CAPÍTULO 51

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NARRADOR OMNISCIENTE

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NARRADOR OMNISCIENTE

Horas previas al golpe de gracia...

—¿Te vas a quedar ahí quietita como una inválida que no puede salir de la cama?

Como si fuera un leopardo midiendo a su presa, la rubia danza alrededor de su amiga especulando con sus reacciones.

—¿A dónde se supone que voy a ir si Alex no está y tú vas a salir?

Pía afina la mirada y ata su cabello en lo alto de su cabeza soltando las hebras doradas en una elegante coleta.

—Por si acaso, chiquita. Te conozco. Podrías calzarte los tacos e irte a loquear con tu panocha nueva en un dos por tres.

Lula le rueda los ojos, tapándose por completo entre las mantas.

—Mi panocha se tiene que curar, cicatrizar y luego sí la podré estrenar con total libertad y vulgaridad.

Guarda varias cosas en su bolso y lo cuelga en su hombro besando las mejillas de la joven que bufando se limpia el besuqueo constante y pegajoso del canario.

—Nos vemos en la mañana.

—Pero no te demores, y contéstame si te llamo. Odio que me dejes en buzón. ¿A dónde vas?

—¿Acaso no quieres saber también el color de calzones que estoy usando?

Con esfuerzo la morena se levanta y va donde Piolín para con burla, alzar su falda.

—Calzones de vieja. Espantosos.

—¡Ah porque tú...

—Yo —la interrumpe—, cuando esté curada me voy a poner unos hilos de colores chillones que mis nalguitas se van a engullir con gusto y orgullo.

—¡Qué asco! —abre la puerta del dormitorio y cruza el umbral.

—Mucho asco pero bien que lo usas, eh cerda —la sigue hasta el marco—. ¡Y más de una palometa vi en esas cosas asquerosas que dices!

—¡Lula si no cierras la jeta te la voy a cerrar yo pero de una piña!

La carcajada llega desde el dormitorio y baja por las escaleras, puesto que nada les gusta más que pelear hasta las risas. Sin embargo la alegría muere en la cara del pequeño canario cuando abandona la hacienda de los Cellario. A su amiga le dijo que irá a una fiesta pero esa no es la verdad.

Irá al matadero y por cuenta propia.

Sabe lo que le dijo el profesor.
Sabe que alejándose del veneno ella estará a salvo.
Pero también sabe que si no hace algo, ellos acabarán presos y no puede tolerar esa idea.
Teniendo la oportunidad de ser relativamente libre, no soporta sopesar que quienes la encadenaron toda su vida lo sean igual que ella.

Es inconcebible.

Opta por no conducir y pide un uber que llega rápido y así como llega, con la misma agilidad la devuelve al lugar que vio parte de su infancia. Una casa grande y lujosa situada entre las colinas y un área boscosa con las mejores vistas de Mónaco.
Un lugar sofisticado, alejado del bullicio céntrico. Un lugar sombrío que guarda secretos perversos.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora