CAPÍTULO 44

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"Correccional"

Traen el desayuno a la habitación y con la bandeja para dos me voy acercando al sommier king.
Mi pelo aún sigue mojado, mis pies descalzos avanzan en sigilo por la suite y mi desnudez se desfila por cada rincón del dormitorio cuyo umbral acabo de cruzar.

El Diablo duerme boca abajo completamente explayado en la cama y la sábana cubre apenas su glúteo y parte del muslo.
En definitiva, la cincelada anatomía de este hombre es un matiz perfecto entre tonos dorados y telas blancas.

Apoyo la bandeja en el borde y voy hacia él con una sutileza imperceptible.
Su rostro ladeado, relajado y contenido por la almohada es lo primero que beso.

Anoche no quería sexo, hoy me urge.

Planto caricias por su nuca y lamo su tatuaje de brújula ubicado en las primeras vértebras, continuando el reguero espalda abajo sin dejar tramo de piel libre de mis labios.

Judas empieza a moverse y gruñe en medio de la somnolencia cuando hinco el diente en su glúteo grande, duro y redondo.

—¿Estás... Con hambre pequeña puta?

Lo balbucea; sus palabras emanan con tal ronquera que sonrío de gozo al oírle.

—Mucha. ¿Tú no?

Gira y frotándose los párpados me regala una sonrisa adormilada que me moja los pliegues con una rapidez despreciable.
Se va repantigando y como acostumbra, sólo me toma.

Así es Ciro Walker, lo que quiere y desea lo toma sin importar el cómo, dónde y cuándo.

Afirma las manos en mi cintura y me lleva a su regazo hirviendo.

—Tengo hambre de comida —susurra enterrando las yemas en mis caderas—. Y hambre por cogerte despacio, en esta misma posición, con tus manitos de princesa en el respaldar y tus tetas en mi boca.

Mi pelo cae sobre mi hombro cuando muevo la cara y beso su cuello, su mandíbula y su boca. Una boca aletargada por el despertar que me recibe con parsimonia.

—Buenos días... —se lo susurro, acatando a su deseo. Mis palmas se sostienen del respaldar en madera y mis pechos son su primer plato de la mañana.

—¿Descansaste? —curiosea con gravedad.

Bamboleo la cremosidad de mis senos gimiendo con antelación cuando su boca se desespera por probarlos.
Esto raya en una patología que requiere de atención psiquiátrica; no puedo parar cuando lo tengo cerca. El Diablo aparece y yo sólo quiero follármelo hasta el agotamiento.

—Muy bien —acerco mis pezones a sus labios, alejándolos cuando busca atraparlos—. No te pregunto lo mismo porque ya lo sé; dormiste como un bebé.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora