CAPÍTULO 47 Parte III

5K 751 208
                                    

Algunas horas atrás...

NARRADOR OMNISCIENTE

La puerta del departamento se abre y la alegría desborda cuando la voz cantarina cruza el umbral.

Aún la aturde la sutura más profunda y moverse le cuesta pero el precio del dolor es su felicidad y eso vale cualquier sacrificio, bruma o aflicción.

Cojea al caminar, la carne le tironea y todavía se siente mareada pero su sonrisa resplandeciente no parece indicar molestia ninguna.

Se acomoda los gruesos y abundantes rizos tras una banda ancha de elástico y comienza a ventilar el departamento de las instalaciones, aguardando con impaciencia la llegada de Alexandra.

La triada ya se conoce. No se requiere de mucha información para saber cuándo una de las tres se encuentra inmersa en la tristeza, en la furia o en la desolación. 

—¿Cómo a qué horas vas a venir?

Lula logra dar con Pía. Lleva toda la mañana intentando comunicarse con ella y recién pasadas las diez consiguió que le atendiera el teléfono.

—Estoy en casa de un amigo. ¿Para qué me necesitas?

Cellario voltea los ojos, apoyando su celular entre la oreja y el hombro, mientras corre las cortinas y entreabre la ventana.

—La familia de Alex ya se enteró —chasquea la lengua reparando de mala gana cómo el sol se oculta entre espesa nubosidad.

—Esa es una mala noticia —su voz gangosa y a su vez agitada la delata. Estuvo tomando y consumiendo—. Qué vergas, pobre mi Lexi. ¿Hablaste con ella?

La preocupación se clava en su pecho como piquetes de abejas.

Le preocupa Alex.
Y le preocupan las escapadas, los abusos de sustancias y los excesos de alcohol de Pía.

—Está en un avión de regreso a casa, así que más te vale dejar esa mierda en la que andas metida y venirte al departamento.

—¿No estás en la casa?

Piolín ignora completamente el tono de reprimenda que emplea su amiga y suelta un soplido.

—No.

—¿Por qué carajos no estás en la casa? —como siempre, Lorenzi consigue dar vuelta los dramas volcándolos a su favor.

No importan sus derrapes.
Importa que Lula no esté en la Hacienda de sus padres como debería... Por su propia seguridad y bienestar.

—Porque Alex nos necesita. Y yo voy a donde sea si mi amiga me necesita.

El bufido llena la línea.

—¡No pos si yo también, eh; ni que fuera una perra! Pero es que la necesidad podría haber quedado en la casa.

Lula sopesa las palabras de la rubia.
Lo cierto es que sí, salir es un riesgo. Riesgo por su salud y por Kenzo.

Nadie supo absolutamente nada de Kenzo, de su paradero ni de sus actividades ilícitas.

Sin embargo está tranquila; dos policías designados por el mismísimo fiscal la acompañaron al edificio, escoltándola hasta el lobby.
No pudieron subir al departamento pero se plantaron con firmeza en el recibidor ya que por normativa de la comisión universitaria solamente los estudiantes y el personal de limpieza y recepción tiene acceso a las instalaciones del campus.

Ellos y aquel profesor rompedor de reglas que se coló a la habitación de su mejor amiga.

—Valerie, mamá... La gente merodeando y queriendo saber —la morena resopla. Tal vez no fue su más acertada decisión pero considera que sí fue la más reconfortante—. No estoy lisiada, Pía y tampoco presa. Tengo custodia en el lobby, todo está bien.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora