Skinny Love [2]✨

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Dónde Volkov y Horacio se conocen de una manera poco común.

PARTE 2 (de 3)

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—Pasa, como si estuvieras en... tu casa —Horacio dejó las llaves tiradas sobre el mueble de la entrada y se adentró en el apartamento. Volkov fue detrás, con algo menos de seguridad que él.

Tal y como Horacio le había dicho, su piso tenía muebles pero estaba vacío de sentimiento. La decoración era en blanco y negro, la que venía por defecto con ese tipo de viviendas, y no describía para nada la personalidad de su inquilino -Horacio era un hombre extravagante en todos los aspectos de su vida-. Aunque eso no quitaba que el piso fuera elegante, bonito y, sobre todo, caro.

—Madre mía... —expresó el ruso, siguiéndolo hacia el salón.

—Ya —respondió, entendiendo al instante a lo que se refería—. No lo pago yo, que conste. Lo paga mi agencia. Elegí el más caro a propósito.

Horacio se dio la vuelta hacia él, con una sonrisa ladina juguetona y la mirada encendida, y Volkov tuvo que sonreír, contagiado por su actitud. Era de ese tipo de personas que transmitían su energía a los demás, que ponían a todo el mundo de buen humor compartiendo tan sólo un par de palabras.

—Es... comprensible —balbuceó Volkov, apartando los ojos de la sonrisa de Horacio y enfocándolos en cualquier otra cosa sin importancia que encontrara a su alrededor.

Horacio rió, aunque sonó casi como un suspiro.

—¿Tienes hambre? ¿Quieres la cena? —preguntó, girándose hacia él al mismo tiempo que se quitaba el abrigo y lo lanzaba al sofá, para después deshacerse también del jersey. La calefacción tan alta dentro del piso hacía que fuera innecesario nada más que la camiseta que llevaba por debajo.

Volkov siguió los movimientos con la mirada, hasta que recordó que debía dar una respuesta.

—Eh, no- - no es necesario, pero si tú quieres... puedo ayudarte a hacerla —Horacio seguía sonriendo, como si fuera incapaz de dejar de hacerlo teniendo allí a Volkov.

—Como quieras... yo sí que tengo hambre —se acercó un poco a él, pero no llegó a tocarlo—. ¿No quieres quitarte eso? Aquí dentro hace mucho calor.

Hizo un gesto con la cabeza señalando el abrigo de Volkov, que asintió al momento y desabrochó los botones para retirarlo. Horacio se lo quitó de las manos y, a diferencia de lo descuidadamente que había tratado su ropa, el abrigo de Volkov lo colgó en un perchero cercano a la puerta.

—¿Qué te apetece hacer? —inquirió, y añadió al instante:— De cenar, digo.

—Eh, sí, ya- - —carraspeó y llevó los dedos de su mano derecha a juguetear con los botones de la camisa, en un gesto nervioso de lo más evidente—. Podemos hacer lo que más te guste, a mí me da igual. Yo te ayudo con... lo que sea.

Horacio se quedó callado unos segundos, pero acabó avanzando hacia lo que Volkov suponía que era la cocina. El ruso sobrentendió que debía ir detrás, así que lo hizo.

Horacio revolvió en algunas estanterías, sacando cosas y dejándolas sobre la encimera.

—Me apetece algo dulce —dijo, aunque al instante se quedó quieto y Volkov percibió sus dudas aun estando Horacio de espaldas. Ni siquiera tuvo que preguntar antes de que lo escuchara explicar:— Aunque... no creo que les guste. Son... muy estrictos con lo que como.

Volkov entendió al instante de qué estaba hablando, y boqueó un par de veces, sin saber qué decir ante esa clase de situaciones. Después, se acercó un poco a él por la espalda.

↳;; ❝Volkacio AUs♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora