Edgar
Ha pasado una semana desde que Matteo se mudo con nosotros y me sorprende el autocontrol de Francisco, pues hasta el momento no lo ha matado lo cual es sorprendente para todos; todos somos muy cuidadosos con nuestros movimientos, palabras, con todo pues Matteo sabe una cierta parte de nuestro pasado, por ende somos muy cuidadosos con todo.
En el presente mi celular vibra y es un mensaje de Kevin ¨Te veo en el bosque, es una noticia¨.
Salgo de mi casa y me adentro en el bosque, camino durante unos segundos hasta que lo encuentro, él está recostado en un árbol, su mirada fija en su celular dejando ver su perfil marcado, él luce tenso pero también impaciente.
— ¿Qué quieres? — pregunto acercándome a él.
— Me iré del país — respondió — y no volveré.
Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, alcé los hombros — ¿Y? ¿Para eso me escribes?.
Él bufó poniendo sus ojos en blanco — ¡Por favor Edgar! ¡Muestra un poco de sentimientos! — gritó frustrado.
— Sabes perfectamente que no muestro mis sentimientos — comenté — si eso era todo—
— No, no es todo, te lo dije porque quiero que me detengas, quiero que me prohibas ir, quiero que—
— ¿Que te diga que te quedes? ¿Que te diga que aún te amo? — pregunté arrugó la entre ceja — lo siento pero no pienso decir algo que es mentira, no pienso decir algo que tu deseas oír.
— Edgar, lo que siento por ti, — habló Kevin, su voz sonaba débil él avanzó hacía mí y sostuvo mi rostro — por favor.
Sostuve sus manos — Kevin—
Y antes que pueda decir algo más nuestros labios se unieron, se unieron de una forma inexplicable y se movían de una forma que hacia que mis hormonas se volvieran locas, no podía negar que Kevin es hermoso y en la forma que besa es adictiva pero él me usó y yo a él; ambos nos usamos para diferentes beneficios, él por mi apellidos y yo por información, información que nos está ayudando hasta el día de hoy.
Una parte de mi lo odia, lo detesta y quiere verlo muerto, pero otra parte de mí siente algo por Kevin, algo llamado deseo, deseo sexual para ser específico; él desabotona mi camisa negra y empieza a dejar besos por todo mi cuello; sostengo su rostro y lo separó de mi cuello, por un momento pienso en unir nuestros labios, volver a sentir su sabor pero mi lado racional me detiene.
— Kevin tu y yo no estamos juntos, jamás estuvimos juntos y aunque te duele escucharlo, no te amo, no te quiero en mi vida, no me hiciste falta, no me haces falta y no me harás falta — mis palabras son frías y directas. Los ojos de Kevin se cristalizan y unas lágrimas corren por sus mejillas. — Y si piensas que este beso significo algo para mí, estás muy equivocado.
— Mientes — murmuró — Edgar mientes.
Niego alejándome de él — No miento Kevin, no siento nada por ti, jamás lo sentí y si te quieres ir del país, pues vete y si tu propósito es buscar a alguien que te detenga, pues busca a alguien más porque esa persona no soy yo.
Lo dije fue muy hiriente incluso para mi pero es la dura y cruel verdad, no pienso decir algo que no siento, eso es mentir, y aunque casi toda mi vida he mentido no lo haré en esta ocasión; él asiente retrocediendo, limpia sus lágrimas y suspira, el frío viendo de Phembrit hace que pueda ver la respiración de Kevin fuera de sus labios.
— Adiós Kevin.
— Adiós Edgar.
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Scarlet Frost
Teen FictionLos Frost Una familia adinerada, misteriosa y según las malas lenguas, también peligrosa. Después de 10 años en Alemania, los miembros de la familia deciden volver a su lugar de nacimiento, un pequeño pueblo llamado Phembirt, sin embargo no será fác...