Jaden, mi mejor amigo

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Nos encontrábamos soñando con ese anhelo de tal forma que nos sobresalto el rugido del dragón. Nos miró con sus ojos azules aunque no atacó.
–Entre más tiempo o más poder, más descansa. -Dijo Jaden- Serviría de algo si nuestros ataques funcionaran. La única manera que se me ocurre es concentrar todo en un solo punto, pero no hay forma.
–Genial, único combate que tenemos tiempo para planear algo y no se nos ocurre nada.
Ironice. No obstante, algo llegó debajo de nosotros y cayó a nuestro lado.
–Scotty.
Exclamó feliz Karin. La escocesa tenía cara de "mueranse" cuando llegó, pero al ver a mi amiga la cambio por una de "lo voy a matar". Aún con eso nos avisó:
–Well, akí eztoy. De kamino tomé esto del fourth de la princess y del fourth del gla.
Y nos enseñó la gorra del Team R y los guantes de hule del Team R.
–Penze ke quisa serviriam de algo.
Tomé ambas cosas y traté de pensar en algo. Bien, ya tenía un boceto de lo que quería hacer.
–¿What is la situación? ¿Porke no atacamos?
Nos cuestionó la chica de la boina. Jaden suspiró y le explicó:
–Mira, ese enorme dragón metalero de fuego es casi invencible, nada le hace daño. Quizás su único punto débil sea su cola, lugar donde almacena su poder. Pero no podemos acercarnos, porque encima de que hay uno enorme hueco en la plataforma, intenta incinerar cualquier cosa que lo quiera tocar.
Ella puso expresión de aburrimiento y le contestó:
–¿Solo ezo? No undestand musho, pero I lo hago.
Los tres asentimos. Estábamos necesitados de creatividad, así que no la cuestionamos. Ella se golpeó un poco la frente como gesto de pensamiento, y cuando se hubo decidido sacó una pokebola y gritó:
–Ve, Exoguttor.
Y apareció sobre la plataforma psíquica una enorme palmera con cuatro cabezas. Sin tardarse, Scotty saltó sobre ella y comenzó a escalarla.
–¿Qué planea?
Preguntó Jaden, pero yo tenía que apresurarme. Me puse los guantes de hule, regresé a Lizardon a su pokebola y comencé a escalar tras ella.
–Esperenme aquí -le pedí a mis amigos- tengo un plan, y entiendo vagamente el suyo, así que ahí voy.
Ellos asintieron.
–Suerte.
Me deseó Karin, y Jaden reafirmó:
–La necesitaras.
Y comencé a trepar por la palmera. No era muy alta, pero si lo suficiente. Cuando tomé las hojas supe que estaba cerca. Pasando por las cabezas del pokémon, llegué a la cima.
–Lento.
Se burló y se aferró con fuerza a las hojas.
–Deverrias haser lo mismo.
Me recomendó, y así lo hice. Una vez hecho esto, le dije:
–Creo que sé lo que planeas, pero no sé como vamos a sortear las llamas.
Ella solo sonrió, y gritó a todo pulmón:
–¡Catapulta!
El Exoggutor se inclinó hacia atrás, y con gran velocidad se movió de regreso. En el momento justo nos soltamos y salimos lanzados contra el dragón.
–¡Ah!
No pude evitar gritar. Conforme más nos acercábamos, más sentía el calor en mi piel, y pude noter que Scotty también. E incluso por encima de eso, el dragón nos vio y lanzó fuego en todas direcciones para acabarnos.
–Esta es la parte en la que me dices cual es tu plan.
Ella no me miró, solo sacó una pokebola y gritó:
–Aegislash, Ezcudo royal.
El pokémon escudo apareció y nos cubrió de la onda calorífica. Suspire por verme a salvo por un segundo.
–Gracias.
–No me agrradezcaz aun.
Me cortó bruscamente. Tenía razón, debíamos concentrarnos. Desenvaine mi espada, pronto lo necesitaría. Y entonces el pokémon mecánico rugió al ver que estábamos pasando por encima de él justo en dirección a su cola. Debió detectar el peligro que eso le significaría, ya que enfocó sus llamas hacia su espalda, pero Scotty estaba lista para ello. Empuñó una pokebola y la lanzó justo a la cola mientras gritaba:
–Exoguttor, ¡Enfado!
La palmera cayó justo en la cola del dragón y liberó un aura que bloqueó las llamas. Eso nos creó justo la ventana que necesitábamos. Saqué la pokebola de Rockruff y ella sacó otra de no se de quien. Como coordinados, las arrojamos contra la parte más delgada de la cola mientras ordenabamos:
–Rockruff, Lanzarocas.
–Graverler, Avalancha.
La piedra y el perro salieron de sus pokebolas y lanzaron numerosas rocas que rebotaron en el metal justo en la parte que brillaba por su fuego interno. Pero que no hubiera funcionado no nos iba a detener. Regresamos al par de roca a sus pokebolas y empuñamos con fuerza mi espada y ella hizo lo mismo con la de su pokémon. Con velocidad saque a Pikachu y Lizardon, teníamos ir con todo. El escudo que nos protegía se hizo a un lado para dejarnos atacar. Extendiendo nuestros aceros al frente, les ordenamos a nuestros pokémon:
–Lizardon, Garra Metal; Pikachu Cola de acero.
–Aeyislash, Ezpada Santa.
Y con todas nuestras fuerzas, lo golpeamos en la cola, sin embargo...
–No puede ser.
Exclamé impactado. Todos nuestros ataques rebotaron sin que le hubieramos hecho daño. Vi en camara lenta como salíamos disparados en varias direcciones, pero también vi algo más: una grieta aparecía y se extendía a través de la cola de Reshiram. No era grande, ni profunda, no obstante que pude ver el brillo de su poder a través de ella; aún así, era la chance que con tanto ímpetu buscamos y ahora me encontré con ella. Sacando fuerza me recompuse y con espada en mano me lancé sobre la herida.
–¡Toma esto!
Grité mientras que con velocidad le clavaba mi arma. Apenas si entró pero ahí estaba, cerca, y debía darle el golpe de gracia. El dragón mecánico rugió al registrar el daño, pero eso no me impidió pedir a mi pokémon:
–Pikachu, ¡Rayo!
La rata se paró, se aferró con fuerza al piso y cargó sus mejillas de electricidad para disparar una poderosa descarga contra mi espada. La hoja brilló por toda la energía que acumuló, y como no si chisporroteaba destellos, que bueno que me puse los guantes aislantes. No obstante a un no llegaba a la fuente de energía. El robot trató de sacudirse, pero algo sucedió en su frente.
–Hojas navaja, Swasbuck. Wartortle Burbujas.
Jaden me consiguió un poco de tiempo.
–Ezfuersate, glaikit.
Me reprendió Scotty mientras subía conmigo y colocaba sus manos sobre el pomo del arma. Detrás de ella vino Lizardon e hizo lo mismo. Sin contar ni nada, la clavamos. El resultado fue exitoso, en cierto sentido. Una gran energía calorífica nos mando a volar, pero habíamos conseguido dañarlo. Saque mis pokebolas y llame a todos mis pokémon de regreso, la escocesa hizo lo mismo. Su poder nos mando a volar más allá de la plataforma, así que nos encontrábamos en caída libre. No obstante, de un momento a otro sentí como ya no caíamos. Me miré y estaba rodeado de la energía psíquica.
–Apresurate a volver a la plataforma Saske -me recomendó Lizzi a través del auricular- la gente acá abajo no le quedan muchas fuerzas.
Asenti aunque no podía verme.
–Gracias Lizzi. Voy en camino a terminar con ese monstruo.
–Cuidate Saske.
Me dijo y cortó. Pensé que Scotty me seguiría, pero en vez de eso se despidió:
–Ya he esho bastante, nos bemos en el barco.
Y voló de vuelta. No le reprocharía nada, si que fue de ayuda. Pero yo debía volver con mis amigos. Aterrice de regreso en la maltrecha plataforma, en la cual por lo menos ya habían agregado un camino hacia el dragón, el cual a cada segundo disminuía su calor.
–Ahora que esta aquí -dijo Jaden viéndome de reojo y dirigiéndose a Karin- ¿Viste eso Karin? Eso es ser bárbaro.
Sonreí ante su cumplido y me acerque a ellos.
–Parece que en efecto ese era su punto de poder y ahora lo esta perdiendo.
Vimos como dejó de liberar ningún tipo de llama. Respiré más tranquilamente.
–Hasta la presión del ambiente disminuyo -les comente- ahora acabemos con él.
Y di un paso al frente, pero frente a nosotros apareció de nuevo el holograma de Ojo Rojo. Con su misteriosa voz nos habló:
–Veo que decidieron pelear. Fue un error. Esta grabación solo se activa si dañaron a Metal Reshiram en uno de sus centros de poder -"espera, ¡¿cómo que uno de ellos?"- ahora se activará el modo "Fusión", en el cual usará su mayor ataque. Los veré en el Cielo.
El holograma desapareció dejándonos con esa gran incertidumbre de que esto no había terminado, si no que empeoró. Metal Reshiram nos atravesó con su fría mirada y soltó un estruendoso rugido. Jaden apretó los dientes y gritó:
–¡Odio la tecnología!
Ordenándole a su Swasbuck que atacará con Hojas navaja. Pero el dragón lanzó una esfera que las incineró todas y golpeó al venado debilitándolo. Luego de ello el dragón blanco cargó nuevamente en su hocico muchas llamas y las disparó en dirección a mi amiga.
–¡Karin!
Gritamos Jaden y yo al unísono, pero el fuego era demasiado rápido para nosotros. No obstante, en el último segundo Vulpix salió de su pokebola y usando Ascuas junto con su propio cuerpo bloqueo el impacto, mas no la onda que lanzó fuera de la plataforma. Jaden sin pensarlo saltó tras de ella junto con Aerodactyl. Me asome y vi como mi amigo tomó a mi amiga de la mano, en un momento en el que el tiempo parecía no afectarlos, estando ellos solos con yo de lejos observándolos, para que luego llegara el ave prehistórica y los salvara. Bien por ellos, ahora tenía de frente a Metal Reshiram. El dragón agitó sus alas y a su alrededor aparecieron tres círculos incompletos de fuego. Si era lo que suponía, cuando su completaran haría su ataque definitivo. Este era probablemente el enfrentamiento final entre nosotros dos. Saqué a todos mis pokémon. Croconaw apenas si podía mantenerme en pie, así que le pedí una sola cosa:
–Echame agua.
Con sus últimas fuerzas me empapó para luego caer exhausto. Lo regresé a su pokebola, debía de descansar. Luego le ordene a Rockruff.
–Cubrime de tierra.
Así lo hizo dandome una capa de lodo que me cubriría un poco de las llamas. Me coloqué la gorra del Team R para proteger mi cabello y desenvaine mi espada.
–Pikachu, cargala.
Mi rata kuki le pegó con un relámpago que la llenó de electricidad. Cerré mis ojos por un segundo. El calor era abrasador, sin embargo el sudor que corría a través de mi frente era frío. Me refrescaba. Abrí los ojos mirando al fuego. Un fuego parecido ardía en mi interior, lo rezaba en mi apellido: Fire.
–Ataquen.
Y comencé a correr contra Metal Reshiram con mis pokémon a mi lado. El robot nos vio y disparó varias llamaradas, pero estábamos listos.
–Lanzarocas, Rayo, Lanzallamas.
Con eso logramos deternelas, y saltamos a través de ellas. Esas llamas quemaban como el mismísimo infierno. Pero eso no podría con nosotros, ya que estábamos dispuestos a atravesar ese lugar para vencer a quien tratara de dañar a mi hogar o a mis seres queridos. Cuando estábamos justo donde quería, grité:
–¡Con todo!
Lizardon cargó un Lanzallamas y lo uso contra el pokémon mecánico, mientras que Rockruff utilizó sus piedras para crearme una escalera por encima de nuestro oponente la cual escalé. Esta vez si le destruiría la cola. El robot al ver esto trató de lanzarme llamaradas, pero Pikachu las desvío con sus rayos, y yo ya me encontraba justo sobre su cabeza, entonces... los anillos de fuego que lo rodeaban comenzaron a girar frenéticamente en todas direcciones alrededor de él. Destrozó por completó la plataforma psíquica y hirió a mis pokémon seguramente. Llegué al punto en que la escalera terminaba y salté a atravesando los anillos de fuego hacia la cola.
ntonces un anillo me dio un latigazo. Fue superficial pero si me lanzó contra su cuerpo. El solo tocarlo era un dolor impresionante. Me puse de pie y en eso Rockruff y Pikachu llegaron ante mí justo cuando las llamas empezaban a salir de los anillos para rodear por completo al dragón. Ellos se veían heridos, sin embargo aún tenían voluntad de pelear, así que aunque quería no los contradije
–Cubranme.
Les pedí y ellos asintieron. Corrí a lo largo del robot con mis pokémon quitandome de encima a las llamas que se me acercaban con rocas y relámpagos.
–¡Ahí está la cola!
Exclamé cuando la divisé. Salté y con mi espada lista para enterrarla me dirigí contra su fuente de poder para destruirla. Justo cuando iba a clavarla, todas las llamas empezaron a converger en un punto sobre nosotros, arrastrandome con ellas.
–No, ¡nooo!
Grité desesperado y de nada sirvió todo mi pataleta de resistencia ya que de igual forma me jaló junto a Pikachu y Rockruff. Abracé a mis pokémon tratando de protegerlos. Entonces cuando nos acercábamos a la bola de fuego gigante que se formaba en el cielo, algo saltó y nos alejó de ella.
–Lizardon.
Mi Charmeleon se arriesgo a si mismo para salvarnos. Salimos del área de fuego de Reshiram y poco a poco nos alejamos. En dirección al océano. Llamé de vuelta a mis tres pokémon a sus pokebolas y me vi a mi mismo cayendo en caída libre de cabeza hacia al mar. Apreté mis puños. Hice lo mejor que pude, me esforze en serio, pero Metal Reshiram era sencillamente más poderoso. Ahora acabaría con todo, y no podría evitarlo ya que para entonces ya habría muerto al chocar contra el agua. Siempre considere que no había nada de malo en perder, si no en no intentarlo nuevamente. Pero en ocasiones como ésta, perder tenía un costo. Y era uno muy alto. Karin, Jaden, mamá, papá, hermano, Kanto. Cerré mis ojos ya que empezaron a lagrimear. Últimamente me daba por llorar seguido. Solo quisiera tener otra oportunidad, o por lo menos seguir peleando, esto no puede acabar con así. Tengo que luchar. Mientras este vivo aún hay esperanza. Debía hacer algo, pero entonces algo me atrapó en el aire.
–Cuando te caes, así sea una caída de 50 metros, yo te atrapó, para eso están los friends.
Sonreí. Era Jaden.
–Y tú eres el mejor friend que alguien puede tener.
Le respondí. Me senté en Aerodactyl y le pregunte por Karin.
–La deje a salvo en el barco -me respondió-. Ahora hay que ver que trama este dragón metalero.
Nos acercamos para ver mejor la gigantesca bola de fuego que había formado, la cual brillaba con tanta intensidad que cualquiera la hubiera confundido con el Sol.
–Hay que hacer algo para pararla. No sabemos que planea hacer.
Le dije, pero yo no sabía qué. En eso estaba cuando Lizzi me habló:
–Saske, ¿me copias?
–Si, Lizzi, alto y claro.
–Estoy a punto de terminar el plan, pero ya ningún pokémon tiene fuerza para usar sus poderes psíquicos.
Me preocupé más por lo que me notificó, pero al menos ya tenía casi listo el plan. Entonces, la voz de Ojo rojo apareció:
–Metal Reshiram, Llama fusión.
Y el dragón blanco de ojos azules dejó caer su gigantesca bola de fuego...
–No lo hagas-pidió Jaden.
Contra el barco y todos los que estaban ahí.
–¡Detente!
Le grité con todas mis fuerzas, pero no me escuchó. La Llama fusión iba con tanta velocidad que de nada sirvió estirar mi mano tratando de proteger a mi amiga y a quienes estuvieran en el barco. Finalmente se estrelló con él volándolo en mil pedazos y lanzando una gran onda expansiva mientras se hundía en el agua.
–¡No!
Repliqué con el corazón en un puño.
–Maldito seas.
Le maldijo Jaden y bajamos al área del impacto. No parábamos de buscar a Karin o alguien más entre los restos del barco con el alma en un hilo.
–Espero que Karin no estuviera cerca del barco.
Rezó mi amigo. Sentí que la preocupación me asfixiaba, hasta que estuvimos lo suficientemente cerca y la vimos sujetada de un tronco. Suspiramos de alivió y bajamos junto a ella.
–Que bueno que estés bien.
Salté para abrazarla. Ella me correspondió y la apreté con fuerza. La solté y Jaden sacó a Lapras para que ella lo montará. Él por su parte se acercó a ella, y trabándose un poco dijo:
–Que bueno que estés bien.
Si que se asustó. Ella tomó su mano y le contestó:
–Gracias a ti.
Se soltaron porque debíamos buscar sobrevivientes. Él se fue volando sobre Aerodactyl y Karin y yo nos quedamos con Lapras. Avanzamos unos cuantos metros y el paisaje era desolador. Vi a alguien y lo llamé, pero no me atendió. Me acerque a moverlo y ya estaba muerto. Karin cerró los ojos por la aflicción. Seguimos adelante y más restos de barco, acompañados con la desagradable sorpresa de algún otro cadáver hasta que vi un barril flotando.
–Ayuda por favor.
Esa voz. Nos acercamos y Lapras lo detuvo con su hocico.
–Sal.
Le pedí ofreciendo mi mano. Ella la tomó y subió también a Lapras.
–Que bueno que estés a salvo Lizzi.
Ella estaba temblando, y no podía decir nada. Vio a su alrededor y solo se encontró con muerte. Pareció que algo se revolvió en su estómago.
–¿Por qué la gente tiene que morir?
Preguntó al aire. Yo la tomé por los hombros y le hablé:
–Lizzi, te necesitó, reacciona.
Ella volvió en si tras el shock y sacó un disco de su bolsillo. Con voz lúgubre dijo:
–Lo terminé.
–¿Qué cosa?
Preguntó Jaden aterrizando al lugar en su Aerodactyl. Noté que estaba mojado, debió lanzarse al agua para salvar a alguien. Y detrás de él también sobre el ave estaba Scotty, igualmente escurriendo agua pero mucho mas cohibida de lo habitual. Algo pasó, pero lo averiguaría luego, ya que Lizzi nos contestaba con cierto desánimo:
–Esto es una máquina técnica, una MT -explicó señalando el disco- es tecnología aún en desarrollo, con el objetivo de que los pokémon aprendan movimientos que normalmente no lo hacen a que lo hagan con mayor velocidad.
–Escuche algo por ahí, pero no sabía que estaban tan cerca de lograrlo.
Comentó Karin. Y Lizzi asintió.
–Así es. Esta la modifique para lo que queremos. Bien, lo que tenemos que hacer es acercarnos a él y lanzársela. En cuanto lo toqué el robot la leerá y usará el ataque.
–¿Cómo nos ayudará que usé un ataque? ¿Qué ataque es?
Le preguntó Jaden. Lizzi tomó aire y dijo tan solemnemente:
–MT 36: Autodestrucción.
Todos quedamos impactados con un vacío por dentro.
–Eso significa que...
Dije temiendo lo peor. Ella me contestó con una lágrima corriendo por su mejilla:
–...que quien se la lance quedará atrapado en la explosión, y lo más probable es que...
–...muera.
Terminó Karin por ella con una lágrima bajando también por su rostro, ya que sabíamos que es lo que iba a pasar. Jaden con el semblante más serio que le vi jamás, tomó el disco en sus manos y sentenció:
–Yo lo hago.
–¡¡Noo!! ¡No puedo permitir que hagas eso!
Le grité tomándolo del cuello de la playera. Agache mi mirada por que la ira que me desbordaba. Él me tomó por el hombro y me dijo:
–No te pongas así, a los grandes como yo siempre les tocan los sacrificios.
Yo sollozaba sin poder verlo a los ojos. Él soltó una risita.
–Además soy el único con un pokémon que puede volar.
Entonces Karin habló llorando.
–No, no lo hagas Jaden. No te vayas.
La tristeza realmente se reflejaba en su voz. Levanté la vista y ella lo estaba abrazando por la espalda. Por primera vez Jaden derramó una lágrima:
–Solo me impulsan más a hacerlo. Por ustedes.
Me sentí atónito ante ello.
–Vamos amigo, debe haber otra opción. Si luchamos una vez más lo derrotaremos.
Le asegure. El señaló el cielo y me pidió:
–Mira. -Miré y Metal Reshiram estaba preparando otra Llama Fusión. Si la arrojaba esta vez si acabaría con todos. -No hay tiempo. Esta es la única forma.
Apreté los dientes de impotencia.
–En ese caso yo lo hago...
–No. -me interrumpió el del cabello rebelde.- Tú tienes aún demasiadas cosas que proteger. Yo en cambio todo lo importante para mí lo tengo a mi lado, y me siento feliz por ello.
Derramó otra lágrima, y yo también, no obstante en el fondo de mi corazón sabía que el tenía razón así que lo solté. Si queríamos sobrevivir el tendría que sacrificarse. Lizzi con el ánimo por los suelos le advirtió:
–Aun si haces esto, para Kanto seguirás siendo un traidor y un soldado sin honor. Te arrojaran al olvido y te despreciaran sin más.
Él la miró y le respondió:
–Eso no importa ya. Lo que de verdad importa es vivir en los corazones de quienes te quisieron.
Ella agachó la mirada y no dijo más. Por su parte mi amigo tomó la mano de mi amiga que se aferraba a él.
–Tienes que dejarme ir, Karin.
–¡No!
Le respondió ella derramando más lágrimas. Le estaban partiendo el corazón y su semblante lo reflejaba. Entonces Jaden le habló desde su propio corazón.
–No voy a morir, Karin. Voy a luchar. Y si en ese lucha he de morir moriré feliz por que habré muerto por ti.
–Yo no quiero que mueras por mí. Quiero que te quedes aquí conmigo.
–Jamas voy a dejarte. Ya que quienes nos aman jamás nos dejan.
Sentí como el ambiente se llenó de una extraña calidez mientras Karin lo soltaba y Jaden se giraba para verla de frente. La castaña le declaró:
–Si vas a morir por mí, yo viviré por ti. Me aferraré desesperadamente a esta vida aunque ya no estés en ella, por que lo haré por ti.
Con sus manos tomó el rostro de mi amigo, y acercándolo al suyo le dio un beso en la mejilla. El tomó su cabeza y la besó en la frente. Luego se tomaron de las manos por una eternidad demasiado corta hasta que llegó el momento de soltarse.
Jaden caminó hacia a mí y sacó a sus pokémon de sus pokebolas. Algunos estaban al borde del desmayo, pero aún así miraron a su entrenador. Onix, Sawsbuck y Wartortle. Se arrodilló junto a ellos y les susurró:
–Escuchen compañeros, a partir de ahora se quedaran con Saske y Karin. Cuiden bien de ellos.
Estos lo miraron desconcertados. Sus ojos se cristalizaron. Se arrojaron sobre él y se aferraron tanto como pudieron.
–Vamos, deben irse.
Ellos se negaron.
–Se que no quieren que me vaya, pero.. -reflexionó un instante - lo que quieren es ir conmigo, ¿cierto?
Silencio y abrazos como respuesta.
–Parece que no se quieren ir. No pude pedir pokémon más leales, en verdad son los mejores. -Acarició la cabeza de Lapras y le ordenó- tú tendrás que quedarte, hazlo por favor.
Lapras soltó un grito de asentimiento Los demás volvieron a sus pokebolas en el cinturón de su entrenador. Jaden me iba a decir algo, pero se sorprendió al verme con la pokebola de Lizardon apuntándole. No me preguntó, así que le decrete:
–Desde que te conocí supe que eras un tipo genial. Mi amigo, y mi rival que jamas pude vencer. Me impulsabas cada día a ser mejor. Y seguirás haciéndolo.
–Fue tanto lo que vivimos Saske. Somos un dúo imparable.
–Tú eres mi mejor amigo, Jaden.
–Y tú el mió, Saske frend.
–Tendremos una pelea más.
–Seria bueno, aunque es claro que te haría pomada.
–Quisiera ver que lo intentaras.
–Perdedor.
–Pelos necios.
–Espero grandes cosas de ti.
–Te lo contaré todo cuando te vuelva a ver.
Intercambiamos un saludo y él subió a su Aerodactyl. Me dolía tanto que se fuera, me dolía demasiado, no podía creer que se fuera ir. No lo haría, el se salvaría de la explosión y volvería con nosotros. Así sería.
Antes de irse, nos dijo una última cosa.
–Ustedes dos son más que mis amigos, son mi familia, lo que más quiero, quienes me dieron un verdadero motivo por el cual luchar. Y quiero pedir una última cosa a quienes todo me han dado. A ti serán dos, amigo. Saske, recuerda que una vez existió un chico llamado Jaden. Y cuida de Karin. Y tú Karin, se feliz.
Y emprendió el vuelo sin que tuvieramos el tiempo de responderle. Sentí que algo en mí era estrujado y maltratado al verlo decidido volar hacia la muerte. Y en Karin también. Entonces comenzó a sonar el auricular. Lizzi había activado las comunicaciones para escuchar lo último de Jaden. Miramos al cielo para verlo. Ante el insensante Sol su figura contrastaba, la de mi amigo. Ese joven genio, de cabellos necios y humor grosero. Aquel muchacho que creció sin madre y con un padre que solo le exigía sin parar, y que sin embargo encontró la alegría en dos niños, Karin y yo. Que necesitado nos dió más de lo que pidió, y que con su actitud y genialidad siempre nos inspiró a luchar un poco más como él lo hacía. No podía ser que su historia terminará aquí, condenado al olvido por lo que se vio obligado a hacer. No era justo. No podía acabar así. Apreté mis puños y baje mi vista al suelo dejando que mi cabello cayera sobre mi rostro. El solo imaginar que no volvería a escuchar otro chiste de Jaden me era insoportable. Miré a mi amigo, no obstante Metal Reshiram lo notó y rugió al verlo acercarse. Jaden le gritó:
–Hey montón de chatarra, tienes suerte de no sentir miedo porque a estas alturas ya estarías temblando como niñita, ya que después de todo el gran Jaden va a exterminarte.
El dragón blanco de ojos azules observó como mi amigo se acercaba más y más, así que decidió terminar con el antes de ello. Reunió la energía que ya tenía en los anillos y formó una pequeña Llama Fusión. Podría haber jurado que en ese momento el robot sintió miedo. Tanto Jaden como la bola de fuego iban demasiado rápido, así que el pelos necios no alcanzó a esquivarla, tan solo a ordenar a su pokémon
–¡Avalancha!
El ave arrojó diversas piedras para detener el ataque, pero no tuvo mucho efecto así que desplegó sus alas y levantándose protegió a Jaden con su cuerpo de las llamas que chocaron contra ellos. Hubo una gran explosión, y una vez todo se dispersó mi amigo caía hacia abajo después de que su pokémon volviera derrotado a su pokebola con sus últimas fuerzas. Yo sentí como me invadía la impotencia y le grité por el auricular:
–Arriba, Jaden, no te puedes quedar ahí. Pelea amigo. Tienes que seguir.
"Tienes que volver, tienes que vivir", pensé. Escuché algunos sonidos de reacción, pero no se movía. Entonces Karin decidió hablar:
–Jaden, yo te...
–Lo sé.
Le confesó mi amigo y sacando una pokebola dijo:
–Vamos mi pokémon, un último esfuerzo.
Y Wartortle apareció. Jaden se agarró de él y ordenó:
–Hidrobomba.
La tortuga disparó agua para impulsar a mi amigo en dirección del dragón, pero no tenía suficiente presión. Sin fuerza suficiente para elevarse, caería hacia abajo. Entonces Wartortle fue rodeado por una luz esperanzadora y sacando fuerzas de su interior con el único objetivo de ayudar a mi amigo evolucionó a Blastoise.
–Ja, ahora si, con todo.
Le ordenó mi amigo y su pokémon usó sus nuevos cañones para impulsarse hacia el cielo. Metal Reshiram al percatar que se acercaba más y más trató de crear otro anillo de fuego, pero ya era tarde para él.
–Esto te ganas por meterte con mis amigos. -Le sentenció Jaden- Ellos son Saske y Karin.
Y pasando al lado del dragón con su Blastoise le lanzó el disco. La MT se adhirió a él y se activó. Metal Reshiram comenzó a brillar y explotó en una inmensa bola de fuego en el cielo. La explosión fue tan grande que por mucho que Blastoise disparó agua para alejarse atrapó en Jaden en ella. En ese momento sentí como si el tiempo se detuviera, y a pesar de que todo se iluminó el mundo perdió su color.
–Adiós.
Fue lo último que se escuchó antes de que se perdiera la comunicación. No se oyó nada más. La luz finalmente me cegó. Esos segundos de oscuridad e incertidumbre fueron una tortura. En cuanto abrí los ojos miré hacia todos lados con el corazón acelerado buscando algún rastro de él, debía de estar por alguna parte, no podía ser que... Volteé a ver a Karin y vi la desesperanza reflejada en sus ojos, entonces lo comprendí. Jaden había muerto. Karin se arrojó sobre mí y lloró desconsoladamente  en mi hombro, un llanto que quebraba los corazones por la tristeza que expresaba, incluso sentí que el mío se arrugaba, pero no solo eso. También sentí un gran vacío en mi interior que crecía más y más y se llenó de desesperación. Me dolía, tanto que no podía soportarlo. Con todas mis fuerzas grité hacia a la nada.
–¡Jaden!

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora