No confíes

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Como tenía que ver que era eso, reduje la fuerza del abrazo sobre Lizzi y le dije:
–¿Estas mejor?
Me miró con sus ojos azules y con las manos se los talló para limpiarse las lágrimas.
–Si, ya estoy mejor. Pero perdí mis anteojos, no veo bien.
–Ya conseguiremos otros.
Le respondí y le pedí a Lizardon que volara hacia el barco. Cuando estuve por arriba, noté que abajo estaban Karin, Scotty y Morti. Aterrizamos en la cubierta y le pregunte a mi amiga castaña:
–¿Qué sucede? ¿Por qué están aquí?
Ella mostró una ligera sonrisa.
–Detecte una comunicación aliada, y le pedí que viniera a apoyarnos. Al parecer ellos tenían una misión es la Isla Quarta.
Eso me dio preocupación y alivio a la vez. Imaginar más teselianos por ahí, pero saberlos derrotados me hizo pensar que estuvo cerca.
–¿Y quién está a cargo?
–Oigan, - nos llamó Morti señalando al cielo - ¿qué ese no es el piloto de los teselianos?
Lo vi, era Anthony, había logrado escapar del avión en un paracaídas.
–Lizardon...
–No, yo me encargo.
Esa voz tan fría y autoritaria... Me giré y vi su caballera roja, era Lorelei. Sacó un Dewong al mar y ordenó:
–Rayo hielo.
El ataque de la foca congeló el paracaídas, que ya no pudo resistir el peso y se quebró tirando al piloto al mar.
–Dewong, tráelo.
Ordenó la Alto mando, y su foca nadó, atrapó al piloto y lo trajo a la nave. De un colazo lo arrojo a cubierta, con esposas de hielo puestas, y regresó a su pokebola.
–Jo, menudo fiasco. -Exclamó Anthony. - Mi misión ha fracasado. No merezco ver a mis compañeros teselianos.
–Oh, claro que los verás. -Le aseguró la maestra del hielo. - En la prisión.
Un par de soldados lo levantaron y llevaron dentro del barco. La pelirroja nos volteó a ver y señaló a Karin y a mí.
–Ustedes dos, los espero en 20 minutos en mi oficina. Hay algo de lo que debo hablar con ustedes.
Decretó mientras se retiraba. Bueno, eso era todo. No obstante, mi amiga castaña notó que Karin estaba mojada y retraída en sí misma. Se le acercó y le preguntó:
–¿Estas bien? ¿Qué te sucedió?
Lizzi la miró, luego de vuelta al suelo y respondió:
–Nate me empujó del helicóptero. Caí por los aires no sé cuántos metros.
Mi amiga le dio un pequeño abrazo y le consoló:
–No te preocupes, ya pasó. Tú eres fuerte, puedes con esto.
La soltó, y la ojiazul asintió. Parecía que todo iba bien, no obstante un Fearrow nos sobrevoló y aterrizó con su dueño.
–Buen trabajo Zopilote. - El entrenador sonrió. – Hola avengers. Lo logramos.
Tal vez todos lo vieron con mala cara, no lo sé, pero yo si lo hice. 
–¿Pero qué pasa? ¿Por qué todos me ven así? ¿Acaso he hecho algo malo?
–Claro qué sí. -Le reprendí. Empuñé la mano.- Pusiste a todos en riesgo con tu plan. Somos tus compañeros, no tus instrumentos, Nate.
–Oye, no te pongas así, Saske. - Me dijo sonriente. -La cosa es hacer daño a Teselia, ¿no es así? - Me miró, intentó herirme con eso. - Detuve el avión, y sabía que tú salvarías a la ratoncita. 
Que hiciera mención de ella, hizo enojar a Lizzi. La ojiazul se le acercó y le dio una cachetada. El impacto de piel contra piel se escuchó fuerte y claro. El rubio bajó la cara ante semejante golpe. Para rematar, la chica le gritó.
–¿Cómo te atreviste a hacerme eso? ¿Y cómo puedes sonreír con un corazón tan negro? Eres tan cruel y desagradable. Duele estar cerca de ti.
Y se alejó de él. Sin levantar la mirada, y con el golpe marcado en su mejilla, Nate preguntó.
–Era el único camino para ganar. Lo saben. ¿Por qué se molestan?
Nadie se animaba a responder. Karin, tomó algo de coraje, y le dijo.
–Sí no comprendes lo que has hecho mal, no tiene sentido que te lo explique.
–Ya veo.
Exclamó. Levantó el rostro y arreglándose el cabello nos dijo:
–Tal vez tienen razón. Soy el más bajo entre lo bajo, siempre lo he sido y siempre lo seré. Y por eso mismo, haré lo que sea para ganar.
–No se trata sólo de ganar, Nate.
Le grité le di la espalda sin quitarle la vista de encima. Él, con una mueca de desagrado, me preguntó:
–¿Y de qué más se trata, Saske?
Di la vuelta. No tenía sentido hablarle de compañerismo y compasión. A él le valía eso. Tendría que usar otros métodos.
–Sí eso crees, vamos a pelear.
Lizardon soltó un rugido, y Zopilote pio en respuesta. Nate se mostró preocupado, pero luego sonrió.
–Está bien. A la de 3.
Con esa respuesta, comencé a contar:
–Uno...
–¡Dos!
Gritó él lanzando una piedra al aire, ante lo cual su Fearrow dio un aleteo. Resultó que la piedra era arena, y Fearrow la dispersó cegándonos.
Con los ojos llenos de tierra percibí que el ave se alejaba, así que le ordene a Lizardon que lo siguiera. No vi por unos momentos, hasta que logré quitarme el suficiente polvo de los ojos para apreciar la batalla. Ambos pokémon volaban verticalmente, alejándose más y más. Y sobre ellos, las nubes.  Claro, en las nubes las llamas de Lizardon se apagarían por la humedad. El rubio lo planeó desde el principio.
–Lanzallamas.
Lizardon sólo siguió volando tras Zopilote. ¿Acaso no me escucha? Claro, ya está bastante lejos.
Nate sonreía. Tenía que hacer algo. Jale aire, llené mis pulmones, me paré firme y grité con todo:
–¡Laan-zaa-llaaaa-maaaaaassss!
Me dolió la garganta tras eso. Pero mirando hacia arriba, Lizardon disparó su fuego, y creo que quemó un poco al Fearrow. Tras eso, se perdieron entre las nubes. Esperaba que con esa ventaja pudiera ganar. Después de todo, Lizardon tenía juicio propio para pelear. Por desgracia, sabía que el de Zopilote era mayor.
–Como... -me dolía hablar, y se notaba en mi voz - como pude creer que sería una pelea limpia.
Escupí. Nate sonrió.
–Claro que fue un error, defensor de Pueblo Paleta. Esa es mi forma de pelear. Yo soy el menos que surge del caos, Nate.
Nos miramos fijamente, y tras unos momentos de expectación, ambos pokémon bajaron. Mi Charizard lanzó a la cubierta a Fearrow, a quien venía arrastrando desde los cielos, y se paró sobre él. El resultado era claro.
Nate regresó a Zopilote a su pokebola y se paró en cuclillas para apreciar la pokebola por unos instantes. Tras eso exclamó:
–Tsk, volví a perder.
Sí había momento de imponerse, era ahora.
–Nate. - Mi voz estaba ronca. - Seguirás en el equipo, eres mi responsabilidad. Pero no quiero que le vuelvas a hacer daño a nadie de nuestro equipo. Con el enemigo puedes hacer lo que quieras, pero te comportaras con los avengers.
El rubio se levantó y dijo:
–Está bien, Saske. Que equipo tan genial elegiste, que necesita protegerse de un chico tan inútil como yo.
Le dejaría pasar eso. Se dio la vuelta y dijo:
–Tengo hambre. Iré a la cocina a ver que hay.
