CAPÍTULO 43 Parte II

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ALEX

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ALEX

Los flashes me van encandilando a medida que atravieso el salón, donde hay más gentío, más paparazzis y mucho más asedio del que suele haber en Mónaco.

La entrevista con Khloe fue grabada y aún así los medios se las ingeniaron para seguir a la socialité o acosarme a la salida del set.

Kiara fue quisquillosa en este asunto, determinó seguridad privada lo que durara mi estadía en California y no pude sentirme menos diva teniendo dos guardaespaldas a mi disposición las veinticuatro horas.

A veces detesto a mi manager porque es chismosa, venenosa y una arpía íntegra, que va mostrando la hilacha cada que puede pero luego recuerdo que sé la clase de persona que me representa, que yo no tengo pelos en la lengua y que aún con su lado de mierda continúo admirándola... Y entonces todo se me pasa.

—Cherry adorada, ¿necesitas un descanso?

Luciendo un espectacular vestido negro, largo hasta los pies, Dietrich se me acerca excusando la copa de champaña que me ofrece y que acepto.

—Estoy bien.

La presentación del perfume colmó de gente el salón del evento.
Nunca entendí sino hasta hoy, la cantidad de dinero y clientela que mueve Victoria Secret's. Mujeres afanosas por tener lo último de la marca sin importar de dónde venga.

Lo que es la Industria...

Un caballero de mediana edad me solicita frente a Kiara y con suma diplomacia me pide una foto con los dueños de uno de los mall más concurridos de Los Ángeles.

Poso en medio de tanta masculinidad sonriendo con frescura.
Ni mi perfume, la colección de ropa interior que salió en conjunto, ni siquiera mi vestimenta pasa desapercibida.
Dietrich me negocia en grande y aunque sé que detrás está la mano del Diablo, esto no sería posible sin Luxion colgándose mi seudónimo al cuello.

Meses atrás esto era impensado.

Cannes era impensado.
Khloe Kardashian era impensado.
Mi perfume y mi línea de lencería... Todo era inimaginable.
Ahora tengo custodios, modelos que exhíben mi marca, las ganancias del setenta por ciento de un perfume que lleva mi nombre y mi esencia, ropa interior con el Cherry bordado en la etiqueta.
Tengo ahorros, seguidores y varias revistas con mi cara puesta en ellas.

Me disculpo frente a los empresarios, desfilando con la soltura que adquirí en pasarela, luciendo otro vestido de diseño único. Un Fendi color manteca cuya tela tan tersa es apenas una ventisca cubriendo mi cuerpo. Es holgado en los sitios justos, sobre todo en la caída pero ceñido en el torso. Un vestido fácil de llevar, que en un maniquí no diría absolutamente nada pero que afirmándose a mi piel ligeramente canela y entre tantos bucles rojizos, es un invitación contundente a mirar, envidiar y morbosear.

Mis sandalias altas se deslizan por el piso encerado de la misma forma que las ondas pelirrojas se bambolean con mi andar.

Voy dónde dos modelos enfundadas en vestidos color cereza entregan muestras del perfume, y una joven destilando alta posición social y económica me aborda aprovechando mi presencia para romperse en halagos, informando que cuando se enteró de la nueva línea de perfumería, no dudó en pelear a morir por una entrada al exclusivo evento del penthouse en el Hilton Los Ángeles.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora