♕ 47. Masoquista ♕

97 11 0
                                        

Sábado, 22 de Junio

12:50 pm

Scarlet

«Escapa»

«Corre»

Escóndete»

Corrí y corrí pero sin importar cuánto corra ellos seguían detrás de mí, y con decir "ellos" me refiero a mis secuestradores. Mierda no debí salir.

Según mis cálculos estoy en alguna parte del bosque lejos de casa; ellos venían atrás de mí, venían vestidos de negro y con pasamontañas prohibiéndome ver sus rostro.

¿Que les hice para que querían secuestrarme? ¿Habré matado a algún familiar suyo? ¿Serán algunos de mis enemigos?.

Ni siquiera podía pedir ayuda, ya que para mi pésima suerte, mi celular se cayó cuando corría por la carreta, cuando ya no los ví y ni siquiera escuchaba sus ruidosos pasos, me recosté en un árbol tomando grandes bocanadas de aire; mi pecho subía y bajaba de una manera incontrolable, mis manos sangraban y ardían, pues anteriormente me caí encima de pedazos de vidrio roto; volví a escuchar sus pisadas muy ruidosas y volví a correr.

Sentí un golpe fuerte en mi espalda y caí al suelo, golpeándome la cabeza, logré voltearme pero no sirvió de nada, pues un golpe mucho más fuerte vino directo a mi cara y solo pude ver como todo se oscurecía.

[...]

—Bájala con cuidado — escuche una voz masculina.

No veía nada, todo estaba oscuro, y era porque tenía una tela enorme que cubría todo mi rostro prohibiéndome ver en donde me encontraba y cuantas personas habían; sentí como me sientan en una silla, y me atan de manos y pies; me quitaron la tela enorme.

—¿Cómo te llamas? — preguntaron al unísono.

Alcé mi vista hacía ellos, eran dos chicos, ambos con pasamontañas —Me secuestran y no saben mi nombre, que mal secuestradores son.

—No andamos para tus jueguitos ¿como te llamas? — preguntó uno de los chicos, estaba molesto y no era necesario ver su rostro, lo podía notar en su tono de voz.

—Scarlet Frost — contesté — ¿Y ustedes? Me vendría bien un poco de amigos — ellos no contestaron mi pregunta y salieron cerrando la reja detrás de ellos — ¡Imbéciles! — grité.

Empecé a observar el lugar, todo estaba oscuro a excepción de algunos focos que salían del techo colgando, el suelo era de tierra, estaba en una especie de carceleta, solo que en esta ocasión yo estaba atada a una silla.

Había pasado minutos largos sin ninguna novedad, sin ninguna noticia de mis secuestradores, debería ponerles nombre.

La reja se abrió dejando ver a uno de ellos, aun sigue con pasamontañas ¿tanto odia su rostro? —Tu comida.

—Déjame preguntar ¿el pasamontañas es parte de tu disfraz de secuestrador o es porque odias tu rostro? — pregunté confundida ladeando mi cabeza.

Él ignoró mi pregunta, agarró una silla y se sentó a horcajadas, agarró el pan y me lo extendió; cerré mi boca —Abre la boca — negué — abre la boca Scarlet.

—Vaya, si sabes mi nombre — dije sorprendida, él aprovechó para meter un pedazo de pan, se lo escupí en la cara — ¡Ups!

—Eres una idiota — gritó parándose, se quito el pasamontañas, ¡Bingo! Vi su rostro, era un señor de unos treinta tantos años, tenía una gran cicatriz en el lado derecho de su rostro.

Vino el otro secuestrado también sin su pasamontañas, que idiotas, aquel secuestrador era un poco más joven de unos veintitantos años, él tenía una quemadura en el lado izquierdo de su rostro —¡¿Qué te ocurrió?!

—Esta estúpida perra me escupió la comida — dijo para luego golpearme.

Escupí sangre y gire mi cabeza hacia ellos riendo —Ay, esto será tan divertido.

—¿Qué es lo que te hace gracioso de todo esto? — preguntó uno de los secuestradores.

—Que soy masoquista querido — respondí con una sonrisa.

En verdad no era masoquista, o quizás si, el punto no era ese, el punto es que no importa cuanto daño que me hagan no revelaré absolutamente nada.

Scarlet FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora