CAPÍTULO 63 Parte II

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"A lo marroquí"

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"A lo marroquí"

—Facilítame tu avión privado.

—¿Para qué lo necesitas?

—Si lo preguntas por curiosidad, no te interesa. Ahora, si lo preguntas por él, simplemente dile que me fui al Estrecho de Gilbraltar.

—¿África? —lo ronronea y mi sonrisa se expande.

Estiro la mano acariciándole la nuca repleta de corto cabello plateado—. Marruecos.

Su bufido es la fiel evidencia de que... Es tan malparido como Ciro.
No me como su cuento y lo intuye; el dichoso cuento del actuar por deber pues uno sabe y es consciente de cuando se obra por mal, por bien y Viggo actuó por mal, dañándome para cumplir con Walker. Consumó fechorías para tapujear las de su hijo; entendible pero no justificable y por ello, al impecable Clark tambien le daré una lección.

Uno puede ser noble y devolver favores sin lastimar a los demás.
Uno puede decir no y afrontar las consecuencias de sus decisiones.
Viggo no supo ser nada de eso. 

—No, Alexandra.

Le enarco una ceja al sentir su mano interponerse.

—¿No? —provoco suspirándole en los labios.

Nunca se me había hecho tan atractiva la idea de darle severos celos al Diablo con semejante y tan añejado semental.

—No, Cherry, no. Lo siento pero eso no.

Me empuja con suavidad y entonces lo rodeo.

—¿Por qué? —planto las manos en sus anchos hombros—. ¿Él no te deja?

Viggo gira la cabeza reaccionando a mi aliento. Persiguiéndolo cual desesperado. Un sutil desesperado.

—Su condición es por ninguna circunstancia, tocarte.

—Estamos solos. En tu suite. No se va a enterar a no ser que se lo digas y no te creo tan bruto.

—Si cedo a mis deseos... Él me va a matar, destruirá a mi hijo y si no me estrangula acabará arruinando toda mi vida.

Me relamo aspirando su olor a Giorgio Armani, acercándole mi nariz a drede, apoyando la palma en su pectoral enfundado por la bata del hotel y sonriendo ante el tamaño del músculo.

—Eres demasiado aburrido en asuntos que implican tanta diversión —a sus espaldas juego con el cuello de la algodonada tela—. Pero lo respeto —retiro con delicadeza la blancura del albornoz y descanso mis labios en su omóplato. Tez que hierve y se eriza al sentir mi boca.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora