♕ 43. ¡Sorpresa! ♕

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Matteo

—¡Sorpresa! — grité saliendo de los arbustos.

—¿Qué mierda haces aquí? — preguntó sorprendida Scarlet.

—Te quise dar una sorpresa por tu cumpleaños ¿está mal? — conteste.

—No, bueno si, estas en propiedad privada ¿cómo entraste? — preguntó.

—Por el bosque — respondí — ¿estás bien? te vi llorar.

—Si, no te preocupes — comentó.

—Bueno ven, tengo que mostrarte algo.

Y antes de que ella pudiera decir algo, la tome de la mano y la guíe por todo el bosque, al llegar ella vio lo que le tenía preparado, una manta roja extendida en el pasto plano, unas cajas de pizza con extra queso, los árboles dejándonos ver la luna llena y las estrellas iluminadas. Todo estaba perfecto.

—Ven eso no es todo — dije, ambos nos sentamos sobre la manta roja, saque una pequeña caja roja.— Feliz cumpleaños, — ella lo recibió y lo abrió — tal vez no es la gran cosa, digo, debes tener mejores regalos pero—

—Gracias — dijo Scarlet — en serio gracias.

—¿En serio te gusto? — pregunté sorprendido y extrañado — es que eres una de las familias más millonarias del pueblo y mi regalo es algo simple.

—Si, — dijo ella poniéndose el collar — aunque no lo creas me gusta lo simple, me gustan las cosas pequeñas, ¿como me veo? — preguntó luciendo el collar puesto.

—Te ves genial — dije, mi celular vibró — un momento.

Desconocido

No te enamores de Scarlet Frost.

Ni siquiera dejes que ella se enamore de ti, si no estás dispuesto a suicidarte.

Porque te aseguro algo mi querido Matteo Mendoza, es que cuando un Frost te ve, estás completamente perdido.

Si un Frost quiere algo, lo conseguirá cueste lo que cueste...

Atte: Anonymous.

—Matteo ¿estás bien? — escuché preguntar a Scarlet.

Volteé a verla —Si, no, no pasa nada — dije intentando dar una sonrisa que se no se vea falsa, pero no funciono pues ella lo notó.

—¿Qué decía el mensaje de texto? — cuestionó.

—Un número desconocido que me escribió — conteste.

—¿Así? ¿Qué decía? — volvió a preguntar, ¿por qué tanta insistencia?

—Nada importante — contesté.

—Tu mirada y tus expresiones dicen otra cosa — habló — puedes confiar en mí, bonito.

Me mostré el teléfono, ella lo leyó y luego asintió — Eso me mandaron.

—Me da risa ver como tanta gente quiere arruinar mi vida — ella agarró un trozo de pizza — quieren verme muerta.

—¿Por qué quieren verte muerta? — me atreví a preguntar.

—No lo sé — contestó alzando los hombros — siempre me llegan amenazas de muerte.

—¿Y no has hablado con la policía? Quizás mi madre puede ayudarte con eso — comenté agarrando una rebanada de pizza.

Ella negó —No, nunca me creerían, aparte jamás les importaría ni una mierda lo que le ocurra con mi familia — ella mordió su pizza — al final y al cabo, ellos fueron quienes mataron a mi padre y todo ¿Por qué? Por una mala investigación ¡Ja! Que idiotas ¿no? — comentó mirando el cielo.

—Mi abuelo también murió en manos de la policía — comenté y ella me miro preocupada — mi abuelo salió a caminar por el pueblo, hubo un accidente y un policía estaba herido, mi abuelo era doctor así que se acercó a ayudarlo, los demás policías llegaron y le dispararon, sin piedad y sin dudarlo — sentí un nudo en la garganta — lo sé porque yo estuve ahí, a su lado — alcé ligeramente mi polo, dejando ver una cicatriz de bala — una bala me impactó.

Scarlet pasó sus manos por mi cicatriz, ella se quitó su saco y alzó un poco su top, dejando ver también una cicatriz —Esto me lo hicieron en Alemania, antes de que sea la Scarlet temida por todos, fui una niña dulce e inocente, hasta que un día unas niñas me molestaron y caí por las escaleras del colegio, me hice varias heridas pero un pedazo de vidrio se me incrusto, desde entonces decidí volver la Scarlet que tienes enfrente tuyo — comentó — lamento mucho lo de tu abuelo.

—No te preocupes, sé que mi abuelo de donde sea que esté, él está feliz — contesté — ¿nunca pensaste en volver a ser aquella niña dulce?.

—¿Para qué? ¿Para volver a salir lastimada? No gracias, paso — contestó con una sonrisa de boca cerrada.

—No todos somos malos, sabes — hablé — a veces los malos no son malos, y los buenos no precisamente son buenos.

—En tu frase solo un poco tiene razón — comentó, un perro se acercó a nosotros y dejó una caja para luego volver al bosque — ¿otra sorpresa? — preguntó Scarlet con una sonrisa en sus labios.

Negué —No, mi sorpresa era el collar y el picnic.

Ella agarró la pequeña nota de encima —Para la cumpleañera — leyó la carta, abrió la caja y la cerró de inmediato.

—¿Ocurrió algo? — pregunte, pues su expresión mostraba miedo, me puse de rodillas imitando como estaba ella y abrí la caja, había una paloma, la pobre paloma estaba destrozada, la caja llena de sangre — ¡¿Que mierda?!

Se escuchó un ruido proveniente del bosque, ella miró todo el bosque — Debemos irnos, ahora.

Scarlet FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora