CAPÍTULO 56

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“Burlesque”

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“Burlesque”

NARRADOR OMNISCIENTE

El bar Burlesque alberga todo tipo de fantasías. Un sitio sublime, de lo más bajo y concurrido en Mónaco. Una discoteca inmensa repleta de salones y pasadizos dispuestos para todos los gustos.

Las personas se mezclan aquí. Concurren universitarios, deportistas, empresarios, los criminales... La diversidad es su fuerte. Un foco de baile, diversión y tragos exóticos pero también, un punto de reuniones.

El antro nunca está desprovisto de clientes, la música siempre es buena y el alcohol abunda al igual que las sustancias y el sexo.
No existe control etario, control de consumo ni control de prostitución. Burlesque es un mundo aparte dentro de Mónaco y lo seguirá siendo mientras su dueño esté al frente del negocio.

—Disculpa, ¿me sirves otro mimosa?

El barman se da vuelta de inmediato, colgando su franela al hombro enseguida que la suave y pecaminosa voz de semejante hembra le atraviesa los oídos.

—Claro.

La mira y no entiende cómo puede estar así de buena y así de sola. No comprende la razón de que tal belleza esté completamente sola noche tras noche, acodada en una de las barras del bar.

Candidatos no le hacen falta. El cantinero tiene fichada a la exuberante pelirroja que concurre sin falta, hace ya tres noches.

Siempre con un atuendo diferente. Con ropas que lo obligan a fijarle la vista más de lo estrictamente necesario.

Ella llega y toma asiento, pocas veces en la madrugada suele recorrer las pistas, nunca baila y tampoco entabla vínculo con nadie. 

—¿Más jugo de naranja que champán? —el barman se atraganta cuando los espectaculares ojos verdosos se centran en los suyos.

—Por favor —le acerca la copa vacía y espera por la recarga de otro trago.

Sabe que el joven se entumece de los nervios. Que se está convirtiendo en una asidua cliente de la barra y que el hecho despierta el inocente interés del empleado.

—¿En algún momento de la noche me vas a hablar de algo que no sea lo que vas a ordenar para beber? —se arma de valor, encarando a la diosa de pelo rojo y apretado vestido negro.

Las uñas alargadas del dragón se cierran en la copa mimosa y dedicándole una ojeada furtiva al cantinero se pone de pie.

—Por tu bien, búscate un ligue en otra parte —mueve su cuello haciendo crujir su nuca y avanza entre el tumulto de cuerpos sudorosos que bailan al compás de las pistas.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora