Fantasmas del pasado

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Tras esa luz, perdí el conocimiento. Desperté cuando sentí el calor venido de Lizardon. Abrí los ojos y me encontraba en un lugar muy oscuro.
—Oh amigo, ¿donde estamos?
Con la flama proveniente de Lizardon se iluminó un poco. Parecía una cuarto con pisos y paredes de madera. La habitación en la que estaba no tenía ventanas, solo una puerta, así que decidí salir por ella. Conforme avanzaba me di cuenta de que era una casa. Divise unas escaleras y baje por ellas. Empecé a escuchar un sollozo, que a cada paso se volvía mas fuerte, hasta que finalmente terminé mi descenso e identifique la fuente del sonido: un pequeño niño que lloraba. Era rubio y vestía ropas moradas, con quizás 5 años. Sentado en un rincón al lado de un Gastly, yo traté de hablarle pero algo me detuvo.
—No hagas nada, es solo una ilusión.
Gire y no había nadie. Sin embargo, recibí una advertencia y de momento la acataría, ya que el niño no parecía notar en lo más mínimo mi presencia, solo murmuraba unas palabras.
—Mamaaaá.... papaaaaá....
Observé un poco más, hasta que un hombre entró acompañado de un Delibird, pero no podía verle el rostro, e incluso me atravesó dejandome perplejo por unos instantes, no obstante constaté lo que me dijeron antes: era sólo una ilusión. El hombre habló.
—Morti, seca esas lágrimas -¿Morti? ¿Ese niño es Morti?- Tus padres murieron por una buena causa, me escuchas -el hombre se puso a la altura de Morti y esté paro su llanto- Tus padres son héroes.
—¿Mis padres son héroes?- Inquirió el niño.
—Si, y si vienes conmigo tú también seras uno. Solo tendrás que seguir a los fantasmas...
Morti se levanto y camino junto a él. Trate de seguirlos pero de nuevo una luz me cegó. En cuanto recuperé la vista de nuevo, me hallaba en un viejo teatro al estilo de Johto. Otra vez vi a Morti, esta vez parado en el escenario, frente a las chicas del kimono, sin embargo ahora se veía de 12 años, al lado de su Haunter.
—Bien, ustedes y yo somos la representación de Ciudad Iris ante los generales de nuestra organización. Entre nosotros atraparemos a esos legendarios pokémon.
Empezaba a entender la historia de Morti, sin embargo esto me generaba más preguntas. Las chicas del kimono abandonaron el teatro, excepto la del Espeon, que le habló.
—Morti, a ti te he visto en mis sueños, y mis sueños son proféticos. Si sigues por este camino, te encontrarás con mucho dolor y dificultades, pero aún así lograras ver al ave de siete colores, sin embargo no serás el único...
—Morti, con eso me basta, ahora se que tome el camino correcto al seguir a los fantasmas...
Otra luz apareció, ya sabía que ahora vería otro recuerdo, porque llegué a esa conclusión, veía los recuerdos de Morti, aunque el cómo y el porqué no los tenía claros. Ahora me hallaba en un cuartel militar. Lizardon seguía conmigo, y eso me hacía sentir mas seguro. Observé una única puerta cerrada. Caminé en su dirección, y como esperaba la traspase, estar en este mundo de ilusión tiene sus ventajas. Cuando entré estaba ahí el mismo tipo del Delibird dándole órdenes a Morti, quien incado estaba con la mirada en el piso con 16 años ahora.
—... por eso te encargo la misión de buscar al enviado de Kanto, tratarle de sacar toda la información que se pueda sobre el barco hundido de Surge, y de ser posible manipulalo, estará sólo e indefenso, sera fácil engañarlo. Y para facilitar esto te traigo un enviado de Teselia, su nombre es Samina.
Entonces vi pasar con su belleza y elegancia características a Samina. Tras eso le ordenó salir, no sin decirle antes:
—Sigue a los fantasmas...
Él y Samina caminaron por los pasillos.
—¿Por qué estas en esto?
Le preguntó el rubio a la rubia.
—Quiero ayudar a los pokémon, y si debo pelear contra la sucia región de Kanto que experimenta con ellos para volverlos armas, que así sea. ¿Y tú?
—Yo sigo el camino que me marcaron los fantasmas, ya que entre ellos quizas estén mis padres...
Los vi alejarse a la vez que de nuevo era encandilado. En esta ocasión me hallaba en la misma cueva en la que conocí a Samina, y como en aquella ocasión, Lizardon iluminó para que pudiera ver.
—Bien Samina, ¿qué te pareció Saske?
Escuche la voz de Morti y comencé a buscar de donde provenía, y creo que me perdí por que de esas palabras claras pasé a susurros incomprensibles, al menos hasta que de nuevo escuche al chico de las fantasmas.
—Deja esos tontos sentimientos de lado, él es el enemigo.
Gracias eso a los localice, y cuando llegue la chica del kimono había tomado la palabra.
—Hablando de eso, ya tardo demasiado. Creo que deberíamos ya dar el aviso falso de que él esta aliado con el gobierno central.
—Exacto, y aprovechamos para ir hasta Ciudad Olivo por el globo que le robamos al Team R cuando atacaron la ciudad y así liberarla del gobierno central, lastima que solo se exterminaron mutuamente.
Caminaron y salieron de la cueva. Ahora muchas cosas tenían más sentido. Esperé de nuevo la luz, pero nada pasó. En vez de ello escuche un reproche.
—¿Te parece divertido espiar la mente de los demás?
Esa era la voz de Morti, pero el acababa de irse. Y para aumentar, el piso en el que estaba parado colapso. Caí en un campo de flores, pero este se hallaba en totales ruinas, los pétalos de las rosas se mancharon de sangre carmín. Frente a mi se hallaba un tipo con un traje formal al lado de un Rihorn, que en instantes desapareció, al igual que dos sujetos cuyos detalles no pude observar, salvo que eran rubios y que los habían derribado. Me levante y ahí estaba parado Morti de niño. Parpadee y el se transformo en su versión actual  junto a Haunter
—Saske... al fin llegas aquí.
—¿Morti? ¿El de verdad?
—Si. Lo que viste y este lugar son ilusiones basadas en mis recuerdos más importantes creadas por los Unown. Sabía que era peligroso, pero conseguí lo que quería: una batalla uno a uno contigo. ¡El defensor de Pueblo Paleta contra el Elegido de Ciudad Iris!

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora