vista de que me consideran un rebelde, quiero mi propio escuadrón.
Lo pensó por un momento y soltó:
–Bueno, teníamos algo así en mente para ti.
–Y me quiero dedicar a seguir la pista de la Orden de la Flor.
–No, te hemos dicho que lo mejor es hacernos de la vista gorda ante ellos. Acarrearía demasiados problemas.
–¡Es que no podemos quedarnos así ante lo que nos hicieron! -Le golpeé la mesa.- Ellos nos atacaron, no podemos esperar sentados a que vuelvan a hacerlo.
–Tranquilízate. -Me exigió. - Es cierto que son peligrosos, pero más son Hoenn y Kalos.
–Déjame darles seguimiento. Les conviene tener un plan de contingencia ante ellos en caso de que nos ataquen.
El pelirrojo volteó al techo mientras lo pensaba.
–Está bien. -Aceptó. - Pero uno, te reportarás a los comandantes que encuentres en tu misión, y dos, no harás nada estúpido.
–Por supuesto que no. - Le aseguré. - Quiero un equipo con diez miembros.
–No. Solo 6. Tú y otros 5.
–Para ser sinceros, sólo tengo a otros 5 en mente.
Confesé. El sacó lápiz y papel para anotar e indagó:
–Bien, ¿a quienes necesitas?
–A Karin.
–Era obvio.
Claro que lo era, no iría a este viaje sin mi amiga.
–También a Nate Kinomoto.
El rubio demente era impredecible, débil en combate pero todo un as en hacer daño a los oponentes. Sus métodos eran extrañamente efectivos.
–No lo conozco y no me importa, si lo quieres llévatelo.
–También a Lizzi... no sé su apellido.
Las ojiazul tenía amplias habilidades tecnológicas, seguro me servirían.
El domadragones revisó unas listas y movió la cabeza.
–Elizabeth Akagi. La verdad es que su genio podría servirnos, pero ahora está bajo la tutela de Sabrina. Si la quieres tendrás que pedirle que te la ceda a tu mando.
Fruncí el ceño.
–¿No podrías ordenárselo y ya? Si voy yo puede que me haga pedazos.
Lance rió.
–Puede que mi rango sea mayor, pero tampoco me quiero meter con ella.
El prestigio de Sabrina pesaba más que el suyo, pero no quería admitirlo.
–¿Quién más?
–Quiero a la escocesa que tengo de refugiada. Scotty Granger.
–Puedes hacer con ella lo que quieras. -Exclamó aliviado. - La verdad no sé hasta cuando tendremos comunicaciones con Galar, así que si te la llevas me quitarás un problema de encima.
Claro, Scotty era problemática. Pero también era una entrenadora talentosa, y comenzaba a entender cómo controlarla.
–¿Y el último?
Inquirió el pelirrojo.
–¿Nuestras relaciones con Johto siguen siendo buenas?
Quise confirmar.
–Lo son.
–Pues había pensado en algunos cuantos de la Unidad GS, pero mis propias investigaciones -las cuales fueron preguntar a Aníbal - indicaron que estaban desaparecidos. Así que terminé por decantarme por Morti.
–¿Qué ese no fue el tipo que te hizo la vida de cuadritos en Johto?
–Así fue, pero al final logramos hacer las paces. Y es muy bueno, sin él no habría sobrevivido a Máscara de hielo.
El domadragones se puso a revisar papeles y más papeles, sin embargo no encontró nada.
–No tengo sus registros, por tanto no debe de formar parte del ejército. Tendrás que reclutarlo por ti mismo. Aunque puede haber problemas porque es un civil, pero ya que estuvo en el Ejercito Imperial de Johto, no creo que sea demasiado inconveniente.
Respiré. En papel, ya tenía al equipo. Lance anotó un par de cosas en una hoja y me la entregó.
–Aquí están las últimas ubicaciones conocidas de todos, menos Morti. Eso te toca a ti.
–De cualquier forma, te lo agradezco mucho.
Note que una ubicación se repetía.
–¿Y esto?
Escuché atento su explicación, y al terminar me dirigía a la salida, pero antes le dije:
–Nos vemos, Lance.
Salí de ahí con su "Hasta pronto".
Revisando la lista que me dio Lance, mi primer destino sería Ciudad Plateada. Allí estaba Karin. Mientras volaba con Lizardon hasta Ciudad Plateada me sentía un poco nervioso, ya que estarían allí sus padres y les tendría que decir que me volvería a llevar a su hija a la guerra.
Al llegar a Ciudad Plateada, aterrice en la entrada de la casa y toqué la puerta. Rápidamente alguien me abrió. Una señora un poco mayor que mi madre, con un mandil como si estuviera haciendo aseo.
–Buenos días señora Tomoe.
–Oh, Saske, buen día. ¿Vienes a ver a mi hija? Está en su habitación, en un momento baja. Pero pasa por favor.
Me guió hasta la sala de estar y me dejó ahí. Mientras me sentaba a esperarla, escuché un ruidito. Algo que me acechaba desde la espalda. Entonces se arrojaron sobre mí, pero yo levanté los brazos y lo atrapé.
–Te tengo.
Le sentencie, y la personita que se me había arrojado encima comenzó a patalear y revolcarse.
–Ya basta Saske, ¡ba-ja-me!
Le obedecí y la deje en el suelo.
–Ahora sí, salúdame adecuadamente Mikuru.
Mikuru era la hermana menor de Karin. Se parecía mucho a ella, salvo que era más rellenita, su pelo castaño se recogía en dos coletas, y era más salvaje que su hermana.
–¿Vienes a ver a mi hermana?
–Así es.
Le contesté alborotándole el cabello. Ella me quitó la mano y me dijo.
–Me gustaba más cuando la venía a ver Jaden.
Eso dolió en tantos sentidos.
–¿No eres muy grande ya para saltar encima de la gente?
–Pero si nada más tengo 9 años.
Me aseguró.
Escuché pasos acercarse, y al darme vuelta eran Karin, despeinada y con pijama como si se acabara de levantar, y a su mamá claramente molesta.
–Aquí está Saske. Los dejo.
Y se fue. Karin se acercó a su hermana y la empujó un poco.
–Ve afuera a jugar con Murkrow.
–¡¿Pero por qué?!
Protestó la niña.
–Por favor. Tengo que hablar con Saske. Lárgate por favor.
–Eres muy mala.
Le reprochó Mikuru y se fue.
–Disculpa a Miku, es algo encimosa.
Se sentó y vio al reloj, dándose cuenta que eran las 11 de la mañana.
–Que linda pijama. -Le comenté. - ¿Se te pegó junto a las sábanas?
–Ah, cállate.
Guarde silencio mientras ella despabilaba.
–¿Ya hablaste con Lance?
–Así es. -Le confirmé. - Se ha dado de alta el proyecto "Avengers".
–Suena como un buen nombre.
Me felicitó.
–Debería proponerlo como nombre oficial.
Le dije. Ella jugó un poco con su cabello y me preguntó.
–¿Qué acuerdo llegaste con Lance?
Ella sabía de mi plan del escuadrón que iría tras la Orden de la flor. Únicamente vine a confirmárselo. Así que le conté a los acuerdos que llegamos.
–Dicen que Alola tiene bonitas playas. ¿Cuándo partimos de nuevo a la guerra?
Lo preguntó de forma tan dulce que me obligó a agachar la mirada. Verla ahí tan tierna me hizo tomar una última consideración.
–Sé que ya hemos hablado sobre esto, pero ¿segura qué quieres acompañarme? Esto será peligroso, y a pesar de que te necesito no quiero exponerte más.
Ella se acercó a mí, acarició mi cabeza y juró:
–Yo sé que esto todavía no acaba, sé que ellos volverán. Si quiero cuidar lo que quiero, tengo que ir a pelear. Y obviamente debo de cuidar de ti.
Esas palabras me hicieron feliz. Pero había algo que no me dejaba tranquilo. Ese algo que hice, mas bien ese algo que no pude hacer.
–Que orgulloso estoy.
Ambos volteamos al ver al señor Tomoe, el padre de Karin, aparecer con su bastón. Se acercó a mí mientras Karin se alejaba y me dijo:
–¿De forma que vienes a llevarte a mi hija? -Me quería hundir en el sofá ante eso. Él me dio un golpe en la cabeza. - No te preocupes por ello, no conozco a alguien mejor para que acompañé a mi hija en esta travesía.
Se alejó y tocó la chaqueta de Karin que antes pertenecía a Jaden. Quise cortar con esa tensión y dije:
–Bueno, Karin necesito que me acompañes.
Ella asintió, pero alguien intervino.
–Pero para eso, deberás subir a arreglarte un poco jovencita. -Era su madre, ante lo que mi amiga partió a su cuarto. - Espera un poco, Saske.
Me pidieron. Sin embargo, yo seguí a mi amiga a las escaleras y le solté:
–No te preocupes, despeinada y en pijama luces linda.
En lo que se arreglaba la espere afuera de su casa mientras jugaba con su hermana Mikuru, y Pikachu. Al fin, después de un largo rato, salió.
–Tardaste un poco.
Le reproché.
–Discúlpame, no encontraba nada.
Se disculpó, pero su hermana le recriminó.
–Es porque no recoges tu cuarto hermana.
Ella se irritó un poco.
–Miku, mejor regresa a casa, y llévate a Murkrow. Yo tengo que hacer unas cosas con Saske.
Saqué a Lizardon y le ayudé a la castaña a abordarlo. Su hermana lo contempló impresionada.
–Wow, es enorme, ¿y van a volar en él? ¿Creen que yo pueda volar en Murkrow?
–Si lo intentas, podrás lograrlo. -Le aseguré.
–¡Saske, es peligroso!
Me regañó al instante mi amiga, por lo que traté de enmendar mi error.
–Tu hermana tiene razón, es peligroso, no lo intentes.
Monté a Lizardon mientras le preguntaba a Karin:
–¿Por qué tu hermana tiene un Murkrow?
–Se lo regaló Jaden.
–Ya veo.
Fue lo único que le respondí, y luego cambie el tema.
–Sujétate bien. -Me abrazó por la cintura. - ¡Vamos, Lizardon!
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Pokémon: La guerra de Kanto
FanfictionHola, mi nombre es Saske. Mi hogar es un pequeño pueblo de la región de Kanto llamado Pueblo Paleta. Hace diez años inició una terrible guerra entre Kanto y Teselia, en la cual yo tuve que pelear por mi patria. He aquí mi historia. Esta es una histo...