–Ezperrame.
Gritó Scotty. Pensamos que diría algo contra Nate, no obstante sólo dijo:
–También tengo hungry.
–Que bueno, me vendría bien algo de compañía. - Comentó el rubio.
–Esperro que no seas delicado para comer.
–No te preocupes. Yo espero me dejes algo de comer.
Y se fueron platicando. Yo tosí. Morti se fue a quien sabe dónde. Lizzi estornudó, así que Karin le recomendó:
–Deberías ir a bañarte, o te resfriaras.
Ella asintió y entró al barco.
–Nosotros también vamos, Saske. Lorelei nos espera.
Me recordó la castaña y la seguí dentro del barco.
No sabíamos dónde estaba la oficina de Lorelei, así que hubo que preguntar a los soldados de ahí. Nos guiaron, y de paso me dieron miel para mi garganta, porque tosía un montón y estaba bien ronco. Finalmente, llegamos.
–Con permiso.
Saludó mi amiga. La maestra del hielo nos invitó a sentarnos, cosa que aproveche para mirar a alrededor. A pesar de parecer la cabina típica del capitán, con un análisis se veía esculturas de hielo que enmarcaban a la pelirroja como la dueña.
–Veo que se metieron en problemas, pero los resolvieron. - Empezó diciendo. - Es bueno, porque nuestra inteligencia no logró encontrar los asentimientos teselianos en las Islas Sete.
–Entonces - cuestioné - ¿qué hacía usted en Isla Quarta?
Suspiró como si se resignara a soltar la información.
–Isla Quarta es mi hogar natal. Cuando mi gente comenzó a advertir extraños movimientos, me lo informó y me propuse a investigar antes de partir hacia Alola. Con un pequeño equipo armé una expedición, y descubrí  la base de Teselia en el fondo de la Gruta helada, y la ataqué. Ahí descubrí una línea de comunicación hacia otra base. Para nuestra suerte, ustedes ya estaban ahí, y Karin fue quien me respondió. Como siempre, estuviste excelente niña.
–Gracias.
Mi amiga se mostró algo apenada por la felicitación.
–Ahora bien, me contaste superficialmente la situación, pero quisiera que me contaras toda la historia.
Y mi amiga se la contó, incorporando de forma general lo de los avengers.
–Ya veo. - Comentó Lorelei cuando la castaña terminó. - Buen trabajo, avengers.
Se levantó y caminó hacia la entrada. Dándonos la espalda, nos preguntó:
–¿Así que son una unidad libre, fuera de la jurisdicción de los altos mandos?
–Así es. Nuestro objetivo son los floreados. – Le respondí.
–Con que es eso.
Y cerró la puerta con seguro. Eso era sospechoso, pero decidí callar. Ella volvió a su asiento, y se quitó los anteojos. Con una frialdad que no lo había visto antes, nos dijo.
–Escuchen, los dos. Lo que le platicaremos a continuación será extraoficial. Confío en ustedes, así que pongan atención a lo que les diré.
Mi amiga y yo asentimos. Entonces habló la pelirroja entrelazando sus dedos.
–Las cosas no están del todo bien en Kanto. Personas que atentan contra la paz están infiltradas.
–Pero... - le objete - creía que todos los soldados rebeldes habían desertado y unido al Team R.
–No es así. -Respondió Lorelei. - He detectado sabotajes, atentados y encubrimientos Es por eso que necesito de su ayuda. Ahora partirán a Alola, pero deben tener cuidado.
Comenzaba a comprender, así que le comenté.
–Ya veo. Cree que podrían intentar algo contra nosotros. O más bien, confías en que en los vengadores no hay infiltrados.
La maestra del hielo sonrió con suficiencia. Abrió un cajón y sacó dos objetos. El primero, un medallón, que era plateado con una joya azul, grabada con un poco de nieve. El segundo, una carta.
–Tengan. Tiene mi sello. Sí llegan a tener problemas, pueden invocar mi autoridad, úsenla con cuidado. Que no se den cuenta que tenemos un trato. - Mi amiga lo tomó y lo guardó en un bolsillo. - La carta es para ti, Saske. Cuando atendí a tu padre, la traía consigo. La tomé antes de que alguien más lo hiciera. No la he leído, pero creo que tú deberías tenerla.
La tomé entre mis manos.
–Gracias. - Murmuré, y luego la miré con decisión. - Pierda cuidado, descubriremos la verdad.
Me puse de pie. Karin me siguió, e hizo una reverencia.
–Le agradecemos la confianza. No la defraudaremos.
–Bien, pueden retirarse.
Se acercó a abrir la puerta, y mi amiga me dio un codazo y susurró:
–Lizzi.
Cierto.
–Disculpe, mi compañera Lizzi perdió sus anteojos, ¿podría ayudarle con eso?
Le pedí, a lo que ella respondió:
–Mándenla conmigo.
–Se lo agradezco.
Y salimos de ahí. Vagando por el barco, le pedí a mi amiga:
–Lizzi debe seguir bañándose. Ve y dile.
Ella me miró y tomó del hombro:
–Sip. Tú aprovecha y lee la carta. Sí me necesitas algo, búscame.
Asentí y mi amiga partió. Yo busque una banca y saqué la carta. "¿Debería leerla?" Tal vez, quizás era algo urgente y sería conveniente que lo supiera. Saqué la hoja del sobre y la observé. Estaba mecanografiad, y era pequeña. Sin más, la leí.
"Amigo mío, ha pasado tiempo que no nos vemos. Yo sigo luchando por el bien de Kanto de la forma que puedo. Hubiera querido hacer más, pero la situación no me lo permitió.
Tuve oportunidad de ver de nuevo a tu hijo. Es un buen muchacho, con potencial, pero se ve que aún tiene mucho que aprender. No obstante, tiene un gran coraje en su interior, se parece a ti en eso.
Sé que descubriste un par de cosas. Es mejor no decirlas. Sin embargo, ahora que las sabes, debes tener cuidado. La vieja Ikiryo y el anciano irresponsable pueden ser terribles cuando se trata de esconder algo, sí lo sabré yo.
Nos vemos luego, o tal vez no. Cuídate.

F.F."

Firmaba F.F., así que la escribió mi padre. Lo que significaba que aún no la entregaba. Pero no tenía destinatario. Y esa persona no sabe que corre peligro, por saber algo. ¿Y quiénes son la vieja Ikiryo y el anciano irresponsable? Todo esto era muy confuso, y nada me servía.
De seguro le sería más útil a la persona que la iba a recibir, pero lo único que dice es que es un amigo de mi padre.
Bah, no sabía qué hacer con esto. La guardaría, y se la daría a mi padre cuando se recuperara.
Así, transcurrieron las horas y llegamos a Ciudad Carmín. Mentiría si dijera que volver ahí no me trajo malos recuerdos. Me despedí de Lorelei y reuní a los avengers.
Karin un poco temerosa, se notaba a pesar de que trató de poner su mejor cara. Scotty, un poco ebria, pero se percibía su decisión de seguir con la misión. Nate sonreía con inocencia. Morti se veía fastidiado. Y Lizzi con resolución y anteojos nuevos. Se veían cansados, y no los culpaba, yo también lo estaba.
–Avengers, escúchenme. Lo hicimos bien hoy, a pesar de todo. Pero a partir de ahora todo será más difícil. - Algunos asintieron. - Miren ese barco. Ese barco nos llevará a la guerra. Y hay mucho en juego. Por eso es que quiero que se cuiden unos a otros. Venceremos a los floreados, y el día que regresemos, lo haremos juntos.
Karin levantó sus manos y me aplaudió. De a poco los demás se unieron. Sonreí ante ello. Me di la vuelta y señalé el cielo.
–Allá vamos, Alola.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora