Nuevos aliados

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El choqué entre la onda gélida y la calorífica fue tal que me hizo flaquear mientras que a Samina la derribo. Lo cierto y más extraño es que el ataque del Vulpix era muy poderoso, tanto que empezó a ganarle terreno a Lizardon y su Lanzallamas, añadiendo que el piso se volvía hielo de nuevo. Entonces caminé hacia Lizardon con mucho esfuerzo, ya que varios cristales de hielo salieron como navajas contra mi ser causandome rasguños que me ardían a pesar del frío. Finalmente llegué con mi pokémon y le dije:
-Vamos amigo, estoy detrás de ti.
Él reaccionó a mis palabras e intensificó sus llamas menguando el creciente hielo hasta que lo superó a la vez que al zorro le cobraron factura sus heridas dando como resultado un disparo directo al Vulpix envolviéndolo en llamas de las que salio inconsciente y débil.
-Se acabó.
Ella vio a su Vulpix que yacía en el piso y lo abrazó. Yo me sentí culpable por el lamentable estado del zorrito, ya que después de todo ella no era una enemiga. Deje salir al Totodile e inspeccioné un poco dándome cuenta de que gracias a la suerte había en el piso una raíz curativa llamada Raíz energía. La tomé y me acerqué a Samina.
-Hay que lavarle las heridas y darle de comer esto.
Le dije eso y le entregue la raíz ella me miró y sólo la tomó.
-Gracias.
Dijo eso y empezó a lagrimear un poco. Yo le ayude a lavar las heridas y vendarlas. Realmente me excedí.
-Oye , lo siento.
-No, es mi culpa. Yo propuse la batalla, y yo deje que continuará aun cuando mi Vulpix aun no estaba preparada para ti. -Yo la escuchaba atenta y atónitamente.- Pero logre ver que no eres un soldado que lucha por el placer de hacer de hacerlo, sino por los que quieres, y lo vi cuando le hablaste a tú pokémon, y también cuando veniste a ayudarme. -Ella sonrió.- De modo que encontré al nuevo dueño de este pokémon. - Me quedé con cara de no entender.- Ten.
Me ofreció una pokebola y yo la tomé. Me indicó que la abriera y de ella salió un perrito con una melena de rocas en el cuello. Él me miro y salto sobre mí a lamerme la cara y restregarme su melena rocosa pero suave a la vez. -Así que encontraste al fin un dueño para el Rockruff.
Yo voltee y vi a un chico rubio vestido de morado y a una chica del kimono a su lado. Yo me iba a parar para tomar pose ofensiva, pero Samina me detuvo.
-Un gusto, defensor de Pueblo Paleta, o Saske, yo soy Morti, amigo de Samina, y ella es una de las chicas del kimono de Ciudad Iris, pero no nos ha querido decir su nombre.
Yo solo asentí a sus palabras, y espere un poco más a ver que harían ahora. Entonces vi a la chica del kimono acercarse y darme una espada samurái.
-Saske, te ofrezco esta espada en señal de reconocimiento a tu valentía.
La recibí y proseguí  a agradecer, mientras que un Mismagius se dirigía a Samina y al Vulpix recién reincorporado.
-Gracias, pero ¿por qué hacen todo esto?
Morti miro a los dos chicas en la cueva y sonrió.
-Porque queremos que nos ayudes.
Este día estaba lleno de intrigas, y no quería quedarme con una más.
-¿A qué o qué?
El borró su sonrisa y sus ojos se llenaron de determinación.
-A infiltrarnos en Johto para acabar con los desertores que tantos problemas le llevaron a Kanto, a esos malditos que lastiman pokémon, el maldito Team R.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora