El Elegido de Ciudad Iris

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El aroma a flores era ocultado por el hedor a sangre. El día se había oscurecido. Al parecer lo único que Morti veía de aquí eran cosas malas.
—Haunter, Bola sombra.
Una esfera oscura se formó en las manos del fantasma y fue disparada contra Lizardon, pero este saltó y usó Furia Dragón para alejarse un poco hacia arriba, dando como resultado que se viera pequeño desde mi perspectiva, y una vez listo su hocico se lleno de llamas que disparó contra un Psicorayo hecho por obra de Haunter, ocasionando el choque de ambos poderes a la vez que se volvían un torbellino de fuego que incineró todo lo que se encontró con él. Tras eso el campo se vio despejado, y Lizardon aprovechando su altura cuando cayo cual proyectil con sus garras convertidas en acero gracias al Garra metal con lo que le dio en la cabeza al espectro estrellándolo en el piso generando un cráter junto a una nube de polvo. Para cuando la tierra se asentó Lizardon y yo nos vimos sorprendidos ya que el pokémon fantasma no estaba en el piso donde se suponía que estaría, y nuestro asombro aumento cuando unas manos moradas salieron del piso y tomaron las patas de mi Charmeleon, y cuando este se agacho para tratar de sacar de su escondite a Haunter fue atacado con un Rayo confuso que de seguro le mermo la lucidez ya que empezó a tambalearse al grado de casi caer, hasta que definitivamente beso el suelo cuando el pokémon de Morti lo lanzó con un Bola sombra. Lizardon trató de reincorporarse, pero a medio camino un Psicorrayo volvió a derribarlo. Finalmente la lagartija se levantó, sin embargo para nuestra mala fortuna Haunter se hallaba a un lado de él y le golpeó con Puño sombra para luego moverse y atacarlo desde otro ángulo.
—¡Garra metal! ¡Usa tú Garra metal!
Le gritaba pero al parecer no me entendía, hasta que al fin endureció sus uñas, no obstante seguía sin poder atinarle a la aparición, la cual repetía una y otra vez el mismo combo hasta que en un momento de desesperación desenfunde mi espada y di un tajo al frente de mí, gritando:
—¡Mira, hazlo así!
Y entonces Lizardon atacó al frente con su Garra metal justo donde estaba Haunter. Tanto el pokémon como su entrenador se confundieron tanto o más que Lizardon, ya que a donde yo tiraba el espadazo, mí pokémon tiraba el zarpazo, así que yo atacaba a donde estaría Haunter con respecto a mí y Lizardon lograba golpearlo. Parecía que de seguir por este camino ganaríamos, pero una estrella ninja rompió el viento y rozo mejilla lo suficiente para crear un rasguño sangrante.
—No eres el único al cual las chicas del kimono le regalaron algo, Saske.
—Bueno, igual supongo que una espada es mejor que un montón de estrellitas.
Mi comentario al parecer lo molesto porque empezó a lanzar más y más shurikens, las cuales lograba desviar con mi espada. Sin embargo, Lizardon se quedo sin guía y de nuevo recibió los Puños sombra de Haunter. La pelea se inclinaba de manera desfavorable para nosotros, y más cuando las estrellas me hirieron en el hombro izquierdo y el muslo derecho. Morti sonrió y detuvo su ataque cuando un último proyectil hirió mi tobillo siniestro provocando que me desplomara sobre mis rodillas. Si el daño seguía siendo parte de la ilusión Unown se sentía muy real. Quizás demasiado.
—Rayos.
Murmuré. Mire a Lizardon y se hallaba aún confundido, mientras que el maldito Haunter se burlaba de él colocándose en su cola. Mi Charmeleon le tiro una mordida y el fantasma se quitó provocando que mí pokémon se mordiera a si mismo, pero esto fue bueno ya que en su mirada percibí que gracias a ese auto-daño se libró de la confusión. Haunter creyó que su ataque seguía haciendo efecto por lo que floto en las narices de Lizardon. Note la oportunidad y con mi espada apuntada al frente exclamé:
—¡Lanzallamas!
El fantasma lo recibió de lleno y quedo acabado tras haber dejado un camino de tierra por donde fue empujado. Con mi pokémon a un lado me  acerque a Morti quien se había incado junto al suyo.
—Se acabó. -Le dije a la vez que colocaba mi espada en su garganta.-¿Dónde están mis amigos?
El husmeo en sus ropas a la vez que murmuraba cosas sin sentido.
—Maldito... Yo debía, yo debía... Ho-oh...
Me dio el aparato con el que invocó a los Unown, lo vi un poco. Tenía dos botones y un teclado retráctil, pero lo que me importaba eran los botones. Uno decía "reunir" y otro "dispersar". Presione "dispersar" y hubo un leve temblor, tras este el piso se volvió transparente y vi como Diana y la unidad GS aparecían a salvo en Ciudad Iris con aspectos triunfantes. Desde mi perspectiva estaba en alguna parte sobre la ciudad. Después de ellos llegaron las chicas kimono derribadas, y al final Samina aún de pie pero a mi apreciación a duras penas. Esperé mi turno, sin embargo Morti lanzó una granada que chocó contra un muro invisible, y cuando explotó los Unown salieron de la pared invisible, para luego ser seguidos por otros revelando que Morti y yo nos encontrábamos en un domo hecho por ellos suspendido en el cielo, hasta que finalmente los del piso se levantaron ocasionando que el rubio darks y yo cayéramos en caída libre. Bajo nosotros no estaba ya Ciudad Iris, sino un bosque. A media caída, Morti sacó otra granada y me la lanzó, pero Lizardon la detuvo a medio camino con su Lanzallamas provocando su explosión prematura, y esta a su vez con su onda expansiva nos alejo uno del otro. Metí a Lizardon a su pokebola y me cubrí la cabeza con los brazos tras guardar la espada y la pokebola. Choque con un árbol, y tras golpearme con una o dos ramas toque el piso, sentí sangre correr por mi nuca y perdí la conciencia.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora