CAPÍTULO 64 Parte III

11.2K 716 346
                                    

LIAM

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LIAM

La boca de la hembra se cierra, succionando con fuerza y en respuesta echo la cabeza hacia atrás, quitándome de la frente el pelo que me cubre.

Sacudo las caderas embistiendo su garganta y jaloneo con ganas su cabello. Un cabello espeso, largo y acaramelado que se me enreda en la mano, ayudándome a marcar el ritmo.

—Sigue muñeca —susurro acariciando su mejilla, soltando sus hebras y aferrándome de sus sienes para que se quede quietita—. Sigue así, que me la estás mamando delicioso.

La dureza de mi tronco choca en su tráquea y las arcadas de mi invitada aprietan aún más anticipando el derrame que me voy a mandar en su boquita pintada de chocolate.

Presiono, mis nalgas se contraen y gimo por lo alto partiéndola en una cogida oral que me tiene al borde. El sudor corre por mis pectorales, mi sangre se calienta y mi cuerpo reacciona al polvazo que Ariel se va a tener que tragar.

—N-no... No —sus ojos cafés, llorosos y enrojecidos me ven con súplica y ardor.

Tan inocentona la borrega.

Definitivamente una borrega deliciosa. Una criaturita exquisita que me tentó por Instagram, me la jugó con el sexting, la invité a mi departamento y ahora pretende dejarme cachondo, a medias o corriéndome en las manos.

—Vamos caramelo —saco la verga de su boca y con mañosa suciedad y perversión le azoto la mejilla con mi capullo baboso, embetunado de su saliva y presemen—. Calentaste la comida, te toca comértela.

—Es... Es muy grande. No puedo —con picardía bajo la mirada a su angelical rostro. Parece una obra de arte. Está desnuda, arrodillada, sonrojada, extasiada y temerosa—. No me digas eso —saco la lengua para entre mórbidas sonrisas relamerme. Que me balbuceen que la tengo demasiado grande me prende el doble—. Mira cómo me traes —llevo el capullo a sus labios, azotándole la carnosidad de estos para luego morbosearla por toda la cara.

Estiro los dedos sobre su pelo y vuelvo a consentirla.

Dios...

Es tan perfecta como las anteriores. Una auténtica cabrita fresca, magra y pura.

Pura porque no tiene mucho uso. Ha cogido con pocos y no trae demasiada experiencia; al menos eso dijo y así lo creo. Sus nervios no son actuados y que la inocencia le prime me calienta, elevando mi nivel de depravación a las nubes.

Si su garganta está tan apretada y tersa, me mata imaginar cómo ha de ser su culo y su coño.

Mierda con esta criatura.

Mi índice va al puente de su respingada nariz y a sus labios, amasándoselos con premura.

Las cosas que haré con su cuerpazo casi virginal, tiernito como cordero y sin tanto recorrido son imposibles de detallar.

Dancing in the Darkness © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora