♕ 34. Mátala ♕

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Scarlet

Durmiendo tranquila, así me encontraba yo hasta que unos gritos muy agudos me despertaron, prendí mi lámpara y bajé hacía el primer piso, al llegar había una chica la cual identifique al instante, ella era una de las chicas con las que se acostó Francisco para ayudarme con una información.

—Disculpen, ella entró a la fuerza — dijo uno de los sirvientes.

—¡¿Dónde está Francisco?! — gritó aquella chica, ella no tenía los ojos rojos, ella no estaba ebria, lo estaba haciendo en sus cinco sentidos.— ¡Francisco!.
—Ahg, callen a esta maldita — murmuré para mis adentro mientras me sobaba la cien.

Francisco bajo, él lleva puesto su pijama, no tenía polo, que maldita manía de dormir sin polo —¿Qué ocurre? — él la vio y frunció el ceño — ¿Quién es?.

—¡¿Cómo que quién soy?! — grito enojada, Francisco termino de bajar las escaleras y se puso al lado mío y de mis hermanos —¡Eres un idiota!.

—Ya enserio ¿quién es? — pregunto confuso, vaya esto va a durar mucho tiempo.

—¡Te acostaste conmigo la semana anterior imbécil! — gritó molesta, sus ojos se llenaron de lágrimas— ¡Quiero matarte!.

Quisiera verte intentándolo, perra.

Ella me miró con asco —¿También te acuestas con ella? Que bajo caiste, Francisco.

Francisco se cruzó de brazo —Lo siento, no logró recordarte.

—¡Agh! — gritó de frustración aquella chica, lágrimas rodearon sus mejillas — ¡Eres un hijo de puta! — levantó su mano directo a pegarle pero la detuve — suéltame maldita perra.

—¿Te atreves a insultar a mi madre, a mi hermano y a mi, y encima quieres pegarle? — enterré mis uñas en su muñeca con fuerza.

—¡Suéltame me lastimas! — se quejó.

Negué y empecé a caminar, por instinto ella retrocedió directo hacía la puerta, su muñeca empezó a sangrar —La sangre que ahora derramas, no se comparará con la que derramaras si no te vas ahora mismo — la empuje fuera de la casa, cerré la puerta.

—Problema resuelto — dijo Marcus para luego subir las escalera junto a Edgar directo a sus habitaciones.

Me acerqué a la mesa, agarré una servilleta y empecé a limpiar mi mano —Gracias hermanita — dijo Francisco sentándose en la silla.

—De nada, tú lo votas — deje la servilleta a un lado y camine hasta las escaleras pero me detuve — Francisco mátala.

— Eso haré — contestó — o mejor dicho eso haremos.

Scarlet FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora