“Home, Sweet Home”
Charlie me ayuda con las valijas y de inmediato, como abejas molestas merodeando donde no deben se acercan mis hermanos.
Chris es el primero que me ojea de arriba hacia abajo negando con desaprobación.
—Tienes los pelos parados —observa, levantando la mano para darle un sinchón a mi cabello—. Y ojeras —le pego un puñetazo cuando sus dedos en pinzas pellizcan mis pómulos.
—Si te vas a poner jodón te juro que te voy a partir los huevos de una patada.
—¿Huevos? ¿Quién va a partir huevos?
La vocecita de Noah se acentúa sobre la carcajada nerviosa de mi hermana y la maliciosa del idiota de Christopher.
—Es tu tía, bebé —se apresura Lotte dejando mi maleta y yendo donde Noah, que se escabulle directo a mis rodillas, abrazándolas con fuerza.
—Te estábamos extrañando —dice mi pequeño, rubio y buenmozo sobrino hundiendo la cara en mis piernas—. Y yo también quiero partir los huevos a patadas —sus vibrantes ojos, similares a los de mi cuñado me reparan con entusiasmo despertando en mí un interminable ataque de risa—. ¿Los sacamos de la cocina o qué, tía Lexi?
Me inclino a mi diablito y con la malicia que me caracteriza, ignorando la advertencia casi asesina de Charlie le susurro que los huevos que necesitamos se los escondió el tío Chris en los pantalones.
—¡Carajo Alexandra! —me reprende mi hermana enseguida que el pequeño Henderson sale corriendo en busca de un bate para dejar esos huevos bien «rompidos»
—No voy a pedir disculpas —frunzo labios y levanto mi hombro—. Dos años que no me ve y lo primero que hace este perro es bullyng.
Soltando la risada. Una tonada altanera, masculina y fuerte, mi apuesto hermano se me viene encima rodeando mi cuello con su brazo como si deseara ahorcarme con una horrorosa llave.
Y es que a mí se me ahorca con folleos estúpido de mierda.
Le propino una patada en la pantorrilla que sonsaca su quejido ahogado en risas.
El cabello al raz entre caoba y rojizos es lo que amasijo aprovechando su momento de dolor y debilidad; y avalanzándome como un animal en cacería me le subo a caballito exigiendo al esclavo mayor más respeto.—¡Dios mío ya se enloquecieron! —Charlotte empieza a hiperventilar pidiendo cuidado con la vasija de cerámica, mientras Chris se balancea para todos lados buscando quitar la garrapata que tiene prendida en la espalda—. ¡No tienen cinco años!
—¡Dominemos al perro! —ignoro el sermón de mi hermana y como puedo cacheteo la barbuda mejilla de Christopher—. ¡Ríndete que llegó la reina!
ESTÁS LEYENDO
Dancing in the Darkness © +21
General FictionLIBRO 1 DE LA SAGA DEVIL'S DANCE Harta más que acostumbrada, a vivir bajo la sombra de sus hermanos decide mudarse a Mónaco con el pretexto de renovar sus rumbos, inscribirse en una nueva Universidad y culminar su maestría en psicología. Mujer de t...