♕ 33. No estoy jugando ♕

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Scarlet

Salgo de la clase de computación luego de dar mi examen y me dirigí hacía la biblioteca, un lugar donde puedo leer tranquila sin ser interrumpida, al llegar me siento en el lugar más alejado de todos y empiezo a leer; todo iba bien hasta que claro la gente normal no entiende que cuando alguien lee no desea ser interrumpido.

—Hola ¿qué haces? — escuche preguntar una voz masculina, Matteo Mendoza.

—Alimento a mi tiranosaurio rex ¿no es obvio? — cuestioné con sarcasmo.

Él se sentó a mi lado y no dijo nada, lo cual agradezco ya que pude seguir leyendo tranquila, pero sentía su mirada sobre mí —¿Deseas algo más?

Él negó —No, bueno sí — contestó —¿tú y Antonio son algo?.

—Somos seres vivos — contesté con ironía.

—Scarlet, no estoy jugando — contestó de mala manera.

Baje mi libro y volteé a verlo —¿Por qué? A mí me gustan los juegos.

Él me dio una mirada cansada —Scarlet habló en serio.

—Y yo también hablo en serio Matteo cuando digo que te alejes de mi — conteste y me pare — aléjate de mi Matteo.

—¿Y si no, qué? — se paró y se acercó a mí — ¿qué harás?.

—¿Me estás amenazando Matteo? — pregunte extrañada, este imbécil no sabe con quién se está metiendo — ¿a mi?.

Él negó —Tú qué crees.

—Creo que si no te vas ahora saldrás lastimado — dijo Antonio poniéndose a mi costado y agarrándome de la cintura— Matteo, lárgate antes que te golpeé.

— No me iré, al menos que ella me lo pida — contestó Matteo retando a Antonio. 


Vaya este lado de ti no lo había descubierto Matteo, pero aunque me agrada tu lado retador y desafiante, ante Antonio mantén tu postura de niño bueno, pues Antonio no es quien aparenta ser.

— Matteo, vete — contesté, él me miró extrañado — ¿no escuchaste? largo.

Francisco

—Lo mandaste al matadero — contestó Marcus, luego de haberle contado lo que hice — ¿por qué lo hiciste?.

Reí levemente —Estaba aburrido y quería ver un poco de acción.

—¿Acción o sangre? — cuestiono.

Alce los hombros — Ambos — respondí; recosté mi espalda en el respaldar del asiento y llevé mis manos hacia mi cabeza — ¿no estaba bonito el día?

— Para un sociópata como tú, todos los días esta bonito siempre y cuando alguien salga lastimado — contestó Marcus.

—Tú también tienes tu lado sociópata, y me atrevería a decir psicópata, solo que sabes controlarlo — respondí — al igual que yo, solo que yo dejo que aquel sea libre como el viento y peligroso como el mar.

—Sí y gracias a esa libertad que le das mucha gente murió, gente inocente — contestó Marcus.

—Ay, por favor Marcus, no es que quise que aquella gente inocente muriera — contesté defendiéndome — fueron daños colaterales, así es como lo llama la abuela.

Él rodeó los ojos — Vaya daños colaterales entonces.

—¿Verdad que sí? — pregunte con diversión — en fin, hermanito ¿alguna chica en tu mente?

—No.

—¿Por qué no?

—No lo veo necesario — respondió.

—Tenemos diecisiete años y dentro de unos meses cumpliremos dieciocho años y aún no pierdes tu virginidad — comenté y él me miró confuso — ¿o me equivoco?

—Si, te equivocas, el hecho de que no presentara a ninguna saliente no significa que no haya perdido mi virginidad — dirigió su vista hacía su laptop — idiota.

—Te escuche.

—Ese era el punto.

—Te puedo presentar algunas chicas — comenté y él me dio una mirada cansada — está bien, solo decía nada más, ¿encontraste a Anonymous?.

Él negó —Encontré desde donde lo publicaron pero no a la persona.

—¿Y desde donde lo publicaron? — pregunté.

—Desde China — contestó, lo miré confundido.

—Eso no puede ser, en China no hemos matado a nadie — hice una pausa — bueno sí, pero no dejamos rastros ni cabos sueltos.

—Eso mismo pensé — contestó.

Scarlet FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora