Los Eternity

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–¡Vamos! Ya estamos cerca.
Tras esos duros enfrentamientos, y otros no tanto, avanzamos hasta estar a las puertas de la base central de Teselia. A estas alturas el vapor ya se había disipado, así como seguramente mi padre y Lorelei y habrían abandonado la ciudad. Lo cual era bueno ya que el plan marchaba bien, pero también significaba que ahora Lance y yo estábamos por nuestra cuenta. Avance otro poco y finalmente vislumbre la batalla que sucedía. No sabía donde estaba el domadragones, por lo que tal vez le dio descanso a Dragonite y uso sus demás pokémon. Di un vistazo y aún no habríamos logrado entrar, por lo cual para esta pelea necesitaría más fuerza física. Saqué la pokebola y lo miré, ya se había recuperado.
–Pikachu, Rockruff, descansen. Ve Snorlax.
Mi imponente pokémon apareció, y la gente se reunió a mi alrededor, así que grité:
–Ataquen.
Todos fuimos al avance, y un Audino saltó ante nosotros así que ordené: "Mega puño" y lo derribó. Seguimos y un Minccino apareció ante nosotros, así que traté darle otro Mega puño, pero lo esquivó usando su energía psíquica para luego usar un Confusión que mareó de equilibrio a Snorlax, así que dije:
–Golpe cuerpo.
Aproveche que caía para él mismo se lanzara y aplastara al pequeño. Así lo vencí, incluso su entrenador me dijo que me excedí. Tal vez sí, pobre pokémon.
Con más fuerza comenzamos a presionar a los teselianos, con este ritmo pronto no estarían más que entre la espada y la pared. Lo estábamos logrando. Sin embargo, algo ocurrió. Extraños ruidos de maquinaria comenzaron a escucharse.
–¿Qué es eso?
Cuestioné alarmado, y más aún cuando las estructuras del techo de su base comenzaron a moverse. En sonidos monumentales la punta izquierda del techo tomó forma de garra, lo mismo que la derecha. Pero lo más impresionante es que una cúpula se alargó y tomo rasgos reptiles, para finalmente transformarse en una cabeza de dragón. La preguntas de que era eso abundaban. Lo descubrí a los pocos segundos:
–Es un arma.
En su hocico comenzó a cargar un rayo que disparó directo contra mis compañeros.
–¡Cuidado!
Grité, pero fue demasiado tarde. El ataque impactó dañando a varios entrenadores y sus pokémon. La situación acababa de ser volteada.
–Ja, que idiotas que son, se dejan vencer por una casa. Con esas fuerzas no creo que ganen ninguna guerra.
Esa voz la conocía. Me giré y ahí encontré a Nate sentado en el tejado de una casa, burlándose. No pude reclamarle nada, ya que sus gritos llamaron la atención del dragón que le disparó sacándolo a volar.
–Snorlax, atrapalo.
El rubio cayó en la panza de mi pokémon, a salvo, mientras se extinguían unas brasas que se le encendieron. Los puños de su chaqueta estaban chamuscados, y varias partes más también. Incluso tenía algunas manchas rojas.
–¿Estas bien?
Le pregunté. Él sonrió y asintió. Pero se veía golpeado así que llamé:
–Un doctor.
–Aquí estoy.
De nueva cuenta la chica de cabellos rosas apareció. Claro que notó que se trataba de Nate pero aún así no mencionó nada, sino que le colocó pomada y vendajes en las quemaduras.
–¿Cómo estas?
–Mejor ahora que me atiende una belleza como tú.
Rikka se levantó y lo miró:
–Quisiera que repitas lo que comentaste en aquella ocasión.
Él se acomodó el cabello y dijo:
–¿Qué eres inútil y cobarde? -Dio una leve sonrisa y susurró. - Vaya, vaya, viniste. Al parecer estaba equivocado. Sin embargo este es un lugar hostil, deberías tener cuidado.
Justo después cayó otra bola de fuego de parte del dragón-casa.
–Debemos detenerlo.
Le dije a Nate, no obstante tiro un manotazo restándole importancia.
–¿Por qué? No es como que le haga daño a alguien importante.
Estaba por reclamarle enérgicamente, pero entonces apareció Lance a mi lado.
–Ya has llegado Saske.
–Así es, ¿tú donde estabas?
–Por ahí. Pero eso no importa. Lo que sí es esa arma de Teselia.
–Es una verdadera molestia. -Acepté, y luego le propuse. - Deja que yo me haga cargo. Únicamente necesito una forma de llegar hasta allá.
–Te prestaría a Dragonite, pero lo estoy reservando. -Pensó por un momento y le habló a un entrenador que tenía un Pidgeot.- Él te llevará. Aunque seguramente debe de haber guardias, así que ten cuidado.
Asentí.
–Llevare apoyo, no te preocupes.
Y miré a Nate. Lance se retiró a pelear, así que le hablé claro al rubio:
–Yo prometí ayudarte, así que tu has lo mismo.
Se levantó mientras murmuraba:
–Si hay guardias supongo que debo ir. -Y sonrió. - No verán lo que se les viene encima.
Regresé a Snorlax y ambos subimos al ave que nos llevó a la cima de la base para dejarnos caer ahí. Me di cuenta que el techo estaba dividido en tres secciones, la principal que era donde estaba el armazón del dragón, y otras dos más altas, una a cada lado con una pequeña brecha con la central y dos torres propias. Además notamos que alguien controlaba al dragón. Sentada en una cabina unida al cuello había una mujer de veintialgo, de raza negra y cabello morado.
–Alto ahí.
Le ordené, pero ella nos volteó a ver mientras reía.
–Hola chicos. Bien, no lo haré.
–¿Quién eres tú? ¿La reina de los artilleros miedosos?
Le cuestionó Nate con malicia, pero ella lo ignoró en cierto grado para responderle.
–Mi nombre es Jenny, y soy la asistente del señor Lirio.
–Pues bien Jenny, es hora de que dejes ese dragón.
Le amenacé mientras sacaba a Croconaw, no obstante ella respondió de nuevo riendo.
–Ya les dije que no, más aún porque primero deberán pasar por encima de ellos.
¿Ellos? Una onda gélida y una cálida se liberaron y ahí apareció un chico alto, con cola de caballo y cara de pocos amigos acompañado de una chica linda de cabello morado sujeto con listones.
–Mira nada más que coincidencia.
Exclamó Nate, lo que confirmó mis sospechas. El joven sacó un libro mientras nos miraba. Yo di un paso al frente y les espeté:
–Así que ustedes son Will y Alice, los hermanos Eternity. Mercenarios de Teselia.
No les pareció molestar ni sorprender que los nombrara, más bien les era conveniente ya que Will me respondió:
–Y tú eres Saske Fire, el defensor de Pueblo Paleta. Tienes cierto prestigio, quisiéramos acabar contigo.
Así que eso seguía. Su tono y gestos eran una mezcla de molestia e indiferencia, lo contrario que su hermana, quien parecía estar muy animada y le replicó:
– ¿Estas seguro que es él hermano? El chico de al lado es mucho más guapo.
Y le hizo ojitos. Su hermano le reprendió con la mirada y me dijo:
–Si quieren destruir el dragón primero deberán pasar por encima de nosotros. Lo cual es conveniente, ya que queremos pelear contra ti. ¿Qué tal un encuentro oficial? Dos contra dos. Si logran vencernos, podrán destruirlo.
Estaba seguro que eso era mentira. Miré a Nate y descubrí su mirada desafiante. Tenía un trato con él, además de que dejar suelto a ese par era peligroso. Tenía que acabar tanto como el dragón como con los hermanos.
–Nate, necesitó que los distraigas un momento.
El rubio se acomodó el cabello, sonrió y les habló con total tranquilidad
–Les agrada este lugar cierto. - Los hermanos lo miraron confundidos. - Ya saben, este sitio también ardió hasta las cenizas.
El chico enfurecido corrió contra Nate y lo tomó por la camisa, claramente enfurecido. Alice por su parte, rió algo fuera de sí. Era mi oportunidad, corrí mientras escuchaba al rubio rematar.
–¿Qué te sucede? ¿Por qué me atacas? ¿Es que no te gusta recordar tu dulce y cálido hogar?
Lo sentía por Nate, pero tenía algo que hacer. Saqué a Croconaw y le ordene que usara Pistola de agua mojando el dragón; acto seguido usé a Pikachu para que diera un Rayo que fregó el mecanismo, o eso me pareció porque la cabina comenzó a sacar humo y el dragón se detuvo. Lo había logrado. Jenny tosió y murmuró:
–Lo descompusiste. -Después rió de manera simpática y sacó un desarmador. - Creo que tendré que arregrarlo.
No tuve tiempo para más, ya que una onda cálida sopló tras de mí obligando a voltearme. Will se dirigía amenazante hacia mí con un Darumaka al lado.
–Basta ya de eso. Vamos a pelear.
Ya había conseguido tiempo, ahora tendría la chance de acabar con este par de asesinos. Me acerqué a Nate a la vez que mantenía mi distancia con Will, quien a su vez se acercaba a su hermana.
–Iniciemos entonces. -Sentenció el cola de cabello y la chica asintió. Además añadió. -Y niño bonito, si vuelves a ofenderme te emparejare la otra mejilla.
Me percaté entonces que el rubio tenía un golpe en la mejilla derecha, la cual se sobaba mientras sonreía. Ahí le respondió:
–No te preocupes por eso, estoy acostumbrado a que me golpeen. Aunque si lo vuelves a hacer siempre puedo ir a llorar con mis padres.
La única razón por la que Will no saltó a golpearlo es porque ya estaba lejos. Yo tenía que apresurarme antes de que la morena reparara la maquina.
–Bien, vamos a pelear.
Le dije a la vez que guardaba a Pikachu. El cola de caballo puso las condiciones.
–Una batalla dos vs dos, cada quien usará dos pokémon, y no se puede atacar con los pokémon a los entrenadores.
Asentí, pero Nate tardó. Lo miré y tenía la mirada gacha mientras sonreía, no hizo nada por unos momentos, así que Alice le apresuró:
–¿Qué te sucede? ¿Por qué no respondes? Éstas esperas se me hacen siempre eternas y más si pierdes el tiempo.
El rubio levantó la mirada y mirándolos les dijo:
–Lo siento, pero trataba de ponerlos nerviosos, ¿funcionó?
Pude notar el gesto de molestia en Will y un puchero en Alice, no obstante decidieron no discutir más y sacaron una pokebola mientras decían:
–Yo, Will Eternity, quien lleva al máximo calor los momentos, te llamó Darumaka.
Avanzó el mono de fuego en forma imponente.
–Y yo, Alice Eternity, la doncella que congela la memoria, te pido ayuda, Vanilluxe.
Y apareció un heladito. Supongo que yo también debería dar una presentación interesante.
–Yo, Saske Fire, soldado de Kanto, te llamo a la batalla, Croconaw.
Únicamente faltaba Nate, quien se acomodó su cabello, dio unos movimientos exagerados mientras gritaba:
–Y el broche dorado, Nate Kinomoto, Señor de la desgracia, te invocó en mi ayuda... Alucard.
Lanzó su pokebola y de ella salió... un Zubat.
–¿Un Zubat?
Le cuestioné.
–Tranquilo, es un tipo genial este Zubat.
–Pero...
–No tengo tiempo para sus tonterías, Darumaka, Nitrocarga.
El mono rojo corrió y arrolló al Zubat sin que este tuviera la menor oportunidad de moverse. Espero que no haya sido derrotado con eso.
–Croconaw, Hidrobomba.
Mi cocodrilo disparó una ráfaga de agua, no obstante Darumaka con su Nitrocarga la esquivó y se acercó a mi cocodrilo, quien seguía ejecutando su ataque por lo tanto no podía hacer nada, salvo:
–Cola dragón
Mi pokémon levantó su cola y  le propinó un golpe en la cara que lo mando hacia arriba. Una vez ahí redirigió su chorro contra el indefenso mono mandándolo a volar, aunque no lo suficiente para tirarlo del techo.
–Rayo hielo.
Una onda gélida congeló los pies de mi cocodrilo.
–Ahora veo porque eres tan famoso. -Me confirmó Alice.- Quizás valga la pena conservarte. -Ahora usa...
–¡Chupavidas!
El Zubat saltó sobre el helado y comenzó a comérselo, de alguna extraña forma, dando como resultado que recuperara un poco de salud. La chica de cabello violeta se mostró claramente enojada.
–Hey, se que eres hermoso, pero tú pokémon no lo es, ¡así que alejalo del mío! Ventisca.
El helado liberó un aire frigorífico que le quitó de encima a Zubat y congeló en mayor medida a Croconaw, pero aún le quedaba el hocico libre así que grité:
–Hidrobomba.
Disparó otro chorro de agua que sacó de balance al helito haciéndolo caer. No obstante, en ese instante:
–Golpe karate.
Ordenó Will y apareció Darumaka dándole un golpe en la cabeza a mi pokémon deteniéndolo.
–Tú eres fuerte. -Comentó Alice. - ¡Maravilloso! Hermano, merece ser conservado. Si es de agua debemos usar, Liotificación, ¿a qué sí?
Esa chica era bastante infantil, no así sus ataques ya que congeló primero el charco bajo sus pies que siguió el rastro hacia mi pokémon y que lo volvió una escultura de hielo en el acto. La chica jugó con sus coletas violetas mientras examinaba su trabajo.
–Pensándolo mejor, no me importaría olvidar esto. Hermano, puedes destruirlo.
Will empuñó su mano y sentenció:
–Con gusto. Darumaka, Golpe calor.
El mono saltó envuelto en una bola de fuego sobre mi pokémon destruyendo la capa de hielo que lo cubría y encima con golpeándolo, para después usar Lanzallamas contra él. Normalmente no hubiera sido mucho daño, pero como seguía envuelto en hielo le afectó más. Maldición, Croconaw ya estaba bastante golpeado, y encima la maquina dragón dejó de sacar humo, ¿qué podría hacer?
–Terminemos con esto para que ese Croconaw tuyo arda en el olvido. -Sentenció el chico de cola de caballo.- Lanzallamas una vez más.
Pero Darumaka no hizo nada. Le habló nuevamente pero nada pasó.
–Dejame intentarlo hermano. -Pidió Alice. - Rayo hielo.
De igual forma no la obedeció. Es más parece que no la escuchó.
–Buen trabajo, Alucard.
Me giré y vi a Nate felicitando a su Zubat. En primer lugar que bueno que su pokémon seguía en pie, pero ¿qué hacía?
–¿Qué esperas? Vas a desperdiciar el que te abriera las puertas.
Me apresuró. Usar las pocas fuerzas que nos quedaban en la maquino no serviría, asi que, a pesar de que no entendía que pasaba, ataqué:
–Croconaw, Cola dragón contra Darumaka, y después usas Mordisco contra Vanilluxe.
El mono estaba confundido así que lo golpearon y derribaron, mientras que el helado por más gritos que diera su entrenadora no se movía y simplemente se dejó morder.
–¿Qué diablos le estas haciendo a mí pokémon?
Le reclamó Will, a lo que Nate contestó:
–No tengo porque responder a esa pregunta.
Por mi parte había hecho que mi pokémon dejará al helado para que fuera de nueva cuenta a darle un colazo a Darumaka, mandándolo esta vez contra el pokémon de hielo.
–Ahora Croconaw, Hidrobomba.
El torrente de agua les impactó a los dos causándoles un gran daño.
–Hey, en serio ya di nos, no es divertido si usas trucos socios.
Le reclamó Alice, y Nate le respondió:
–Como quieras mi lady. -Respiró y sonrió. - Se llama magia, y no te explicaré nada más, pequeña huérfana.
He de admitir que eso fue cruel. Will se cubrió el rostro con las manos y gritó:
–Estamos perdidos.
–Cierto, -le recalcó Nate. - Debe ser humillante perder por un Zubat.
Entonces el chico de cabello morado se quitó las manos del rostro y admitió:
–Estaba fingiendo. Ahora sé tu secreto. ¿Quieres qué lo expliqué o tu mismo lo haces?
Nate sonrió y le respondió:
–Me descubriste. Anda explicalo, aprovecha tu momento. -El pelimorado iba a hablar, pero el rubio lo interrumpió. - Así es, sincronice sus palabras con el Chirrido de mi Alucard para que las ondas sonoras de mi pokémon taparan las de sus palabras. Por eso sus pokémon no los escuchaban. Pero ahora qué lo saben, ¿qué harán?
–Eres un tramposo. -Le reclamó la chica. - Eso para nada merece ser recordado.
–Mentira. -Le respondí. - Tus pokémon deben tener juicio propio para moverse en batalla. Que obedezcan tus ordenes quizás indica que confían en ti, pero que sepan pelear sin ellas demuestra que tú confías en ellos.
La niña se quedó en silencio, luego soltó una risita y señalándome exclamó:
–Eso si merece ser recordado.
–Si, y además ya no importa el truquito, un pokémon acorralado atacará aún sin ordenes.
–Tal vez. -Les confirmó Nate mientras reía. -Pero no era la única treta.
Los pokémon oponentes se levantaron y soltaron unas burbujas moradas.
–Veneno, ¿pero cuándo? -Exclamó Will, para que luego en sus ojos brillara el entendimiento. - Por supuesto, cuando lo ataque con Nitrocarga, y cuando usó Chupavides en Vanilluxe.
Ingenioso. Nate no era muy fuerte, pero buscaba la forma de darle la vuelta a la situación. Debía aprovechar eso. Croconaw, estaba débil así que si sus pokémon iban a atacar lo vencerían. Tenía que ir con todo.
–Croconaw, con todo, Hidrobomba.
En respuesta al chorro de agua Darumaka uso Lanzallamas y Vanilluxe Ventisca. Cuando los ataques chocaron lanzaron una onda con esos tres elementos que golpeó a los cuatro pokémon, y el primero en caer fue Zubat.
–Chst, perdí.
Susurró Nate, y luego cayeron los otros tres. Empate supongo. Todos regresamos nuestros pokémon a sus pokebolas. No estaba del todo contento con esto. Ellos si que eran fuertes, y más aún eran asesinos por lo cual aún no usaban todo su potencial; encima cada segundo usado en ellos era un segundo más que se acercaba la reparación del dragón. Sumado a eso Nate ayudaba pero era débil. Tenerlo era ventaja y desventaja a la vez.
–¿Qué más pokémon tienes?
Le pregunté. Se acomodó el cabello y respondió:
–Algunos, y son geniales. Ya conoces a Raticate y a Zubat, pero también está un Fearrow, y un Kakuna.
Eso es puro pokémon inútil. Bueno, se debe valorar a todos los pokémon, pero:
–¡Eso es puro pokémon inutil!
–Exacto.
Lo dijo como si fuero algo de que enorgullecerse. Estábamos perdidos.
–Pero tengo otro pokémon, uno cuyo el solo hecho de pronunciar su nombre hace que los bebes lloren y que los depresivos se suiciden. Anda, monstruo destruye aldeas, Garaudos.
Era un Gyarados. Ese si que era un pokémon poderoso, o eso creía ya que al aparecer lejos de imponer empezó a moverse como si fuera un Magicarp.
–¿Qué le pasa?
–Es que evolucionó muy rápido y aún no se cree que es un Gyarados.
Rayos. En verdad estábamos perdidos.
–Hey, tú rubio. -Le llamó el pelimorado a la vez que sacaba a su Volcarona. - ¿Qué es ese colgante qué tienes?
Nate se vio sorprendido y notó que traía por fuera su medallón.
–Dice SS ¿o me equivoco? ¿Qué relación tienes con ellos?
Estaba bastante furioso. El rubio sonrió y le dijo:
–Podría decir que la misma que tú y tu hermana. Solo lo llevo como un recordatorio.
Will lo veía con cierto recelo. Sin embargo, Alice no parecía saber de que hablaban, tenía la mirada algo perdida.
–Somos parecidos. Jamas podremos borrar esas llamas de nuestras memorias.
De a poco, la luz del entendimiento comenzó a brillar en los ojos de Alice, mientras que Will hablaba:
–Por eso buscamos a los de la SS, encontrando a otros guerreros en el camino, los dignos los recordamos y a los otros los olvidamos.
Ahí Alice tomó un semblante siniestro y sacó al combate a un pokémon majestuoso.
–Un Ninetales de hielo. Como el de Samina.
Susurré, pero ella sentenció alto y claro.
–¡Pero todos sin excepción morirán porque únicamente nosotros somos eternos! Ninetales, Ventisca.
El zorro blanco elevó sus nueve colas y liberó una onda gélida contra Nate. Maldita sea, debía hacer algo. Con un rápido movimiento lancé mi pokebola frente al rubio y antes de que mi pokémon apareciera grité:
–Lizardon, Voto fuego.
Charmeleon apareció y golpeando el suelo hizo aparecer tres columnas de fuego que bloquearon el hielo. Esa chica estaba loca. Di unos pasos al frente y les declame:
–Sé que ustedes tienen sus razones para estar aquí, pero no puedo darme el lujo de que me importen. Y sobre eso, no voy a permitir que un par de asesinos vengan a mi región a hacerle daño a los que me importan, ni ellos ni sus estúpidas armas pretenciosas. Así que preparense para perder.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora