La iniciativa "Avengers"

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Partiendo de donde Scotty, Karin y yo nos dirigíamos a donde estaba el siguiente miembro de nuestro equipo.
–¿A dónde vamos ahora?
–A Pueblo Lavanda. Al hospital para personas y pokémon que montaron ahí.
Le respondí.
–¿El Centro Pokémon? - Asentí a su sugerencia. - Claro, lo recuerdo porque ahí visitamos a tu padre.
Yo también lo recordaba. No fue nada agradable verlo tendido en esa cama, moviéndose de cuando en cuando como si tuviera pesadillas, y con esas marcas negras palpitando en su cuerpo. Nadie sabía cómo curarlo, la única pista la podía dar Anaís, y tampoco nadie sabía dónde estaba, se le escapó a Sabrina.
–¿Quién se encuentra ahí?
Me preguntó, así que le respondí.
–Sabrina, y probablemente también Lizzi. Aunque de cualquier manera debo pedirle primero permiso a ella.
–¿Y por qué está ahí?
Le conté lo que me contó Lance. Hace una semana se daría el traslado de Surge a la Cárcel de Plata, la cual se encuentra a las faldas del Mt. Plateado, una montaña hasta ahora inexplorada. Sabrina en persona se hizo cargo, a pesar de que sus poderes se hallaban algo debilitados. No obstante, en el camino fueron atacados, no sabemos quién fue, pero Sabrina resultó herida, así que la llevaron al hospital. Por fortuna el traslado de Surge se logró y ahora está en máxima seguridad.
–Y Nate también está ahí. - Agregué. - No sé por qué, solo se tiene su registro de ingreso al hospital.
–Espero que esté bien.
Deseó mi amiga. Y divisamos el Centro Pokémon, un edificio blanco con techo rojo. Aterrizamos en frente, le agradecí a Lizardon y lo regresé a su pokebola. Primero tuve que pedirle permiso y los números de los cuartos a la recepcionista. He de mencionar, que a diferencia de las enfermeras, las recepcionistas son algo muy groseras. Con un tono fastidioso, me dijo:
–Las habitaciones son información clasificada.
–Soy un soldado con 6 medallas. Eso me da autorización.
–Pero nada más se permite una visita.
–Necesito ver a Sabrina y a Kinomoto.
–Pero Kinomoto es un fastidio. Tenemos muchas quejas de él.
–Mejor para ustedes. Vengo a llevármelo.
Miro a Karin y dijo:
–¿Es necesario que vayan los dos? Porque únicamente puede pasar uno.
–Si, es necesario.
Le respondí guardando la compostura. Sin embargo, Karin argumentó:
–No te preocupes por mí, yo puedo esperar aquí.
Suspire. Le dije a la castaña.
–Está bien. No tardaré mucho.
–Eso espero.
Dijo la entrometida de la recepcionista. Abandone ese lugar antes de que me sacara de quicio.
La estructura del hospital era simple. Después de todo se construyó de improviso. Y por eso mismo, era un verdadero desastre y caos. Los cuartos estaban todos desordenados. Del 1 seguía el 2, luego el 10, el 5 y luego el B. Encontré un número que era de los que me decían. El 20-C. Entré y vi una cama. En ella había un joven dormido, con máquinas conectadas. ¿En coma?
–¿Con qué mundos fantásticos soñará éste joven? Quizás sueñe con un campo de batalla que parece no tener fin por más que avances. O tal vez con un viaje eterno a conocer todo el mundo y ser un maestro. En fin, que bello sería.
Me pareció ver a un ángel sentado a los pies del joven. Pero no, una mejor observación me hizo darme cuenta que sólo era Nate.
–¡Nate!
El me giró a ver y mostró su típica sonrisa.
–Oh, hola Saske amigo. ¿Vienes a visitarme? Debe ser el destino que me encontrarás en una de mis rondas.
–¿Rondas? ¿Visitas a los otros pacientes?
Le pregunté, con la esperanza de que fuera un poco menos cruel. Que ésta experiencia hubiera reformado su alma.
–Claro que sí. Voy y me burlo de ellos.
Fue mi culpa por hacerme ilusiones.
–¿Y cómo pretendes burlarte de alguien en coma?
Le cuestioné, y él sonrió.
–Quiero ser el primero en estar aquí para decirle que todo lo que vio es un sueño, y que no tiene piernas.
–¿No las tiene?
Pregunté sorprendido.
–No lo sé y no me importa, pero se asustaría bien feo.
Sonrió mientras lo decía. Lo tomé del hombro mientras lo sacaba del cuarto.
–Pues lamento decirte, la verdad no, que no estarás aquí para decírselo.
–¿Por qué?
Ahora yo sonreí.
–Vengo a hablarte de la iniciativa "Avengers". Estoy reuniendo un grupo de personas extraordinarias para formar una fuerza de temer.
–Estoy dentro.
