Replantear estrategias

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–Los Eternity eran una adinerada familia de Teselia. Tenían su mansión, algunos autos y sirvientes, cosas que tiene la gente adinerada. Sí me preguntas, solo eran pretenciosos. Ricos aprovechándose de pobres. Supongo que todo empezó con la espectacular boda de la feliz pareja, que al poco tiempo tuvieron un saludable niño, Will, y cuatro años después una bella princesita, Alice. El par de pequeños tenían dos aficiones, las artes y los combates pokémon. Alice usaba pokémon de hielo y se dedicaba a la pintura, mientras que su hermano de espíritu más ardiente se decantaba por pokémon de fuego y la actuación. Por sí fuera poco ser ricos y tener padres que los quisieran, ambos eran sumamente talentosos para estas actividades. Parece ser que la vida se ensaña con unos mientras que bendice en exceso a otros. ¿No es verdad, Saske? -Lo dijo sonriendo, pero note cierto receló en sus palabras.- Bueno, basta de tanta felicidad. Cuando Will tenía 12 años y su hermanita Alice 8 salieron a un festival de arte, sus padres muy orgullosos animaron a sus hijos e incluso regresaron a casa pronto para prepararles alguna sorpresa, pero, oh desgracia, había alguien esperándolos. Lo siguiente que supimos del par de mocosos es que cuando llegaron a su hogar este estaba consumiéndose por las llamas. Obviamente sus padres estaban dentro, de forma que murieron. -Eso era horrible, pero de nuevo Nate lo decía como si contara un chiste. Hice fuerza en el puño, debía resistir un poco las ganas de golpearlo.- No se sabe mucho de los niños por los siguientes tres años, salvo que sus padres les dejaron suficiente dinero para vivir bien. Sin embargo, algo dentro de ellos se torció, o más bien se culminó en torcerse ya que se convirtieron en mercenarios, cazadores. No sé si para buscar al asesino de sus padres, o también en alguna parte leí algo de sentir admiración, yo que sé. Fueron buscados en Teselia por mucho tiempo, hasta que, iniciada la guerra, Lirio negoció con ellos y los unió a sus filas.
Concluyó Nate su narración. Veníamos de regreso a la casa que me había sido asignada, y él me insistió tanto en contarme la historia de ese par que termine por acceder. Maldición, lo que dijo sí que es triste, e incluso comprendo un poco a esos hermanos. El dolor de perder a un amigo y a varios más es lo que me impulsa ahora, no quiero imaginarme que sentiría al perder a mis padres. No, eso sería mucho.
Ya estábamos por llegar cuando vimos algo de alboroto en la ciudad, le preguntamos a un sujeto qué sucedía y nos dijo que los Altos Mandos convocaron a reunión.
–Con un demonio, ya estábamos por llegar a la casa.
Exclamé. Nate rió un poco y me aclaró:
–Tranquilo, Saske. Este tipo de cosas me suelen pasar a mí, y como me acompañas también te sucedió a ti.
Mala suerte, supongo. De forma que allí íbamos de regreso. En el centro de la ciudad se aglomeraba la gente, y noté que en un palco improvisado estaban los Alto Mando, Lorelei al frente, Lance de espaldas ondeando su capa y Bruno sentado con las piernas cruzadas. Cuando todos estuvieron en un lugar y en relativo silencio Lorelei comenzó a hablar:
–Ejercito de Kanto, hoy ganamos una batalla, no obstante no es una victoria total, demasiados hombres nuestros han sido heridos y otros han ingresado a las filas de los caídos...
–Que bonito se oyó eso.
Susurro Nate a mi lado, pero como nada más yo lo escuché, el anunció siguió:
–Entre los heridos debemos contar a Aníbal, Clint -me pregunté quien era ese sujeto, pero como mostraban fotos de las personas supe que se trataba del tipo medio vaquero que usó a Tauros y Miltank- Erika y Alfred. -Así que el señor Alfred también, esa descarga que le propino Thundorus debió ser dura. - Por lo tanto el reparto para la toma de Ciudad Azafrán, Ciudad Azulona y Pueblo Lavanda se tuvo que reorganizar, más aún porque nos llegó información de que un Alto Mando está apostado en Lavanda, por lo que son dos Elites de Teselia a quienes deberemos que enfrentar. Es por eso que el reparto de los comandantes para cada abordaje es el siguiente: Lavanda, Bruno auxiliado por Fir Fire -mi padre iría a Lavanda, quizás pudiera decirle una o dos cosas de cuando estuve ahí-; Azafrán, Lance asistido por Saske Fire -Me quedé sorprendido. Realmente me habían nombrado a mí. ¿En realidad era tan importante para Kanto? Sonreí con suficiencia. Estaba orgulloso de mí mismo. Era alguien importante en el ejercito. No pude pensar más en eso ya que se alzó un gran alboroto.
–¿Qué sucede?
Pregunté, y la misma Lorelei respondió como si me hubiese escuchado.
–Repito. Guiaré sin apoyo el ataque a Ciudad Azulona.
–Con todo respeto. -Intervino mi padre.- Creo que debería esperar a que alguien se recupere y la acompañe, en lugar de esperanzarse a que Sabrina y Koga lleguen a auxiliarle, por qué es lo que espera, ¿cierto?
Lorelei se acomodó los anteojos y le respondió:
–Aun si no llegaran, tengo la suficiente capacidad para lidiar con Aza.
–Dejenla. -Gritó Nate.- Ella volverá triunfante, se los aseguro. Me preocuparía más por quienes van a Ciudad Azafrán liderados por el inexperto de Lance.
El domadragones se giró mientras el meollo se armaba, y yo aproveché para meterle un golpe en las costillas al rubio. Se retorció en dolor un poco y le susurré:
–No hables mal de mis amigos.
Él soltó una risita mientras que respondía:
–Tienes problemas de ira, Saske.
–¡Ya basta!
Ordenó Bruno y todos se calmaron. Lance miró incrédulo como mucha gente aún en silencio estaba de acuerdo con Nate, y Lorelei decidió terminar con esto:
–Hemos concluido que necesitamos un descanso, pero si esperamos demasiado Teselia podría atacarnos, y no perderemos esta ciudad ni Fucsia nuevamente. Hay que ser ofensivos, y tomar los tres lugares a la vez si queremos que esto tenga éxito, uno solo podría caer fácilmente. Partiremos en tres días, a esta misma hora. ¡Por Kanto!
–¡Por Kanto!
Gritamos todos
Más tarde, caminaba en silencio de regreso a la casa que me habían asignado, quería ver como seguía Karin, sin embargo tenía a Nate siguiendome a la vez que jugaba con un yo-yo que le había robado a un niño. Lo hubiera detenido si lo hubiese visto, pero como lo perdí entre la multitud y luego él me volvió a encontrar para contarme la historia de un mocoso engreído que no prestaba sus cosas a otros niños más pobres que él, de modo que el ojiazul se acercó, le quitó los juguetes al engreído y los repartió quedándose con el yo-yo. Suspire y le hable:
–Oye, si seguiremos con esto debemos establecer unas reglas.
El rubio hizo un truco con el juguete, o al menos lo intento por que no le salió, a la vez que respondía:
–¿Te refieres a mi desagradable e hiriente personalidad?
Asentí para luego decir:
–Al menos di que intentaras no ofender y dañar a nadie más.
Nate respondió de la forma más alegre y despreocupada posible.
–No prometo nada, ni siquiera lo intentare.
Me quedé quieto en mi lugar. ¿Cómo podía ser tan cínico? Apreté los puños a la vez que me llevaba las manos a la cabeza.
–Quieres golpearme de nuevo, ¿eh, Saske? No te sientas mal por ello, me han dicho que provoco en otras personas el deseo de golpearme.
Tendría que rendirme con este chico. Intentó matarme y era muy cruel, no obstante sentía que tenía un buen corazón. Por ahí, en el fondo.
–Sabes, prometo ya no golpearte.
Me miró extrañado y respondió:
–Gracias, supongo, eres muy amable.
Se colocó las manos tras la cabeza y mencionó.
–Por cierto, general Saske, felicidades por tu mención honorífica. Entraste al club de los ganadores.
La forma en que lo dijo no parecía una felicitación sincera, así me concentre en el hecho de que ahora tenía más autoridad dentro del ejercito, de cierta forma. Sonreí de nuevo al recordar cuando me nombraron. El día que esto inició yo solamente quería proteger Kanto, y al fin ya no solo la gente me apreciaba, si no que los Altos mandos confiaban en mí para proteger a nuestra región. No obstante, mí sonrisa se desdibujó. Las cosas habían cambiado. Lo que opinaran los líderes ya no era tan importante. Ahora estaba en un cruzada personal para vengar el daño que Teselia y sus aliados hicieron a mi región. Que me hicieron a mí. No importaba que títulos tuviera, ahora tenía mis propias metas. Nate siguió diciendo:
–Espero que eso no afecte a lo que teníamos planeado. Te seguiré, pero cuando llegué el momento pelearé contra esos prodigios.
–No te preocupes. -Le respondí.- Cumpliré con lo que te prometí.
Llegamos finalmente a la casa y pasamos. Nate justo al entrar me preguntó:
–¿Puedo ver ahora a Karin?
Me detuve en seco para decirle:
–No. Puede que me halla resignado contigo, pero no dejaré que le digas cosas hirientes a mis amigos. -Seguí caminando, pero le concluí:- Quizás mañana.
Él asintió y respondió con ánimos:
–No hay problema, igual tengo que arreglarme para verme bien.
–¿Vas a decir que la belleza cuesta?
Le cuestioné, pero respondió sin los ánimos anteriores:
–Supongo.
Subí las escaleras mientras me quedé meditando en que su apariencia no parecía importarle mucho.
Llegué arriba y quería ver a mi amiga. Abrí la puerta y la encontré sentada acariciando a su Venusaur, el cual apenas si cabía en la habitación, razón por lo cual nomas al verme se despidió de él y lo guardó en su pokebola. Me acerqué a ella y note que su rostro estaba y sonrojado y respiraba con un poco de dificultad.
–¿Qué pasó? ¿Qué tienes?
Le pregunté un poco preocupado, pero ella sonrió.
–Tranquilo, únicamente tengo un resfriado, el doctor me ordenó guardar cama unos días, así que no podré acompañarte.
Me pregunté como sabía eso, pero como vi una radio mi duda quedó resuelta. Le toqué la frente y en efecto tenía algo de fiebre. Me puse algo nervioso y le cuestioné:
–¿Ya tomaste tus medicinas? ¿Dónde están? ¿Si te sientes mejor?
–Hey, tranquilo. Estoy bien, de verás.
Respiré y me senté a su lado.
–¿En serio?
–Sí.
Es bueno verla tan tranquila después de las dudas que tuvo en medio de la batalla contra el trio de las nubes.
–Oye Karin, quiero disculparme.
–¿Por qué? -Me cuestionó.
–Porque no fui del todo comprensivo contigo, y mis ganas de vengarme y destruir a Teselia te metieron en problemas.
Ella me tomó de la muñeca y me respondió:
–No, yo decidí acompañarte porque esta también es mi pelea. No soy tu niñera ni tu la mía, somos amigos y nos cuidamos. Necesitó ser fuerte para afrontar lo que venga, y sí surge un obstáculo no debo frenarme, sino tratar de superarlo. -La entendía. Ya no estaba tras de mí, ahora estaría a mi lado. Era más decidida, se notaba en su mirada. Continuó: - Por eso quiero que me entrenes.
–¿Qué? -Pregunté sorprendido.
–No habló de combates pokémon, eso debo descubrirlo yo misma, me refiero a peleas mano a mano.
Agache la cabeza confundido, pero luego sonreí.
–¿Así que quieres fortalecer tu cuerpo?
Asintió.
–El doctor me dijo que varios otros más también pescaron un resfriado. Pero tú no. Debo estar lista para pelear mano a mano al lado de mis amigos.
Sabía que se refería no solo a mí, sino también a sus pokémon. Me levante y guardando mi espada le decía:
–Yo aprendí esgrima en secundaria mientras que Jaden lucha, y lo que sé  me lo enseñó él, así que si te sirve de algo te lo mostraré, solo esperemos a que te recuperes.
Me giré a verla y me miró extrañada:
–¿Recuerdas la secundaria?
–Sí, ¿por qué? -Le pregunte ante tal raro cuestionamiento.
Suspiró y evadió:
–Por nada.
Me acerqué a cobijarla mientras le decía:
–Descansa. Te traeré algo de comer.
Y bajé para ver a Nate apoderado de un sillón, se quedaría aquí. Repartiendo mi tiempo entre él y Karin concluyó ese día.
El siguiente inició con mi padre llegando temprano para él en persona:
–Tengo el honor de entregarte a ti, Saske Fire, mi hijo, dos medallas de honor. Felicitaciones.
Y me abrazó. La verdad si me sentí genial por lo orgulloso que estaba mi padre de mí, pero las medallas ya no significaban tanto. Aún así, ahora tenía más que Jaden. Además de las medallas, papá me dio varios consejos, como por ejemplo tener siempre la iniciativa, pero si el oponente es fuerte medir su fuerza y luego atacar. Los soldados probablemente entren en pánico por lo cual no debes mostrar tu miedo. Y que no siempre podrás salvarlos a todos.
–Gracias papá.
–Por nada hijo, nos vemos más tarde tengo cosas que hacer.
Se despidió. Nate no estaba en casa , no sé porqué, y Karin estaba en cama, así que salí a dar una vuelta, y a buscar a Lance. Debía hablar con él.
La verdad ver a la ciudad en reconstrucción me llenó de paz, la gente podía volver a como era antes de todo esto. O quizás no y ver todo esto era una ilusión. Buscar a Lance fue difícil, nadie sabía donde estaba. Quizás le preguntaría a Lorelei, pero lo pensé dos veces ya que tal vez estaría harta de mí. Además de que me enteré de que Alfred se levantó hecho una fiera y fue a reclamarle que porque no lo dejaban ir a la batalla, a pesar de que todos vieron que estaba claramente herido, por lo que la pelirroja molesta lo mandó a la enfermería. No, sería prudente incordiarla ahora. Mejor iría con Bruno. De él me dijeron que estaba cerca de la entrada al Mt. Moon. Corriendo me apresure a llegar y ahí encontré al karateka sentado, pero con una expresión de concentración.
–Señor Bruno...
Levantó su mano pidiendo silencio y me dijo:
–Sientate y escucha.
Así lo hice, creyendo que me diría algo, no obstante se quedó callado. ¿Entonces que quería que escuchara? A lo mejor los Clefairy cantaban, cosa poco probable, porque solo lo hacen en noches de Luna Llena, pero aún así agudice el oído. No oí nada, salvo naturaleza: los Pidgeys volar, los Sansdrew excavar, los Rattatas correr, mi entorno. Respiré tranquilo y Bruno entonces habló:
–En una batalla se debe conocer todo lo que la rodea, tanto el ambiente como las personas y los pokémon, así es como encontraras la forma correcta de usar tu fuerza.
–Tiene razón.- Le respondí.
–¿Qué deseas joven?
–Quería saber si usted sabe dónde está Lance.
Abrió los ojos y me dijo:
–Me buscó para saber de una manera de aumentar su fuerza. Le dije y se metió a la cueva a entrenar. Las palabras no son muy útiles con él ahora.
Asenti.
–Igual debo verlo.
Y me dirigí a la entrada del monte, pero antes de despedirme Bruno me cuestionó:
–¿Por qué no le preguntaste a Lorelei? Ella habla bien de ti.
No respondí y simplemente entre a la cueva. Por suerte Lance estaba casi en la entrada, entrenando a su Dragonair, el que tuvo desde que era un Dratini. Si las palabras no tendrían efecto en él, entonces un pequeño combate. Saqué a Lizardon y salté frente a él y le dije:
–Un combate Lance, quien de el primer golpe gana.
Me miró y ordenó:
–Dragoaliento.
–Lanzallamas.
Ambos rayos chocaron nulificandose y el dragón se arrastró para acercarse a la lagartija.
–Voto fuego.
Tres columnas de fuego salieron para impedirle el paso, no obstante:
–Acua cola.
El dragón giró sobre sí mismo para con su cola apagar las llamas y con gran velocidad saltar contra Lizardon. Mi pokémon ya lo tenía encima sin poder hacer nada, no había tiempo para Lanzallamas ni Garra metal por lo que recibió el golpe que lo derribó. Había perdido.
–Regresa Lizardon. -Dije un poco apático, y le aseguré a Lance.- Solo deja que todos vean esa fuerza tuya y te respetarán.
No dejé que me contestara y me fui. La verdad me sentía frustrado. Sin importar todo, Lance era más fuerte que yo. Quizá ahora él necesitaba ganar este combate, pero algún día de estos lo vencería. Porque sí quería acabar con mis enemigos primero debía superar a mis amigos.
Volví a casa ya entrada la tarde, y Nate había vuelto.
–Oh Saske, ¿dónde has estado?
Me preguntó y le respondí:
–Por ahí.
–Viste al domadragones, ¿cierto? La presión debe ser tanto, le pesa ser un héroe.
No lo respondí nada, así que el siguió hablando.
–¿Sabías lo que los ricos tiran a la basura? Encontré esta consola en el suelo con un juego, y pues lo tome.
La mire y estaba en muy buen estado, mejor que la que tengo en casa.
–¿Seguro qué no es robada?
Él sonrió mientras decía de forma simpática:
–Robar sería quitarle algo a alguien que se lo merece, yo jamás haría tal cosa.
No pude replicarle ya que Karin apareció al pie de las escaleras.
–¿Te sientes mejor?
Le pregunté, y ella con algo más de energía que ayer me aseguró:
–Sí, además no voy a estar en cama siempre, es solo un resfriado.. –Entonces notó la presencia de mi acompañante y me preguntó.- ¿Quién es él?
Sin que tuviera oportunidad de hablar, él mismo se presentó:
–Un placer conocerla, mi lady, mi nombre es Nate Kinomoto.
E hizo una reverencia. Eso no me sorprendió, sino que no había pizca de malicia en sus palabras. Por su parte, la castaña lo miró extrañada y le dijo:
–El gusto también es mío, pero tengo la sensación de ya conocerte.
El rubio se enderezó y respondió:
–Puede que sí, puede que no.
Regresó a su irónica forma de hablar, pero sonrió, así que mi amiga le devolvió la sonrisa.
–Que chica tan linda.
Comentó el rubio y se acercó a la televisión para empezar a enchufar la consola de videojuegos. Karin me miró pero yo le indiqué con un gesto que todo estaba bien.
–Van a jugar, ¿cierto?
–Sí, voy.
Le respondí y me acerqué. Se trataba de un titulo de peleas de pokémon que solía jugar con Jaden, a él no le gustaba mucho porque casi no le sabía, así que trataba de evadirlo y que jugáramos otro juego en el que era bueno. En lo personal prefería uno en que hiciéramos equipo, por alguna razón me era más satisfactorio que ganáramos o perdiéramos juntos a que nos tratáramos de vencer mutuamente. En tanto a mi amiga, ella regularmente se sentaba a vernos y apoyarnos, claro que jugaba no obstante prefería ser una observadora. Sin embargo, esta vez ella se acercó y dijo:
–Quien gana le toca contra mí.
Nate y yo sonreímos. Jugamos y nos divertimos por muchas horas, en las cuales Karin me sacó algunas sorpresas venciendome en un par de ocasiones, y en cuanto a Nate, él no ganó ningún combate, ni uno solo; la verdad es que era malísimo, y sin embargo algunas veces nos dio tal paliza que parecía que ahora si ganaría, pero acabábamos por darle la vuelta. Al ojiazul no parecía importarle tanta derrota.
El día siguiente me entrene un poco y aunque Karin ya estaba mejor todavía no era recomendable que hiciera mucho esfuerzo físico, por lo cual sólo le mostré la teoría del combate. Nate desapareció al principio del día, y lo encontré más tarde ayudando en la reconstrucción, aunque varias veces casi lo corrían por tantas bromas hirientes que hacía. Así se fue el segundo día de espera.
El último día lo dediqué a descansar, hasta que el Sol bajó un poco su intensidad marcando la hora en que debíamos partir.
–Cuidate, pronto te alcanzaré.
Me pedía Karin a la puerta de la casa que hasta ese momento había sido mi alojamiento. Pudo haber sido imprudente y venir aún con gripe, pero confiaba en mí y sabía que sería más útil cuando estuviera totalmente recuperada.
–Tú también. -Le respondí. - Cuando nos veamos de nuevo tendremos Ciudad Azafrán.
Solo faltará Carmín... y Surge.
–Nos vemos.
–Nos vemos.
En las puertas de la ciudad se reunía la parte del ejército que iría al combate. Nate venía tras de mí provocando suspiros de las chicas que lo veían. Observé un poco y vi a Lorelei y Bruno, mi padre, pero a quién buscaba era Lance, quien estaba más sereno que la última vez que lo vi. Me uní a sus filas y él asintió al verme.
–Bien, vamos a ganar esto. -Susurré para mí.- Por Kanto. Por mis amigos.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora