LIBRO 1 DE LA SAGA DEVIL'S DANCE
Harta más que acostumbrada, a vivir bajo la sombra de sus hermanos decide mudarse a Mónaco con el pretexto de renovar sus rumbos, inscribirse en una nueva Universidad y culminar su maestría en psicología.
Mujer de t...
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“Complicidad”
CIRO WALKER
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Mi invitada queda de piedra al ver que no doy explicación alguna o me disculpo al abandonar la mesa.
Dejo paga la cena hasta por demás y salgo del restaurante con la agilidad propia de un galgo.
Me cruzo la avenida. Frente por frente está el casino donde se encuentra la revoltosa e irresponsable Cherry.
Allí la vi entrar. La vi desde que empezó la pasarela hasta que se juntó con las compañeras de agencia.
Me la devoré con la mirada en todo momento y cuando supuse que estaba bien, que la cuestión marchaba en orden me fui. Y entonces la cagué.
—La fiesta es privada —me frena un guardia de seguridad.
—Y yo pagué el salario tuyo de cuatro meses para estar presente —le enseño mi pulsera dorada y enseguida se hace a un lado—. Por cierto, procura no ver ni oír. Que ningún paparazzi fotografíe a la modelo que saldrá conmigo y que nadie se interponga en mi camino —le doy doscientos euros y el tipo asiente.
Porque es como funciona esto. Dinero, más dinero y principalmente el dinero es lo que sacude el mundo. Una buena cuenta bancaria y las palabras justas pueden mover las fichas del tablero al antojo de uno.
«Soy fiscal americano con permisos europeos»
El mencionarlo aunque ya no sea cierto genera desasosiego y el desasosiego es poder a favor de uno. Es ser consciente de que quienes te quieren joder no podrán hacerlo. Es mantener contactos y cobrar favores. Por ejemplo Kiara Dietrich, que lo sabe muy bien.
Tomando aire me meto en medio del alboroto y el barullo de la gente apretada, bebiéndose hasta lo impensado. No me extrañaría ver que se ponen a coger como conejos regocijándose en sus billetes y la carne fresca que tienen para elegir.
Avanzo entre ellos, entre el olor a alcohol, a sustancias, a sudor.
El Casino y la sala de póker, ruletas y apuestas me reciben dándome música y humo de tabaco en todo su esplendor. Le pedí que se mantuviera quieta y si su estado es jodido, lo más lógico sería hallarla en las barras.
