CAPÍTULO 60 Parte I

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“Welcome to the Past”


Abro la puerta del departamento con cautela, dejándoles entrar.

Me mantengo distante, viéndolos recorrer y olfatearlo todo a su alrededor.

Están atemorizados; lo exteriorizan poniéndose a la defensiva, mostrándose agresivos cuando dan con el intruso que apenas los ve, se tensa con pavor.

—¿Qué carajos trajiste? —Liam sube las piernas como si los animales fuesen ejemplares rastreros y no dos tremendos perros de entrenamiento.

—Mascotas Li; mascotas, ¿estás ciego?

Cierro y avanzo al living.

Khan y Khron rodean el sillón donde mi hermano permanece sentado y entonces les llamo. Soy implacable, pero sin rayar en la rudeza les ordeno que se queden quietos, algo a lo que acatan de inmediato.

—No puedo creer que te trajiste los perros de ese loco.

—Eran maltratados en esa casa. No los quería dejar a la deriva.

Camino a la cocina, sacando del refri dos enormes porciones de carne molida. Digo sus nombres en voz alta y me inclino a ellos, lavándoles el hocico para empezar a eliminar de mis nuevos bebés cualquier rastro del inmundo prestamista que ojalá esté ardiendo en el infierno.

—Buenos chicos —acaricio sus orejas y coloco en el piso dos platos repletos que tardarán en devorarse—. Voy a tomar un baño.

Se lo anuncio a Liam antes de encerrarme, desvestirme y sumergirme en la bañera.

Me doy mi tiempo, enjabonándome como una maniática. Froto la esponja en mi piel; lo hago hasta que el ardor traspasa mi carne y se refleja en mi lienzo.

El asco, el odio, la sensación de culpa... Han sido premiados con su ejecución. Ya no más, su historia se terminó.

Refriego mis manos, mi cabello, mi rostro enjuagándolo varias veces.

Kenzo tuvo un final digno. No voy a ser hipócrita conmigo misma. No diré que lo que hice fue terrible y que me arrepiento de ello porque no es ni de cerca la mera verdad.

Pensar en el daño hacia a Lula...

A Lula, que era una chica buena, compañera, dulce y de corazón gentil, me llevó a disfrutar cada minuto de su agónica muerte.

No me enorgullezco del punto cúlmine y oscuro que estoy alcanzando pero tampoco me martirizo.
Darle a una persona lo que se merece y tener el poder de infringírselo personalmente es un pecado capital imposible de no gozar.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora