La primera misión

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Este helicóptero se tambaleaba bastante. Creo que era culpa de la piloto. Y no era el único, ya que Nate le comentó de forma amable:
–Oye ratoncita, me parece admirable tu manera de pilotar ésta nave.
Lizzi, la piloto, le miró con despreció y le reprochó:
–No me digas nada, sí le sé, nada más que no le atino a los botones.
Ante esa excusa, Nate sonrió:
–Tal vez se deba a que eres una mediocre.
–Basta.
Le recrimine al rubio. Él de momento lo dejó. Por mi parte, me estaba cansando de idear planes a ciegas.
–Lizzi, te necesito acá. Alguien más tome el mando.
Miré a los demás, los cuales se encontraban sentados en sus respectivos asientos. A mi lado estaban Karin y Scotty, y en frente Nate y Morti. En específico, éste último esperó pacientemente, y al no ver ninguna reacción suspiró.
–Yo lo hago. Lo puedo mantener estable, pero no aterrizarlo.
–Me sirve
Le dije, de forma que él tomó los controles y Lizzi se sentó a mi lado.
–Pon un mapa de las Islas Sete, específicamente de...
–La Isla Prima, en un lugar llamado el Mt. Ascuas.
Complementó Karin. La chica de las gafas, tras unos teckleos, lo tenía en la pantalla.
El archipiélago Sete era una serie de islas, 9 en total, con nada muy interesante más que especies que no se hallaban en el resto de Kanto. Eran tan pequeñas e insignificantes que Teselia pasó totalmente de ellas. O eso pensábamos, porque se escondieron en un recoveco de éstas.
El lugar que se refería era una imponente montaña cubierta de pasto y rocas.
–No entiendo el porke del nomvre.
Mencionó Scotty metiéndose un poco en la conversación.
–No hay mucho ahí. -Siguió explicando Lizzi.- Solo unas cuevas por dentro. Ahí es donde deben estar escondidos.
Analicé la imagen.
–Parece una trinchera más que una base. -Les dije.- Solo parece haber una entrada, pero ir de frente sería un error. Tendremos que buscar otra manera de ingresar. Lizzi, busca si está conectada a alguna otra entrada o algo así.
Mientras Lizzi hacia eso, Karin me miró y resaltó:
–Estás más estratégico que de costumbre.
Asentí ante ello y le respondí:
–Debo que serlo. No puedo seguir dependiendo de mi buena suerte.
Lizzi suspiró molesta:
–No, al parecer no hay ninguna otra entrada. Hasta ahora se conoce una única entrada.
Nate consideró oportuno dar una sugerencia:
–¿Y si estrellamos el helicóptero sellando esa única entrada?
Que idea.
–Si hacemos eso no los venceremos, y encima no tendremos como ir a Ciudad Carmín.
Nate sonrió:
–No te preocupes por ello, con nuestro esfuerzo y el de nuestros pokémon llegaremos nadando. Y en tanto a ellos, si no pueden salir de la montaña, eventualmente morirán de hambre.
Sonreí yo también por el absurdo.
–No puedo argumentar nada ante esa lógica.
–Oigan no quiero interrumpir, pero el radar dice que estamos por llegar.
Lizzi se levantó de golpe y caminó hacia los controles.
–Con permiso. Debo aterrizarlo.
El rubio darks se quitó para que la chica de los lentes se sentara.
–Aterriza a una cierta distancia del lado opuesto de la montaña de donde está la entrada. -Le ordené.- No hay vigías pero no podemos confiarnos.
Nate, por su parte, abrió la puerta del helicóptero dejando entrar un ventarrón.
–¿Qué planeas?
Le cuestioné, a lo que él respondió:
–Daré un vistazo. Quiero divertirme un poco. -Sonrió al decir eso.- No te preocupes, seré sigiloso. -Sacó una pokebola y de ella salió un Fearrow, sobrel que saltó. - Vamos, Pichi.
Antes de que se fuera, Karin le alcanzó a gritar:
–¡Cuidado!
Cuando se perdió de nuestra vista, Scotty exclamó:
–Ke desagradable.
Lizzi nos aterrizó en medio de una arboleda, lo cual era perfecto ya que desde lejos no se vería el helicóptero.
Nos dirigimos con cuidado a la cueva, tratando de buscar a Nate.
Cuando divisamos al fin la entrada, escuchamos un ruido en los árboles. Rápidamente volteamos, para descubrir que sólo era Nate.
–Había un vigía. -Comentó sentado en una rama.- Pero ya me encargue de él.
Lo felicitaría, pero no quería darle el gusto.
–¿Le sacaste alguna información?
Nate bufo y rió.
–No me dio tiempo de ello.
–¿Y dónde está?
Quise saber. Él rió como si hubiera dicho algún chiste.
–No está en condiciones de responder preguntas.
Como sea. Tenía que averiguar que había dentro. Miré a mi equipo y lo supe.
–Morti, ¿Haunter puede esconderse entre las sombras?
Se sorprendió un poco al principio, pero luego asintió.
–Claro. Lo mandaré a espiar.
El fantasma salió y se dirigió a la cueva. Tras un rato, volvió a dar el reporte. Nosotros no sabíamos fantasmañol, así que Morti nos explicó:
–Al parecer en la entrada no hay nadie, pero hay una escalera que va a un nivel inferior. De ahí se desprenden dos caminos. Uno lleva a unas computadoras, y el otro conduce a la base de los soldados, es ahí donde está la mayoría. No hay cámaras ni nada por el estilo, y parece ser que ambos caminos en determinado punto llegan a un lugar más grande.
Asentí y comencé a idear un plan.
–Bien, esto es lo que tengo en mente. Nate irá al nivel inferior y fingirá ser un despistado explorador de cuevas, luego los hará enojar y lo atacarán. Cuando se reúnan bastante, les propinaremos un ataque relámpago y seguiremos avanzando. Karin y Lizzi irán a donde las computadoras, mientras que Morti y yo iremos a combatir con los soldados. Scotty se quedará con Nate a entretener a los soldados. Nos encontraremos todos en donde se reúnen los caminos.
Los miré a todos esperando comentarios.
Lizzi asintió, Morti dijo "como sea", Karin asintió también. Scotty se quejó:
–¿For ke debo proteger a ese inútil?
–Por favor.
Fue lo único que se me ocurrió, pero lo dije tan serio que no se quejó más.
–Así que quieres que sea la carnada, ¿eh Saske? -Preguntó Nate, y sonrió. - No se preocupen amigos, seré la mejor carnada que jamás habrán visto.
Con eso claro, procedimos a ejecutar. Entramos todos juntos a la cueva, y el rubio descendió por una escalera al nivel de abajo, junto a su Raticate, una vez ahí, exclamó:
–Mira lo lejos que hemos llegado, Ratatosk.
La rata chilló en respuesta. Eso resonó en todas partes. Rápidamente, se escucharon pasos y un grupo de 6 soldados ya estaban rodeando al rubio.
–¿Qué haces aquí, niño?
Le preguntó un soldado alto y barbado. Nate le sonrió y respondió.
–Exploro cuevas, pero ¿qué hacen todos ustedes aquí? ¿Acaso hay una convención de exploradores de cueva? ¿Por qué no me invitaron?
Por más que Nate fingiera inocencia, yo sentía la malicia en sus palabras. Pero al parecer los soldados no.
–Lo siento niño, pero estamos trabajando aquí en algo. Si no te vas, te irá mal.
Y sacó un Liepard. Los demás sacaron Wathchogs y Herdiers, y una mujer envió un Audino. Me molestaban esos soldados. ¿Qué habrán hecho con los verdaderamente despistados que llegaron aquí?
No obstante, Nate se rió.
–Oh vamos, no necesitan tantos pokémon para un simple chico como yo. O tal vez si, lo que significaría que son verdaderamente inútiles.
–¿Qué cosa? - Se sorprendió el barbón.
–Sujetos tan prescindibles y desechables que se quedaron escondidos en un agujero mientras su nación caía.
El tipo le tiró un puñetazo a Nate y lo derribó estrellándolo contra una pared. Ratatosk intentó defenderlo, pero el Liepard de un zarpazo lo calmó. El ruido atrajo a más soldados. Todo iba bien. Desde el suelo, Nate sonrió y le soltó un último veneno:
–Deben ser la vergüenza más grande de Teselia. Tan grande que la escondieron para evitarles una humillación.
El barbón le señaló tajante.
–No quiero volverte a escuchar.
El rubio se cubrió los oídos y recitó:
–Concedido.
Del techo se reveló Alucard, el Zubat de Nate, con un agudo Súper Sónico que les reventó metafóricamente el oído a los soldados. Era el momento.
–¡Ahora!
Karin fue la primera en saltar, sacando a Lapras y dándoles un chapuzón a todos, dejándolo listo para nosotros.
–Vamos Lizzi.
Ella y yo saltamos con Pikachu y Jolteon, y les ordenamos atacar con los Rayos. Sumado al agua, les dio tremenda descarga. Sonreí al ver esos teselianos en el suelo. Pero no había tiempo para eso.
–Karin, Lizzi partan ya. -Se fueron deseándome suerte.- Morti, date prisa. - El rubio darks se metió al camino que íbamos a seguir, y yo fui tras él. Miré de regreso a la escocesa y al rubio. - Cuento con ustedes. Tengan cuidado.
Scotty sin voltearme a ver me respondió:
–Si komo sea, bete ya.
Nate se levantó riendo, y le ordenó a Ratatosk atacar al Liepard derribado con Superdiente
–Deja esto en mis manos, Saske.
Confiando en eso, cambie a Pikachu por Rockruff y corrí a su lado, con el rubio darks detrás junto a Gastly. Pasamos por una especie de túnel, los cuarteles deberían estar más adelante.
–Oye Saske, -me llamó Morti. - No parecen muy fuertes.
Asentí.
–Pero igual no tenemos tiempo para lidiar con todos. Mira, yo venzo a los pokémon y tú neutraliza a los entrenadores.
–Está bien.
Respondió. Aceptó muy rápido atacar personas.
De pronto, un trio de soldados apareció frente a nosotros, con Pansage, Panpour y Pansear. No tenía tiempo para eso, y al carajo la tabla de tipos.
–Rockruff, Lanzarocas.
Mi perro lanzó un grupo de rocas que arrollaron a los changos sin que pudieran defenderse. Uno de los tipos gritó:
–No de nuevo.
Y no dijo mucho más, ya que Gastly apareció frente a ellos con gases tóxicos y una cara espeluznante que los nockeó.
Seguimos corriendo, y entonces del techo aparecieron Swobat y Woobat, que lanzaban horribles chirridos y nos tiraban mordiscos. No se veía ningún entrenador, ¿acaso era una trampa?
–Tinieblas.
Morti y su pokémon liberaron una oscura niebla que confundió a los rivales.
–Mi turno. -Decreté. - Lanzarrocas.
Mi perro controló unas piedras y se las lanzó a los murciélagos. Le dio a la mayoría, no obstante el Woobat lo esquivó. Pero yo no iba a permitir que se me fuera.
–Rockruff, Triturar.
Mi perro saltó y atrapó al murciélago con sus fauces, para sacudirlo y arrojarlo al piso. Miré a Morti, y luego al frente, donde un grupo de velas se encendieron.
Empecé a caminar pero mi compañero me detuvo.
–¿Qué sucede? - Le cuestioné.
–Esos son pokémon, se llaman Litwick.
Tsk. Los conocía y no me di cuenta.
–¿Y qué hacemos? ¿Cómo atacamos?
Morti me miró serio, sonrió y me dijo:
–No tengo idea.
Eso fue decepcionante.
–Eso fue decepcionante. Para eso mejor corramos directo.
–No me culpes. - Se disculpó. - Ellos atacan a todo lo vivo.
–Entonces usa Gastly con unas Bola sombra.
–Aunque su presencia sea menor, sigue vivo.
–Eso significa que no lo atacaran con todo, y Rokcruff tendrá oportunidad de cubrirte.
Y lo ejecutamos. Gastly voló con a discreción eliminando las velas una por una con Bola sombra, no obstante algunas se dieron cuenta y le lanzaron fuego para derribarlo, y entonces Rockruff lo inutilizaba con rocas. Así, los vencimos a todos.
Avanzando por eso, hallamos otras escaleras que iban hacia abajo.
–Están debajo.
Anunció Morti.
–Y deben estar esperándonos. Así que no tiene caso ocultar nuestra presencia. -Me paré firme, jalé aire y grité: - ¡Se que están ahí teselianos! ¡Ríndanse, o el Defensor de Pueblo Paleta los hará pedazos!
Se escuchó movimiento. Se preparaban.
–Voy primero.
Avisé. Tomé una pokebola y de un salto llegué hasta abajo junto a Rockruff. Ahí me vieron los soldados junto a sus pokémon, eran como 15, y antes de que pudieran hacer algo, ordené:
–Rockruff, Lanzarrocas.
Las numerosas piedras salieron disparadas contra nuestros oponentes, pero gracias a su número las hicieron pedazos. Como esperaba.
–Ahora, Rocas navaja.
Rockruff controló los trozos de piedra y los arrojó como cuchillos de los cuales no pudieron defenderse. La mayoría cayó, pero eso no era suficiente. Lo bueno es que el espacio era reducido. Rockruff se colocó a mi lado y yo puse al frente mi pokebola.
–Tomen esto.
Presione el botón abriendo la pokebola y solté a Snorlax. Mi enorme pokémon los aplastó.
–Ja. Las fuerzas de Teselia no son tan fuertes como las recordaba.
Tras mi burla, surgió un ruido. Alguien tomó a Snorlax y me lo arrojó, así que lo devolví a la pokebola, no quería que me aplastara. Resultó que era un par de Condelkur, tendría que cambiar mi estrategia.
–A un lado, Saske, yo me encargo.
O tal vez no tendría que hacer nada, ya que Morti apareció.
–Ve, Haunter.
Ese no era el Haunter que conocía, así que el rubio darks tenía más de uno. Un Condelkur intentó golpearlo, pero Haunter lo esquivó y le propinó un Puño sombra que lo dobló por la mitad. El otro pokémon de Teselia entró con su columna de cemento y derribó al fantasma, no obstante éste se levantó y lo golpeó con el Puño sombra. Condelkur soportó bien ese ataque, pero Haunter preparó un Puño Trueno y un Puño Fuego, uno en cada mano, y de un doble golpe lo acabó. Sin embargo, el primer Condelkur volvió a la carga con su columna de cemento.
–Cuidado Haunter. -Dijo Morti. - Puño hielo.
El hielo chocó con el cemento y ambos se hicieron pedazos, pero el fantasma ya tenía preparado un Puño sombra con el que fulmino al Condelkur de un puñetazo en la garganta.
–Mira teseliano, así se hacen las cosas en Johto.
Suspire.
–Buen trabajo.
Los soldados que aún quedaban conscientes salieron corriendo. Mejor, así nos guiarían. Íbamos a avanzar, pero sentimos un leve temblor.
–¿Qué fue eso?
Pregunté al aire, pero de improviso un par de Unzefant, uno macho y otro hembra, entraron volando a toda velocidad. El macho fue y el clavó un Pico taladro a Haunter sin que éste fuera capaz de moverse. Rockruff intentó golpear a la Unzefant con las rocas, no obstante las esquivó y le metió un Ala de acero. Ambos pokémon fueron derribados, así que Morti y yo los regresamos a sus pokebolas para que descansaran un rato.
–Parecen jets. -Comentó el rubio.
–Así es. -Respondí. - Debemos atacarlos de cerca.
Los Unzefant se colocaron a nuestra espalda y batieron sus alas arrojando una fuerte corriente de viento. Intentamos acercarnos, pero el viento nos regresaba.
–Esto no tiene sentido. -Grité. - No debería haber tanto aire en este sitio.
–Desde que entramos hay una corriente de aire. La cueva fue acondicionada para que el aire avance. - Me respondió Morti. - Eso demuestra que quien está a cargo es un experto en tipo volador.
Maldición. Ningún pokémon podría acercarse. Pero tal vez si yo avanzaba la mitad del camino y arrojaba la pokebola, tal vez llegaría. Di un brinco, pero no fue suficientemente fuerte el viento me arrojó para atrás.
Pisé, pero era un suelo falso, una trampa. El piso se desplomó bajo mis pies y caí. No pude moverme, hasta que alguien me atrapó. Era Morti, quien había saltado tras de mí, me había tomado de la muñeca con su mano izquierda mientras se sostenía con la derecha del borde.
–Carajo Saske. - Exclamó Morti. - ¿No te han dicho que eres imprudente?
–No, recuerdo, pero estoy seguro que alguna vez. –Intenté moverme para tomar alguna pokebola, pero mi cuerpo estaba entumecido. - No puedo moverme.
–Yo tampoco.
Respondió. Mire hacia abajo, había un Reuniclus atrapándonos con sus poderes mentales, y un Gigalith esperando para machacarnos.
Estábamos en problemas. Yo comenzaba a cansarme, y seguro Morti estaba peor. Encima, apareció un Woobat que tenía toda la intención de finiquitarnos.
–Por un Giratina, lo que me faltaba.
El murciélago nos acechó, hasta que una bola llameante lo golpeó hasta quien sabe dónde.
–Sazke, ¿estas ahí?
Era ella.
–Scotty, ayúdanos, aquí abajo. Pero ten cuidado, hay un pokémon psíquico que nos no deja movernos.
Otra bola llameante se estrelló con el techo derribando las estalactitas, que cayeron sobre Reuniclus liberándonos de su poder mental. Tras eso, ella saltó por completo el hoyo, tomó a Morti del brazo con una mano y lo levantó conmigo debajo como si de un muñeco de trapo se tratase.
–Eres fuerte.
Exclamó el rubio darks. La escocesa lo arrojó por ahí fuera de la trampa, y por consiguiente a mí también.
–Gracias, Scotty.
Le dije. Ella bufó.
–Zomos un ekipo, es mi deber ayudarte.
Sonreí. Esa chica era realmente comprometida. Me senté en el suelo y dije:
–Ustedes eran los más reacios a unirse a mi equipo. Tuve que hacer esfuerzos extra para convencerlos. Y sé que cada uno tiene sus propios motivos para seguirme, pero me salvaron la vida y eso se los agradezco.
Morti nada más se dio vuelta y dijo:
–Tengo que asegurarme de que no te mueras.
Scotty se acercó a un conejo blanco y me respondió:
–Komo sea.
Con eso resuelto, tenía dos dudas.
–Scotty, tengo dos dudas: ¿qué es ese conejo y qué pasó allá atrás con Nate?
Ella se levantó y me dijo.
–El conego es Raboot, un pokimon de Galar. Y sobre el rubio pzicótico...
Scotty me contó que ella y Nate se quedaron atrás peleando, pero que él era débil, no obstante aterrador. "Un tipo lengua benenoza". Ella barrió con varios teselianos, hasta que el rubio derribó a un enemigo y dijo:
–¿Saben qué, teselianos? Ustedes claramente no tienen ningún tipo de talento, ni se esfuerzan lo suficiente como para ganar mi respeto. Perdí interés en ustedes, no vale la pena seguir peleando. Lo mejor será que acabe con todos.
Con eso dicho, apuntó hacia la superficie de la cueva con su pokebola para que su Garaudos saliera y provocara un derrumbe. Ahí se separaron uno por cada camino.
Suspiré.
–Fue buena idea para apartar a los teselianos, pero bloqueó la salida.
–No creo que fuera su plan.
Comentó Morti, pero no entendí a que se refería.
–De cualquier manera, tenemos que seguir. Si la trampa estaba aquí, tal vez signifique que su líder está cerca.
Cuando íbamos a caminar, Scotty se acercó a mí y me dijo:
–Por zierto, me dijo algo antes de irze: "Tú y yo tenemos el mismo dolor". Zabez a lo que se refiere?
Por un momento pensé que sí, pero no sé por qué pensé eso, ya que la verdad no tenía idea.
–No lo sé, Scotty.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora