CAPÍTULO 68 Parte III

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NARRADOR OMNISCIENTE

Lleva más de una década esperando este momento. Más de diez años con recuerdos confusos, dolorosos, traumáticos. Más de diez años siendo el monstruo que nunca quiso ser.

Tanto tiempo, tantas vueltas de reloj, tanta agua ha pasado bajo el puente y aún así, para él hay una fecha que jamás avanzó.

El quiebre fue Baja California.

La fractura fue Max, fue Kelly, fueron los niños arcoiris.

Tuvo entrenamiento, tuvo vocación, tuvo experiencia pero el daño lo hizo pedazos y después de aquella tortura en los calabozos Ciro Walker no volvió a ser el mismo.

Su padre le decía diablillo, pues de crío se la pasaba constantemente haciendo travesuras y picardías.
El diablillo era amable, era atento, era cariñoso y empático.
El diablillo se había enamorado con doce de su vecina y le había llevado un enorme ramo de flores.
Según su progenitor, el diablillo sentaría cabeza antes de lo que él y su padre lo hicieron porque se notaba cuánto amor le tenía Ciro a la vida en familia.

Sin embargo el diablillo creció viendo las infidelidades de su madre y los desaires matrimoniales de su padre.
El diablillo se enlistó en el ejército para poder seguir estudiando leyes.
El diablillo inició en la academia de policías y se formó como detective.
El diablillo recibió su condecoración como abogado... Pero el Diablillo quería más.

Se radicó en el sistema de inteligencia y comenzó su vida de infiltrado. Organizaciones pequeñas de contrabando, prostitución y narcotráfico. El salto grande era California. Era la red de trata infantil. Eran los rainbow children.

No lo dudó.

Tenía la fortaleza y el entrenamiento adecuado, aunque le faltase la experiencia de las ligas mayores... Sin embargo la trampa fue creada especialmente para él y de ahí no pudo salir. Perdió a su compañero en aquella redada. Vio cómo decapitaban a su niño. Cómo vendían, mataban y profanaban a otros tantos.

La organización cayó, pero su líder vivió feliz, pleno y rozagante en el exilio durante años.

A quien el Diablo consideró su salvador no fue más que su ejecutor y el precursor de un calvario sin fin.

Gaultier Lorenzi era la cabeza de California, el capo del tráfico americano, el verdadero monstruo del cuento y fue quien salió impune de tanta mierda.

Gaultier lo mandó a quemar; lo mandó a torturar, a cortar... Y a violar.

Cada cicatriz que surca su pecho y su memoria tiene un culpable y ese responsable es el hombre que ahora, ensangrentado yace en el suelo.

—Hoy... Me las voy a cobrar una por una —lo toma de la camisa, levantándolo sin esfuerzo alguno.

Lo aleja de todos.

Lo aleja del comedor, lo aleja del traumatizado Dante y de su malherida esposa.

Lo arrastra con una lentitud escalofriante, ya que en el dolor, Gaultier cae de rodillas.

A Walker no le importa otra cosa que no sea devolver el favor. Cual ley de Diablos, él se encarga de cobrar pendientes sea quien sea su deudor.

—Ciro...

En la lejanía escucha la exhausta voz de su ninfa, pero es que también se aleja de ella.

—No me sigas —ordena de forma tajante, sin siquiera mirar atrás—. Este es mi asunto.

Lorenzi pide, grita, clama por el dragón pues prefiere las formas sanguinarias de la mujer a lo que sabe, le puede deparar estar a solas con un ser oscuro, podrido y perdido en el odio.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora