CAPÍTULO 62 Parte II

11.7K 768 299
                                    

“Contra las Cuerdas”

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

“Contra las Cuerdas”

ALEX

—Liam atiéndeme el maldito teléfono. ¡Atiéndeme con un demonio!

Enredada entre tanta bolsa abro la puerta del departamento. El interior se encuentra bajo completa oscuridad y al tanteo enciendo la veladora que ilumina el pasillo, guiándome expresa a la habitación.

Suelto todo lo que traje de la gira.
Las compras compulsivas no pudieron faltar, no cuando el ambiente me tiene en jaque y constante tensión.

Pía tenía razón al decir que gastar relaja. Lo comprobé al pasar el límite diario en mi cuenta de banco ayer, en una tienda de ropa para mascotas.

Sostengo el celular con mi hombro y mi oreja y le dejo el décimo correo de voz a mi hermano.

Se suponía que iba a cuidar a mis bebés y no sólo apagó el celular sino que, vaya a saber cuando fue la última vez que vino a darles de comer a Khan y a Khron.

—Liam... ¡Te juro que si te veo te voy a arrancar todos los pelos! —lo grazno en vano porque la amenaza va dirigida a la contestador.

Jodido Liam.

Manipulo la calefacción. El frío cala por las paredes y el calor del aire acondicionado, con rapidez empieza a templar el ambiente.

Aplaudo varias veces llamando a mis doberman pero... No obtengo respuesta.

—¡Khan! ¡Khron!

El raqueteo me alarma.

Sus garras.

Son sus garras en un desesperado arañazo a la puerta de mi habitación lo que indica que ellos están allí.

Los busco con rapidez porque no ladran y el que no lo hagan, no me gusta. No es bueno. Algo pasa.

Abro, ilumino el dormitorio y el asombro; mi asombro, es tal que me arrodillo frente a ellos, abrazándolos con un desespero impropio en mí.

Los alaridos son retenidos por bozales y el agradecimiento de mis canes, colosal, por volver a ver a su dueña.

—Mis bebés —los acaricio, toco sus orejas, les hablo, tranquilizándolos—. Mis bebés, mami ya llegó.

Les saco la porquería incómoda y dañina que les privaba de ladrar y dejo que sus hocicos me reconozcan, enseñándome la fidelidad que desarrollaron hacia mí, en cuestión de pocos días.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora