Las dos citas

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Después de que los pandilleros se fueran, Olivia se acercó a mí y me dijo:
-¿Cuál es tu nombre?
La miré de por encima del hombro, y me giré para responderle.
-Soy Sas.
Sin darme cuenta ya tenía un alter ego. Bien por mí.
La chica colocó la mano en su cadera y me dijo:
-Bien Sas, pareces fuerte. ¿Qué tal si hacemos equipo y acabamos con esos pandilleros?
-No, gracias.
Le respondí y traté de irme, pero la morena me detuvo en el acto.
-¿Pero por qué no? A ti te conviene. Lo oíste, vendrán por ti.
-Que vengan, para ese entonces ya nos habremos ido.
Contesté y empujé ligeramente a Lizzi para que caminara alejándonos de Olivia mientras llamaba a Nate. El rubio me alcanzó y dijo:
-No lo sé Saske, podría haber alguien que valga la pena entre esos pandilleros. Además, lo pide una chica muy linda.
-Así que lo haces por la chica.
Le cuestioné.
-No, lo que pasa es que realmente me desagradan los tipos que usan su fuerza para abusar de los débiles, como por ejemplo de la ratoncita.
-Oye, ya no soy una debilucha.
Se quejó la ojiazul ante el comentario de Nate.
Tras ello, nos reunimos con el resto. Nos metimos a un restaurante cercano para cenar y estar listos para emboscar al floreado.  Ordenamos en la entrada y nos fuimos a sentar para esperar que nos trajeran la comida.
-Cuándo va a shegar la komida?
Preguntó impaciente Scotty.
-Leí alguna vez. – Comentó Karin– que en los restaurantes de Kalos combates con los meseros para hacer más llevadera la espera por la comida.
-¿Kalos y combates? Suena parecido a lo que te ocurrió hoy, Sas.
Comentó Nate mientras sonreía. Todos me voltearon a ver, excepto Lizzi que sabía de qué hablábamos. Ella trató de aligerar el ambiente comentando:
-Pero Karin, no tenemos que pelear si no hay razón del por qué.
Pero al ver que no lograba el efecto que quería, el volumen de su voz fue disminuyendo.
-Así que de eso se trata.
Escuché una voz conocida tras de mí. Era Olivia que traía en una bandeja nuestros platos de comida. Nos los sirvió con una velocidad y precisión asombrosas, para luego girar la bandeja sobre su dedo.
-¿Qué haces aquí Olivia?
-Trabajo aquí, Sas. Así que no se preocupen por pagar, ésta va por la casa.
Respondió ella, jalando una silla e incorporándose a nuestra mesa.
-¿Me puedo sentar?
Mi amiga castaña le hizo lugar. 
-Sí, claro.
Yo probé mis alimentos y le cuestioné a la mesera.
-¿No te llamarán la atención?
-No te preocupes por ello, tengo problemas más graves a que mi jefe me regañe por comer con los clientes.
Karin nos miraba a ambos preguntándose qué sucedió, así que lo expliqué.
-Unos pandilleros trataron de atacar a Lizzi, los hice pedazos y ahora quieren venganza. Ésta chica tiene problemas con ellos, así que quiere que hagamos un equipo.
-¿Y?
Me presionó ella.
-Le dije que no Karin, tenemos cosas que hacer.
-No sé qué tengan que hacer, pero no creo que Denisse y su banda los dejen en paz. Nos conviene a los dos.
Argumentó Olivia. Yo negué con la cabeza.
-Como dije, no duraremos mucho aquí.
 -Por favor, háganlo por humanidad. Esos sujetos llevan aterrorizando estas calles desde que la guerra comenzó y los soldados partieron a Kanto. – Ese comentario no pasó desapercibido para ninguno de nosotros. Lo siguiente que dijo Olivia lo hizo en un tono muy serio. – Se fueron los mejores de nosotros y quedaron puros tipejos que se aprovechan de los más débiles. Es la oportunidad de darles una lección.
Se hizo un silencio, que Morti se encargó de volver incomodo haciendo ruido al beber agua. Al menos él me apoyaba, porque no me miraba juzgándome. Nate se limpió la boca con una servilleta y comentó:
-Amigo, deberíamos ayudarle. Es una chica muy linda, estas oportunidades no se deben desaprovechar.
Lo mire severamente, pero antes de poder responderle la castaña me pateó la espinilla y se levantó. Supuse que quería hablar en privado. La imité y quedamos frente a frente para susurrar.
-Saske, si lo que dices es cierto esos pandilleros nos podrían estar buscando ahora mismo.
-Karin, vamos a pelear contra un floreado. Nunca le he ganado a uno de verdad. Necesito las fuerzas de todos al máximo.
-No es la única razón por la que lo haces.
-Vale, tampoco quiero ir por ahí resolviendo problemas de Alola. No les pasaría esto si no se hubieran entrometido. – Chasqueé la lengua. - Recuerda porque estamos aquí. 
Ella me tomó de hombros y me dijo:
-Recuérdalo tú. Estás aquí para ayudar a tus amigos. ¿No crees que Olivia puede serlo?
Esas palabras me hicieron recordar a Camila, y el collar en mi bolsillo me trajo de vuelta a Diana.
-Carajo, tú ganas.
Regresé a la mesa mientras Olivia jugaba con un pokémon. Era…
-Un Rockruff grandote.
Exclamé, y mi propio Rockruff salió de su pokebola. La morena al verlo, dijo:
-Veo que tienes un Rockruff. Pero para tu información lo que yo tengo es un Lycanroc, su forma evolucionada. – Se puso de pie y anunció. – Ya sé, a cambio de tu colaboración te entregaré un Cristal Z, y de paso la pulsera
Eso era lo había utilizado Lusamine en la cueva. Morti se puso de pie y dijo:
-¿Es real? ¿De qué tipo es?
-De roca, naturalmente.
Sacó el cristal y lo sostuvo junto a su cara sonriente.
No quería ayudar a los alolianos, pero Olivia era amable, además de que iba a potenciar mi poder con un objeto tan roto como ese. Le tendí la mano.
-Tenemos un trato entonces, Olivia.
Terminamos de cenar y vagamos por las calles de Konokoni. Al hacerlo, sentimos la presión de miradas sobre nosotros, pasos siguiéndonos en la lejanía y la presencia de gente al doblar en cada esquina. Llegamos a una especie de plaza, donde nos detuvimos.
-Estamos rodeados. – Exclamó Morti. – Son 10, o quizás 20.
Al rubio darks no le agradó la idea de venir. A Scotty tampoco pero Karin la convenció. He de decir que mi amiga tiene talento para tratar con gente terca. ¿Entonces sus pokémon son tercos? Más aún, ¿yo soy terco? Sentí que alguien me jaló de la manga, sacándome de mis pensamientos. Era Lizzi.
-Sas, alguien se acerca por arriba.
Señaló la dirección con su mano izquierda mientras que con la derecha sacaba una pokébola. Lo que la chica de los anteojos descubrió fue una extraña nube de arena, en la cual un sujeto estaba acostado mirando las estrellas y fumando un cigarro. Después de darle una chupada, volteó a vernos con una mirada despreocupada. Su cabello era morado, tenía piercings y delineador negro bajo sus ojos.
-Imagino que el de cabellos negros es Sas. – Exclamó, jugando con la pokebola en su mano. – Si te rindes ahora, aun te tendré algo de misericordia.
-No es que necesite misericordia de un simple pandillero. – Le contesté.
-Yo no soy un simple pandillero. – Giró y se puso de pie, guardando la pokebola para sacar otra. – Yo soy el jefe de jefes aquí. 
Presionó la pokebola dejando salir a un pokémon, un Sandshrew, el cual me atacó así que dejé salir a Croconaw.
-Colmillo hielo.
Mi cocodrilo atrapó a su oponente y lo mantuvo ahí, mientras yo le respondía:
-Un cobarde como tú solo es jefe porque no hay nadie que se le enfrente. 
Troné los dedos y Croconaw usó Hidrobomba lanzando lejos al Sandshrew. Esperaba que con eso lo hubiera detenido. El tipo me miró mientras chupaba su cigarro, y luego habló liberando el humo.
-Tal vez sea cierto, pero tuve que luchar para que todo ésta gente me aceptara. Antes era un pobre diablo pero ahora el barrio me respalda.
Cuando terminó de decir eso, Sandshrew se levantó y lanzó un Polvo hielo en la cara de mi cocodrilo y luego lo tackleó. Entonces noté algo, que ese Sandshrew era azul en lugar de amarillo.
-Olivia, ¿qué tipo es ese Sandshrew?
-Hielo acero, como cualquier otro.
Me aclaró la morena, no obstante algo nos tomó por sorpresa. La arena sobre la que había descendido el tipo nos comenzó a rodear, atrapándonos por los pies y luego subiendo a través de nuestros cuerpos. Busqué al resto. Morti ya había saltado sobre una casa esquivándolo, mientras que Karin se alejó dando gráciles brinquitos. Del resto Nate miraba asombrado y riendo, Lizzi se quedaba tan quieta como podía, y Scotty tiraba patadas y puñetazos que no eran muy efectivos. Luego, el Sandshrew arrojó unas púas metálicas a la arena. Nos vimos obligados a quedarnos quietos para que la arena no siguiera presionándonos. En eso, el pelos morados nos habló.
-Mira amigo, quizás eras alguien allá en tu región. Pero no estamos en tu región. ¡Esto es Alola!
-Juji, eres un tonto si crees que con esto bastará para detenernos. – Se quejó la morena.
-No seas ilusa Olivia, sí tu trajiste ayuda yo también iba a hacerlo.
De los rincones empezaron a aparecer los pandilleros que habíamos percibido con sus pokémon, que se veían bastante genéricos. Rattatas negros, Yuungos, Pikipek, Growlithe. Se acercaban peligrosamente a nosotros, así que tuve que usar muy pronto lo que habíamos preparado.
-Nate, Lizzi, es su turno.
La ojiazul se acomodó los anteojos y el rubio sonrió.
-Estimados pandilleros. Han demostrado ser dignos de ver nuestra arma secreta  Pero siguen siendo demasiado débiles para resistir su poder. Les presento - anunció Nate – al pokémon más aterrador de todos. Espero que no mojen sus pantalones ante su presencia. ¡Garaudos!
El Gyaradous apareció tras una casa y lanzó un gran torrente de agua que inundó todo el lugar. Todos terminamos mojados, yo incluso tragué y escupí un poco de agua. No le hizo un daño significativo a nadie, pero aflojó la arena, la cual perdía su agarre sobre nosotros, y más importante, preparó todo para el siguiente paso. Lizzi se quitó los cabellos húmedos de la cara y mandó:
-Jolteon, Rayo.
Una descarga fue disparada en todas direcciones. Los pandilleros estaban listos para que sus pokémon bloquearan o esquivaran, pero eso era inútil. El agua dispersada condujo la energía electrocutándolos sin que se pudieran defender.  A nosotros no nos pasó nada gracias a que la arena aisló la electricidad.
Miré atrás y vi que Morti y Karin ya estaban listos. El rubio darks comenzó a caminar contra los pandilleros que aún se retorcían ligeramente y entonces Gastly apareció a su lado para soltar un gas que cubrió el campo. De entre esa oscuridad se iluminaron dos lanzas, se trataba de Lurantis. No vi venir que mi amiga usaría ese pokémon, y nuestros enemigos tampoco ya que el pokémon insecto comenzó a atacar entre el gas bajándoselos.
Traté de salir del lodo, pero aun así era algo complicado. Eso hasta que alguien me tackleó sacándome ahí, pero como resultado me tiró al suelo.
-Perdón, no fue adrede.
Se disculpó Karin, que era quien me había derribado.
-Ok, pero quítate de encima. 
Se hizo a un lado y ambos nos paramos.
-Veo que ya usas a Lurantis.
-Es un buen pokémon, solo que al principio le costó un poco abrirse.
-Con éste ya van dos. Deberían cambiarte tu apodo de la Heroína celeste a la Evangelista. – Le propuse.
-En ese caso deberían cambiar el tuyo a Desastre natural. Todos tus planes implican destruir el lugar de alguna manera.
Reí ante su comentario.
-Ayuda al resto. Yo me encargo de Olivia.
En ese momento Croconaw regresó a mi lado y juntos sacamos a la morena del lodo, quien se lamentó.
-Lo siento, esto se complicó un poco.
-No te disculpes. En lugar de eso ve y vence a Juji. Yo y mis compañeros te crearemos la ventana para que lo hagas, pero sí quieres terminar con esto debes hacerlo tú.
-Estoy de acuerdo con eso Sas. – Dijo mientras soltaba a su Lycanrock. – Suerte con lo suyo.
Y el perro se arrojó contra el Sandshrew de hielo a una velocidad increíble. Su batalla había comenzado, así que fui apoyar al resto del equipo. A Scotty ya la había sacado Karin, y Nate se había desaparecido. Lo más seguro es que estuviera torturando a alguien por ahí. Solo faltaba Lizzi, así que la ayude.
-Chale, se me ensuciaron los lentes y casi no veo.
Me comentó.
-Dámelos.
Traté de limpiarlos con mi ropa, pero no lograba buenos resultados. Entonces recordé que Karin me dijo que les debería dar algo. A Lizzi le daría un estuche para estas cosas, con un pañuelo. De momento, se los di con lo que había logrado.
-Así que aquí estaban. Justo las dos personas que quería ver.
Nos giramos ante esa voz. Era Denisse. Venía con su Salazzle, pero aparte traía algunos esbirros acompañándolo. A este paso, se me haría tarde para mi otra cita.

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora