CAPÍTULO 62

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"Extortion, Jealousy and Revenge"

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"Extortion, Jealousy and Revenge"

NARRADOR OMNISCIENTE

Londres es bastante similar a Seattle.

Demográfica y arquitectónicamente no, pero en clima sí. En clima se parecen mucho; son ciudades de monopolio que la mayor parte del tiempo permanecen nubladas, cubiertas bajo un espeso manto gris. Ciudades lluviosas donde la humedad se adhiere a las paredes, al suelo, incluso a la piel. Sin embargo el ritmo de vida es tan diferente como la distancia que las separa.
Las rutinas son basadas en horarios que se respetan. Los ciudadanos no corren, caminan, las cinco de la tarde son sagradas y el té inglés el aperitivo ideal para cualquier momento del día.

El tránsito es fluido, las panaderías cierran temprano y aunque la lengua madre es compartida, entre americanos y británicos se sacan lascas, reconociéndose con una simple mirada y un saludo.

—¿Cuándo regresas?

El hombre trajeado estira el brazo sobre la posadera del diván giratorio, contemplando el bello color plata que surca el empedrado cielo.

—No voy a volver por el momento —al otro lado se oye un graznido molesto—. Harás lo que te rehúsaste a hacer en un principio, no hay negociación en ello.

Apoya la cabeza en el respaldo del sillón cuya piel tersa y brillosa ha sido importada desde París.

—Estás jugando con tus propios límites —la sugerencia suena más a maldición y él ríe a procesarla.

—Las estrategias se tornan monótonas si no lo haces —entorna la mirada al ver por el ventanal. Lleva veinticuatro horas en Londres y la vida aquí se le hace demasiado aburrida. Tanta calma y cordialidad le pesa en la espalda.

Le fascina la vertiginosa montaña rusa americana. Las constantes de desafíos, de ir y venir. Inclusive sus tiempos de éxodo le supieron a agua.

—Estás largándolo todo otra vez, ¿no te das cuenta?

Abre su chaqueta y del interior retira una fina caja de habanos. Pocas veces ha venido a Inglaterra pero sin lugar a dudas aquí consiguió una de las mejores marcas en puros.

Saca uno, se lo coloca en los labios y lo enciende, masticándolo primero pues es uno de sus viciosos hábitos. Hincarle el diente a todo aquello que le genera peligrosa dependencia y adicción.

—Estoy ocupando mi lugar —dice sin perder la compostura y una electrizante frialdad—. Cometí el error de sentarme en un escritorio cuando esa ya no es mi obligación. Quise abarcar algo que ya no me concernía; soy ambicioso, demasiado; siempre lo fui —fuma y suelta el humo disfrutando del inmenso placer de sentir que sus pulmones se apagan cada día un poco más.

—¿Cuál se supone que es ese lugar?

El hombre con alma de Diablo esboza una espeluznante sonrisa y responde a su pregunta con otra pregunta.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora