CAPÍTULO 21

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“Steel Handcouffs”

“Steel Handcouffs”

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CIRO WALKER

Ella se levanta del suelo y sonriéndome como nena chica se tumba en la cama, a mi lado, boca abajo muy concentrada en el desayuno que le traje.

Giro la cabeza a mi costado incorporándome, acomodando mi polla en los joggins y soltando suspiros que denotan el desahogo que esta sexy e insolente pelirroja acabó de regalarme.

Se me descontracturó hasta la nuca. Se quedó hasta con mis ideas porque el juicio me lo robó hace rato la muy infeliz.

Mordiéndome los labios la reparo a la pequeña cretina.

Espalda curvada, culazo en pompa, las pantorillas cruzadas y los pies balanceándose en el aire. Solamente con el bóxer puesto.

Pecado andante y delicia en envoltura de mujer porque acabo de echarme un polvazo gracias a ella y ya tengo ganas de tirármela de nuevo.

No puedo con mi condición y la más chiquita de los Donnovan no puede con la suya. Se le escapa de las manos el ser una cosita tan apetecible, hermosa y caliente.

—Las fresas están deliciosas —comenta prendiéndose de una con un erotismo que me deja boquiabierto.

Chupando la punta, hincándole los dientes, salpicándose de jugo rojo y relamiéndose a las risas por la forma babosa y morbosa en que la estoy viendo.

—Compórtate Judas —me sermonea con total seriedad y descaro, pillándome como el viejo depravado que soy.

—Cada vez que te lleves algo a la boca voy a recordar que me mordiste la punta cría irreverente —le avanzo abarcando su cuerpo, presionando su torso al colchón y su culo a mi bulto que reacciona de inmediato ante la exquisitez de sus glúteos turgentes y tan redondos como una manzana—. Y quiero que sigas haciéndolo —la punteo cuando me esponja el trasero soltando perversas risitas—. Que te la pongas en la bocota cada vez que se te antoje. 

Muerde de la fruta, echando la cabeza hacia atrás.

Le retiro el cabello a un lado y le beso el cuello, la fina línea que acentúa su delicada mandíbula, la mejilla, los labios entre cereza y fresas.

—Soy demasiado antojada —replica en un mohín y un tono mañoso que me la ponen dura de nuevo—. Cuando algo se me antoja, quiero tenerlo de inmediato.

—Caprichosa de mierda —le lanzo una mordida en el hombro y le pellizco las tetas, calentándome del placer que me da verlas aplastadas contra la cama y tan llenas de mis jugos.

—Cretino hijo de puta —entreabre los labios buscando mi beso y se lo doy porque soy un tipo fácil y bastante entregado.

Meto la lengua en su boca, en su sabor a rastros de nutella, de mí, de las frutillas, chocando contra la suya en una colisión tan apremiante que le suspiro a drede, casi gruñéndole para mostrarle que me puede, que me vuelve loco, que me fascina llevándome a niveles de irreversible locura.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora