↳;; ❝Volkacio AUs♡

thinking about you✨

(ignorad el título, no sabía qué poner y justo estaba escuchando esa canción)

Donde Volkov tiene una relación con Horacio y sufre un PK… pero no olvida lo que vosotros creéis… 

(cronológicamente está situado cuando Volkov ya sabía que ambos eran subinspectores) 

*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•

La luz blanca parecía empeorar el dolor punzante que recorría su cabeza, así que  frunció el ceño, incómodo. Escuchó susurros a su alrededor, y todo comenzó a sentirse tangible: las sábanas alrededor de su cuerpo y la textura de la ropa que llevaba. Pestañeó varias veces para abrir los ojos mientras los susurros suaves comenzaban a convertirse en voces reconocibles. 

El primer rostro que reconoció, fue el de su superior. Sentado a su izquierda, Conway vestía su impoluto traje, y tenía ojeras bajo los ojos que oscurecían su mirada. 

—¿Volkov? —intentó recordar por qué estaba ahí, qué había sucedido para que acabara en esa habitación blanca de hospital y por qué le dolía todo, pero su mente no respondió. 

No recordaba haber sido herido, no recordaba haber acabado ahí. Rebuscó en su cabeza, intentando encontrar el último recuerdo que tenía. 

El último recuerdo que tenía era con… 

—¿Horacio? —el chico, sentado a su derecha, se acercó más al escucharle pronunciar su nombre. Volkov se dio cuenta de que tenía los ojos rojos e irritados de llorar, y si no se hubiera sentido tan cansado le habría cogido la mano, pero no podía moverse sin que el dolor que sentía empeorara. 

—¿Cómo estás? —habló Conway, inclinándose hacia delante en su asiento. Horacio acercó su silla hasta que sus rodillas rozaron las sábanas de la cama. 

—Yo… no lo sé, me duele la cabeza —le costó separar la mirada de los ojos de Horacio, pero lo hizo para mirar al superintendente. 

—Es normal, no te preocupes —lo tranquilizó Conway—. Te lo explicaremos todo cuando el médico te dé el alta. 

La mirada de Volkov se deslizó hacia la puerta de su habitación, donde Gustabo estaba apoyado, con la misma mirada cansada que los otros dos. 

Quiso preguntar, pero se sentía demasiado débil como para escuchar la respuesta, así que solo miró a Horacio de nuevo. Sus pensamientos estaban todos mezclados, formando una masa que lo asfixiaba. Pero Horacio le transmitía una calidez que parecía capaz de derretirlos hasta que dentro de él solo permanecía esa sensación de comodidad que le generaba estar a su lado. 

Como cuando vuelves a casa después de un viaje largo y te das cuenta de que todo sigue ahí, así se sentía mirando a Horacio. Era su hogar. 

—¿Te acuerdas de…? ¿Qué es lo último que recuerdas? —Horacio habló por primera vez desde que Volkov había despertado. Su voz, tan familiar, sonaba rota y cansada. 

—Horacio —Conway llamó su atención, con un tono excesivamente seco que los sobresaltó a los dos. Pareció darse cuenta y suavizó su voz—. Ahora no. 

—Pero tiene que saberlo, Conway, es mejor así. 

—Ahora no —repitió, y se puso en pie—. Deja que el médico lo vea primero, que se asegure de que está bien. 

—Me quedo con él hasta que venga el médico —Conway suspiró, pero no puso pegas. Fue el primero en salir de la habitación, seguido por Gustabo. Una vez se quedaron solos, compartieron miradas de nuevo.