Dijo al instante.
–¿En serio?
–Si. Tienes la cualidad de atraer oponentes talentosos y chicas lindas, cosas que me interesan. Además, después de lo que me pasó, necesito más entrenamiento si quiero lograr mis objetivos.
Eso último lo dijo un poco serio, sin embargo cuando se dio cuenta que me percaté de ello sonrío.
–Bueno, si tienes tan buena disposición. ¿Sabes dónde está la habitación de Sabrina? Necesito preguntarle si me da permiso de llevarme a Lizzi.
–¿La ratoncita? Demonios. -Me preguntó riéndose. - Claro, sé dónde están. Acompáñame.
Parecía que se sabía bien los caminos del Centro Pokémon. Bastante bien.
–Y, ¿cómo acabaste aquí?
Quise saber. El rubio alegre giró hacia mí y me contó:
–Iba yo por ahí haciendo mis cosas, cuando encontré a una mujer divina teniendo problemas con un tipo con cara de malandro. Obviamente intervine, y hubo una batalla pokémon. El resultado es que tengo fuertes mareos y migrañas muy seguido, así que vine a internarme aquí. Y los doctores no han descubierto que tengo.
–No veo relación directa entre una batalla pokémon y dolores de cabeza.
–Si hubieras estado ahí sabrías por qué.
Me comentó sonriente. Se colocó las manos en la nuca y siguió contando:
–Vine inmediatamente después. Los doctores tratan de solucionar lo que tengo, y mientras tanto yo doy rondines con los heridos. Ese por ejemplo -señaló una habitación- metió la pata.
–¿En qué se equivocó?
Le pregunté, y el afiló su sonrisa.
–En nacer. - ¿Qué cosa? - Aunque sobre su herida, efectivamente metió la pata, en un Lanzallamas de un Darumaka.
"Una grave quemadura".
–Y ese otro a su pokémon lo confundieron y lo atacó. La relación está un poco tensa. - Continuó señalando una habitación diferente, una que tenía sueros. - Y la chica de ahí es una tóxica.
–¿Tóxica?
–Si, le hable bonito y se obsesiono conmigo. Aunque también porque le hicieron un Tóxico.
–¡Te escuché Nate!
Gritó una voz femenina desde la habitación. El rubio le recomendó mientras se alejaba.
–Para limpiarte, te recomiendo hacer yoga, y caca.
No escuchamos la réplica porque ya estábamos bastante lejos.
Avanzamos por un pasillo especialmente lúgubre del Centro pokémon. Una habitación cerrada llamó mi atención.
–¿Y ésta?
Sin voltearme a ver, Nate respondió.
–No es más que una chica débil.
Tras dar un par de esquinazos, finalmente el rubio me indicó que habíamos llegado. Una habitación especialmente grande, y afuera  de ella una chica tecleando un aparato.
–Lizzi.
Le llamé. Ella levantó la cabeza y se acomodó sus anteojos a través de los cuales se vislumbraban sus lindos ojos azules. Ella se levantó de un brinco y me saludó alegre:
–Saske, que gusto. ¿Qué haces por aquí?
–Te aseguro que no vino a traerte un lindo obsequio.
Se burló el rubio. Yo me detuve y lo miré.
–Nate, por favor. Cállate un rato en lo que hago lo que debo hacer.
Sonrió y asintió. Yo me acerqué a la ojiazul y le indiqué que volviera a sentarse.
–¿Quieres hablar conmigo?
Me preguntó.
–Así es. Hay algo que quiero proponerte.
Ella se puso un poco nerviosa.
–¿Qué es?
Sonreí y le dije:
–Te necesito, porque he tomado una decisión. -Se formó expectación en el aire. - Vengo a hablarte de la iniciativa "Avengers" que consiste en reunir un grupo de personas extraordinarias para formar una fuerza de temer.
–¿Quieres que yo esté en ese equipo?
Me preguntó apenada. Yo le respondí:
–No sé qué planes tengas, pero te necesito para esto.
Se formó un sonrojo en sus mejillas. Miró el aparato y me preguntó.
–¿Iremos a Alola?
–Esa es la idea. -Le dije. - Vamos detrás de los teselianos que se están reagrupando. Pero el grupo que estoy reuniendo tiene un objetivo más específico.
–¿Cuál es?
Quiso saber con un brillo en sus ojos. Nate estaba cerca, y aun no quería que supiera esa información, así que me acerqué a ella y le susurré al oído:
–La orden de la flor.
–Acepto.
Dijo en el instante que terminé de hablar. Apreté un poco su mano con la mía
–Te lo agradezco mucho.
Ella me sonrío. Miro mi mano, y delicadamente la retiró para tomar el aparato y preguntarme:
–¿Quién más está en este equipo?
Comencé a contar con los dedos:
–Tú, yo, Nate, -La ojiazul miró al rubio, quien le sonrió provocando una mueca de desagrado como respuesta. - Karin...
–¡Si!
Celebró Nate a todo pulmón. Ambos lo miramos, y él respondió despreocupado.
–¿Qué? Vamos amigo Saske, ¿por qué no empezaste con eso? Ella es un incentivo para ir en esta aventura. Te lo agradezco de todo corazón ponerme en el mismo grupo que ella.
Lo iba a ignorar en ese aspecto. Karin puede cuidarse por sí misma de los "admiradores". Seguí:
–Scotty. -Lizzi puso cara de ¿qué rayos? - No me mires así, es un buen elemento.
–No lo sé, es bastante impredecible.
–Scotty es un gatito a comparación de Nate.
No sé por qué dije eso.
–Y el último es un chico de Johto, su nombre es Morti.
–Conozco tu historia. Sé de él.
Aseguró.
–Pues bueno Lizzi, ya que aceptaste únicamente debo pedirle a Sabrina que te deje ir conmigo, que pases de su mando al mío.
–Está bien. Vayamos a verla.
Se levantó y abrió la puerta de la habitación de Sabrina. Como lo esperaba, estaba cómodamente amueblada y adecuadamente equipada, pero no es como si preocupara las diferencias de clases. Se veía tan apaciblemente dormida, no parecía la fiera entrenadora que era habitualmente. Di un paso, pero sus pokebolas saltaron hacía mí envueltas en una energía psíquica. Me detuve, y llegó Lizzi.
–Veo que la protegen.
Le comenté. Ella negó con la cabeza.
–No. Te protegen a ti. Si te acercas de forma impertinente, te atacará.
–¿Entonces qué hacemos?
Quise saber.
–Nada, ya los escuche.
Sabrina se sentó en la cama, su cabellera azabache estaba despeinada. Nos miró de forma un poco despectiva y nos advirtió:
–Lizzi, tú ya lo sabes, pero no quiero que le digan nadie como me veo recién despierta.
Ambos asentimos. Ella se acomodó un poco el pelo y al ver nuestro silencio nos cuestionó.
–Hablen entonces, ¿qué hacen aquí?
Lizzi se puso toda nerviosa, y algo apenada le respondió:
–Yo venía a ver como estaba.
La azabache la inspeccionó y le restó importancia:
–Como sea. -Se dirigió a mí entonces. - Y tú ¿qué haces aquí? ¿Vienes a reclamarme porque se me escapó Anaís?
–No claro que no.
Sería hipócrita de mi parte reclamarle por eso.
–Porque sería hipócrita de tu parte reclamarme por eso. -Maldición, no tenía que restregármelo. - Si no es eso dime entonces a que has venido.
Llegó el momento.
–Vine a pedirle que me pasé su mando sobre Lizzi. La necesito para un escuadrón especial que estoy organizando. Iremos con el ejército a Alola y nos encargaremos de seguir la pista de la Orden de la flor.
Ella lo pensó por un momento.
–Es bueno que al final se hallan decidido ir por esos anticuados. Tarde o temprano serán un problema serio. -Todo iba bien hasta ahí, pero mi miró de una manera afilada. - No obstante, algo me dice que a ti te mueven motivaciones personales más que otra cosa.
Ella me conocía demasiado bien.
–Eso nunca ha interferido con que cumpla con mi deber.
–Ya veo.
Exclamó mientras apoyaba su cabeza en su mano. La espera se volvía eterna.
–Entonces, Señorita Sabrina. ¿Lizzi puede ir conmigo o no?
Me miró y respondió:
–No tuve hijas precisamente para no pasar por cosas como esta.
¿Qué fue ese comentario?
–No lo sé, Lizzi me ha sido bastante útil. -Miró a la chica de los anteojos y le preguntó. - ¿Tú quieres ir con él?
Desvío la mirada y le respondió:
–Así es. Quiero acompañarlo.
Sabrina suspiró.
–Si esa es tu decisión, no tengo nada más que decir. Yo estoy algo indispuesta, así que no partiré con el resto de ustedes. Lizzi, ten cuidado con lo que haces y recuerda lo que te he enseñado. Eres de mis alumnas favoritas.
Por alguna razón, esas palabras pusieron seria a Lizzi.
–Se lo agradezco, Señorita Sabrina.
–Y tú -Se dirigió a mí. - El camino que has elegido es duro. Esfuérzate.
Eso no sonó con su habitual prepotencia. Me sentí feliz de que lo dijera.
–Se lo agradezco, Señorita Sabrina.
Suspiró y dijo:
–Y ahora hagan pasar al inepto que los está esperando afuera.
Eso me tomó por sorpresa. ¿Qué querría hablar ella con Nate? Salimos y le dijimos que lo esperaban. Él se tomó la cabeza como si le doliera y solo dijo:
–Supongo que soy irresistible... y que no se puede huir.
Y entró a hablar con Sabrina

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora