Rumbo al renacimiento

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Sostenía la pokebola de Snorlax. Ya una semana con ese pokémon. La puse con el resto de mi equipo y miré al frente. Me encontraba en la parte de la base donde ponían a los prisioneros. Los cuartos estaban llenos de soldados de Teselia, la mayoría de ellos cayeron aquí en su primer intento por tomar la Meseta Añil, pero eso no importaba ahora. Había algo dando vueltas en mi mente desde hacía un tiempo, y por eso debía hablar con alguien. La buena noticia es que no pusieron demasiados peros a mi petición. Quizás creían que yo podría sacarle algo. Finalmente llegué a la celda que buscaba y golpeando un barrote llame su atención:
–Hey tú, voltea que quiero preguntarte algo.
El sujeto estaba acostado en su cama se giró y dándose cuenta de quien era me dijo:
–Pero sí es el niño que me metió aquí. Espera, ya no eres un niño.
Estaba frente al soldado del Team R que Jaden y yo vencimos recién iniciada la guerra.
–Se que hasta el momento no te han sacado nada... ni tu nombre, pero igual quiero charlar un poco.
–¿Y qué tortura usarán esta vez? ¿El humo de Magmortar? Pues lo siento, yo entrene con los Weezing -¿Weezing? Iba a preguntarle que era eso, pero sabía que sus respuestas serían escasas. -¿Qué te hace pensar que te diré algo?
–Porque ya lo has hecho.
Fui directo al grano.
–En aquella ocasión me dijiste algo sobre "La bestia", y tengo razones para pensar que esta relacionada con algún Príncipe. -Eso del príncipe me lo advirtió Cinthia cuando nos despedimos.- ¿Ese príncipe esta relacionado con la Orden de la Flor? La única autoridad que conozco de ahí es la princesa.
El sonrió mientras golpeaba el barrote.
–Sabes más de lo que creía, pero es muy poco. Esa vez me sentí en deuda por que ustedes me vencieron, era un trato justo. Pero ahora... solo te advertire una cosa. Los líderes siempre tienen intenciones ocultas, los de Kanto y los de Teselia, pero el Príncipe no. Haz amigos y acaba con él, harás un bien al mundo.
Me dio la espalda y se sentó en su cama. Sabía que no sacaría nada más, así que me retiré.
Volví a los pisos superiores donde la luz sí llegaba, con la cabeza con más preguntas que respuestas. Solo sentía a esa Bestia y a ese Príncipe más tangibles que antes. No obstante, no se me iba a permitir meditar en ello ya que arriba todo era un caos. Por el pasillo principal iban desfilando varios soldados heridos, y yo ni idea de donde habían salido. Entonces junto a mí pasó Sabrina. A pesar de que la vi realmente no lo necesitaba, su sola esencia hubiera bastado. Sí que era poderosa. Pero su presencia quería decir una cosa. Cosa que me fue confirmada cuando Koga pasó cerca de mí también. Los hombres que fueron a nuestro apoyo en Ciudad Azulona habían vuelto.
Tenía saber que pasó, así que me dispuse a seguir al ninja venenoso, sin embargo alguien me tomó del brazo deteniéndome. Me giré y era Alfred, el padre de Jaden. Me tomó de los hombros y preocupado me cuestionó:
–Saske, muchacho, ¿dónde está mi hijo?
Vi la desesperación en sus ojos, de seguro había escuchado algo. Debía darle la noticia. Jaden no tenía una buena relación con él, pero seguía siendo su padre. Lo tomé de la muñeca y le concedí:
–Lo siento señor Alfred, Jaden ha muerto.
Observé como el alma se le caía a los pies. Sentí horrible al ver su dolor. Karin y yo también sufrimos, pero él perdió a su hijo, el fruto de sus entrañas. Estaba desconsolado, pero yo aún no acababa.
–Jaden murió sacrificándose por nosotros, siendo un héroe.
Él atisbo de una sonrisa se reflejo en su rostro. Pero eso recompensaría la perdida que tuvo. Sin decir nada se alejó destrozado. Aún así, creo que a Jaden le hubiera gustado saber que al fin su papá pensó que hizo algo bien.
"Te extraño, amigo".
Susurré a la nada y me recargue a una pared. Él ver a Alfred reavivó la herida. Nadie debería enterrar a sus hijos.
En eso recordé que debía preguntarle algo a Sabrina. Debía saber cosas de la Isla Canela. Aunque existiera Teselia, aún estaba el Team R que también se merecía ser castigado. Le puse prisa a mi andar tratando de alcanzarla. En eso al doblar en una esquina, me tope con una chica de cabellos negros y ojos azules.
–Lizzi.
Exclamé. Ella se acercó a mi para darme un beso en la mejilla y regalarme una sonrisa. Extraño, no recordaba haberla visto tan feliz o cariñosa. Daba igual. De seguro ganó un nuevo aprecio por la vida.
–Gusto verte Saske.
Comencé a caminar a su lado y le pregunté.
–Voy rápido, ¿has visto a Sabrina?
–De hecho, yo también estoy buscándola. Me separé de ella al llegar revisando algunas cosas.
Me respondió mientras se acomodaba una mochila en que cargaba su computadora.
–Cierto, ¿cómo fue que llegaste aquí?
–Sabrina apareció en Ciudad Verde con Koga y demás soldados. Los que estábamos ahí salimos y junto con Lance vinimos caminando hacia aquí.
La chica de lentes hizo una pausa como si quisiera decirme algo. Tomó aire y lo soltó junto con sus palabras:
–Lance le contó a Sabrina toda tu historia, y a ella le llamaron atención las partes que trataban sobre mí. –Note algo de orgullo en eso. -Me ha tomado como su aprendiz.
Sonreí ante eso:
–Felicidades. Ahora tendrás una maestra de verdad.
–Tú eras un maestro de verdad. -me replicó.
–Es bueno que tengas esa concepción de mí.
Se acomodó sus anteojos y me respondió:
–Es mi oportunidad de redimirme después del fracaso que fui en ese viaje.
–El único fracaso fui yo, Lizzi. Es mi culpa que hallas sufrido tanto.
Se detuvo de golpe y me miró.
–No es tu culpa, el mundo es así. -Esas palabras me sorpendieron. ¿Cómo que el mundo?- Cuando hablo de redimirme me refiero a hacerme fuerte y probar mi fuerza esta vez.
Claramente no era la niña que conocí. Debía hacerme a la idea de eso.
–Eres más fuerte de lo que crees, aunque al parecer ya te diste cuenta de eso, ¿no?
Seguimos caminando. Decidí aprovechar para hablar con ella. hasta vislumbrar el área de las enfermerías. Entramos y una mezcla en el aire de medicina, alcohol y sangre nos invadió. Vimos varias camas con heridos acostados mientras que a su lado atendían a sus pokémon. Justo en el fondo vimos a Sabrina pasando de un lado a otro viendo a sus hombres. Me acerqué a ella rápidamente y le hablé:
–Sabrina.
Ella levantó su mano contra mí y me replicó:
–Señorita Sabrina para ti. Más respeto hacía mí.
Demostró de nueva cuenta ese lado altanero suyo. Pero eso no me iba a acobardar.
–Usted está relacionada de alguna forma con el Team R, digame cómo.
Ella solo se dio la vuelta y se acomodó su cabello lanzandomelo a la cara. Vaya sí me sentí pisoteado. La psíquica dio un par de pasos y miró sobre su hombro, pero ni siquiera me vio a mí, vio a Lizzi.
–¿Terminaste tu asunto?
La chica de lentes solo asintió. Ya me estaba molestando, así que le susurré:
–¿Qué sabe sobre el Príncipe y la Bestia?
Estaba seguro que me mandaría a volar, sin embargo ella se recargo ante una ventana y siendo bañada por los rayos de luz me respondió:
–Tú crees que el Team R son nada más que un grupo de traidores sin honor ni lealtad, ¿cierto?
Asenti. No tenía sentido darle la cantaleta de que por su deserción estamos como estamos.
–Tienen sus razones, pero no comparto sus métodos, es por eso que los abandoné tiempo atrás.
¿Cómo que los abandonó? ¿Qué significaba eso? No importaba ahora.
–No me importan sus razones, ¡ellos son los culpables de esta guerra! No puede dejar su traición así nada más. Sencillamente no puedo perdonarlos.
Le espete sin más, haciendo énfasis en la última parte. Ella levantó su mano contra mí y con voz lúgubre pronunció:
–Cuanta arrogancia... hipócrita.
Y una onda de energía salió dispersa de su mano, pero no me mandó a volar sino que impregnó una imagen en mi mente: un ojo gigante. El monstruo que vi en uno de mis sueños tiempo atrás. Tuve que hacer un esfuerzo por no caer al suelo por la impresión, mientras que la psíquica sonreí con suficiencia.
–Solo te mostré eso porque Faron tiene especial interés en ti. -Me recompuse un poco ante esas serias palabras, que pasaron a ser algo juguetonas.-  Además, cualquiera que halla resistido un combate contra Giovanni, sea como halla sido, merece recompensa.
Entonces Sabrina se fue caminando del lugar. Cuando ya estaba a unos metros de distancia llamó a la niña de ojiazul.
–Lizzi, despidete de Saske, puede que no lo veas en un tiempo.
Sin perder tiempo la chica de los anteojos mi abrazo mientras susurraba algo a mí oído:
–¿Puedes perdonarme?
Y se fue sonriendo tras su maestra. Todo esto me dejó más confundido que antes. Me resigne por hoy a las respuestas y salí al pasillo de nuevo.
Estoy seguro de que transcurrió un rato en el que no hice nada más que vagar por ahí, hasta que Karin me encontró.
–Ahí estas Saske. Ven, han convocado a reunión en la sala principal.
–No esperamos más entonces.
La tomé de la muñeca y me apresure. Con ellos aquí, era hora de que Kanto diera el siguiente paso.
Todos los soldados nos estábamos reuniendo ahí. Entrar era difícil entre tanto ajetreo. Pero tras empujar de forma amable a varios, entre ellos un rubio que apenas le vi la espalda, logre abrirnos camino hasta una esquina con una mesa sobre la que nos subimos. Desde ahí teníamos una buena vista del escenario donde se habían colocado los 4 miembros del Alto Mando: Agatha, Lorelei, Bruno y Lance.
–También vino.
Asenti. Realmente lo habían puesto a la misma altura que los grandes de la región. Y aunque ese joven de la capa desentonaba con los otros tres experimentados entrenadores, yo creía en que el podía dar el gancho.
A sus pies estaban en fila columna frontal destacados soldados del ejercito: mi padre, Oak, Sabrina, Koga, Erika y Alfred.
La gente ya estaba en su mayoría en un lugar, pero estaban ansiosos así que no guardaban silencio, por lo que Bruno dio un sonoro pisotón que nos dejo a todos callados. Entonces Lorelei tomó la palabra:
–Soldados, se que están nerviosos por el caos reciente, a partir de la desaparición de varios de los nuestros en la madrugada del 7 de febrero. -Cumpleaños de Karin, accidente del Proyecto TLT, día que conocimos a la Orden de la flor y a Richard. Que se fue todo básicamente a la mierda.- No obstante, ya todos nuestros soldados han vuelto y ha llegado la hora del renacimiento de nuestra querida región.
Bruno tomó la palabra:
–Todos nuestros soldados están aquí y listos para la batalla. Además de eso, nuestra vecina Johto nos enviará refuerzos, que estarán aquí en dos días. Confío en que todos seremos personas valientes y honorables.
Agatha dio un paso al frente y apoyándose en su bastón sentenció:
–Se acabaron los juegos. Es tiempo de la batalla definitiva por nuestra tierra. Comenzaremos la reconquista de Kanto de las manos de Teselia.
Sonreí ante esas palabras. Lance puso su puño en alto y gritó:
–¡Por Kanto!
–¡Por Kanto!
Respondimos todos al unísono. Al fin, libertariamos a nuestro hogar de los invasores. Hora de acabar con Teselia. Con Kanto nadie se metía.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora