CAPÍTULO 3

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"Siénteme"

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"Siénteme"

ARCHIE JANKINS

Estar de pie frente a tantos críos mal enseñados, podridos en plata, mimados, consentidos y burros sólo me tensa, me pone de malas, me llena de inseguridad y aunque no lo demuestro, meto las manos en los bolsillos de mi pantalón para dominarla. 

Yo no estoy para esto.

No sirvo para esta mierda.

Lo mío nunca fue ni será dar clases a pendejos de hormonas revoltosas que lo que menos hacen es poner atención a una asignatura.

Yo no ponía atención nunca y sé lo que es. A la edad de estos sólo pensaba en cogerme a mis compañeras y meterle mano a la directora.
Con diecinueve o veinte años lo único que no hacía era centrarme en las tareas o en clases. Me fue bien porque estaba para lo que fui. Me fue grandioso en la universidad porque mi padre me metió en la unidad de Inteligencia enseguida que aprobé el primer año de derecho.

Supongamos que me fue bien porque mi padre en todo se puso los pantalones, se agarró las bolas y estuvo firme conmigo, obligándome a honorar su legado en la policía y a su vez insistiendo en que formara mi propio camino.

Ya luego Mara se metió en líos, y luego de eso elegí ayudarla.

Y entonces todo pasó al ritmo de coyote. Me casé, me especialicé, me ascendieron a detective, me infiltré, me jodí, me alejé de Inteligencia, me animé a ejercer, me mearon los dioses y terminé haciéndome de un lugar respetado y prestigioso en la fiscalía de Washington.

Y cada cosa que logré me valió tres tiras de mierda porque nunca más volví a hacer lo que me apasiona. Nunca más volví a pararme en tribunales. Nunca más sentí la adrenalina que se me metía en las venas cada que ponía a un degenerado, a un asesino o a un sociópata tras las rejas.

He desperdiciado cinco años de mi vida en vagar de acá para allá disfrutando del todo a medias.

Vine a parar a Mónaco porque la identidad que adopté al salir de Seattle fue la misma que utilicé varios meses en un operativo al norte de California y gracias al nombre de Archie Jankins, Gaultier Lorenzi, amigo y hombre al que investigué por largo tiempo y el que resultó trigo limpio me llamó cobrándome un favor de hace años.

En la redada del valle, Gaultier supo de quién me trataba y jamás me delató con sus asociados estafadores.
Eso fue un pago en el debe que me quedó y ahora que está sin su profesor, no tuvo mejor idea que buscar al retirado fiscal con doble identidad de vacaciones pasajeras en Mónaco, para cobrarse la deuda.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora