Memorias

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Tengo que admitir que el bendito palafito era grande. Ni con toda la extensión de Snorlax bastó para hacerlo pedazos completamente. Ni siquiera lo atravesé directo hasta el agua, sino que nos frenamos contra el piso, al cual cuando bajé de mi pokémon noté que era de metal. 
Lo regresé a la pokebola y deambulé un poco por la casa destruida, hasta que tras abrir una puerta descubrí algo aterrador. Una bola, tan grande como una persona, hecha de sombras. No obstante, la extraña manifestación no reaccionó a mi presencia. No me atacaría, así que intenté avanzar, pero el olor era horrible.
-Hazte a un lado Saske.
Me dijo Nate. Había dado conmigo sin que yo supiera cómo. Lo miré, viendo que su rasguño ya no sangraba y que tenía en su mano el peluche que Gretchen cargaba consigo. Sonrió y arrojó el muñeco contra la bola, dando como resultado que las sombras lo absorbieran, lo devoraran.
-Así que es un escudo.
Concluí. El rubio dio un paso al frente y exclamó:
-Se nota que la persona que creó esto es muy habilidosa, lástima que sea una mísera cobarde sin remedio.
Tras decir eso, no hubo reacción.
-No debe de escucharnos. - Dedujo el rubio ligeramente molesto. – Lo mejor será esperar, Saske. Claro, si es que no consideras que afuera te necesiten.
-No lo hacen, todos están bien. – Le respondí, y luego le pregunté. - ¿Qué sucedió con Gretchen?
-Oh, la chica sucia. – Contestó sonriendo. – Lo que pasó es que…
Cuando la caramelo lo tenía en el suelo, le ordenó a su Noivern que atacará, pero este no obedeció, debido a que Nate previamente había sacado a Alucard, su Zubat, quien lanzaba ondas ultrasónicas confundiendo al otro murciélago. Ante la duda, Noivern no pudo evitar que Zopilote lo golpeara, lo que no habría sido mucho problema si no fuera porque ya estaba envenenado.  Así era, las dos veces que Kakuna recibió los golpes de Noivern le inyectó veneno. Aún con eso. Noivern agitó sus alas arrojando distintos ataques de viento mientras el Fearrow le respondía. Bajo esas condiciones, la batalla sería pareja.
A la vez que eso sucedía, él tomó a su Kakuna y lo arrojó contra ella. La chica lo esquivó pero lo que no contaba es que Queen Bee brillaría y evolucionaría a Bedrill. Con su nueva forma, la abeja atacó a Gretchen por la espalda y la sometió contra el suelo. Su peluche rodó hacia Nate, quien lo tomó y le dijo viéndola directo a los ojos.
-De seguro esto te traerá algún recuerdo. De cuando te faltó la voluntad para defenderte. – Le sonrió. - No sabes cuánto detestó a las personas como tú, que tienen un poder enorme pero un espíritu de papel. 
Lo siguiente no está muy claro. Gretchen soltó un alarido, como el rugido de una bestia salvaje y herida. De una de sus pokebolas se liberó un torpedo, o más bien un Sharppedo. El tiburón disparó agua a borbotones impulsándose, golpeando primero a Nate, luego a Queen Bee y finalmente usó la propulsión a chorro para acabar con Zopilote.
-Ese pokémon era una masa iracunda, tuve suerte de poder poner a mis amigos inconscientes en sus pokebolas. – Me explicó Nate. – Y tras eso, caíste tú destrozando todo. – Sonrió y finalizó con… - Parece ser que perdí otra vez.
Tras decir eso alguien más se acercó. Temí que fuera Kaori o Gretchen, pero era nada más que Lizzi con mis pokémon. Metí a ambos a sus pokebolas para darles un respiro. La chica se quedó anonadada con la bola de sombras, pero llamé su atención.
-¿Lo lograron?
Me refería a terminar con los Oricorio. Ella asintió y dijo:
-Hay más. Karin me dijo que su plan para neutralizar a los teselianos está siendo un éxito.
Resultó que la persona que tenía el otro comunicador y fungía como comandante era Erika, lo que quedaba perfecto porque ella y mi amiga ya habían hecho buenas migas la vez en Ciudad Celeste. En fin, la castaña siguió con el camino de hielo lo más que pudo mientras que Erika los guiaba a la vez que Scotty y Morti seguían peleando y recuperando barcas. Cuando ambas chicas se reunieron, la chica del kimono le dijo a mi amiga que tenía un plan. Así que sacaron a Villeplume y a Butterfre, respectivamente. Los soldados tanto de Kanto que se habían quedado para cubrir la retirada como los de Alola corrían por el puente de hielo, el cual parecía que fuera a desmoronarse. Incluso la estructura que Lorelei había comenzaba a deshelar.
Pero eso no importaba. Erika realizó una señal y todos los soldados de Kanto saltaron al agua. Los de Alola no entendían que sucedía, ordenaron que sus pokémon atacaron pero al ser sus números mayores que los nuestros se golpearon entre ellos. Ante tal confusión, llegó su momento de actuar. Karin levantó su mano y le ordenó al Ninetales:
-Ventisca.
El zorro ártico levantó sus colas y despidió una serie de vientos helados, los cuales no eran nada más que el principio. Tras ello, Erika y mi amiga dieron la indicación a Villeplume y Butterfre:
-Somnífero.
Más pokémon nuestros con ese ataque se sumaron, y los polvos fueron dispersados en el aire. Pero la magia estuvo en que la Ventisca de Ninetales los llevó directo contra los alolianos.
Ahora mismo la mayoría estaban semiconscientes.
Sonreí al escuchar eso.
-Con esto la heroína celeste aumentará su fama. - Comenté. – Ella quería ser alguien impresionante como Lorelei, pero la verdad la veo más siendo alguien genial y fuerte como Sabrina.
Les confesé. No obstante tal vez lo que dije no fue bien recibido por la bola de sombras, que borboteó y formó una especie de pantalla.
La imagen mostraba a Ciudad Carmín, la batalla entre Anaís y Sabrina. No sabía cómo ni por qué, pero estaba consciente de que quería saber los detalles de lo que sucedió ese día.
Un Golurk atosigaba al pobre Mr. Mime con sus enormes puños.  El mimo se cubría con una barrera, pero no podía hacer mucho más, debido a que seguía herido tras su batalla contra Surge. Por otro lado Alakazam y Cofragrigus tenía un enfrentamiento a base de Bola sombra y Psicorrayo, siendo la ventaja clara para el fantasma. Aspecto que no dejó pasar Anaís, quien flotaba por ahí.
-Jia, ríndete Sabrina, jamás podrás ganar esta batalla. Ya he acabado con todos los aliados que te quedaban.
La entrenadora de psíquico sudaba copiosamente, le producía un esfuerzo inmenso mantenerse de pie, y el golpe que le había dado Surge comenzaba a inflamarse. En eso, el cofre tomó con sus cuatro brazos sombríos a Alakazam y aprovechó para darle con la Bola Sombra. El pokémon estaba exhausto, de lo que la bruja se burló.
-Es una lástima que acabaras decepcionando a todos, Sabrina.
Pero entonces, un Venomath apareció utilizando Puya Nociva contra Cofragrigus sacándolo del camino. Anaís se sorprendió, y aún más cuando Koga se materializó tras ella.
-Un ninja debe ver a través de la decepción.
Y la atacó con un kunai. Sin embargo, Anaís logro meter la mano para detenerlo. Con su mano desnuda detuvo el arma, provocando que sangrara, aun así pareció no afectarle ya que le metió un puñetazo en el estómago con su mano libre, la cual estaba envuelta en sombras. Liberó ese poder maligno arrancando un grito de dolor y se burló:
-¿Acaso creías que podrías vencerme con un ataque tan simple? De verás que los kantaneses son divertidos. Se aferran con tanta fuerza, que cuando finalmente los hago llegar a la desesperación es tan delicioso. –Clavó con más saña su puño. – No hay forma alguna en la que puedas vencerme.
Koga aun con el rictus de dolor en el rostro, sonrió y le dijo:
-No, tal vez yo no, pero ella sí.
Señaló a Sabrina y su Alakazam, dado que el pokémon ya tenía un Psicorrayo poderosísimo cargado. Antes de que Anaís pudiera moverse, el ninja la sostuvo y le dijo:
-Ahora pagarás las consecuencias de haberte quedado presumiendo con un cebo.
-Fuego.
Ordenó la psíquica azabache y su pokémon lanzó el ataque, no obstante…
-¡Golurk!
Gritó la bruja, y su enorme golem dejó de atacar al mimo para salir volando e interponerse en el Psicorrayo. Lo recibió de llenó, pero no lo acabó, así que el ataque no tocó a la teseliana. Anaís comenzó a reír ante el fracaso de sus oponentes,  pero Sabrina:
-Es demasiado pronto para que celebres, bruja. No olvides a quien te enfrentas. – Miró a su Espeon y le indicó. – Rapidez.
El gato lanzó una seguidilla de estrellas contra Anaís. Golurk intentó interponerse, pero Rapidez era tipo normal, y normal no se toca con fantasma. El ataque atravesó al golem y golpeó a Anaís. Ella no se pudo defender, así que Koga la soltó y ambos cayeron en distintas direcciones.
La bruja aterrizó cerca de Sabrina, no obstante antes de tocar suelo se repuso con sus poderes haciendo que únicamente su impacto fuera de rodillas.
El ambiente se tensó cuando Anaís procesó lo que acababa de suceder.
-¿Arrodillada? ¿Ante ti?
Exclamó incrédula. Levanto la vista y vio a la psíquica, cansada. Furiosa por la humillación por la que la habían hecho pasar, se levantó pateando los pies de Sabrina derribándola. Ella pudo meter las manos para no golpearse con el suelo, pero Anaís aprovechó su posición vulnerable para pisar su cabeza y recitarle con ira:
-Escucha, sucia gata, mis piernas no son para arrodillarse ante nadie. ¡Sino para pisotear a mis enemigos!
Y le dio una patada. Sonriendo, la bruja completó:
-También son para patear.
Sabrina rió, y le sentenció.
-Se necesitan piernas para dar patadas.
En un movimiento, levantó su cabeza para con ambas manos tomar las rodillas de la teseliana. Liberando un poder psíquico las presionó haciéndolas pedazos.  Anaís dio un grito desgarrador.
-Jamás volverás a pisotear a nadie.
Esas palabras de Sabrina fueron una maldición, o tal vez un deseo.
Ahí, la pantalla de sombras dejo de proyectar. Los tres, que nos habíamos mantenido en silencio, nos miramos confundidos.
Esperamos unos cuantos momentos más, y la bola de sombras comenzó a burbujear.
-Ya viene.
Anuncié lo obvió. La esfera se disolvió revelando a una mujer en silla de ruedas. No obstante, mi interior se llenó de rabia al descubrir quién era. La mujer de cabellos y ropas negras como la noche, con un sombrero de bruja.
-Anaís.
Escupí. Ella era la culpable de que mi padre siguiera enfermo. La vez pasada no pude ajustar cuentas con ella, ya que la situación era demasiado caótica. Pero ahora la tenía frente a mí. Iba a dar un paso, pero vi algo entre las sombras moverse. Ella no estaba vulnerable, debía esperar, así que contuve mi rabia y dije:
-Así viniste a Alola después de huir de Kanto, maldita bastarda.
Ella se rió como si se regodeara de mi dolor. Me respondió divertida.
-Veo que ya me conoces, a la bruja de Teselia. Pero yo no te recuerdo.
-Claro que lo hago, ya nos hemos visto antes. – Contesté. – Además, no podría olvidar a la persona que dejó en coma a mi padre. A Fir Fire.
Me enorgullecí de decir su nombre. Sus ojos se iluminaron cuando yo lo mencioné.
-Así que eres hijo de ese sujeto. Era guapo y tan audaz, por eso me dio tanto gusto la forma en que acabó.
¿Acaso me provocaba? Di un paso al frente, pero Nate me detuvo con el brazo a la vez que decía:
-No te exaltes Saske, ¿no la ves? Cualquier comentario que haga es inválido.
 Anaís pareció no molestarse por esa burla, ya que en lugar de responder, llevó un dedo a sus labios y comentó.
-Creo que tu cara si me suena de algo. –Luego con ese mismo dedo señaló a Lizzi, con una mueca de desagrado. – Y la tuya también. Por supuesto, eres la alumna de la maldita que me destrozó las piernas y me postró en esta silla.
-Lo sabemos. – Se burló Nate. – Vimos la proyección de su bola amorfa.
Anaís nos lanzó una mirada de desquiciada, para reclamarlos.
-Así que ustedes tres, sabandijas, perturbaron mi sueño y espiaron dentro de mis pesadillas. Que irrespetuosos, merecen la muerte.
Tras ella, tres flamas se encendieron y liberaron una ola de fuego. Tan pronto como pude, me giré y empuje tanto a Lizzi como a Nate. Por poco nos libramos de las llamas, pero la bruja seguía tras nosotros. Tenía que sacar a un pokémon, y rápido.
-Rockruff, Lanzarrocas.
De nuevo, mi perro entró con todo soltando rocas que golpearon al enemigo, pero eso no bastaría para acabar con el candelabro. Lanzó una Bola sombra que golpeó y mandó a volar a mi pokémon. Sin embargo, el Jolteon de Lizzi llegó para hacer relevo con un Rayo. Anaís nos cuestionó.
-¿Creen que eso lo lastima?
Yo le respondí con brío.
-Espero que esto sí, Triturar.
Mi perro lo atacó por detrás y lo atrapó entre sus fauces. Planeaba tenerlo así, pero usó Llamarada obligando a mi can y al de Lizzi a retroceder. No podía confiarme. Igual que Aza o Lorelei, aun en silla de ruedas ella era una elite.
La ojiazul y yo tomamos distancia junto a nuestros pokémon, y entonces tuve un plan.  Se lo susurré a Lizzi, y ella lo entendió.
-Hey, sin despedidas.
Nos espetó la bruja, a lo que yo le respondí:
-Claro que me despido, me despido de ti: Rocas navaja.
Mi perrito levantó los trozos de piedra que había y los lanzo como cuchillas.
-Que ataque tan infantil.
Criticó la bruja y su Chandelure se puso a nulificar las rocas con Infortunio. Pero no contaba con que aparecería Nate, quien desde un costado le lanzó un cuchillo. En consecuencia, Anaís levantó una de sus manos y lo atrapó. La bruja le dio una mirada de superioridad al rubio y le regaño:
-¿No saben hacer otra cosa que ataques infantiles? Son niños que aun no aprenden nada.
-Disculpe mi lady, pero viendo las circunstancias usted es la que no aprende nada. – Le contradijo Nate y sonrió. – De nuevo se quedó presumiendo ante un cebo.
Así era. Entre las rocas de Rockruff iban escondidas las Rapidez de Jolteon, las cuales Chandelure no detuvo por ser tipo fantasma. Ya estaban tan cerca de ella, no obstante, algo ocurrió. Un Kirlia salido de quien sabe donde apareció y usando Brillo mágico detuvo el Rapidez.
Tras eso, alguien apareció junto a Nate y lo pateó derribándolo.
Miré a la persona y quedé impresionado. Mi corazón se aceleró, y un frió recorrió todo mi cuerpo. Quería parpadear para confirmar que no era una ilusión, pero temía que se la hacía se esfumara. Ella también me miró. Nuestros ojos se encontraban, se hacían el mismo cuestionamiento: ¿qué haces aquí? ¿Cómo te va? El silencio era la pregunta entre los dos. Seguía tan bella como la recordaba, pero se veía mucho más fuerte. Una fiereza que hacía parecer todo lo que había visto antes nada más que atisbos.
Alguien rompió el silencio, nada menos que Anaís, quien felicitó a la recién llegada.
-Buen trabajo, Diana.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora