A todo gas

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Jaden se quedó mirando fijamente a su padre, y este hizo lo mismo. No les importó que una batalla se estuviera librando a su alrededor. El nombre de ese sujeto era Alfred, quien habló:
–Lo que hiciste en Azafran me tiene muy decepcionado, Jaden. Pareciese que nunca puedes hacer nada bien.
Mi amigo agachó la mirada y apretó los puños.
–Tú no sabes lo que me tocó vivir en ese sitió...
–¡Y tú no sabes lo que viviras desde ahora! -Le replicó- La traición se castiga duramente, además de que es una gran deshonra. Siendo mi hijo, ¿cómo hiciste semejante idiotez?
Jaden le dio la espalda y empezó a caminar.
–Jaden, no me des la espalda cuando te habló.
Le regañó su padre. Él volteó la cabeza y le gritó:
–¿Para que escuchó si es lo mismo de siempre? Que no soy lo suficientemente bueno, que te avergüenzo, que soy el recuerdo constante de que mamá no está, que preferirías que yo no fuera tu hijo.
Trató de seguir caminando, pero su padre le detuvo con sus palabras.
–Yo nunca he dicho eso...
–No hace falta -lo interrumpió Jaden.
–...pero ¿cómo quieres que te hable si eres una constante decepción y una vergüenza? Te crie para ser el mejor y aún así fracasas. No sé que voy a hacer contigo.
Jaden llamó a su Aerodactyl, subió en él y mientras se elevaba, dijo con un tono muy sombrío.
–Si eso es lo que piensas, entonces ya no te preocupes por que vas a hacer ni por mí. A partir de ahora considera que me fui de casa, y que ya no somos familia.
Y voló perdiéndose en el cielo. Yo, que había estado en silencio observando todo aquello, le pedí a Alfred.
–Señor, no sea tan duro con él, últimamente ha sufrido mucho.
Él me miró con un semblante menos enérgico, incluso preocupado, y respondió:
–Saske, si tan solo fuera como tú.
Y me dejó ahí mientras se iba. Me quedé reflexionando un momento y decidí que más tarde le recordaría a Jaden que siempre puede contar conmigo. Entonces escuché algo detrás mío. Me gire y eran unas rocas.
–Rockruff.
Llamé y el perro las detuvo la vez que las regresaba. El impacto lo recibieron un Solrock y un Lunatune, los mismos con que había estado peleando antes. Corrí buscando al entrenador de esos pokémon, y lo hallé, inclinado en la tierra. Al parecer el Hiperrayo lo rozó, y ahora estaba totalmente vulnerable debido a que debilite a sus pokémon. Entonces, lo vi bien y exclamé:
–¡Tú no eres un subalterno cualquiera, eres un floreado!
Él solo se agachó para no verme. Yo saqué mi espada y le levanté el mentón con la hoja.
–Ahora me explicaras que hacen los floreados aquí.
Él. sonrió y respondió.
–Saske Fire, el demente que le prendió fuego al castillo de la Princesa -me sentí un poco incómodo ante esa descripción- Te dire sólo una cosa: venimos a acabar con los testigos de lo que sucedió.
No dijo nada más, por más que lo amenacé con cortarle el cuello, de forma que lo nockee y fui a buscarlos. Jaden, Karin y yo corríamos peligro. Lizzi y los demás estaban en riesgo. Tenía que hacer algo. Busqué a Koga para avisarle, cuando lo encontré él se hallaba derrotando unos Stunfisk, ya no se encontraba con Aza. Llegué con él y le informé:
–Koga, tenemos un problema.
–Eres bastante observador Saske.
Me respondió y yo negué con la cabeza.
–No solo la batalla, la Orden de la Flor va a atacar a los hombres que traje hasta aquí.
Él lo medito un segundo mientras mandaba a volar a un Cotonelle.
–Ellos ya se fueron, nos aseguramos de mandarle un autobús que recorrería por las orillas de la ciudad y saldría por la Ruta de Bicis.
–Los floreados van detrás de ellos, debo alcanzarlos.
Él señaló tras un edificio y me dijo.
–Ahí está un auto. Tú misión será tomarlo, ir a las orilas de la ciudad, tomar el camino, alcanzar a los miembros de la Orden de la Flor y detenerlos. Disculpa que no pueda enviarte refuerzos, pero la situación no me lo permite.
Ahí fue cuando escuché una voz.
–Koga, ven acá.
Aza lo llamaba para ir de vuelta al combate. Vi como el Liepard saltaba para derribar a Venomoth con sus garras, pero esto lo mandaba a volar con Tornado, no obstante este en el aire lanzó su Tajo Umbrío mientras que el insecto venenoso le contestó con Onda Tóxica que chocaron una explosión de veneno y sombras. Yo aproveché esto y corrí detrás del edificio donde encontré el auto. Cuando lo iba a abordar, escuche un torpe aleteo sobre mí, miré a arriba y vi como Aerodactyl bajaba y aterrizaba de forma nada elegante a mi lado con Jaden sobre él. Mi amigo apuntó con su dedo hacia arriba y vi como tres Emolgas lo perseguían. Entonces le ordene a Rockruff que usara Lanza rocas y los derribo a cada uno con una certera piedra en su cara. Jaden regresaba a su ave a su pokebola mientras yo le decía:
–¿Emolgas? ¿En serio?
Él se defendió:
–Eran como 20, y eran venenosos.
Yo me reí y abrí la puerta del auto.
–Ya da igual, sube.
–Espera -me pidió- primero explicame que pasa, y segundo da igual lo que digas yo manejo.
Le explique la situación a la vez que lo dejaba tomar el volante, ya que yo no había conducido antes. Subimos, él lo encendió y arrancó, muy rápido.
–Ya habías conducido antes, ¿cierto?
Él piso más el acelerador y contestó.
–No, pero igual soy genial haciéndolo.
–Oh, maldita sea.
Comenté mientras él tomaba la ruta que nos habían indicado a toda velocidad. Al parecer compensaba su inexperiencia con su ímpetu. No me importaba, estaba preocupado por Karin, Lizzi, e incluso Scotty y Sabrina, por todos en general. Debíamos salvarlos. Entonces pensé en que debía decirle algo a Jaden en relación con su padre, pero él y yo habíamos acordado no hablar de Alfred. Mi amigo interpretó mi silencio y comentó:
–Se que piensas en lo que sucedió con mi padre, pero no digas nada, cuando acabemos con esto hablaremos de ello -yo asenti y el sonrió- También hablaremos de cuanta parte de tu cuarto será para mí.
–Espera, ¿Qué? -Pregunte sorprendido.
–Pues si, ya que no tengo casa me mudare contigo a Pueblo Paleta.
Yo estaba en shock, pero recobre la compostura y me reí.
–No recuerdo haberte invitado a vivir conmigo, pero dejame decirte que la casa de los Fire siempre estará abierta para ti.
Y le di una palmada en el hombre, y el aceleró todavía más de la felicidad, entonces vislumbramos una camioneta: eran los floreados.
–Ahí están, vamos Croconaw.
Saque la pokebola por la ventana y puse a mi pokémon sobre el techo del carro.
–Buena idea.
Dijo Jaden haciendo lo mismo con su Wartortle. Entonces nos dimos cuenta de que abandonabamos la ciudad y entrabamos al camino de bicis. Entonces ambos gritamos:
–Croconaw, Wartortle, usen Hidrobomba.
Sus dos ataques se unieron en un solo disparo que se concentró en el cristal trasero hasta que lo reventó y les inundó los asientos. Vimos como se ahogaron un poco y luego se giraron.
–Ya nos vieron.
Le informé a Jaden. Él dio un movimiento con la mano restándole importancia.
–¿Y qué harán? Disparale a las llantas con Rayo hielo.
Y les ordenamos a nuestros pokémon que lo hicieran. Los neumaticos en principio se congelaron y luego se quebró. La camioneta cayó sobre su parte trasera y se frenó sacando chispas contra la carretera. Finalmente se medio giro y casi se cae, pero se acomodo y quedó de perfil frenta a nosotros. Jaden se aferró al volante y aceleró.
–Los voy a embestir.
Anunció y yo me preocupe, era un choque y todos saldríamos volando. Le iba a decir que se detuviera pero entonces ellos lanzaron un pokémon, uno músculoso con dos barras gigantes de cemento, era un Condelkurr. Puso el cemento al frente de forma que tuvimos que frenar para no estamparnos. Ellos bajaron del auto dispuestos a pelear, de forma que nosotros hicimos lo mismo. Eran en total 4 floreados. Jaden levantó su mano y los señaló.
–Hasta aquí llegaron idiotas. –Dijo y luego dirigiendose a mí-Vamos Saske, nos vengaremos de estos malditos.
Ellos sacaron sus pokémon. El combate iba a iniciar.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora