El frío del corazón

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No lo podía creer. Kiba caía por ese precipicio, no obstante desapareció antes de dejar la seguridad del suelo sin razón aparente ¿Teletransportación? No lo creo, ninguno de sus pokémon parecía tener ese ataque, además estaba ese extraño grito, muy agudo, que hizo parecer que el tiempo se detenía. Me levanté y me acerqué a la orilla, no sin antes mirar a mis exhaustos compañeros y sonreírles, y como lo sospeché no había nada que ver. Ninguna pista, y si la había se hallaba en el fondo del acantilado.
—¡Saske!
Era Diana, en cualquier otro momento me hallaría feliz de verla, pero ahora con cara le diría que su hermano desapareció y no sabía que carajos le pasó.
—¡Saske! ¡Hermano...!
Llegó corriendo al lado de Evve, cubierta por las sombras de los árboles, y cuando la luz iluminó su rostro éste tenía una mueca de terror a la vez que observaba el panorama
—¿Qué paso con... mi hermano?
Dijo con la voz entrecortada, yo no me atrevía a mirarla, a la vez que ella unía cabos. Peleamos, yo ganó y él cayo.
—¡KIBA!
La chica de cabellos azabaches se lanzó a correr al borde del precipicio para para saltar y buscar a su hermano. La desesperación se apoderó de ella. Yo también corrí y la abracé por la cintura para evitar que hiciera una locura. La atrapé a tiempo, y ella solo pataleaba y lloriqueaba.
—¿Pero, qué paso con mi hermano?
Suplicó saber con las lágrimas brotando de sus ojos color miel.
—Peleamos, gane y el suelo se empezó a resquebrajar, él empezó a caer y...
Giró y me cacheteó. No me dejó decirle que desapareció de la nada, aunque pensándolo bien no me creería y sonaría a justificación barata. A ella ya no le importaba lo que tuviera que decir, solo vi su cara enrojecida por la furia.
—Lo mataste...
Susurro tras darme el bofetón, y su rostro se ensombreció por la tristeza. A mí me rompía el corazón verla así. Y me dolían en lo más profundo del alma sus palabras.
—Lo mataste...
Susurró una vez más y se dejo caer sobre sus rodillas.
—No Diana, no lo hice...
Sus lágrimas salían de sus bellos ojos. Yo también me deje caer. Sentí un vacío enorme en mi ser.
—¿Estas seguro qué es en esta dirección?
—Si, lo escuche y el aparato detecta en este punto el rastro de energía.
La unidad GS hizo acto de presencia. Heold traía un aparato en sus manos, mientras que Sover y Glass lo seguían. Nos vieron y se dieron cuenta de que llegaron en mal momento. Glass no le importo y levantó a Diana y se la llevó. Mejor así, de momento. Sover y Heold inspeccionaban toda el área hasta que Heold se acercó a mí, se puso en cuclillas y me dijo:
—Tranquilo, ¿qué paso?
Le narre la historia desde que Kiba y yo aterrizamos en ese sitio hasta el momento de su llegada. Note que puso mucha atención en la parte de la caída y la desaparición.
—Tranquilo, no fue tu culpa.
Me consoló y puso mi mano sobre su hombro.
—Así que si estuvo aquí, pero ya no. Que escurridizo es.
No entendí sus palabras. Heold me miró con determinación.
—Escuchame Saske, existe una posibilidad de que Kiba este vivo...
—Shhh, es secreto.
Sover movió su melena en un ademán de que guardara silencio.
—Bueno es hora de irnos.
El entrenador del Quilava se elevó y me tendió una mano.
—Solo confía en nosotros y no cuestiones. Estamos en una investigación, y esa investigación es la razón de ser de este equipo.
Decidí confiar en ellos y salí de ahí.
Algunas horas más tarde, estábamos en un campamento montado en las cenizas de Ciudad Trigal, aprovechando las pocas construcciones que quedaron en pie. ¿La batalla? Un rotundo éxito. Kiba lideraba puros soldados rasos bastante débiles como para enfrentarse a la guerrilla de Johto y el escuadrón llegado desde Kanto, y, según lo que me contaron, estaba ahí gracias a mí. Hice él viaje de regreso al lado de Jaden y Karin y les conté lo sucedido, todo lo que había hecho desde que subí al barco que me trajo hasta aquí hasta al arrebató de ira de Diana. Karin me tomó de la mano al ver mi profunda tristeza, mientras que Jaden me contó como avanzó la guerra en Kanto.
—Bueno desde que te fuiste y Surge desapareció, (bien hecho, por cierto) Teselia se debilitó, pero seguían llegando refuerzos y refuerzos a una increíble velocidad, no parecía que partieran desde los puertos de Teselia, y los aviones no podrían transportar tal cantidad de soldados, y por eso no pudimos someterlos. Además, al parecer un tal Lirio los esta liderando ahora. No obstante logramos conquistar a nuestro favor Ciudad Fucsia tras una gran travesía en el Golfo de Kanto sin escalas, ya que como sabes sospechamos que el Team R tiene en su control Isla Canela, y aunque hubiéramos querido ir por ella, una espesa neblina la rodea. Aun así, llegamos muy cansados, y liderados por Koga ganamos en una dura batalla, teniendo de cierta forma ahora como ver los movimientos de Teselia. Karin y yo casi no la contamos -se detuvo y sonrió- por lo cual ganamos unas cuantas medallas de honor.
—Si eso no importa -interrumpió mi amiga castaña a mi amigo- en cuanto nos enteramos que habría una expedición en Johto con el objetivo de derrocar el gobierno que ayudaba a Teselia y ayudar a instaurar uno nuevo que apoyaría a Kanto en la guerra nos ofrecimos al instante para venir en uno de los escuadrones liderados por Lorelei y Erika...
—¿Lorelei y Erika? - ¿La miembro del alto mando entrenadora de hielo y la otra entrenadora de planta y dueña de 6 medallas de honor? -¿Ellas están aquí?
—Sip -asintió Karin- pelearon en Ciudad Malva.
—Cuando todos nos reunamos, se explicara lo que haremos a continuación.
Terminó Jaden, cuando el Sol ya se posaba en el horizonte. Pensé en Diana y en cuando la puse en una balanza con Kanto en el otro platillo. Decidí no buscarla de momento, ahora debía pensar en Kanto, y en mis amigos. Llego la hora de la cena. Unos soldados acompañados de unos pokémon que parecían árboles pero en realidad eran rocas, llamados, Swdowodos sirvieron unos un filete de pescado. Tomando en cuenta que durante mi cautiverio comí panes duros y mohosos, esto era un manjar. Durante la cena busque a Diana con la mirada, y mi novia no se veía por ninguna parte. Fue una buena cena, a pesar de usar escombros como mesas, y todo era tranquilo hasta que Lorelei y Erika hicieron acto de presencia acompañadas de una escolta de 20 hombres más otro tanto de un par de cientos se sentó a cenar tras el viaje. Ellas entraron a un edificio donde estaban los principales lideres de la guerrilla de Johto. Fueron largos minutos de expectación, solo se escuchaban murmullos a intervalos regulares. Finalmente salieron, el Jinx de la miembro de la elite 4 congeló la pared de un edificio y el Poliwrath de Anibal se puso a garabatear en él con sus dedos, luego una joven acompañada de una especie de Onix metálico uso un ataque que hizo resplandecer la placa de hielo revelando un mapa de Johto. Lorelei nos habló con voz fuerte y clara:
—¡Atencion! Este es el plan. Mañana viajaremos hasta Ciudad Iris y repondremos energías. Y pasado mañana, atacaremos aquí: -señalo con una varilla de hielo un punto en el mapa- Pueblo Caoba, más en específico el Lago Furia, donde el gobierno central de Johto tiene su base, y ahí se encuentra su líder, del cual no tenemos mucha información, solo que responde al alias de Mascara de hielo y entrena pokémon de ese tipo. Mientras atacamos su flanco izquierdo, el Team R y otro grupo autodenominado los Enviados de la luz, aliados de Johto -haciendo énfasis en eso para dejar en claro que el Team R no estaba ni cerca de unir sus lazos con Kanto, debido a que se formó por un grupo de desertores de Kanto, y luego atrajo mas gente como la unidad Gs- atacaran por el lado de Ciudad Endrino, ya ganada por ellos. Así que espero luchen con todo lo que tengan.
—Debo advertirles -prosiguió Aníbal- que ya que solo les queda esa ciudad en su poder, no se tentaran el corazón ante nada para defenderla siendo la elite de su gobierno, pero por nuestra parte tenemos a la gente de Johto que ansía ser libre además de buenos aliados ¡Por Johto!
—¡Por Johto!
Gritaron los soldados de Johto ante el panorama esperanzador que tenían, lo cual me lleno de esperanza de que lo mismo sucediera pronto en Kanto, sacando a patadas a Teselia de ahí. Todos nos dispusimos a retirarnos, pero cuando trataba de atravesar a la multitud una mano me tomó del brazo. Era Diana. La demás gente dejo de importarme. La vi bien. En sus ojos vi tristeza y también determinación, y su antes larga melena azabache ahora apenas le llegaba a los hombros.
—Saske, necesitamos hablar...
—Si.
Nos alejamos de la multitud, mientras que yo recordaba que esas mismas palabras me dijo el día que llegamos a Johto, el día que se hizo mi novia. Salimos a un sitio despejado bajo la luz de la luna. Ella habló y fue directa.
—¿Tú mataste a mi hermano?
—No, no lo mate. -dije sintiéndome herido de nueva cuenta por sus palabras.
—No se que creer, ni que sentir.
—Yo solo se una cosa: te amo.
Hubo una larga pausa. Ninguno de los dos podía separar sus labios y formular algo, hasta que ella lo hizo.
—Yo... yo me iré por un tiempo. Volveré a casa. Todo lo que me ha pasado ha sido mucho en poco tiempo. Necesito asimilarlo. Y necesito estar sola.
Estaba atónito. Sentí como si ella tomara mi corazón y lo apretara con fuerza, hasta que vi que lloraba.
—No te vayas...
—No me lo pidas más, me tomo mucho tomar esta decisión, y no quiero retractarme.
Me di cuenta que ella en verdad necesitaba eso. Y yo, en cierto sentido, también. Ya nada la ataba aquí, en un principió, fue su hermano por lo tanto ambos estábamos en el mismo camino, pero ahora tenerla conmigo la arriesgaría a la guerra, así que con todo el dolor de mi ser le dije.
—Adiós. Espero verte de nuevo. Te amo.
Ella se acercó y me abrazo. En ese instante toda palabra sobró. Tras una eternidad demasiado corta, nos separamos. Vi un Rapidash acercarse con una jinete con un aspecto vaquero. Era Glass. Diana montó junto a ella y partieron. El cielo fue cubierto con espesas nubes negras, y la única luz provenía del caballo en llamas y la mire hasta que este se perdió. Jaden apareció a mi lado y me dio una gorra a la vez que él se colocaba otra, y Karin apareció a su lado con otra gorra. Jaden exclamó:
—¡Vaya! Parece que ha comenzado a llover.
Entonces me di cuenta de que mi rostro estaba empapado... por mis lágrimas. Agradecí el gesto y me coloque la gorra. Pensé en Diana. A donde fuera que ella fuera, mis pensamientos la acompañarían.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora