Lágrimas

9 2 0
                                    

La roca rebotó en el agua y finalmente se hundió. Reí y miré a Jaden. Él tomó una y la lanzó. Su piedra llegó mucho más lejos que la mía.
–Gane al parecer.
Declaró, pero yo le objete:
–Esta vez.
–Siempre.
Se burló.
–Tushe.
Admiti derrotado y sonreí sentandome en la hierba. El se recostó al lado y miró al cielo. Me sentía feliz.
–Pues esta bonito tu ranchito.
Comentó sobre Pueblo Paleta, mi pueblo natal, a donde el había venido de visita. Era bueno tenerlo aquí. Dentro de poco el profesor Oak nos daría un pokémon, de un tiempo para acá lo venía haciendo de vez en cuando y ahora nos tocaría a nosotros. A Jaden, a Karin y a mí. Sobre eso le pregunté:
–¿Qué es lo que harás con tú pokémon?
Él siguió mirando el cielo y habló:
–Entrenarlo, volvernos fuertes y convertirme en un soldado como mi padre quiere.
Eso último lo dijo sin demasiado ánimo, sobre todo la parte de su padre. Sabía que no le gustaba hablar de eso así que le respondí:
–Yo quiero ser un maestro pokémon.
Jaden giró a verme y me cuestionó:
–¿Qué es un maestro pokémon exactamente?
Con una sonrisa en el rostro le contesté:
–No lo sé. Supongo que el entrenador más chido del mundo.
Soltó una carcajada. Yo continúe.
–No solo en fuerza, si no también en entrenamiento, estrategia y corazón, que a nadie le quedé duda de quien eres.
El cerró los ojos y sonrió.
–Ser siempre el mejor, mejor que nadie más. -Pronunció esas palabras en tono cantado. - Suena interesante, pero vale la pena que lo intentes.
Y hubo un silencio, pero había algo que me revoloteaba en la cabeza y no me dejaba en paz:
–Lo que me dijiste es lo que quiere tu padre, pero ¿tú que quieres en verdad?
El me miró como si la pregunta lo tomará por sorpresa, reflexionó un poco y respondió:
–No lo había pensado, pero lo único que quiero es ser libre, hacer las cosas a mi manera.
–Suena bien -le argumente- suena feliz.
En ese momento alguien nos llamó:
–Chicos, con qué ahí estaban. Vamos, tenemos que volver a Ciudad Verde.
Era Karin nos levantamos y la miramos. Yo le dije:
–Pues andando, que tenemos muchas cosas por delante.
Caminé hasta ella, y Jaden me siguió mientras decía:
–Es bueno que al menos hay tres ciudades en que podemos transitar libremente. Qué administración tan deficiente, me cae.
Karin le rodó los ojos mientras reía, para después preguntarnos:
–¿Y de qué hablaban?
–De que haremos una vez tengamos nuestro pokémon.
Le respondí. Jaden levantó la mano en una queja enérgica:
–Ya nos exhibiste. En lugar de decir que hablábamos de Charizards gigantes contra aliens o yo que sé.
Karin rió de forma muy tierna. Jaden la miró y le preguntó:
–Ya que estamos ¿tu qué harás?
Ella se sujeto la barbilla para pensar y respondió:
–No lo sé. Ya veré a donde el destino me llevé.
Y el destino nos trajo de nuevo a ese costa de Pueblo Paleta, donde hace ya bastante tiempo que eso había sucedido. Solo que Jaden ya no estaba con nosotros.
El resultado de la batalla fue la victoria más desabrida que he tenido en mi vida. No sólo perdimos a Jaden, si no también varios de nuestros compañeros. Nada más sobrevivimos Karin, Lizzi, Scotty, otros 10 soldados y yo. El resto o vimos sus cuerpos flotando en las aguas o no los encontramos por más que buscamos. Jaden fue uno de los desaparecidos. En verdad lo busqué, pero no lo hallé, me dolía no haberlo encontrado siquiera.
Gracias a Lapras pudimos llegar a tierra, sin ese pokémon aún estaríamos nadando. Desembarcamos en las costas de Pueblo Paleta cuando el Sol ya se estaba ocultando, cansados, empapados y con un gran pesar en nuestro corazón. Aún con esto, debía guiar a las personas bajo mi cargo. A los que quedaban.
–Pediremos asilo en a los habitantes de Pueblo Paleta. De seguro nos dejaran pasar lo noche por lo menos. Nos iremos en la mañana hacia Ciudad Verde, ahí...
No supe que decir después, no tenía cabeza para nada.
–Hay que comunicarnos con la Meseta Añil y  pedirles que nos encuentren ahí.
Opinó un soldado levantando la mano. Era uno de los más cercanos a Couren.
–Haremos eso -les dije, y luego en específico a Lizzi- Lizzi, ¿podrías avisarles?
Ella asintió con un semblante lamentable, muy probablemente Karin y nos veíamos peor. La chica de los anteojos me preguntó otra cosa:
–Saske, ¿crees que las personas de Pueblo Paleta si nos den asilo?
–¡Klaro que lo harran!- Objetó Scotty con rudeza y furia- Ustedez van y ze matan por eyos, es lo menos que pueden hacer.
Y comenzó a caminar hacia el pueblo. Noté que la escocesa estaba más molesta de lo usual, algo obviamente la irritaba, pero no me sentía capaz de ocuparme de ella ahora, así que la deje irse, y los soldados, tras una señal mía, la siguieron. Iba a caminar yo también, pero Karin seguía junto al agua, ya que ahí estaba Lapras, que sin su entrenador era ya un pokémon libre. Fui con ella y le puse una mano en el hombro. Ella me giró a ver y le dije:
–No podemos dejarlo.
Ella movió su cabeza de lado a lado.
–No, claro que no. -Sacó una pokebola y le puso junto a la cabeza de Lapras. -Si quieres venir conmigo...
El pokémon de agua chocó su cabeza contra la pokebola y con un rayo rojo entró en ella. Mi amiga la abrazó contra si misma.
–Vámonos ya.
Comenzamos a caminar al pueblo.
–Iremos a tu casa, ¿cierto?
Me preguntó mi amiga.
–Si, allá vamos.
Tuvimos que atravesar todo el pueblo para llegar a mi casa, que era de las más cercanas a la zona arbolada. Nos detuvimos fuera y yo avancé un poco más para tocar la puerta.
–¿Quién es?
Escuché la voz de mi madre. Me sentí reconfortado, así que le respondí:
–Soy yo, mamá.
Escuché unos pasos acercarse velozmente y la puerta se abrió.
–Saske, eres tú, ¿qué haces aquí?
Fue hace más a menos dos semanas la última vez que la vi, y por todo lo que viví pareció mucho más.
–Pues atravesé toda la región y volví aquí. -"A casa"- Karin viene conmigo.
–¿Y si esta aquí por qué no la has invitado a pasar? ¿Qué no te he enseñado a ser educado con las damas? -me regañó mi madre, y luego se invitó a mi amiga- Pasa hija, pasa.
Karin dio unos pasos y cuando atravesaba la puerta agradeció con algo de desánimo.
–Gracias, señora Bara.
Yo pasé tras de ella y entramos todos a la casa.
–Miren nada más, vienen todos mojados. Deberían bañarse, pero primero coman, se ven hambrientos. Hasta pálidos. Ni siquiera han comido bien, ¿verdad Saske?
Me senté en el sillón y Karin frente a mí. Le respondí a mi madre.
–No, mamá, no es fácil conseguir comida en territorio enemigo.
Ella puso cara seria y me reprendió:
–El día que te fuiste acordamos que no quería saber lo que hacías en el ejército. Ya es bastante preocupación saber que no estás, no necesitas agregarle las cosas que vives ahí. Con que te reportes de ves en cuando esta bien.
Era cierto, cuando Teselia invadió Kanto mi padre me acompañó para decirle a mi madre que quería ser un soldado y defender mi patria. Mi padre era uno, y sabía que hiciera lo que hiciera no me haría cambiar de opinión, así que aceptó con esa condición. Recordar eso me hizo sonreír al saber que mamá me quería, pero aún así le respondí.
–Si no hay noticias son buenas noticias.
Recibí un chente como reprimenda.
–Solo reportate. -Concluyó la conversación y miró a Karin- Dile que me haga caso, ¿si mi niña?
Ella asintió a la vez que se abrazaba a si misma. Mamá la vio y le dijo:
–En seguida te traigo una manta.
Se fue, pero yo me di cuenta de que no se abrazaba por el frío, si no que se aferraba a la chaqueta que le dio Jaden.
–Es verdad -comentó con voz baja- ¿qué le vamos a decir a su padre?
Yo desvíe la mirada y le respondí:
–Que su hijo es un héroe, y que debería estar orgulloso de él.
Sentí el peso de esas palabras sobre mí, si no fuera un héroe estaría aquí con nosotros. Mi madre llegó con la manta y dos tazas de té caliente. Cobijo a mi amiga y dejó las tazas ahí al oír que sonaba el horno. Me cambié de lugar al lado de Karin para poder tomar mi té. Ella ya tenía el suyo en las manos y le estaba soplando para enfriarlo un poco. Yo tomé el mió y le di un trago. Me quemé la boca.
–Ah.
–Con más cuidado.
Recomendó mi madre que traía una charola con la cena: algo de pollo. Suficiente para los dos.
–Disculpen si no es mucha, pero es que no los esperaba.
Se disculpó ante lo poco que le parecía la cena, pero la verdad es que además de que estaba bien la porción yo no tenía mucha hambre y dudo que Karin la tuviera. Aún así, teníamos que comer.
–Gracias.
–Gracias, mamá, ¿pero y tú?
Le pregunté, y ella respondió:
–No se preocupen por mí, aparte para mí. Se me quedo la costumbre de hacer mucha comida cuando tú y tu papá estaban aquí, ahora que no están se la acabó dando a los soldados.
Tomamos una pieza y le dimos un mordisco.
–Esperen aquí, saldré a comprar algo.
Nos avisó mi mamá a la vez que abandonaba la casa. Quedó tan en silencio cuando se fue. Suspire y di otro mordisco.
–Tu mamá tiene muy buen sazón.
Me felicitó Karin. Yo asenti mientras masticaba.
–Si, no hay nada como esto en la base...
Nos miramos en mutua comprensión.
–No tenemos idea de lo que ha pasado en la base.
Comenté un poco sorprendido, pero ella me dijo alertada.
–Saske, no había ningún soldado cuidando Pueblo Paleta.
Me levanté buscando la radio de la casa y la encendí buscando la sintonía de la base. Quizá encontrará alguna noticia. Al final la hallé y me senté con Karin para escuchar:
–Llamando a todos los soldados. Se llama a todos los integrantes de la armada de la región Kanto a que se reúnan en la Meseta Añil. Los soldados con expresas instrucciones de permanecer en Ciudad Verde o en Ciudad Plateada ignoren este mensaje, los demás su presencia es requerida en la base central. Este comunicado se repetirá cada hora.
Después de eso se escuchó la estática y nos quedamos en silencio.
–¿Qué habrá pasado?
Me preguntó casi en un susurro.
–No lo sé. -Le respondí moviendo la cabeza.- Tendremos que ir y ver que pasó.
Le di otro sorbo a mi té. Karin hizo lo mismo a la vez que iniciaba con una canción en la radio, cuya letra decía más a menos así: "Perdona si no puedo ser sincera, solo en mis sueños te lo confieso, mil pensamientos giran en mi mente, corto circuito me causarán...".
–De pronto se me antojo un licuado.- Confeso mi amiga. -Creo que a Jaden le hubiera gustado uno.
Y se recostó en mi hombro.
–Vaya que le hubiera gustado.
Lagrimeo un poco y yo sentí algo mal en mí. Mire arriba queriendo mirar al cielo y me tope con el techo. Sentía que por encima de ese muro de ladrillos sobre mi cabeza estaba ahí mi amigo esperándome. Debía estarlo. Levante mi mano tratando de alcanzarlo pero entonces llegó a mi mente la imagen de la explosión. Cerré mis ojos a la vez que apretaba mi puño. "Maldita sea Jaden".
–Ya llegué.
Se escuchó la voz de mi mamá a la vez que abría la puerta. Caminó hasta la sala y nos dio algo:
–Tengan niños. La especialidad de Pueblo Paleta.
Karin y yo la tomamos y nos miramos mientras decíamos.
–Una paleta.
–Lol.
Reímos ante ello. Eso es justo lo que hubiera dicho Jaden. La destapamos y nos la comimos. Un rato después de ello mi madre me pidió:
–Hijo, acompañame. Vamos a sacar las toallas para que se bañen.
–Si. En un momento vuelvo Karin.
Mi amiga asintió y mamá y yo subimos las escaleras. Entramos al cuarto de los tiliches y yo saqué algunas toallas de un viejo ropero. Mientras las tomaba, le decía a mi mamá:
–Debes sentirte muy aburrida sin mí.
Ella ignoró mi comentario y me habló con voz seria:
–Saske, se que sucedió algo, así que dímelo.
Apreté las toallas y miré al piso. No me sentía listo para decírselo a alguien. Sentía que era como aceptar que él se fue para siempre, a pesar de lo que vi no quería aceptarlo. Aún así, no podía mentirla a ella.
–Jaden murió mamá.
Me quedé viendo el piso y entonces sentí como me rodeó con sus brazos. Mamá me abrazó y me dijo:
–No te sientas mal por él, ya no sufre.
Escuche esas palabras y pensé en él esposado yendo directo a la justicia de Kanto. Sin embargo, luego lo recordé diciendo que él era el único que podía volar hasta el Metal Reshiram.
–Es mi culpa mamá, si yo hubiera sido más fuerte...
–No. -Me cortó de golpe- Es una guerra hijo, gente tiene que morir y no los puedes salvar a todos. -Me abrazó con más fuerza y me recomendó: -Si quieres llorar, llora.
Parpadee.
–No puedo mamá, no me salen las lágrimas.
Me soltó, me besó en la coronilla y me tranquilizó mientras me acariciaba la mejilla.
–No te preocupes, pronto saldrán junto con todo ese dolor que te cargas.
Bajamos al piso de abajo y Karin se había quedado dormida. Entonces yo fui a bañarme y tras acabar regresé a la sala. Ahí mi mamá estaba esperándome.
–Ve a tu habitación a dormir hijo.
Negué con la cabeza.
–No. Si Karin duerme en la sala yo también lo haré. En caso de que despierte dile que puede usar mi cuarto.
Así que me recoste, cubrí con una manta y cerré mis ojos.
De pronto estaba corriendo en un lugar muy oscuro con Lizardon a mi lado mientras gritaba:
–¡Jaden! ¡Jaden!
El eco en los muros del las sombras era mi única respuesta. Seguí corriendo en una sola dirección viendo de un lado a otro pero no podía distinguir nada, ni un límite o un fin del camino. Entonces, escuché una detonación y una bala pasó frente a mis ojos. Me giré a mi izquierda para ver de quien provenía el proyectil, y mi corazón se detuvo al encontrarme con Richard. Él bajo la pistola que sostenía y me mostró su sádica sonrisa. Apreté mis dientes de rabia y le ordene a Lizardon que lo atacará. Mi pokémon le tiró un Lanzallamas, pero Richard levantó la mano mientras decía:
–Acabalo.
Sus ojos carmesí destellaron y a su lado apareció su Inceneroar que disparó su propio Lanzallamas, el cual barrió con el de Lizardon y con nosotros. Nos arrastró muchos metros por el suelo hasta que caímos sin rastro ya del fuego. Traté de ponerme de pie, pero el piso empezó a tambalear. Apoye una mano para no caer, y entonces, lo vi. Ahí estaba Jaden frente a mí sosteniendo su hombro ya que tenía una herida de bala. La sangre escurría a través de su mano. Intenté correr hacia él, pero una lluvia de balas cayó frente a mí, miré hacia arriba y se encontraba Surge con una metralleta volando en un helicóptero. Empuñé mi mano, no obstante apareció tras él el Zekrom mecánico. El dragón me lanzó un rayo que destruyó el suelo que pisaba haciendo que cayera. Ahí fue donde me sumergí en un agua tremendamente helada. Con las uñas me aferre a la superficie, y con gran esfuerzo subí de regreso. Con Lizardon a mi lado fui por Jaden, y le grité:
–¡Jaden!
El levantó su mano sangrante y la extendió hacía mí. Estire la mano tratando de tocarlo pero entonces una gran bola de fuego cayó de estrépito sobre nosotros. Caí nuevamente en el agua y esta vez me sumergía lentamente sin poder moverme. Me aferre a Lizardon que se hundía a mi lado y miré arriba. Ahí estaba Metal Reshiram, no obstante mientras más me alejaba más se formaba la imagen de Ojo rojo. Escupi el aire que me quedaba y estire mi mano en un último esfuerzo por mi amigo. Reuniendo fuerzas grité:
–¡Jaden!
Parpadee un par de veces. Al parecer había despertado con ese grito, ya que lo que ahora veía era mi casa. Mire a la ventana y todo estaba oscuro, aún no amanecía. Mire al otro sofá y Karin ya no estaba. "Debió de haber despertado".  Me levanté y con esfuerzo miré la hora en el reloj: 2:25 AM. Escuché pasos en el piso de arriba así que decidí ir a ver.
En cuanto puse un pie en las oscuras escaleras, regresó a mi el sueño. Ahora entendía porque tenía sudor y el pulso acelerado. Puse una mano en mi pecho. "¿Cómo era posible que Jaden no estuviera aquí". Si no fuera porque lo recuerdo tan nítidamente juraría que no sucedió, ya que no lo creo. Apoyandome de la baranda subí las escaleras.
En el segundo piso había una sola luz encendida, la de mi cuarto. Caminé ahí y la puerta estaba emparejada, aún así toqué.
–¿Puedo pasar?
Escuché un sollozó y luego un:
–Pasa, después de todo es tu cuarto.
Empuje la puerta y ante mi se encontraba Karin sentada en mi cama, recién bañada y con olor a limpio, con el cabello castaño húmedo y suelto, usando una pijama en forma de camisón que seguramente le prestó mi madre y sobre ella la chamarra azul que le dio Jaden, pero lo que más me impacto fue lo que tenía entre sus manos: nada más y nada menos que mi regalo de cumpleaños por sus 15 años. El obsequio era:
–Un álbum de fotografías. -me dijo ella- Gracias, y disculpa por abrirlo, pero es que no me resistí, y como decía mi nombre...
–No hay problema después de todo es tuyo.
Y me senté a su lado. Mi amiga se encontraba viendo una foto de ella, Jaden y yo. El álbum era de fotos de nosotros tres y algunas que conseguí de la familia de Karin. Creí que debía ser algo especial ya que después de todo eran sus XV, pero mil cosas pasaron y no pude entregárselo en su momento.
–¿Te esta gustando?
Le pregunté y allí asintió.
–Si, mucho. Debió requerir mucho esfuerzo reunir todas estas fotografías, por ejemplo no tengo idea de donde sacaste ésta en que salgo con mi hermana.
–Un mago jamás revela sus secretos.
Se refería a una en la que se encontraba tomada de la mano con una niña pequeña. Esa la consegui hablando con sus padres, y sacando una copia porque la debía devolver. Así fue con la mayoría, búsqueda y recolecta.
Ealla dio vuelta a la página y ahora veíamos una imagen de ella abrazando a Bulbasaur.
–Esta es del día en que nos dieron a nuestros pokémon.
Le comenté señalándola.
–Lo recuerdo bien. Tú y Jaden pelearon, y tú perdiste.
–Supongo que es lo que siempre sucedía.
Ella negó con la cabeza.
–No. Él ese día se dio cuenta de tu verdadera fuerza. Ya no eras el niñito que salvó de un Rattata, ahora eras alguien a su misma altura de quien no podría dejarse ganar. La rivalidad dejó de ser unilateral, y el único que no creía estar a su altura eras tú.
Ella pasó a otra pagina y ahí estaba una fotografía de mi amigo y yo con nuestros primeros pokémon.
–Mira, aquí, ¿ves ese fuego en su mirada? Es porque quería vencerte. Por eso te presumía cada que podía, era su forma de pelear contigo. He de confesar que me encantaba cuando lo hacia, reconocía tu fuerza de una forma tan simpática y adorable, no podía menos que sonreír.
Sonreí ante lo que me dijo. Jaden si que era genial, pero mejor aún era que el creyera que yo era igual de genial.
Pasó a otra página en que estábamos ella y yo junto al profesor Oak.
–Falta Jaden.
Comentó la castaña. Yo le respondí:
–Si, no está y debería estar. ¿Por qué no está?
Sin quererlo deje de hablar de la fotografía y hable del ahora. Ella pareció darse cuenta porque contestó:
–Porque se ha ido.
Cambió de página y allí estaba la fotografía más reciente, la cual me hizo favor de tomar mi padre a escondidas: Jaden de cuerpo completo luciendo su nueva chaqueta del ejercito en un bonito color azúl, la cual tenía mi amiga ahora en su poder. Dejó el álbum en sus piernas y se abrazó de la chaqueta que la abrigaba. Karin me volteó a ver con sus ojos derramando lágrimas y me confesó:
–Yo lo amaba, ¿sabes?
No me sorprendió.
–Lo sospechaba. Siempre creí que harían buena pareja.
Ella se abrazó con más fuerza y me preguntó:
–¿Sabes sí sentía lo mismo por mí?
Dudé en responderle. A mí no me correspondía decirle, pero por otro lado ella tenía derecho a saberlo. Decidí decir:
–Te amaba con locura. Eras la persona más importante para él.
Ella derramó más lágrimas y sonrió:
–Lo sospechaba, pero no sé porque nunca me animé a decirle algo.
No supe que responderle. Sentí que me quemaba por dentro tanto dolor, tanta rabia, tanta impotencia. Sentí las lágrimas correr por mi mejillas y le respondí:
–Él debería decirlo. Era a Jaden quien le correspondía decir algo, pero ahora ya nunca podrá decírtelo. -Traté de limpiar las lágrimas con mi mano, pero no se detenían, así que continúe entre sollozos.- Él debería estar aquí para decirtelo y... y... debería tener una batalla pokémon conmigo... demostrarle a su padre que no es un inútil... ver el final de esta guerra... y ser libre como quería serlo... -Empuñé mi mano tanto que temblaba. - Pero ya no está aquí. ¿Por qué no esta aquí? -Levante la vista que hasta entonces apuntaba al piso y miré directo a los ojos a los de mi amiga. -Por que se ha ido.
Y destrozado por dentro la abracé para murmurarle al oído.
–Jaden se fue Karin. Mi amigo se fue.
Ella me abrazó y lloré desconsoladamente. Jaden, mi mejor amigo, con quien viví cientos de cosas y juntos éramos un dúo imparable se había ido, había muerto. No sé cuanto tiempo estuve así, pero cuando me tranquilice la castaña me susurró:
–Lo sé. Se que duele. Pero ahora nos corresponde a nosotros continuar por él. Más que nunca nuestro corazón late por el de él.
Nos separamos y viendo directo a mi ser sentenció:
–Estoy triste, con el corazón roto y un gran dolor en el alma. Pero he de levantarme y seguir, se lo juré y lo cumpliré.
Me quedé sorprendido por un instante, sin embargo comprendí y le dije:
–Quienes nos aman jamás nos dejan.
Ella asintió. Me limpie las lágrimas y juré:
–Acabaremos con esta guerra y todo este sufrimiento, por Jaden.
–Por Jaden.
A ti te lo dedicamos amigo. Entonces me di cuenta de que el álbum había caído al suelo. Lo levanté y se lo entregue a Karin diciéndole:
–Feliz cumpleaños.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora