CAPÍTULO 24 -Parte III

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“Dúplex”

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“Dúplex”

«A decir verdad, ya no volví a pegar el ojo.

No pude.

No quise.

Entre la desconfianza y el embeleso, no bajé la guardia con mi profesor durmiendo a mi lado, ni por un minuto.

Roncó como bebé y se abrazó a mi abdomen dejándome en la posición más incómoda. 

Me pasé lo que quedó de la noche tendida en el suelo, carburando en las palabras de un borracho.

Fui advertida, pero me pesó asumirlo.

A nadie en su sano juicio le gusta admitir que el destino le fue develado. Que es cuestión de días o semanas para que todo aquello que perjuraste jamás te dolería, acabe envenenándote como la mordida de una cobra.

¿Cómo procesar que mi propia hermana pueda repudiarme por esto?

No hubo forma de hacerlo y eso no me ha dejado dormir. 

El puto y frío piso. El hombre a mi costado. Mi hermana. El desmadre de vida que tengo, que tanto amo y que tanta mierda me va a traer.
Su jodida llegada me desveló por completo. Pero fingí dormir profundamente cuando a las horas él se despertó.

Se quejaba, gruñía y por sus jadeos ni siquiera cayó en cuenta de cómo fue que vino a parar aquí.

Antes de irse me cargó en brazos. Brazos con sabor a cielo. Firmes y seguros, calientes, que no temblaron ante el peso de mi propio cuerpo.

Supe de inmediato lo que debía hacer, y era actuar de la mejor manera posible. Hacer acopio de mi entereza para no estremecerme y delatarme.

Lo hice muy bien.

Judas Walker nunca se enteró que degusté el manjar de su atención con el mismo gozo que he alcanzado con sus folleos.
Nunca le diré que sentí cómo me llevó al sofá, cómo me recostó, cómo colocó la almohada debajo de mi cabeza y cómo me tapó, con la frazada que yo le tiré al suelo.

El cretino de ego gigante jamás se enterará de mi cómico y contradictorio descubrimiento.

Cómo el neandertal de mierda también supo ser un caballero.
No le voy a decir nunca, qué tan triste y decepcionante fue saber que se esmeraba en ocultar sus buenas acciones.

Qué tipo más idiota.

Me incorporé cuando la puerta se cerró. Lo chistoso del asunto fue ver la hojita de apuntes que Lula usaba para dejar notas absurdas. Y en esas notas absurdas tachadas, su carta de despedida.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora