Preparativos del fin

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No podía ser. Logré vencer a los discípulos pero el maestro seguía un paso adelante. Camila no pudo evitar sonreír, y yo no pude evitar molestarme con ella. Aunque también es mi culpa, qué esperaba.
–Debemos irnos.
Me aconsejó Karin. Bien, si esas cosas iban hacia arriba, nosotros también.
–Tienes razón, andando. -Comencé a caminar, pero giré la cabeza y me despedí. - Nos vemos Camila.
Ella sonrió y dio una sacudida de mano. Por su parte mi amiga se debatió entre como despedirse, hasta que hizo una reverencia y pronunció:
–Ha sido un placer, pero es hora de despedirme.
La rubia se sintió halagada y también se inclinó un poco. Así fue como la dejamos atrás.
–¿Qué fue eso?
Le cuestioné un poco alejados.
–No lo sé, nunca había tratado amistosamente con un enemigo.
–Que educada e inocente eres.
Le elogie y llegamos al elevador. Ahí nos encontramos a un aturdido pero semiconsciente Koga. La castaña lo revisó mientras yo presionaba botones en el panel del ascensor buscando el que nos pudiera subir. Al final le encontré a la vez que el ninja reaccionaba.
–¿Qué sucede?
–Larga historia, mejor esté listo para pelear.
Le corté, pero Karin le dio un resumen rápido.
–Surge activó su arma, vamos de regreso a la superficie. Usted cayó en una trampa que lo dejó paralizado por un rato.
–Ya veo.
Dijo más para sí que para nosotros. Se puso de pie, nos miró y dijo:
–Supongo que debo agradecerles por ayudarme. Y viendo que parecen haber salido de un duro enfrentamiento, tengan esto.
De su bolsillo sacó una Hiperpoción y un Restaura todo.
–Esto es medicina muy avanzada.
Le recordé, pero aun así la tomé. La necesitaba. Mire a Karin.
–¿Cuál quieres?
–La poción, tu cura a Lizardon que está paralizado.
La tomó y le agradeció a Koga. Ambos nos apresuramos en la sanación de nuestros starters y entonces el ascensor se detuvo, abriendo sus puertas ante nosotros. Sin perder tiempo rememoramos nuestros pasos para salir de la base, y tras hallar la salida, nos aventuramos afuera.
La batalla nos había alcanzado. Afuera era un verdadero desastre. Me encontré pokémon hasta el límite de exhaustos y muy heridos, con sus entrenadores igualmente lastimados. Leavanny recibía múltiples picaduras de un Bedrill. Un Liepard había atrapado entre sus fauces a un Raticate. Un Conkeldurr machacaba a un Hypno. Un Swanna caía envenenado por el ataque de Vileplume. Un Tauros y un Bouffalant chocaron sus cabezas cayendo ambos derribados. Un Audino y un Chansey trataban de curar, pero en sus caras se notaba la falta de energías. Uno de mis compañeros soldados salió volando por algún ataque. Un entrenador de Teselia recibió un ataque derribándolo. Y una chica que no pude reconocer a que bando pertenecía sangraba, tanto que cayó inconsciente.
Era todo un desastre. Karin que estaba claramente impactada por eso soltó:
–Esto es una auténtica sucursal del manicomio.
Rió nerviosa. En verdad las bromas no eran lo suyo. Pero entendía porque lo hacía.
–Me despido.
Nos dijo de pronto el ninja venenoso y saltó para irse por ahí. Nosotros también íbamos a ir, pero unos sonidos de mecanismo llamaron nuestra atención.
–Así que llegamos un poco antes.
Comenté. Allí estaba la razón por la que había venido tan aprisa. La base abrió una gran compuerta en el techo de la cual salió una bóveda. Está venía con hélices, de manera tal que a estruendos se soltó del edificio y comenzó a levitar por su propia cuenta.
–¿Qué se supone que es eso?
Cuestionó mi amiga horrorizada. Y eso que aún no llegaba la peor. Las paredes se abrieron como una cruz, y se comenzaron a lanzar en todas direcciones grandes tubos de metal que se clavaban en el suelo. ¿Qué rayos sucedía? Entonces, comenzó a avanzar. Hacia nosotros.
–¡Agáchate!
Le grité a Karin y me lancé sobre ella. Caímos en la tierra mientras la bóveda voló sobre nuestras cabezas. Tan rápido como pude me levanté para ver de cerca lo que tenía la base, y ahí lo vi. Su uniforme militar, su cabello rubio, imponente figura y esa mirada de que me había reconocido. Se alejaba rápido, así que solo le grité:
–¿Qué diablos es esto?
Él sonrió y un relámpago se percibió tras él. Ante el rayo los tubos reaccionaron con pequeñas chispas.
–Imposible... son pararrayos. Convertirá a Carmín en un campo eléctrico.
–Maldito seas.
Le grité pero dudaba que me hubiera escuchado.
–Saske, debemos ir.
Me sugirió la castaña y fuimos. Corrimos tras la bóveda volante a través del sembradío de pararrayos y batallas, las cuales se fueron deteniendo al ver el desolador pasaje que aparecía.
–Tenemos suerte, es lento.
Le comenté a mi amiga, a lo que ella objeto:
–Aun así es demasiado fuerte para que la detengas.
Apreté los puños.
–Veamos si es cierto.
Me detuve y tomé una pokebola. Con los pies firmemente en el suelo, impulse mi brazo y la lancé.
–Ve Snorlax.
Mi gigantesco pokémon apareció y cayó pesadamente sobre la plataforma haciéndola tambalearse por un instante. Eso me tapó la visibilidad, pero no evitó saber que el teniente había sacado su propio pokémon.
–Snorlax, Mega puño.
Le ordené, pero antes de que pudiera ejecutarlo una descarga lo golpeó y lo empujó hasta caer de la bóveda. El autor de eso era Ampharos con Puño trueno. Su entrenador se acercó y al verme sonrió:
–Oh, defensor de Pueblo Paleta. No tenía información de que te encontrabas en ésta localización.
En retrospectiva, me di cuenta que la pantalla que en que lo vi hace un rato solo transmitía, no recibía. Le grité a una pantalla. Imbécil. Pero ahora estaba aquí, frente a mí, en carne y hueso.
–Claro, que estoy aquí. Y no sólo eso, sino que vencimos a tus discípulos.
Una mueca de disgusto apareció:
–Camila y Steve, ¿cómo se encuentran?
–Mejor de lo que tú estarás en unos minutos.
–Entonces, pelea.
Me retó. Corrí y usando a mi pokémon como trampolín "Lo siento Snorlax" y aterrice en la plataforma. Ampharos en vez de detenerme se quedó vigilando a mi pokémon. Saqué una pokebola y le pregunté por algo que me carcomía la mente desde hacia tiempo.
–Antes de cualquier cosa, hay algo que debo preguntarte, ¿qué sabes de Ojo rojo?
Él sacó su propia pokebola y me respondió:
–No tengo idea de quién me hablas.
Parecía sincero. Pero de todas formas, si quería sacarle algo de información tendría que vencerlo. Ambos recogimos el brazo, y realizamos el lanzamiento. Nuestras pokebolas chocaron y los pokémon aparecieron.
–Ese pokémon de nuevo.
Exclamó el teniente al ver a mi pokémon. Yo por mi parte solté:
–Así que tan impresionado te dejó mi Pikachu que te conseguiste uno propio.
–Pero no solo hice eso, sino que lo entrene y evolucione para que fuera el mejor de todos.
Y así fue como apareció un Raichu.
–Rayo.
La electricidad fue directo contra Lizardon, pero esta le esquivo y respondió con Lanzallamas. El ratón saltó para evadirlo, y ahí aprovechamos:
–Furia dragón.
Las llamas azules le impactaron, no obstante.
–Cola de acero.
El ratón dio varios giros en el aire para dirigirse a mi Charmeleon para asestarle el colazo, sin embargo:
–Garra metal.
La lagartija levantó sus garras para bloquearlo con éxito. Del choque ambos salieron en direcciones opuestas. No obstante, Raichu se impulsó y a golpe limpio atacó a Lizardon. Mi pokémon sin tiempo para un ataque, le contestó también a piñas. Raichu era claramente superior en técnica, tanto que le asestó un par de combinaciones, sin embargo mi pokémon era más mañoso ya que le piso la cola le acomodó una serie de cachetadas que culminó con un una patada en el estómago, la cual el ratón respondió con un puñetazo en las costillas, y aun así Lizardon culminó con un cabezazo que lo hizo retroceder. No obstante, eso no los detuvo, ni a nosotros.
–Rayo.
–Lanzallamas.
Poderes eléctricos e ígneos chocaron sacando brisas y chispas en todas direcciones hasta que ambos desistieron. Nos quedamos mirando fijamente uno al otro, hasta que un suave refresco nos cubrió. Había comenzado a llover.
–Te has hecho fuerte.
Me comentó.
–Tengo personas que derrotar... y personas a la cuales proteger.
–Es por eso que te nombré Defensor de Pueblo Paleta, pero a ti eso no te importa mucho ya, ¿no es así?
Y me apuntó con un arma.
–Tengo que desquitar todo lo que nos hicieron. No lo lograré esperando a que nos ataquen.
Le respondí sin mostrar expresión. Mostró una ligera sonrisa.
–La victoria no consiste en derrotar a alguien fuerte, sino en proteger algo que quieres. -No negaré que eso manifestó confusión en mi rostro. - Es por eso que centro mis esfuerzos en destruir todo lo que quieren, para que así su derrota sea absoluta.
Una vez dicho esto, disparó. Todo se volvió tan lento. Miré la bala acercarse, pero más que eso observe un gran pokémon estrellarse a toda velocidad contra la plataforma haciéndola temblar. El desconcierto y sacudida duró por unos momentos. Lo siguiente fue el rozón de la bala en mi brazo izquierdo. Ninguna herida, únicamente un poco de sangre. A continuación, un Dragonite se puso de pie, y sobre él iba Lance.
–¿Estás bien?
–¿Estás bien?
Preguntamos. A la vez. Pero ninguno pudo contestar, ya que Surge se nos adelantó:
–Yo diría que no.
El teniente tenía una bazuca en sus manos, y a sus pies otras dos. Disparó el cañonazo. Pensé que nos haría pedazos, pero la rápida intervención del dragón nos cubrió y ayudó a aterrizar a salvo.
–¿Están bien?
Preguntó Karin llegando a nosotros.
–Sí. -Confirmó Lance.
–Sí, pero ahí va Surge seguir con sus pararrayos y su plan, cualquiera que sea.
Farfullé. Ante eso el domadragones me respondió:
–Como mínimo formará un cuadrado con eso, una especie de campo eléctrico. Lo vi desde el cielo. Solo tengo dudas de una cosa.
–¿Cuál?
Preguntó la castaña, y una casa salió volando. Un mejor observación nos hizo darnos cuenta que la había destruido Surge con la bazuca.
–Esa. -Comentó el pelirrojo. - Había dos edificaciones que interferían con la formación del cuadro, esa era una de ellas. Si la destruyó es que lo estorbaba.
Lo que se confirmó cuando un pararrayos cayó ahí.
–Lo que significa...
–Lo que significa que si evitamos que destruya la otra arruinaremos su plan.
Le interrumpí. Él señaló un gran edificio de varios pisos, grande y color azul marino.
–Es esa. Hay que llegar rápido.
–Miren unas bicicletas.
Nos hizo notar Karin. Pero solo eran dos.
–Ustedes vayan. Ahí algo que tengo que hacer aquí.
–Está bien.
Le acepte. Mi amiga y yo regresamos a los pokémon y montamos las bicicletas. Debíamos detener la trampa de Surge a como diera lugar.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora