↳;; ❝Volkacio AUs♡

Sweet nothing✨

Cuando Volkov llega a casa está anocheciendo.

No es muy tarde, porque tan sólo hizo una parada en comisaría y otra para comprar vino y algo para preparar de cena. Aún así, con el invierno a la vuelta de la esquina, las horas de luz son cortas y las noches muy largas.

Últimamente son más largas aún.

Entra en casa y deja las llaves en el mueble de la entrada, junto a la puerta. Las luces están apagadas, aunque escucha el murmullo de la televisión y divisa la luz que la pantalla emite, recortada contra las sombras del salón.

—¿Horacio? —llama, pero no obtiene respuesta. Una punzada de pánico en la boca del estómago le hace reaccionar y entrar en el salón, mientras su mano derecha se dirige a su bolsillo para palpar el teléfono móvil sobre la tela del pantalón, listo en caso de que su pareja no esté en casa.

Nota cómo sus músculos se relajan cuando ve a Horacio, envuelto en mantas, dormido en el sofá. Suelta todo el aire que no sabía que estaba conteniendo, y se aproxima unos pasos. Ha debido de quedarse dormido viendo la tele, a raíz de todo el cansancio físico acumulado de esos días y el agotamiento mental.

Volkov suspira y deja la bolsa en la encimera de la cocina. Después se dirige a su habitación para quitarse esa ropa y ponerse algo más cómodo para hacer la cena. Le alegra que, después de estos días de insomnio y pesadillas constantes, Horacio haya conseguido dormir un poco. Aún así, y sabiendo que lleva muchas horas sin comer, lo mejor es despertarlo cuando esté la cena lista.

Después se irán los dos a la cama, y Volkov espera ser capaz de darle un poco de la calma que necesita para volver a quedarse dormido.

Cocina algo fácil de cena, porque también él está muy cansado. De vez en cuando echa un ojo al salón, para comprobar que Horacio está bien, que no se ha destapado o que no está teniendo otra pesadilla. Y no es capaz de dejar de pensar en que ambos merecen que esa sensación de pánico constante termine ya. Volkov se pregunta, mientras emplata la cena, si llegará algún momento en el que puedan vivir en calma, sin sentir el miedo trepando por sus cuerpos en el instante en el que pierden al otro de vista.

Quiere creer que sí, que es posible. Aún así, un deje más pesimista que aún persiste dentro de él -aunque cada vez se haga más y más pequeño-, lo pone en duda.

Prefiere no pensar más en ello. Ya se ha puesto el sol, y no puede dejarse asfixiar por pensamientos intrusivos. El día ha salido bien y ahora están ambos en casa, juntos y a salvo, y eso es todo a lo que pueden atenerse día a día: a poder pasar una noche más en los brazos del otro.

—Cariño... —dice Volkov, con suavidad, moviéndolo con delicadeza para despertarlo. Se agacha frente a él y le besa la mejilla repetidas veces, hasta que lo nota moverse bajo las mantas—. Deberías cenar algo, y después nos vamos a la cama.

—¿Estás bien? —es lo primero que pregunta Horacio, con la voz ronca de dormir, en cuanto es consciente de dónde está. Coloca su mano sobre la de Volkov, que aún está en su hombro, y ladea la cabeza para recibir los besos en su mejilla con más facilidad.

—Sí, Horacio. ¿Y tú? —se separa para que él se incorpore. Horacio asiente con la cabeza y murmura un "estoy bien" que tanto él como Volkov saben que es falso. Se quita las mantas de encima y se pone de pie.

Volkov no quiere insistirle demasiado si no quiere hablar de todo lo que se le pasa por la cabeza, pero lo que sí que hace es darle otro abrazo que le deje claro que sabe que no está bien, y que él va a estar a su lado todo el tiempo y contra cualquier dificultad.

—¿Estabas... viendo algo en concreto en la televisión? —pregunta Volkov, mientras se encaminan hacia la cocina. Rodea la cintura de Horacio con uno de sus brazos porque, después de haber mantenido la compostura que requiere el ambiente laboral durante todo el día, ahora que están en casa no quiere separarse de él. Y Horacio tampoco quiere que lo haga, así que se echa un poquito más hacia su cuerpo y se deja abrazar.