↳;; ❝Volkacio AUs♡

training✨

4-> clothing swap

AU en el que Horacio y Gustabo son comisarios y Volkov y Greco alumnos. 

(recomiendo leer mi One-Shot del día 5 de la Volkacio week para entender éste mejor) 

(incluyo en el OS a Ivanov porque puedo) 

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Conway les echó una bronca tremenda al saber que habían abatido a los alumnos que habían asistido al código 3. Decía que ya habían pasado el suficiente tiempo en el cuerpo como para saber cómo actuar, y que si los abatían era porque eran todos "una panda de inútiles". Gustabo estaba a la derecha de Conway, y Horacio a la izquierda, pero no habían intervenido en todo el discurso del superintendente, sino que miraban a los alumnos con mueca de desaprobación. 

Horacio miraba a un alumno de pelo platino en especial. Mentiría si dijese que no le atraía el joven, pero no sabía hasta qué punto. No sabía si estaba preparado para tener una relación, pero Volkov le gustaba, en todos los sentidos de la palabra. 

El alumno se dio cuenta de que la mirada de su comisario favorito estaba sobre él, así que estableció contacto visual. Si no hubiese tenido al superintendente gritándole justo delante, le habría sonreído al pelirrojo, pero simplemente lo miró. Horacio le guiñó un ojo disimuladamente, sin perder su cara seria. Volkov devolvió su mirada al frente, con un semblante igual de serio que el del comisario, pero con un leve rubor sobre sus pómulos tras el coqueto gesto del contrario. 

A pesar de estar haciendo todo eso de forma disimulada, dos personas estaban enterandose de todo. Gustabo miró de reojo a su compañero y rodó los ojos, Horacio solo se encogió de hombros. 

Por otro lado, el alumno Ivanov también se había percatado de lo que había ocurrido. Le dio un codazo suave en las costillas a su amigo para captar su atención. 

—¿Qué ha sido eso? —susurró. 

—Shh —lo acalló Volkov, dándole un manotazo discreto para que apartara su codo de su costado, en parte porque no quería que el superintendente se enfadara y en parte porque no sabía como responder esa pregunta. 

—Alumno —llamó Conway—. ¿Algo importante que añadir? 

Ivanov se tensó de inmediato, al sentir los ojos del resto de agentes posarse en él. 

—N-no. Nada. Discúlpeme, Conway. 

—¿Sabéis qué? Estoy hasta los cojones, mañana tenemos entrenamiento otra vez. Vais a sudar sangre. A las cinco de la mañana donde hicimos las oposiciones. 

Se escucharon quejas por parte de la mayor parte de los agentes presentes, pero Conway ya había dictado sentencia, así que solamente se fue de allí. 

—Conway —llamó su atención Gustabo—. Nosotros no tenemos que ir, ¿no? 

—Por supuesto que sí, Gustabo, sois comisarios. 

—¿¡A las cinco!? —se quejó. El superintendente sólo rodó los ojos. 

—Os voy a degradar por gilipollas —los comisarios decidieron no insistir, no parecía estar de muy buen humor. Suspiraron y se metieron en el despacho, Gustabo sentado en la silla y Horacio a su lado, apoyado sobre el filo del escritorio. Hablaban sobre el entrenamiento que habría al día siguiente, pero algo captó la atención del rubio. 

El ruso salía del vestuario para salir de servicio y, probablemente, irse a su casa. 

—Ey, ahí va tu novio —informó al pelirrojo, que se giró para mirar.