♕ 46. ¡¿Lo defiendes?! ♕

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Scarlet

Hoy salí de casa un poco más temprano de lo usual, pues quería ir a visitar a Matteo; al llegar a la casa de Matteo, él me abrió la puerta, sus ojos estaban rojos e hinchados, él estaba despeinado. ¿Qué diablos le ocurrió?. Sus ojos se cristalizaron y una lágrima resbaló por sus mejillas.

—Pasa — habló Matteo, intentando no sonar débil, sin embargo, su voz lo traicionó.

Pasé y él cerró la puerta detrás de mí —¿Qué ocurrió, bonito?.

Él miró a ambos lados y me indico que subiéramos, al llegar a su habitación él cerró la puerta y me abrazó de sorpresa. No esperaba este abrazo, ni mucho menos esperaba que se pusiera a llorar —Mi madre me amenazó de muerte porque descubrí a lo que se dedica.

—¿A qué se dedica? — me atreví a preguntar.

Él se enderezo y limpio sus lágrimas — Ella transporta droga y altera números en empresas reconocidas — De acuerdo, no esperaba eso — cuando se lo dije me amenazó de muerte, y me dijo que si le decía a la policía me mataría, y se olvidaría que ella tendría un hijo.

Sostuve su rostro y limpié sus lágrimas —No te preocupes bonito, no siempre podemos contar con la familia, no siempre ellos van a hacer nuestro soporte cuando todo se nos viene abajo, a veces la familia no son con quienes compartimos ADN, si no son los amigos, aquellos que sin importar qué cosas hallamos hecho, ellos seguirán ahí, defendiendonos de todo y de todos — hice una pausa — y también me tienes a mi bonito, yo jamás te dejaré, lo prometo.

Sé formo un silencio en el cuarto, un silencio largo y cómodo, ambos nos mirabamos a los ojos sin decir, ni hacer nada, o bueno, si hacíamos algo, nos acercabamos lentamente, aumentando la tensión entre nosotros, la tensión sexual; nuestros labios se unieron, mis manos enrollaron su cuello y sus manos de Matteo bajaron hasta mi cadera acercándome hacia él.

Nuestro beso era salvaje lleno de sentimientos sexuales, nuestros labios se movían en sincronía, ni siquiera nos despegabamos para tomar aire; él se sentó en la cama y yo me senté encima de él, mientras que yo hacía movimientos circulares sobre su regazo, sus manos fueron bajando el cierre de mi blusa, con ayuda suya me quite la blusa; empecé dejando besos húmedos en su cuello mientras que el soltaba jadeos, pude sentir como su miembro iba parando, verlo tan excitado y tan vulnerable ante mis besos y caricias, hace que me excite aun más.

Matteo me recuesta en la cama y empieza a dejar besos húmedos por todo mi cuello y clavícula, al llegar a mis pechos él solo dejaba besos húmedos alrededor de pechos; empezó a dejar besos húmedos sobre mis pezones los cuales aún estaban cubiertos por una fila tela, arqueé mi espalda, y Matteo en un ágil y rápido movimiento me quito el brasier y llevó a su boca uno de mis pezones mientras que con una mano masajeaba mi otro pezón.

Él estuvo varios minutos así, intercalando hasta que sentí explotar así que tomé su rostro y uní nuestros labios, mis manos fueron bajando por todo su sexy y marcado abdomen hasta llegar al borde de su pantalón, metí mi mano y sentí su miembro el cual estaba cubierto por su calzoncillo, apreté ligeramente su miembro y él soltó un jadeo separando nuestro labios; saqué mi mano de su pantalón.

Agarró ligeramente mi cuello —No hagas algo que te puedas arrepentir, linda.

Mordí mi labio inferior y acerqué ligeramente mi cara a la suya —¿Quién dijo que me arrepentiré?.

Él sonrió para luego volver a unir nuestros labios, estábamos tan bien, lo estábamos pasando tan bien hasta que ocurrió lo inesperado.

—Disculpe, joven Matteo — se escuchó una voz varonil, para luego escuchar como cierra la puerta rápidamente.

Matteo me cubrió con su cuerpo y luego él volteó a ver la puerta —¿Qué ocurre, Miguel?

—Lo busca un joven — contestó Miguel a través de la puerta.

—Ya voy — dijo Matteo, nuestros ojos se encontraron y no pudimos evitar reír ante el momento tan vergonzoso.

Reí —Debes ir — él se hizo un lado y me puse mi brasier — que pena que es la segunda vez nos hayan interrumpido — comenté.

—Si, bueno todo pasa por algo ¿no? — contestó, asentí — iré a ver quien es.

Matteo

Abrí la puerta y era Antonio, él estaba ebrio —Eres un hijo de puta — dijo para luego golpearme.

—¡¿Qué mierda te sucede?! — grité limpiándose la comisura de mi labio.

Salí de mi casa y su respuesta fue un claro y ejemplar golpe en mi estómago, por supuesto yo no iba a quedarme quieto así que respondí golpeándolo en el rostro, Antonio por un momento se balanceo pero respondió con otro golpe; mi cara me ardía y mis nudillo estaban sangrando, uno de los sirvientes intervino alejando a Antonio; una mano tomo mi antebrazo y me obligo a entrar a la casa, al darme cuenta de quién era, no resistí pues era Scarlet.

Ella me indico que me sentara en la silla, me senté y ella se acercó con un botiquín, ella traía el ceño fruncido —¿Te ocurre algo?

—Tu comportamiento fue muy inmaduro — contestó al instante.

—¡¿Inmaduro?! — preguntó extrañado — inmaduro es ese imbécil que vino ebrio a mi casa, no yo.

—No, tú eres el inmaduro, él está ebrio y te atreves a pegarle — contestó enfadada, mientras que le ponía alcohol a mi herida.

—¡¿Lo defiendes?! ¡¿Es enserio?! Después de toda la mierda que te hizo pasar, después de que te drogó — ella dejó de curarme y frunció el ceño mirándome.

—No Matteo, no lo defiendo, ni hoy ni nunca — contestó y dejó el algodón a un lado, su celular sonó — me tengo que ir, curate solo.

—Scarlet espera — me paré pero ella ya estaba lejos, la seguí — Scarlet espera — ella cerró la puerta.

Abrí la puerta pero ella ya no estaba, es como si estuviera desaparecido, como si la tierra la hubiera tragado.

No debí dejarla ir, no debí detenerme, debí seguirla a través del bosque, no debí dejar las cosas así, pero sobre todo no debí dejarla ir, porque esa misma noche ella desapareció.

Scarlet FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora