Unos extraños pandilleros

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Llevaba rato sentado en silencio bajo la oscuridad. Estando aquí, me sentí un poco perdido, sin rumbo. Estaba casi desprotegido en una región extranjera, solo que no me había dado cuenta de ello. Quizás si avanzaba un poco más con lo de los floreados ésta sensación desaparecería. Kaudan me había dado la pista de que uno de los floreados aparecía en cierto lugar de Akala, así que habría que dar con él. Es por eso que los vengadores venimos a ésta isla.
Kaudan, como último favor, nos concedió un pasaje en barco. ¿Lo malo? Era el área de carga. Lo bueno es que así no nos registrarían y descubrirían que veníamos de Kanto. De cierta manera sentía que ese aloliano me había legado su odio a los floreados, así que me sentía un poco mal por haberle mentido de manera tan descarada. Creo que Karin se enojó conmigo por ello, pero era un conflicto interno en territorio enemigo, debía aprovecharlo.
Cuando sentí que el barco dejó de moverse, me puse de pie y dije:
-Vengadores, es hora de bajar.
Mis compañeros se pusieron de pie y nos preparamos para bajar, pero por desgracia tuvimos que ayudar a descargar las cosas. Morti y Scotty fueron los más molestos, pero al final la escocesa fue la que acabó cargando más cosas. Nate se desapareció durante ese rato.
Cuando bajé la última caja, Karin se puso otra a mi lado y me dijo:
-Has estado muy callado.
-¿De veras?
-Sip.
Me aseguró. Decidí preguntarle.
-¿Crees que los alolianos se odien entre ellos?
-En Kanto se odia al Team R, y en Jotho tenían guerra civil. Es lo mismo en todas partes. Sí la gente no se peleara, no estaríamos aquí.
Sonreí.
-Te has puesto filosófica.
-He leído al filósofo Xatucrates. Deberías hacerlo.
-Claro, como ahora tenemos tiempo libre.
Y comencé a caminar. Mi amiga castaña me siguió y dijo.
-Hay una biblioteca en la isla de Ula-Ula. Me gustaría verla.
-Seguro. Te llevaré a verla.
-Ni siquiera lo pensaste. – Me puntualizó.
-No necesito hacerlo, te lo debo.- Le confesé. 
Ella soltó una risita. En eso vimos al resto de los vengadores ya en los umbrales de Ciudad Konokoni. Mi amiga me señaló:
-También ellos se merecen algo.
Nos adentramos en la ciudad. Noté que el Sol estaba aún alto, así que todavía faltaba para la media noche, que es cuando daríamos con la pista que nos había dado Kaudan.
-¿Y qué hacemos? ¿Le decimos a los alolianos que van a invadirlos?
Sugirió Nate. Yo le espeté:
-No, obviamente no.
-Podríamos dar la vuelta por ahí. Conocer el lugar.
Propuso entonces Morti.
-Esa es una mejor idea.
Admití, así que eso hicimos. Usamos las ropas alolianas que conseguimos en Mele-mele; aunque no pasábamos como locales al menos lo hacíamos como turistas. Era una ciudad con varias tiendas, en las cuales ofrecían cosas hechas de manera artesanal. A Karin le interesó mucho, lo mismo que al rubio darks; ambos eran personas ilustradas que gustaban de conocer otras culturas. A Nate no sabía, pero al menos se divertía preguntando por precios y luego acusando a los vendedores de ser unos careros, estafadores o hasta de ser inútiles que dependen de turistas para solventar su economía. Scotty aprovechó cada muestra gratis que le ofrecieron. Lizzi se enfadó de visitar puestos muy rápido. Se notaba su impaciencia. En una de esas, cuando ya empezaba a caer la noche, se quedó un poco atrás viendo una tienda donde vendían rocas.
La chica de los anteojos parecía muy interesada en ello, así que me acerqué a mirar. Se había centrado en una hilera de collares de piedras que tenían una roca en el centro. Sin decirle nada, ambos nos centramos en un collar en específico que tenía forma de corazón.
-Dicen que esa roca fue encontrada en la playa, incrustada en la arena. Que la dejo una chica con el corazón roto. Cuentan que en esa misma playa ella se despidió a su amado, un valeroso joven que fue a combatir. Al final, solamente el pokémon del chico volvió, y fue ese mismo pokémon quien traía la roca consigo. Y por eso es que simboliza un amor que no se puede romper.
Nos dijo una chica morena y guapa, que parecía ser la encargada de la tienda. Nos sonrió con algo de malició y remató con un:
-Y está a un bajísimo precio. Llévensela para que les traiga fortuna en el amor. – Con esas palabras, dudaba de la veracidad de su historia. Pero lo siguiente que dijo si me descolocó un poquito. – Vamos chico, cómprala para tu novia.
Ante tal comentario, Lizzi se puso roja y dijo con voz apenas audible:
-No, no es así. No, somos nada.
Y se alejó del lugar. Yo me quedé un poco más y le dije a la morena que me tiraba miradas acusatorias.
-No, ella y yo no tenemos ese tipo de relación. Solo nos pasamos de curiosos. – Me iba a retirar,  pero al dar la vuelta e irme, recordé una cosa. Me giré de nueva cuenta para preguntar. - ¿Cuánto cuesta?

Con el collar en mis manos, me alejaba de la tienda, pero apareció Nate y me abrazó del cuello.
-Eres todo un romántico Saske. Sin embargo, ¿para quién lo compraste? ¿Para la ratoncita? ¿O quizás para Diana?
-Es para Diana. – Le contesté con más ilusión de la que hubiese querido. – Pero el por qué, no lo sé. 
-No te aferres a tan fugaces esperanzas.
Me recomendó Nate. Ni siquiera sabía si podría dársela a mi ex, pero estaba seguro que la vería. O quizás esperaba que así fuera.
Como haya sido, el rubio y yo doblamos la esquina para alcanzar a Lizzi, y lo que encontramos fue a un grupo de tipos alrededor de la chica de los anteojos. Y no parecían nada amistosos, más bien se veían como malandrines. Afiné mi oído y los escuché decir.
-Vamos preciosa, porque no vienes con nosotros.
-Es verdad, no te haremos nada.
A lo que Lizzi les contestó:
-Les pide que me dejen en paz, montón de malvivientes. – Había cierto desprecio en esas palabras. – No me interesa tener nada que ver con un montón de inadaptados como ustedes.
El que parecía ser el líder la tomó del brazo y le gritó:
-Escucha niña, intenté ser amable, pero se acabó el amigo buena onda. Ahora dame el dinero que tengas.
-¡Ya basta! - Saqué una pokebola mientras me acercaba y les decía. – Sí alguien tiene un problema con ella, entonces tiene un problema conmigo. Y no les gustará tener un problema conmigo.
Presioné el botón dejando salir a Lizardon. Era el pokémon más intimidante que tenía. El líder, un tipo con pelo teñido de verde, dejó salir a un Salazzle y me respondió:
-Sí te metes con nosotros, te meterás contra todos los barrios de ésta ciudad.
-No me importa, insecto.
Le apunté para que mi Charizard tirara un Lanzallamas, que fue respondido por el Lanzallamas de la lagartija negra.  Ambos soltaron fuego que chocó liberando chispas en varias direcciones. Observé a mis aliados y extendí la mano mientras gritaba.
-¡Dale!
El poder ígneo de mi pokémon aumentó, barriendo con el oponente. Salazzle quedó en el suelo, a los pies de su entrenador. Él me miró con coraje, luego tomó a Lizzi y le ordenó a sus subordinados:
-Ataquen.
No obstante, Nate ya se había colocado detrás de ellos y con una sonrisa les dijo:
-Pobres de ustedes, que sucumbieron ante la presión social y se sienten fuertes en conjunto. Pero ahora verán cómo es que sucumbe su poder de mentiras.
Tras ese discurso, salió su Gyaradous con una lluvia de agua que los derribó a todos, excepto al que tenía sujeto a la chica de los anteojos. No obstante, no hubo necesidad de ello, ya que ella misma con un movimiento se soltó y sacó a Jolteon, quien le tiró un rayo y lo derribó.
Me acerqué a Lizzi, y tras comprobar que estuviera bien físicamente, fui con el tipo y le di una patada.
-Será mejor que te tranquilices, maldita escoria.
Él se levantó, pero los otros tipos sacaban sus pokebolas. Creí que tendría que pelear con ellos porque me gritoneó:
-Ya verás, iré por el resto. Pagarás por esto.
Pero alguien intervino.
-Para ya, Denisse, deja a estos chicos en paz.
El pelos verdes se llamaba Denisse, pero lo interesante fue que quien lo detuvo fue la chica morena que vendía rocas. El Denisse le advirtió.
-No te metas, Olivia. Te ha ido bien hasta el momento por eso.
La morena, que al parecer se llamaba Olivia, dio un paso al frente y levanto su mano, enseñando una pulsera que me parecía familiar por alguna razón, lo cual intimidó a los pandilleros. Algunos comenzaron a retroceder, y Denisse al ver esto exclamó.
-Par de presumidos. Esto no se quedará así. Me vengaré.
Y se fue. ¿En qué rayos me metí ésta vez?

Nota: A partir de ahora, el personaje de Samina será llamadañor su nombre inglés, Lusamine.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora