EXTRA "NAVIDAD"

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¡ATENCIÓN ESTE NO ES CAPÍTULO!
ES UN FANFIC DE REALIDADES ALTERNAS QUE NO AFECTA, NO INTERFIERE NI APORTA O RESTA AL DESARROLLO DE LA HISTORIA.

VA CON MUCHO AMOR.

DISFRÚTENLO.

CHARLOTTE

Veo a Nick alzar a Noah para terminar de acomodar la estrella en el árbol y se me encoge el corazón.

Todavía no me acostumbro a esto.

Han pasado años, navidades, nuestros hijos crecen y cada Nochebuena que llega es el mismo sentimiento.

Es la nostalgia de ver que todos ya no son los mismos y yo tampoco. Es tener a mis cachorros y a sus crías en casa, en nuestra casa, la casa grande que alberga la sangre de los Henderson.

Es saber que viene el 24 y la mesa rectangular que solía usar David para sus fiestas se llena de nosotros. De risas, de bromas, de choques de copas y de algún que otro beso robado.

Son dos semanas de preparativos, de lo que conlleva ser anfitriona, de no tener tiempo siquiera para hacer pis pero cada gota de sudor vale la pena.

—¡Oye papá, levántame un poco más!

Noah le retruca, el padre lucha porque él consiga pararse sobre su hombro y así dejar perfectamente recta la estrella dorada.

Tengo que tragar grueso y callarme mis nervios de madre histérica ya que esta es la tradición de ellos y aportar mis advertencias sólo ensuciará su momento.

—¡Si te alzo un centímetro más te vas a ir de bruces contra el árbol! —lucha, transpira, da su mayor esfuerzo y al final consiguen dejarla tal y como querían.

Mi sonrisa se ladea y con la fuente de ensalada en los brazos sigo admirándolos.
Son tan idénticos. Y no son nada conscientes de lo mucho que se parecen.

—Gracias papá —Noah pega un salto y se va directo a encender las luces del árbol. Es un chico entusiasta por naturaleza pero la Navidad para él es algo sublime. Es tener a toda la familia, a sus tíos, a sus primos, a nosotros.

—Para el próximo año traeré un elevador —resopla Nick, amasándose los hombros—. Ya no tiene cinco —me mira a mí abriendo desorbitadamente los ojos—. Tiene diez. Y yo ya no tengo veinte —se me acerca sonriéndome de esa forma que me idiotiza—. Tengo veintiuno, nena.

Me saca la bandeja de los brazos y me planta un beso.

—Están por llegar...

—Lo sé, ya voy a subir a ducharme.

—No te demores.

—No lo haré —lleva la fuente a la amplia mesa cubierta por un mantel blanco perfectamente planchado y un caminero rojo—. Por cierto nena, ese vestido me mata.

Pasa por mi lado robándome otro beso y me sonrojo de inmediato.

Bajo la mirada al vestido largo y dorado que elegí para la cena.

Es un gran adulador y eso me tiene hasta el tuétano por él.

En su momento creí que Nicolas Henderson había sido mi mayor error. Qué equivocada estuve. Nick fue, es y será la cosa más acertada en la que pude ganar.

—¡Mamá! —el grito de Madi proviene de la cocina pero como boba levanto la mirada a lo alto del segundo piso de la casa.

—La princesa no está aquí —dice él, subiendo las escaleras—. Anda en la cocina con Nora y las encargadas de la cena.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora