La baza final de Teselia

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La lluvia caía directo contra nuestro cuerpo, eliminando el cansancio. Más que un impedimento era un aliciente. Pero si a alguien favorecía era a Surge. Debía acabar con él. Hace un momento lo tuve de frente y no pude. No sé si voy a matarlo, pero mínimo voy a vencerlo.
"La victoria no consiste en derrotar a alguien fuerte, sino en proteger algo que quieres."
Sacudí mi cabeza para sacudir ese recuerdo. Y entonces vi a Lizzi sentada junto a una antena con un Psyduck a su lado. Protegiéndola, supongo.
–Hey Lizzi, ¿qué haces?
Le pregunte estacionándome a su lado.
–Oh, hola Saske. Revisaba un par de cosas sobre estas antenas. Pero ya terminé.
–Entonces ven. Te cuento en el camino.
Ella se puso de pie, se acomodó los anteojos y subió  los diablos de la bici.
–En marcha.
Con ella éramos tres. Avancé a toda velocidad, y por el agua trastabille así que se aferró con fuerza a mis hombros.
–¿Tienes algún plan? Por lo que sé esos pararrayos preparan un gran ataque.
Le grité para que escuchara.
–Creo que si me conecto lo suficiente podré dirigir un rayo. No más que eso.
–Si lo hacemos bien, con eso bastará.
Llegamos al edificio, de manera que arrojamos las bicicletas a cualquier parte y nos plantamos para detener a Surge, quien se venía acercando. De cerca sí que se veía grande el edificio, varios pisos de alta y una gran base. No obstante, un olor me comenzó a incomodar.
–Huele como a quemado.
Exclamó mi amiga, y Lizzi asintió tapándose la nariz.
–¿Pero qué?
Giré para encontrarme con la sorpresa de que...
–El edificio se quema. -Grité.
Vimos como las llamas se iban formando en distintos lugares, como el humo aumentaba.
–Lapras, ve.
–Tú también Psyduck.
Mis amigas habían sacado a sus pokémon acuáticos. Yo hice lo mismo con Croconaw: lo mejor era apagar ese incendio, o pronto no habría necesidad de que Surge la destruyera.
–Todos, disparen agua.
Para nuestra desgracia, las llamas no se extinguían. Al contrario aumentaban. Ni siquiera porque estaba lloviendo bajaban.
–¡Con un demonio! -Grité.
–Shh. -Me calló mi amiga.
–No me calles. -Le reclamé.
–En serio, silencio. ¿Escuchan eso? -Entre el crepitar del fuego, notamos un chirrido como de un pokémon. - ¡Oh no, debo salvarlo o morirá!
Sin que le pudiera decir nada pateó la puerta y entró. No pude correr tras ella, porque el teniente había llegado apuntando con la bazuca, pero al notar nuestra presencia la bajó y dijo:
–Veo que eres un verdadero fanático de interponerte en mi camino.
–Más bien soy fanático de arruinar tus planes.
Y saqué a Snorlax. Lizzi se vio sorprendida al verlo, y desvío la mirada. El teniente mordió su labio y levantando la mano gritó:
–Veamos si esta vez eres capaz.
A su lado aparecieron Kingklang y Magnezone cargando dos puntos de energía.
–Rayo carga.
Farfullo y dos potentes rayos salieron disparados. Snorlax saltó recibiendo el golpe en el pecho, cubriéndonos con su cuerpo.
–Es inútil, mientras más lo retrases más poderoso se vuelve.
Nos profetizó, y así sucedió. Cayó rendido a mis pies paralizado.
–Lo hiciste bien.
Le consolé regresándolo a la pokebola. Él comenzó a cargar su ataque una vez más. Tendría que sacar a Lizardon, aunque la lluvia no lo favoreciera.
–No Saske, deja esto en mis manos.
Me pidió Lizzi.
–Adelante.
Ella sacó a Jolteon y junto a Psyduck corrieron contra Surge. Tuve la tentación de aprovechar para ayudar a Karin, pero entonces de una ventana salió alguien. Tuve por un segundo la esperanza de que fuera mi amiga, pero su complexión era totalmente diferente.
–Tú no eres Karin.
–Efectivamente.
Me respondió Steve. Como iba a olvidar su voz si lo vi hace pocos minutos. Se puso en pie, pero su cara se veía la frustración.
–Malnacido, ¿para qué le prendiste fuego?
–No tengo porque decírtelo.
Contestó con su indiferencia característica.
–¿Dónde está mi amiga? - Le interrogué.
–Esa chica es una molestia. Interfiriendo en mis órdenes. - Y miró a Surge, quien no se había percatado de su presencia. - Pero no es relevante. Por más que su fuerza nos supere, nuestras tácticas son superiores.
Y chasqueo los dedos provocando unas pequeñas explosiones que aumentaron las llamas. Tras eso se fue corriendo. Tuve el impulso de ir tras él, pero no lo valía.
En tanto, la ojiazul y su pokémon llegaron así que Ampharos saltó de la plataforma para recibirlos.
–Rapidez.
Ordenó la chica de anteojos. Las estrellas llegaron contra la oveja, quien las destruyó de un Cola dragón. Jolteon saltó para asestarle un Colmillo rayo, pero Ampharos le golpeó con Puño trueno antes de que pudiera tocarlo. El perro cayó por ahí y el pato llegó.
–Rayo.
Pidió Surge creyendo que bastaría, pero el pato lo esquivó tirándose al suelo. Ahí tomó su cabeza y le propino Confusión a Ampharos. La oveja retrocedió vulnerable, cosa que Jolteon aprovechó para lanzarle más estrellas.
–Y ahora, Aferrar al enemigo.
Esa era otra de sus estrategias. El perro usó las estrellas como plataformas, llegando a si oponente para tomarlo del cuello con Mordisco.
–Termínalo con Chispa.
Sujeto de él le dio una descarga seguida del golpe de las estrellas. Ampharos cayó derribado. Ella se giró para sonreírme. Parecía que iba bien hasta, que Surge habló:
–Tienes agallas, he de reconocerlo. Pero en verdad eres ingenua si crees que esos trucos infantiles me vencerán. Levántate, Ampharos: Chispazo.
La oveja se posó sobre su rodilla y lanzó una poderosa descarga que hizo caer a Psyduck y Jolteon. El pokémon de Surge se puso de pie y caminó hacia Lizzi.
–Tú deber ser la asistente de Sabrina, la experta en sistemas de la que oí hablar. Si te dejo con vida seguramente serás un dolor de cabeza. Acaba con ella: Puño trueno.
Ampharos cargó su puño de electricidad y lo levantó contra la chica de lentes.
–¡Detente!
Le grité, pero estaba muy lejos para hacer cualquier cosa. Cerré los ojos y escuché un gran choque de poderes. Y ahí escuché una firme y misteriosa voz femenina.
–Lizzi, si en verdad puedes calibrar esas máquinas a nuestro favor, apresúrate a hacerlo.
No obstante era misteriosa por su naturaleza misma, porque a la dueña la conocía. Abrí los ojos y allí la encontré, imponente, con esa aura morado brillante, cabellera negra, deteniendo el puño del pokémon con su propia mano rodeada de energía psíquica.
–Sabrina.
Celebró Lizzi llena de júbilo. Hizo un movimiento, como si ordenara algo, y Ampharos salió volando como si le hubieran hecho Psíquico.
–Ve atrás y llévate a tus pokémon.
La chica de ojos azules obedeció sin chistar. Regresó a la pokebola el Psyduck y cargó entre sus brazos a Jolteon para correr de nuevo a mi lado.
–Que gusto verte, Sabrina.
Le saludo Surge sonriendo, parecía realmente feliz de verla.
–Claramente es un gusto verme.
Le respondió acomodándose el cabello.
–No obstante, llegas un poco tarde, verás, tengo mi ataque listo. ¡Rayo carga!
Un nuevo rayo de energía salió disparado, pero antes de que pudiera dar en el objetivo, chocó contra una pared invisible y desapareció. ¿Qué había sucedido?
–Mr. Mime.
Señaló Lizzi. Así que el mimo había creado una pared invisible. Eso nos daría tiempo en lo que Karin volvía, ¿por qué tardaba tanto? Esperaba que estuviera bien. En tanto la ojiazul se arrodilló ante una de los pararrayos y lo conectó a un pequeño aparato que llevaba.
–¿Te conectarás al pararrayos? -Supuse
–Lo intentaré, pero me tomará un rato.
En tanto Sabrina hizo notar que tenía a Espeon y a Alakazam acompañándola. Estiró su mano y Alakazam fue directo contra Kingklang y Magnezone. Estos se apresuraron y crearon un campo magnético alrededor de ellos y de su entrenador, el cual el pokémon psíquico trató de aplastar con su Psíquico. En tanto:
–Espeon, Confusión.
El gato lanzó una onda que dejó con dolor de cabeza a Ampharos.
–Ignóralo Ampharos. Usa Chispazo.
La oveja liberó la electricidad dañando a Espeon, pero en el proceso también se hirió un poco a sí mismo. El gato se sacudió las chispas y se lanzó con Cortes furia a la oveja que no podía defenderse. Al final, cayó revolcándose del dolor. Surge se llevó la mano al cinturón, pero Sabrina estiró su mano lanzándole algo de poder psíquico que de seguro le dio un tirón en la mano.
–Sentí eso. Me sorprende que algo de tu poder se halla colado. -Admitió Surge- Pero dentro de este campo magnético no podrás hacerme daño.
Sabrina se acomodó su cabello, al cual extrañamente la lluvia no había mojado, y le respondió:
–Pues veamos cuanto resiste.
Sumado a la presión de Alakazam, Espeon lanzó varias estrellas de Rapidez que golpearon el campo magnético debilitándolo. Una segunda tanda y luego una tercera.
–¿Qué es lo que harás? -Le cuestionó Sabrina- ¿Quedarte ahí escondido hasta que te atrape?
–Hago tiempo. -Confesó el teniente. - Tú eres la chica que siempre me obliga a rebuscar en lo más profundo de mi arsenal.
–No me halaga que lo menciones, ya que si alguien quiere vencerme es lo que debe hacer. No obstante, por otra parte me temo que tu tiempo se acabó.
El gato usó la estrellas de Rapidez para escalar hasta la plataforma de Surge, saltó y dio una vuelta en el aire para terminar con un Última baza que acabó por destrozar ese campo magnético, dejando vulnerable al teniente. Sin embargo, el ambiente cambió de una forma que no entendía. El cielo a pesar de estar oscuro por la lluvia, se ennegreció de una forma maligna. El aire olía de mala manera, y no por lo quemado del aire, sino como a... muerto. Y ese cambio le pegó fuerte a Sabrina y a sus pokémon. Alakazam y Espeon retrocedieron, pero no contábamos con lo que haría Surge. Tomó una especie de ballesta y les disparó una especie de aguja metálica.
–Magnezone, Klingklang, Rayo.
Ambos pokémon recibieron una descarga, la cual al parecer se vio agravada por la aguja, llegando hasta la parálisis. Surge dio otro disparo, pero este se dirigió a Sabrina. La aguja se clavó en el hombro de la psíquica, quien aún no salía del impacto por el cambio de ambiente. Entonces Ampharos se puso de pie y se dirigió hacia ella.
–Dale una descarga.
Ordenó el teniente. Pude ver como Sabrina apretó sus puños en un intento de ponerse de pie, no obstante chocó contra una pared invisible que le detuvo. Y no podía retroceder o moverse a alguna parte.
–Mr. Mime. No, detente. Vuelve a poner la pared.
Exclamó la psíquica, pero el mimo no obedeció y recibió su propio pinchazo de la aguja metálica. Seguida de un Rayo combinado de Kingklang y Magnezone. Así, los tres pokémon se retorcían cada tanto por la electricidad, totalmente paralizados. Intenté ir a ayudarla, pero Klingklang y Ampharos le empezaron a lanzar rayos a Lizzi, así que junto a Croconaw nos pusimos a desviarlos.
–¿Falta mucho?
Le exigí saber.
–Ya casi.
Respondió nerviosa. ¿Karin por qué no vienes? Surge se paró sobre Magnezone y descendió hasta donde estaba Sabrina. Con la bazuca al hombro. Y una pistola en la mano.
–Sabrina, una vez detuviste decenas de balas con ayuda de tus pokémon.
–No fue nada
Dio un quejido. A pesar de no recibir un rayo la aguja debía de captar la estática del ambiente. Sumado a ese aire desagradable. Su cabello empezaba a colgar en tiras por la humedad. El rubio apuntó con la bazuca al edificio. "No, Karin".
–Veamos si puedes detener esto.
–¡No te atrevas!
Pero ya era tarde. El disparo salió. Sin embargo también se detuvo a medio camino. Solté una vociferación. Y sentí alivio. Eso hasta que vi que el proyectil avanzaba lentamente.
–Maldita sea, esto no es nada.
Exclamó Sabrina. La vi dándole la espalda a Surge, estirando sus manos para detener el proyectil. Se veía el esfuerzo en su cara. En sus brillantes ojos. Y ninguno de sus pokémon podía ayudarla, todos se hallaban paralizados. Y Surge puso el cañón de la pistola en su nuca.
–Ríndete.
A pesar de tener la muerte tan cerca. No palideció.
–Esto no está bien. Quiero ver cuando la luz escape de tus ojos.
Y cambió para estar en frente de ella y apuntarle a la frente.
–De nueva cuenta. Solicito tu rendición.
Sabrina sonrió.
–No importa cuanto lo intentes. No nos puedes ganar.
–¿Y eso por qué?
Le cuestionó divertido.
–Porque los pokémon no son armas, son compañeros. Tú los usas a tu antojo, pero ellos nos apoyan a nosotros. -Se notaba el esfuerzo que hacía solo para mantenerse de pie. Y a la vez, se veía el esfuerzo de sus pokémon para acercarse a ella. - Eres fuerte por ti solo. Y yo también. Pero junto a mis amigos pokémon, ¡soy más fuerte!
Una gran onda psíquica liberó. Surge retrocedió, y en cuanto trató de volver a apuntarle, Sabrina le arrebató la pistola con su energía psíquica y le disparó en el pecho haciéndolo caer. Por un segundo creímos que había muerto. Hasta que se puso de pie nuevamente.
–¡¿Cómo?!
Exclamó la azabache. El teniente desabrochó una parte de su uniforme y le mostró el pecho. La bala había pegado en su medalla.
–Quizás por estar electrificada tuvo algo de magnetismo.
Explicó ante la mirada atónita de todos. Luego volvió su mano un puño, y le pegó tremendo puñetazo en la mejilla derecha que la hizo caer. Con su último esfuerzo ralentizó lo más que pudo el proyectil. Pero, aun así, impactó. Una parte del edificio voló en pedazos. No faltaría mucho para que cayera el resto tras tantos daños. Esperaba que Karin estuviera bien. Tenía que estarlo. Quería creer eso, pero en cuanto vi a Surge arcarse sobre su Magnezone, y al pararrayos caer, me embargó la desesperación y la ira.
–¿Ya está?
Le grité a Lizzi.
–Ya, solo hace falta un pokémon que dirija el rayo.
Lo siguiente que pasó fue muy rápido. Como Pikachu apareció, se paró sobre el pararrayos, se cargó de energía y la lanzó hacia el cielo. Lo que si recuerdo bien es una serpiente dorada que bajó desde la masa de nubes negras para golpear a Surge. No lo pude comprobar, pero sí que estaba seguro que a la vez que eso cayó el resto del edificio. En ese momento solo pensaba en una persona:
–Karin, espero estés bien.
Abrí los ojos para encontrarme con todo el polvo levantado por todo lo que aconteció. En eso, sentí temblar la tierra bajo mis pies. Sorprendido salté y justó salió un Excadrill. El topo trató de atacarme con sus garras metálicas, pero Croconaw apareció y lo arrojó por ahí con un Cola dragón.
–Epa, es una sorpresa encontrarme contigo.
Esa voz. Ese acento. Con un demonio.
–Yakon. Nos volvemos a ver.
Ahí llego con su sombrero y sus movimientos bruscos. Se veía como todo un vaquero.
–No sabía que estabas libre.
–Pero si claro que lo estoy. Tuve que esperar a que Celeste volviera a caer, pero finalmente me liberaron. Y que sorpresa verte, si tú no has dejado de sabotearme.
–Y no es el único que tiene algo contigo que ha vuelto. -Me giré y vi a Camus, el de los insectos, el carcelero. Se acercó a Lizzi y le pidió. -Niña, aléjate de ese pararrayos. Aunque de cualquier forma, tu hackeó solo funciona una vez.
La chica de anteojos se puso de pie y se alejó, más aún porque un Leavanny le acompañaba. Parecía que nos atacarían en cualquier segundo, pero el ambiente se comenzó a helar. Creí que la lluvia me había resfriado, pero luego vi como las gotas de lluvia se cristalizaron.
–Ventisca.
Una voz femenina soltó ese ataque. Los fuertes y helados vientos congelaron a Camus, Yakon y sus pokémon, que salieron volando por la potencia del ataque. Lizzi se abrazó a si misma por el frío y exclamó:
–¿Qué acaso es Lorelei?
Me giré, y no, no era ella. De entro los restos humeantes apareció mi amiga, Karin. A su lado iba el Ninetales  Alola, tal parece que sí hicieron buenas migas, bastantes como para que le hubiera ayudado. Traía algo en brazos. Corriendo me acerque a ella.
–¿Cómo estás? ¿Estás bien?
Ella únicamente sonrió:
–No te preocupes, estoy bien. -Me mostró lo que cargaba.- Mira, es un Phanphy. Tiene una patita herida. Pobrecito.
La sujete de los hombros y la zarandee un poco.
–No es divertido, Karin. Estaba preocupado por ti. Tardaste mucho en salir, y luego el misil...
–Es un edificio muy grande Saske. Y tenía que hacer cosas por aquí y por allá.
Respiré tranquilo por un momento.
–¿Cómo conseguiste que Ninetales te ayudara?
–Se lo pedí y ella accedió. Es muy fuerte.
Si lo sabré yo. Analicé al pokémon elefante un segundo. Se veía asustado porque temblaba, y tenía una herida en su pierna. La castaña le colocó un pokebola en la cabeza y el elefante entró.
–Hey, Saske. Ven para acá.
Me pidió Lizzi. Mi amiga y yo corrimos hacia allá, y nos impactamos al ver Surge no nada más vivo e intacto, sino también cubierto de un aura oscura. Vio a su alrededor y dijo:
–Ya han llegado, Yakon, Camus. ¿Cómo les fue en sus misiones?
–Muy bien, compa. -Le respondió Yakon. - Logré bloquear el Túnel Digglett. Ninguna ayuda llegará por allí.
"¿Qué? Entonces Aníbal y los demás..."
–Todo está bien con el Camino de pesca. Ese alumno tuyo es un prodigio. Aún sin pokémon fue de gran ayuda para prenderle fuego.
"¿Qué?" Miré a esa parte de la ciudad y columnas de humo también se elevaban en aquella dirección.
–Estos malditos quemaron el camino de pesca.
Solté solo por decirlo. Surge miró a sus hombres.
–Buen trabajo. Es hora de...
–Oye, ¿pero es que a mí no me vas a felicitar o agradecer?
Exigió alguien de forma bastante alegre, y luego rió de una forma exagerada. Apareció flotando una mujer de vestido y cabellos negros, bastante desaliñada. Parecía una bruja. Más aún porque tenía un sombrero.
–Para empezar no contaba con que llegaras.
–Y que bueno. Sin mi "esencia" Sabrina te hubiera dado muchos más problemas. -Así que ella era la culpable del ambiente desagradable. - Y encima acabé con el chico.
"¿Qué chico?" Animada aplaudió y unas sombras llegaron cargando a Lance y Dragonite.
–¿Acaso alguien conoce a este par?
–¡Lance! Dámelo.
Le exigí. Así que por eso se había quedado atrás. Ella soltó una risita.
–Toma.
Dijo con despreció. Ambos cayeron, y cuando preparaba mis brazos para atrapar al domadragones, una Bola sombra lo golpeó a él y a su pokémon. Cayeron por ahí totalmente lejos de mi alcance. Soltó una sonora carcajada. Sí que era una verdadera bruja.
–Está bien, lo admito. -Reconoció Surge. - Buen trabajo Anaís.
¿Anaís? Así que ella era la culpable de que mi padre estuviera enfermo. Esa maldita.
–Sabes, no necesito tu reconocimiento. -Admitió la bruja. - Soy de mayor rango. Pero es difícil que el duro Surge reconozca a alguien.
Esto estaba mal. Muy mal. Todo nuestro plan se había ido a la mierda. En sí, lo más potente de nuestro ejército estaba aquí. Y ellos eran más poderosos de lo que creíamos. Camus, Yakon y Anaís no contábamos para nada con ellos. Pero no podía pensar así. Yo quería que ellos pelearan con todo lo que tenían en una batalla final. Así sería su fin. Pero entonces sonó un silbato. Un barco se acercaba al puerto.
–Pero qué es esto. -Grité desesperado. - Aza nos mintió. Nos mintió el desgraciado.
Surge me miró despectivamente, y luego se dirigió a sus subalternos.
–Es hora de irnos. El barco está aquí.
–Ustedes vayan adelantándose. Yo me quiero divertirme un poco más.
Le dijo la bruja. Apreté mis puños y le grité a Surge.
–¿Cuál "hora de irnos"? Cobarde. ¡Quédate a pelear conmigo!
Sin exaltarse, me respondió.
–Se cuándo he perdido. No tiene sentido perder efectivos en este lugar. Nos iremos a reorganizar en otro lugar. Y volveremos.
Yakon y Camus subían a la plataforma, la cual se cubría con las sombras de Anaís a modo de protección. No, no, no. No pueden irse y volver. Esto tiene que acabar hoy. Ellos se alejaban, y traté de alcanzarlos.
–¡Alto! ¡Paren esto!

Pokémon: La guerra de KantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora